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viernes, 20 de marzo de 2009

Saga de Astrea 19-fanfic Caballeros del Zodíaco

Para todos aquellos que me leéis desde el hemisferio norte, hoy a las 11:45 a.m, ha dado comienzo la primavera. Estamos en el equinoccio, y muchos de vosotros me consta que hoy vais a celebrarlo de lo lindo :-)

Continúo con la Saga de Astrea, que había dejado de escribir por un tiempito... Os ofrezco una imagen del Santo de Oro de Géminis.., uno de los personajes más interesantes de "Saint Seiya", de Kurumada.., aunque estamos de acuerdo en que podía haberle sacado muchísimo más partido. La enorme inteligencia, capacidad intelectual y agilidad mental del arquetipo de Géminis queda opacada por las, a veces, tremendas "salidas de pata de banco" del loco de Saga... En fin.., aissss, Kuru, Kuru, ¿por qué nos has abandonado? XDDD

Recordaros, también, y para los que gustan de los rituales por la paz y la sanación de la Tierra, que mañana día 21 se celebrará la ceremonia mundial de los 8.000 tambores para el equilibrio de Gaia, desde México, en el Centro Ceremonial Otomí de Temoaya. Yo no puedo tocar mi cuenco tibetano ni nada, que estaré en las montañas :-)... Pero si gustáis, podéis solicitar más info en informes@universidadindigena.org. En los amigos catalanes, por cierto, aquí en España se celebrará en Tipiwakan: contactad en info@tipiwakan.org.

En cuanto al domingo, recordaros también que es el Día Internacional del Agua. Por favor os lo ruego: cada vez que vayáis a utilizar agua, acordaros de los que tienen que recorrerse no sé cuántos kilómetros al día en África para poder beber; de aquellos para los que el agua potable es un lujo casi inalcanzable; recordad que el agua es un recurso escaso, imprescindible para la vida, Y QUE YO, PERSONALMENTE, LO CONSIDERO PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD.

¡Besotes! ¡Buen fin de semana primaveral a los del hemisferio norte! Y a los del hemisferio sur, ¡feliz entrada de vuestro otoño!
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“No te espantes de mis pareceres rudos, que escudos vencen escudos y diamantes tallan diamantes”.
Juan Ruiz de Alarcón

El silencio sólo era violado, a intervalos, por los aullidos de aquel viento salvaje que se había apoderado del Santuario... Mu no levantaba la vista del suelo. Parecía tranquilo, y no se movía. Quizá estaba reflexionando, o en guardia, o se encontraba absolutamente agotado y abatido… Imposible saberlo. No sólo había enviado al Otro Mundo a Seiya, sino que había hecho lo mismo con Afrodita de Piscis y con Máscara Mortal, el guerrero de Cáncer, mediante su golpe maestro: la Extinción Estelar. Sencillamente, simplemente, ahora era tan sólo un guardián delante de una puerta: inescrutable, inamovible... Si dudaba, si tenía miedo, si sentía compasión, no lo demostraba. Parecía no importarle.

El espectro de su antiguo maestro, Shion, se dirigió a él con oscura voz.

- Mu, tú que siempre permaneciste distante en un silencio reservado, como el centinela bondadoso del dorado carnero celestial que encarna nuestro poder, ¿me enseñas ahora los colmillos, por vez primera?

El aludido apenas reaccionó, pero le miró intensamente, con la verde luz de sus enormes ojos extrañamente encendida.

- Veo que sigues empeñado en abrazar al destino a través de tu propia aniquilación, en vez de unirte a nosotros… Bien. Si ésta es tu elección, que así sea.
- Es decepcionante- comentó Mu de repente- ver como tantos nobles guerreros, que dedicaron toda su vida a defender la causa del bien, se preocupen ahora únicamente por la supuesta inmortalidad de sus miserables osamentas; y peor aún, que se hayan vendido al dios Hades, jurando poner la cabeza de la diosa a la que antaño sirvieron en una bandeja… ¿Cómo puedo permitirles, con esas almas decrépitas, dar ni tan siquiera un paso en mi propia Casa? Me encargaré personalmente de enviar a cualquiera que se atreva a poner un pie ante mi, a donde pertenece. ¡De regreso al País de la Muerte, junto con Seiya, Cáncer y Afrodita!
- Ah, ya asomó la testuz ese inmenso ego… Pero eres demasiado ingenuo. La batalla no ha terminado, sólo porque te hayas deshecho de esos tres.
- Sabes perfectamente que no me detendré hasta que fulmine a los 108 espectros del Señor de la Muerte… Estoy dispuesto a llegar hasta el final, y no vas a disuadirme.
- Sin duda; conozco bien tu terquedad.
- No se trata sólo de 108 espectros- dijo una voz.

Mu se dio la vuelta rápidamente, como accionado por un resorte repentino... Frente a él habían aparecido misteriosamente tres figuras más, cuya esencia él captaba y reconocía perfectamente. El lemuriano percibió oleadas de un poder inmenso y retrocedió, muy a su pesar.

- Vosotros también…- musitó entre dientes, perplejo.

El viento se heló de pronto, arrastrando en sus remolinos cristales punzantes de pura escarcha… Uno de los tres aparecidos, embozado completamente en una especie de sudario negro hecho como de míseros jirones, hizo un movimiento dramáticamente violento con su mano derecha, como si cortara el aire con el filo de una espada, y su vestimenta cayó al suelo, dividida en dos.

- ¡Shura!

- Así es, Mu…- contestó el aludido- Hemos venido del Inframundo expresamente para apartarte de ese umbral.

Varias columnas del Santuario se resquebrajaron… La fría escarcha invadió completamente las losas del suelo, bajo los pies del lemuriano.

- No puede ser… Shura de Capricornio… Camus de Acuario… ¡Y Saga de Géminis!… ¿También vosotros os habéis rebajado a la categoría de soldados de Hades, y venís por la cabeza de Atenea?
- Exacto. ¡Quítate de nuestro camino!
- Shura…
- Me parece que voy a tener que ayudarte un poco.

Y el Caballero de Capricornio, armado con su armadura de color ébano y sus cuernos de macho cabrío, que se proyectaban hacia el cielo desde el casco, avanzó resuelto hacia Mu… Apenas tardó en levantar su brazo derecho otra vez, como si aquel miembro suyo se prolongara en una espada, mientras invocaba su golpe maestro: el nombre de la legendaria Excalibur, la hoja de los reyes... La figura del lemuriano tililó, pareció perder densidad, y desapareció una décima de segundo más tarde. Mu se materializó algunos metros más allá. Varios cabellos cortados cayeron al suelo.

- Vaya… Así que practicando el teletransporte, ¿eh?- dijo Shura, con sorna- La próxima vez no serán sólo unos cabellos…
- Shura- otro de los guerreros avanzó al frente, despojándose de su sudario-, basta. No hay por qué derramar sangre inútilmente. Yo lo haré.
- Camus…- musitó Mu, que no daba crédito aún a lo que estaba pasando... Pero se vio obligado a ponerse en guardia.

El Caballero de Acuario bajaba la vista... Daba la impresión de actuar por su cuenta, como si nadie más que él estuviera presente, casi como si ignorara la existencia de los demás. Camus tenía el cabello asombrosamente largo, del intenso color de las aguamarinas... En la palma de su mano se generó una espiral como de escarcha brillante, que giraba sobre sí misma, siguiendo los impulsos de una rotación cada vez más rápida. De repente, levantó el rostro y sus ojos, de profundísimo color azul, se clavaron en Mu con una intensidad inaudita. Eran unos ojos gélidos, desapasionados, de una resolución brutal.

- ¡Polvo de diamantes!- exclamó.

Y, adelantando el brazo, envió al Caballero de Aries un chorro de miles y miles de pequeños cristales de hielo, de reflejos efectivamente diamantinos… La fuerza del impacto, proyectado de una forma inusitadamente rápida y certera, levantó a Mu varios metros, lanzándolo contra una columna, y casi destruyendo el fuste. El lemuriano cayó de bruces. Tardó varios segundos en volver a ponerse de pie, pero lo hizo.

- No podéis pasar…- repitió, jadeante, como si tratara de convencerse a sí mismo.
- ¿Aún insistes, a pesar de nuestra superioridad numérica?- le preguntó Shura, incrédulo.
- La razón de ser de los Caballeros de Oro no será quebrantada por tan sólo unos cuantos traidores- masculló Mu, con bastante dificultad por el castigo recibido durante tanto tiempo.
- Shura, olvídalo- intervino el tercer caballero, que hasta ese momento se había mantenido en un segundo plano- No vas a convencerle para que se aparte. Lo más práctico es acabar con él rápidamente.
- Saga de Géminis…- masculló Mu, mirándole de frente y con los ojos echando chispas-. Un traidor nunca deja de ser un traidor, no me cabe duda. Entonces realmente es cierto que habéis puesto en venta vuestras almas, como si fuerais prostitutas.
- No. Sencillamente, me ha sido revelado lo que debo hacer, y el camino que ahora debo tomar.
- ¿Estás diciendo que enfrentar a la diosa Atenea, espada en mano, es algo que los Caballeros Dorados deberían tomar en consideración?
- Exacto.
- ¡Siempre te juzgué mal!- gritó el lemuriano, enardecido e incapaz de mantenerse a la defensiva durante más tiempo. Su puño derecho, cerrado con fuerza, temblaba literalmente por la cólera contenida. No se lo pensó dos veces y envió a Saga, sin más, un rayo de ígnea energía, con todo el poder que aún le quedaba... Sin embargo, Saga lo detuvo y lo desvió con una sola mano.
- Yo también te juzgué mal, si eso es todo lo que puedes hacer… Esperaba mucho más de ti…- comentó, sonriendo- ¡Ya deberías conocer mis puntos débiles!

El Caballero de Géminis no era un rival menor, precisamente... Sus verdes ojos, sagaces y rápidos, tardaron apenas segundos en medir la vulnerabilidad de su oponente. Con las manos juntas, envió un ataque que fue como una centella de los dioses: capaz de destrozar a cualquier ser vivo. Mu se elevó, saltando por encima de sus cabezas unos seis metros. Intentó caer sobre Saga, pero Camus se le adelantó de improviso.

- ¡Le tengo!

El Caballero de Acuario saltó a su vez, y frenó la caída del lemuriano golpeándole con todas sus ganas en el estómago. Eso desestabilizó el impulso de Mu, que solamente pudo evitar parte del impacto volviéndose a teletransportar. Salió despedido hacia atrás, con una rodilla en tierra, abriendo un profundo surco en el pavimento... Shura tomó la iniciativa, aunque era mucho más lento que todos los demás, pero no vaciló en su carrera hacia Mu.

- ¡Defiéndete si puedes!- fue lo único que dijo antes de alcanzarle una vez más, esta vez en la mandíbula.

El puñetazo fue tremendo, y el Guardián de la Primera Casa cayó boca abajo sobre las losas del Santuario… Cerró los ojos, absolutamente aturdido y agotado.

- ¿Entiendes ahora que tu misión es totalmente vana e inútil?- preguntó Saga.

Mu hizo un esfuerzo sobrehumano para retener su propia consciencia… De repente, mientras yacía tendido en el suelo, una alerta se encendió en su corazón. Esa frase.., era un comentario extraño. Algo raro había en todo aquello. El lemuriano sabía que no se equivocaba, pero la debilidad le impedía pensar. Giró el rostro a medias, y desde el suelo miró de reojo a sus antiguos compañeros, que cerraban filas en torno a él. Y entonces lo vio.
El verdadero y antiguo poder de la raza de Lemuria no se fundamentó nunca en su capacidad para manipular aquello que pertenecía a las fronteras de la materialidad... Más bien al contrario: su fuerza real residía en lo que algunos llamaban “La luz del corazón”. Mu y todos los de su estirpe, con el entrenamiento adecuado, eran capaces de “ver” la verdad, aquello que siempre se escondía detrás de cualquier apariencia... Veían las cosas tal y como realmente eran, y no como parecían ser.

El Caballero de Aries se quedó estupefacto, porque lo que él lograba captar ahora era, literalmente, el espíritu inmortal de sus adversarios… Sus pupilas de color esmeralda temblaron, incrédulas ante la fuerza indiscutible de su propia percepción.

“Saga.., ¡está llorando!”

Mu se incorporó un poco más, para ver mejor lo que creía ver.

“No… no sólo es Saga. ¡Lo puedo sentir! También lloran las almas de Camus y Shura… Lloran, y derraman lágrimas de sangre”.

Se alzó trabajosamente con el resto de energía que le quedaba, que no era mucha.

“¡Vaya!- inocente como un niño que despierta al mundo, no podía dar crédito a sus propias capacidades- Entonces, ¡así son las cosas!”

- Prepárate- advirtió Saga, que se aprestaba a rematarle.

Pero en ese momento, el espectro de Shion, que había parecido poco más que una estatua durante todo aquel enfrentamiento, tomó partido y envolvió a Mu en una especie de extraño campo magnético, que le impedía cualquier movimiento. El lemuriano, de nuevo arrodillado, luchaba por librarse de algo que era muy superior a él. Shion se volvió hacia los otros tres combatientes:

- Ya es suficiente. No hay tiempo. Cumplid con vuestra parte del trato y traed la cabeza de Atenea. Sólo os quedan 12 horas. Si para entonces no habéis tenido éxito, os pesará. Él es asunto mío.

Y los tres caballeros partieron raudos, atravesando la Primera Casa. Mu, impotente y desesperado, vio como se perdían en las sombras de su propia mansión. Una estrella fugaz cruzó el firmamento, con la misma rapidez con la que los tres antiguos defensores de la causa de la diosa desaparecieron puertas adentro, sin volver la vista atrás.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buen capítulo. Vaya sorpresa con respecto a que habías habilitado los comentarios Andrómeda.

O es que yo soy tan distraído que recién me he dado cuenta, jaja.

Exelente como siempre!.

Un saludo.

Luz de Andrómeda dijo...

Siempre te sorprenderás de mis actos cuando Urano esté activo, Harlock... ¡Y por Dios, que ahora lo está!

¡Besotes!:-)

Anónimo dijo...

Muy bueno tu blog. Y muy buena esta imagen. Nací el 27 de setiembre de 1983 así que soy Libra. Aún recuerdo cuando veía Los Caballeros del Zodiaco allá por los años ‘93, ‘94 y ‘95 y me creía el Caballero del Dragón.
Me gustaría pedirte un favor. Estoy buscando la imagen de la armadura dorada del caballero de Libra para subirla como avatar de mi blog pero quiero la armadura en forma de balanza en fondo negro. Hay algunas pero cuando las subo me dicen que el archivo remoto es muy grande o muy remoto. No sé si tendrás una imagen así por ahí. Si la tuvieras por favor pásame la voz.

Luz de Andrómeda dijo...

¡Hola, hola!:

Me alegro que te haya gustado esta entrega, Anónimo. Digo "entrega" porque, si te das cuenta, publico todo los viernes un poco más del fanfic que ando escribiendo sobre ese tema. El Caballero del Dragón, cuando era adolescente, era mi favorito (¡era tan wapo, dios
mío!) XDDDD

De hecho, estoy pensando si hacerme una página web adicional que enlace con el blog, porque yo creo que este formato no es el mejor para favorecer la lectura de mi fanfic. ¿Tú qué opinas?

Buscaré la imagen que me comentas, es la armardura tal cual, ¿verdad?

Si quieres, puedes escribirme al correo del blog, shandromeda@yahoo.es

¡Besotes!