martes, 10 de marzo de 2015
El Dragón del Umbral
Es curioso cómo en la vida se van dando las cosas: digamos que, cuanto más sé, más me maravillo. Cada vez creo menos en las "casualidades" y más en un plan maestro, que obedece a una Voluntad superior, a una sabiduría inconmensurable, más allá de todo entendimiento humano...
Anoche mi chico me dijo que Azabache, nuestro gatito negro, tenía la cara "como de dragón".., y me di cuenta de que era cierto. Azabache hace honor a su nombre y me he dado cuenta, en el mes escaso que lleva en casa, de que tiene relación con las fuerzas de inconsciente, de alguna manera que todavía desconozco. He descubierto en los últimos meses también la íntima relación que guarda el arquetipo del Dragón con la fuerza motriz femenina de la Madre, y con todos los contenidos arquetípicos del Inconsciente.., en este caso coletivo, pero también a nivel individual.
Lo que viene al caso es que esta mañana, abrí por "casualidad" un documento que tengo en el PC, que yo misma había titulado de la siguiente forma: "El Dragón del Umbral: tips para el cambio". Extrañada, me di cuenta de que era una serie de notas que yo había tomado, al parecer de alguna conferencia a la que asistí. Lo malo es que no recuerdo al conferenciante (de esta anotación puede hacer como 8 años), pero aún así voy a desgranar aquí las ideas que apunté, porque me parecen tan interesantes que merece la pena referenciarlas. Que el autor de las mismas me perdone y, si lee esto, por favor estaría muy interesada en que pudiera decirme: "Ey, que eso es mío: no me lo copies" XDXD
Aquí vienen los tips más importantes: he hecho una selección porque son muchos, y no quiero alargarme
- Los consejos que das a los demás suelen ser los que tú mismo necesitas.
- Tenemos una gran afición a proyectar sobre los demás y culparles de todo lo que nos ocurre dentro.
- Nadie te hace nada: realmente tú te lo estás haciendo a ti mismo a través del otro.
- El alimento representa a la Madre, y si no quieres a tu madre, comes compulsivamente. Las personas que tienen necesidad de alimento emocional comen compulsivamente, por su necesidad inconsciente de alimentarse del amor de madre.
- Cuando hay sentimientos negativos exagerados hacia los demás, o nos ponen coléricos, tenemos que mirarnos honestamente, a ver qué pasa en nuestro interior. Ésa es la Sombra: lo que odiamos de los demás, es aquel lazo o yugo con el que nos estamos sometiendo interiormente a nosotros mismos.
- Nuestro comportamiento está super controlado por la Sombra, y por eso, la Iluminación simplemente consiste en "dar luz" a esas zonas de sombra que hay en nuestro interior para comprenderlas, aceptarlas e integrarlas.
- La oscuridad que hay en ti es el Dragón del Umbral, el guardián del inconsciente. El supercontrolador de tu consciente, que provoca acciones impulsivas, algunas inadvertidas, enfados desproporcionados, que nos perturban, que nos alteran.
- Las mujeres también deben aprender a sacar su parte masculina: a tomar decisiones y afianzarse.
- Las personas de éxito saben manejar su Lado Oscuro (su Sombra)... Lo que te trae el éxito realmente, es armonizarte con tu propia Sombra. Para llegar a tener éxito en la vida, hay que encontrar la Sombra que habita en ti, custodiada por el Dragón del Umbral, y sacarla hacia delante. Esto se hace canalizándola y dándole una salida positiva. Pero para conquistar esta meta y triunfar en ella, tienes que tener un Ego fuerte.
- No se trata tanto de ser una persona buena, sino COMPLETA: que ha trascendido su Sombra y ha aprendido a convertirla en positivo.
Viendo que se me han quedado muchas cosas en el tintero, creo que voy a escribir mi próxima entrada al blog sobre esto mismo: las cosas que se deben y se pueden hacer para sacar fuera y aprender a controlar la Sombra.., al Guardián del Umbral.., al Dragón terrible que tanto miedo nos da a todos/as.
¡Incluidos los coaches, psicólogos y otros terapeutas, que os quede claro XD!
viernes, 6 de marzo de 2015
Lady Chavakiah: la indeseable funcionaria bocazas del Ministerio del Tiempo
Pues sí, tengo que reconocerlo: mi madre odia mis dos profesiones. Ya no le gustaba ni medio pelo lo de convertirme en periodista ("esos pobres que van por ahí persiguiendo a la gente.., que son los que siempre se llevan los palos", decía). Bueno: pues ahora la de coach le gusta mucho menos ("hija, qué ganas tienes de que todo el mundo te cuente sus miserias, de verdad"). Y eso que no sabe que con la de coach me llevo muchísimos más palos, y más duros, que cuando era periodista. Si llega a enterarse, yo creo que me deshereda, por imbécil.
No es que diga yo que mi madre no tenga razón (la tiene: y mucha)... Desde luego, esto no es fácil, sobre todo si quieres tomarte las cosas en serio. Mi madre es de la opinión de que siempre he sido una bocazas. "Hija, hablas demasiado... Te atreves a decirle a la gente cosas que no quiere oír, y claro, eso trae multitud de problemas". La sabiduría y el amor de una madre, sabido es que son realidades absolutamente indiscutibles, y yo no puedo más que quitarme el sombrero ante la capacidad predictiva, anticipatoria y lógica de la señora Alonso.
Luego vinieron las enseñanzas de Rosa Natalia Poveda, mi profesora de astrología kármica, y la primera persona con la que yo me adentré en el prodigioso mundo de las regresiones... Nunca le estaré lo bastante agradecida no sólo por su sabiduría, sino porque, como buena estudiosa de la Cábala, nos ayudó a sus alumnos por medio del conocimiento de ciertos arquetipos angélicos a adentrarnos un poco en nuestro oscuro, desconocido y siempre apasionante Sendero de Vida (no va por la fecha de nacimiento, no os canséis en buscarlo). A mi me asoció sin dudar con el ángel Chavakiah, que al parecer es el ángel "bocazas" del Paraíso: el vocero, el pregonero, el que siempre está metiendo bulla y comunicando las buenas o malas noticias al personal. ¡Y vaya, que si dio en el clavo! Me quedé un poco más tranquila comprendiendo que una gran parte de mis cuitas se deben precisamente al desempeño de mi misión.., pero qué quieren que les diga, una es humana y a veces se desespera, o se hunde, o las dos cosas juntas.
Más tarde, según fui avanzando en la vida por este sendero empinado, estrecho, peligroso y maravilloso, me fui dando perfecta cuenta de que, si me lo tomaba en serio pero no controlaba la situación, podía resultar harto perjudicada. Muchas de mis posiciones zodiacales tienen que ver con el signo del León (y de ahí la foto de hoy, un felino dando berridos).., y sobre todo, tengo a Mercurio en Leo... ¡Así que imagínense el panorama: pónganse en mi lugar y piensen en un león al que cualquiera de ustedes mandara callar! Cosa imposible a la par que inconcebible, vamos.
Pero el asunto no es éste. El asunto es que aprendí a no mezclar las churras con las merinas, a desligar la profesión o la tarea por la que cobro de mi vida privada... Porque, hay que reconocerlo, lo fácil es darle a la peña vaselina: untarles suavemente el alma de mantequilla y, como si de un tostada se tratase, comértelos con patatas para luego cobrar tus honorarios y ya está. ¡Con eso casi ninguno me pone problemas, ni se queja! Y yo puedo ser un ser de verbo muy convincente y sumamente sugestivo si me lo propongo, créanme: de hecho, y para no faltar a la verdad, sé que soy perfectamente capaz de contar una mentira con todo lujo de detalles y no sólo hacerla creíble, sino además, quedarme después tan pancha (con lo que puede llegar a ser muy difícil descubrirme).
¿Pero ven? Efectivamente, soy una bocazas, y esas cosas pertenecen al terreno de mi Sombra.
Oh, pero claro, es que olvidé cuál es mi verdadera tarea en este mundo: sacar fuera de la Sombra todo lo que subyace ahí, para que se vea a plena Luz, y la gente que me pide ayuda lo pueda utilizar. ¡Y como pueden ustedes comprobar, empiezo predicando con el ejemplo! No tengo en absoluto miedo a mi propia Sombra: es más, abiertamente la reconozco, incluso en público. ¿Y por qué? ¡Porque la única forma de controlar la Sombra, es no reprimirla!
Sin embargo, a veces caigo: de nuevo, como siempre, porque ya lo he dicho mil y una veces, soy humana y también tengo mi debilidad.
Cuando uno trabaja con la Sombra y con temas relativos al karma y a las teóricas vidas pasadas, se convierte prácticamente en un funcionario de la mini serie ésa tan divertida, de factura española, y que desde aquí y desde ya os recomiendo: "El Ministerio del Tiempo". Yo no había oído hablar de ella, hasta que mi chico me puso el primer episodio el otro día, y está genial. A grandes rasgos (es una serie muy fandom, que levanta pasiones), se trata de las peripecias de unos tipos que son reclutados en distintas épocas de la Historia española para viajar a través de unas puertas que permiten el acceso a uno u otro tiempo. Los protas, mejores no pueden ser: el "regio" (para mi que también es Leo) Adolfo Sancho, muy reconocido por su excelente interpretación del rey Fernando en "Isabel"; en la parte femenina, y dando el contrapunto necesario, la bella y exquisita Aura Garrido (con ese nombre, es normal), encarnando a una fascinante joven decimonónica muy inteligente y avanzada para su época; y para cerrar el magnífico triángulo, como si de Harry Potter se tratara, el super creíble en su papel Nacho Fresneda, dando vida a un veterano capitán de los Tercios de Flandes que hace empalidecer al solitario Alatriste.
En fin, que me voy por las ramas: resulta que nuestros tres protagonistas actúan de "funcionarios" al servicio de una entidad ficticia que se autodenomina "Ministerio del Tiempo", y que controla el acceso a esas puertas espacio-temporales, para evitar que ningún indeseable pueda llevar a cabo cambios inoperables y drásticos en el curso de la Historia. Lógicamente, a éstos les pasa de todo, y la serie da pábulo a multitud de escenas y escenarios de lo más bizarro y variopinto: de verdad, tenéis que verla, ya os lo he dicho; sé que os va a encantar.
Lo que yo quiero decir con este explayado inciso es que, en algunas ocasiones, me siento talmente como una funcionaria indeseable.., como una bocazas sentenciosa que se mete en las vidas de los demás, como una Lady Chavakiah del tres al cuarto que ejerciera funciones en ese fantástico Ministerio del Tiempo. Parece que cuando más quiero ayudar, que cuando más quiero comprometerme, que cuando más implicada estoy en algún asunto, más meto la pata. Y la peña se me revuelve como mi gato Azabache, que se las trae y es muy suyo (como para que le digan lo que tiene que hacer, vamos).
Yo de gatos sé mucho; de forma instintiva, claro, porque gato y bien gato soy (más tirando a gata, pero en fin)... Y cualquiera que sepa de gatos sabe que los felinos odiamos meternos donde no nos importa, o donde no se nos llama. Es posible, sin embargo y en mi caso particular, que esté atravesando una especie de racha ejemplarizante, de toma de conciencia profunda a nivel moral (eso espero), para que me dé cuenta de que, tal y como efectivamente ya sé, todos somos libres y, por mucho que quieras o aprecies o estimes a alguien, no puedes hacer nada más que retirarte si es el caso, aunque tú tengas muy claro (maldito don) que se va a abrasar en la parrilla como San Lorenzo, o que se va a tirar por el puente de Minneapolis como John Berryman, el afamado autor maldito que falleció el año que yo nací y que, según todos los que le conocían, tenía un carácter imposible, perverso, alcohólico y manipulador (también os recomiendo su lectura, por cierto: es muy bueno).
Y dicho esto, como ya se me han agotado las palabras (parece mentira, ¿no creen?), me voy a estar una temporada calladita.., a ver si así me dejan de acusar de voceras y yo, de paso, descanso de ejercer de coach gratuito.
martes, 3 de marzo de 2015
El Demonio y el Ermitaño: el Poder y el Control.
Tengo que reconocer que he visto muchas cosas en la vida... Algunas, mi ego poderoso las calificaría de "tonterías" en estado normal. Pero como yo no me puedo permitir el estado normal (tengo que tener en cuenta, precisamente, todo lo que he visto y he aprendido), no me queda otra que tomar la vía de la Conciencia y reconocer que todos los caminos no sólo son viables, válidos y respetables, sino que además es cierto que todos conducen a Roma.
El otro día, haciendo una tirada de Tarot a una clienta, ella me preguntó (a una carta) sobre cómo podría definirse su relación con determinado señor... Pues le salió El Diablo: y la pobre muchacha puso cara de pánico. Me dijo, literalmente, que era la última carta que ella esperaba que podía salir. Y es que es cierto que estamos muy, muy condicionados por determinadas ideas fijas acerca de muchas cosas que se nos ha enseñado. Desde luego, eso de preguntar por una relación y que te salga el Diablo, no puede menos que dejar de "acongojarte"XDXDXD...
Para tranquilizarla, le dije que lo viera desde otro punto de vista: que se olvidara de todo lo que conlleva la moral judeo-cristiana (contra la cual, por cierto, no tengo nada en absoluto; más bien al contrario, y todos los que me conocen a fondo lo saben), y que lo viera como desde otro punto de vista. Le propuse un simbolismo que le encantó: le dije que la carta del Tarot del Diablo puede ser asimilada al Ave Fénix. Mi clienta, con cara de interrogante, me pregunto que en qué. Muy sencillo: el Diablo es el fuego abrasador de nuestra propia potencia interna, de nuestro propio poder como mónada diferenciada en apenas un punto de la Totalidad. Al igual que el Fénix, arde con una fuerza indescriptible, apenas inexplorada por las torpes conciencias de las que disponemos aquí y ahora, en la Tercera Dimensión, los seres humanos. Y al igual que el arquetipo del Fénix, viene para transformarte: para llevar a cabo, desde los cimientos de tu alma, una transformación completa, ineludible, poderosamente creativa (hay pocas cartas en el Tarot más creativas que el Diablo). El Diablo viene para tentarte y para destruir tu viejo Yo, de tal manera que emerja en ti algo nuevo, transformado, mucho más fuerte y evolucionado...
El Fénix también.
Sé que mi clienta se quedó más tranquila con la explicación, pero no del todo... Y es que el Diablo, que es el Demiurgo que reside en el interior de nosotros mismos, al igual que el Fénix, no es fácilmente asumible. La gente le tiene un miedo cerval a su propio Poder: si algo he aprendido en todos estos años de trabajo con el inconsciente, es que aquello a lo que más tememos reside dentro de nosotros mismos. Lo llaman la Sombra: pero no es oscura, únicamente lo es porque nos la negamos a nosotros mismos. Está compuesta de cosas que NOS PARECEN chungas: en realidad se compone de todo nuestro más alto potencial, y como le dije yo recientemente a otra clienta y amiga, aquello en lo que podrías convertirte, en todo tu esplendor, si llegaras en algún punto a dejarte ser tú.
El Ermitaño es otro arquetipo del Tarot que me encanta... Tiene muchos significados, pero entre ellos también reside uno no tan bueno, tan santo ni tan benéfico. Al igual que el Diablo no es la entidad maligna que todos nos imaginamos siempre, el Ermitaño no es el santo varón que se esconde tras un muro de pulcritud y firmeza... ¡Nada es en 3D lo que parece, ya lo decían los Vedas con el mito de Maya, la ilusión!
... Y lo digo porque hay muchos y muchas que niegan al Diablo en sí mismos (miedo a su propio potencial, a su propio poder) y enarbolan la bandera del Ermitaño como si de un inquisidor se tratase... Como si el Ermitaño no significase en positivo introspección y sabiduría, sino que fuera ese padre interno observante y terrible que siempre está con la vista puesta en alguno de sus hijos para reconvenirlo. El Ermitaño anula el poder del Demonio.., ¡o eso es lo que os creéis, incautos! He leído y visto y oído, como ya he dicho, muchas "tonterías" sobre la "ausencia de deseo", y lo voy a explicar.
Uno puede renegar de sus deseos si quiere: puede hacerse el loco, el tonto o el iletrado, y pasarse a la Vía del Ermitaño, de tal manera que convierta su vida en un acto de control puro y duro, con el fin de no asustarse demasiado cuando sus verdaderos y poderosos impulsos reprimidos salgan a la luz, el día menos pensado y, seguramente, en el momento más inoportuno... Pero eso no es control: el auténtico Control, es el reconocimiento, conocimiento, y posterior dominio del propio Poder que reside en el interior de nosotros mismos. Un ser solitario, un ser reprimido, un ser que quiere autopurificarse por medio de la negación de sus propios impulsos y poderes, no es un santo: es un hombre temeroso que no es dueño de sí.
En fin: el Tarot es una maravilla psicológica si uno está dispuesto a dejarse llevar por sus enseñanzas, a investigar un poco, a abrir su mente, y a poner de su parte para que la magia (la verdadera, la que reside en nuestras propias creencias y convicciones) se ponga en marcha en su vida.
Poder.., Control... Bueno.., Malo... ¿Quién es capaz de integrar hoy esta enseñanza dentro de sí?
El otro día, haciendo una tirada de Tarot a una clienta, ella me preguntó (a una carta) sobre cómo podría definirse su relación con determinado señor... Pues le salió El Diablo: y la pobre muchacha puso cara de pánico. Me dijo, literalmente, que era la última carta que ella esperaba que podía salir. Y es que es cierto que estamos muy, muy condicionados por determinadas ideas fijas acerca de muchas cosas que se nos ha enseñado. Desde luego, eso de preguntar por una relación y que te salga el Diablo, no puede menos que dejar de "acongojarte"XDXDXD...
Para tranquilizarla, le dije que lo viera desde otro punto de vista: que se olvidara de todo lo que conlleva la moral judeo-cristiana (contra la cual, por cierto, no tengo nada en absoluto; más bien al contrario, y todos los que me conocen a fondo lo saben), y que lo viera como desde otro punto de vista. Le propuse un simbolismo que le encantó: le dije que la carta del Tarot del Diablo puede ser asimilada al Ave Fénix. Mi clienta, con cara de interrogante, me pregunto que en qué. Muy sencillo: el Diablo es el fuego abrasador de nuestra propia potencia interna, de nuestro propio poder como mónada diferenciada en apenas un punto de la Totalidad. Al igual que el Fénix, arde con una fuerza indescriptible, apenas inexplorada por las torpes conciencias de las que disponemos aquí y ahora, en la Tercera Dimensión, los seres humanos. Y al igual que el arquetipo del Fénix, viene para transformarte: para llevar a cabo, desde los cimientos de tu alma, una transformación completa, ineludible, poderosamente creativa (hay pocas cartas en el Tarot más creativas que el Diablo). El Diablo viene para tentarte y para destruir tu viejo Yo, de tal manera que emerja en ti algo nuevo, transformado, mucho más fuerte y evolucionado...
El Fénix también.
Sé que mi clienta se quedó más tranquila con la explicación, pero no del todo... Y es que el Diablo, que es el Demiurgo que reside en el interior de nosotros mismos, al igual que el Fénix, no es fácilmente asumible. La gente le tiene un miedo cerval a su propio Poder: si algo he aprendido en todos estos años de trabajo con el inconsciente, es que aquello a lo que más tememos reside dentro de nosotros mismos. Lo llaman la Sombra: pero no es oscura, únicamente lo es porque nos la negamos a nosotros mismos. Está compuesta de cosas que NOS PARECEN chungas: en realidad se compone de todo nuestro más alto potencial, y como le dije yo recientemente a otra clienta y amiga, aquello en lo que podrías convertirte, en todo tu esplendor, si llegaras en algún punto a dejarte ser tú.
El Ermitaño es otro arquetipo del Tarot que me encanta... Tiene muchos significados, pero entre ellos también reside uno no tan bueno, tan santo ni tan benéfico. Al igual que el Diablo no es la entidad maligna que todos nos imaginamos siempre, el Ermitaño no es el santo varón que se esconde tras un muro de pulcritud y firmeza... ¡Nada es en 3D lo que parece, ya lo decían los Vedas con el mito de Maya, la ilusión!
... Y lo digo porque hay muchos y muchas que niegan al Diablo en sí mismos (miedo a su propio potencial, a su propio poder) y enarbolan la bandera del Ermitaño como si de un inquisidor se tratase... Como si el Ermitaño no significase en positivo introspección y sabiduría, sino que fuera ese padre interno observante y terrible que siempre está con la vista puesta en alguno de sus hijos para reconvenirlo. El Ermitaño anula el poder del Demonio.., ¡o eso es lo que os creéis, incautos! He leído y visto y oído, como ya he dicho, muchas "tonterías" sobre la "ausencia de deseo", y lo voy a explicar.
Uno puede renegar de sus deseos si quiere: puede hacerse el loco, el tonto o el iletrado, y pasarse a la Vía del Ermitaño, de tal manera que convierta su vida en un acto de control puro y duro, con el fin de no asustarse demasiado cuando sus verdaderos y poderosos impulsos reprimidos salgan a la luz, el día menos pensado y, seguramente, en el momento más inoportuno... Pero eso no es control: el auténtico Control, es el reconocimiento, conocimiento, y posterior dominio del propio Poder que reside en el interior de nosotros mismos. Un ser solitario, un ser reprimido, un ser que quiere autopurificarse por medio de la negación de sus propios impulsos y poderes, no es un santo: es un hombre temeroso que no es dueño de sí.
En fin: el Tarot es una maravilla psicológica si uno está dispuesto a dejarse llevar por sus enseñanzas, a investigar un poco, a abrir su mente, y a poner de su parte para que la magia (la verdadera, la que reside en nuestras propias creencias y convicciones) se ponga en marcha en su vida.
Poder.., Control... Bueno.., Malo... ¿Quién es capaz de integrar hoy esta enseñanza dentro de sí?
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