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lunes, 9 de marzo de 2009

El masoquismo en el alma.., otra visión de Neptuno

"No tienes tú la mitad del poder de herirme
del que tengo yo de sentirme herido".

"Otelo", W. Shakespeare.
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De vuelta de unas vacaciones en Sevilla, la capital hispalense, he regresado, como siempre, con un estado de conciencia mucho más afinado que cuando me fui. Siento no haber comentado nada al respecto y dejaros, un poco, con la miel en los labios. Pero es que me fue imposible hasta despedirme.

Es jodido.., es jodido saber nadar y guardar la ropa. Hay que pararse, centrarse.., y ver hasta qué punto llevamos las riendas.., o las riendas nos llevan a nosotros.

Y cuando se trata de Neptuno, peor todavía.

Sí, lo habéis adivinado: sigo a vueltas con el tema del "Neptuno" de Liz Greene. Hacía tiempo que no leía nada tan apasionante.

Hoy he recordado que durante 14 años tuve una amiga muy cercana, aquella con la que mejor me llevaba. Raquel, se llamaba.., y se sigue llamando, por las noticias que me llegan sobre ella. Durante todo ese tiempo, me extrañó su "masoquismo" vital. Siempre a vueltas con el tema de los tíos y las relaciones, siempre sufriendo. Siempre aguantando humillaciones y derrotas. Nunca lo entendí.., ahora ya sí. Al cabo de 14 años intentando ser su "redentora" particular, no pude soportarlo más. Se me debió disparar el bendito Urano, supongo: ése que se me pone en marcha cada vez que hay algo que amenaza mi integridad física o psíquica. Siempre lo he comparado a una espada que salta sola de su funda. Sólo le dije "¿Por qué no vas a un psicólogo, Raquel?" Todavía resuenan en mi memoria las lindezas que salieron de su boca.
Y es que ella, sencillamente, ha decidido, libremente, seguir con su masoquismo vital.

Y yo, por mi parte, también sencillamente, he decidido que la libertad es para mí el bien más preciado. La libertad de mi alma: como decía Osho, "más cara y más sublime que el más sublime de los éxtasis".

Siempre me extrañó la gente que gustaba de unir el placer y el dolor, desde el punto de vista sexual. No lo entendía. Me parecía una aberración, tan lejana a mi propio espíritu brillante, fuerte, resplandeciente...
Sigo sin soportarlo; pero al menos, ahora, lo he entiendo. Lo he visto, y lo entiendo. He tenido que descender hasta la oscuridad más absoluta, para poder comprenderlo, eso sí.

Cito una vez más algunos apuntes de ese libro magnífico de Liz Greene sobre Neptuno.., en esta ocasión sobre el tremendo tema del masoquismo, asociado a la consideración de este planeta en particular:

"La personalidad histérica puede valerse incoscientemente del dolor con propósitos de manipulación, en la esperanza de atraer simpatía y la protección de los demás, al mismo tiempo que cumple con la obligación interior de autocastigarse. La palabra que con más frecuencia usamos para describir este comportamiento, es masoquismo"

"Implacablemente, el masoquista moral intenta satisfacer sus rudimentarios anhelos sexuales mediante la persecución del dolor, la subyugación y la humillación, ya sea a manos de la autoridad o del destino (...) Siempre es una mezcla inquietante de sufrimiento placentero, autocompasión, desvalimiento premeditado, impotencia y cólera reprimida, que es muy difícil de soportar, afrontar y desenmarañar".

"La expiación compulsiva del masoquismo generado por la culpa puede conducirnos a destruir nuestras relaciones, perpetrar nuestro propio fracaso material, estropear nuestras entrevistas de trabajo, hacer naufragar nuestros proyectos creativos y adoptar toda clase de comportamientos autodestructivos y denigrantes para nosotros mismos. Puede hacer que nos enamoremos de quienes nos rechazan, insultan o humillan; o de aquellas personas cuyas propias necesidades de manipulación nos convierten la vida en un infierno de frustraciones. Podemos ver con especial claridad sus huellas en la esfera de la vida indicada por la Casa donde está emplazado Neptuno en el horóscopo natal".

"Para el masoquista es importante contrarrestar los intentos del ayudarle del psicoterapeuta, del astrólogo, porque así puede mantener la ilusión de que él es lo bastante poderoso para rechazar a los demás (...) Aunque podemos sentir una compasión profunda por el sufrimiento interior que reflejan tales pautas de comportamiento, sería muy difícil idealizar estas compulsiones capaces de destruir vidas, llamándolas "desinteresadas" o "evolucionadas"".

"Un transfondo genético común en el sadomasoquismo es una relación con una madre deprimida y relativamente inaccesible; en ocasiones, de un modo inoportuno, claramente seductora, pero la mayor parte de las veces insensible y distante... Estas madres están resentidas por la carga que representa la responsabilidad de cuidar a un niño. Desean ser ellas quienes reciban cuidados. Envidian a su hijo por su nueva oportunidad en la vida, su autonomía, sus capacidades, su fuerza, su juventud, su atractivo (...) Sienten que esa autonomía no ha de ser respetada, sino destruida, al servicio de una intensa necesidad".

Demasié pal body, que dice mi propia madre.., agh. Doblemente, agh.

Lo más jodido de todo esto es que la mayoría de las veces, no hay forma de ayudar, en forma alguna, a estas personas. Y es que no hay redentores más allá de uno mismo.., y eso es precisamente lo que Neptuno se empeña en rechazar y obviar, una y otra vez. Rechaza el Ego, su propia salvación.., entonces, apaga y vámonos, que fue lo que hice yo con Raquel. Creen que uno les salva.., proyectan sobre uno toda la inmensa carga de la redención: cuando en realidad, lo más valiente, justo y coherente por su parte, sería que trataran de salvarse, de una buena vez, por sí mismos.

Afortunadamente, todos tenemos nuestras armas contra Neptuno cuando se pone insistente.

Y creedme: puede ser tan, tan insistente, que trate de ahogarse con vosotros, aferrándose a vuestro propio cuello. No os dejéis someter.

Porque la libertad es el bien más preciado, ciertamente. Más aún que el éxtasis. Somos seres soberanos. Dios, o el Absoluto, o como cada cual guste en llamarle, nos concedió el libre albedrío y la personalidad para trabajar sobre la materia. No os dejéis engañar: si hubiera querido que estuviéramos sumergidos en agua todo el día, nos hubiera dotado de branquias.

¡Besotes! ;-)



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