Ha vuelto. Hacía mucho tiempo que no hacía acto de presencia con tanta fuerza, con tamaña energía. Únicamente había hecho pequeños amagos durante prácticamente seis años.
El otro día comenté que iba a escribir sobre Huracán, el dios maya del viento (del que hemos tomado el nombre en castellano para esos fenómenos atmosféricos) y que representa algo muy parecido al Tezcatlipoca de los aztecas...
Huracán suena parecido, al menos en su inicio, a Urano.
En lenguaje maya, Huracán significa "el de una sola pierna". Es el dios del viento y de la tormenta, pero también del fuego. Fue también uno de los trece dioses creadores que ayudaron a construir la Humanidad durante el tercer intento (el Tercer Sol, para los mayas). Además, provoco la Gran Inundación (la versión maya del Diluvio Universal), después de que los primeros hombres enfurecieron a los dioses. Supuestamente vivió en las neblinas sobre las aguas torrenciales, y repitió "tierra" insistentemente, hasta que la tierra emergió de los océanos.
También conocido como "Corazón del Cielo", para los mayas se encuentra localizado en la fácilmente identificable constelación celeste de Orión. Lo representaban como un ser con cola de serpiente, llevando en la mano una antorcha, y en la cabeza, una gran corona. Junto con Gucomatz, se le considera uno de los dioses que dieron la vida a partir de las aguas.
En la foto que he elegido, lo imagino armado de espada, prácticamente asexuado, como el arquetipo de pura energía eléctrica y mental de Urano, al que le asocio poderosamente... Y es que puede tener muchos nombres esa emanación que conozco bien cuando se despierta, pero que, siempre que lo hace, es para cortar, para sacudir, para destruir lo obsoleto, dejando paso a lo nuevo. Poco queda en pie tras su acción repentina, imposible de controlar.
Lleva avisándome desde inicios de febrero... Lo siento en mi interior, socavando todas mis estructuras emocionales. Sacudiendo mis cimientos. Presentándome nuevas necesidades que yo no creía precisar. He tratado de minimizar sus efectos a nivel exterior, porque sé que es devastador cuando no se le sujeta un poco. Urano sobre mi ASC está en la Casa XII, cuadrando a mi Luna natal en Casa IV, conjunta al Nodo, en Sagitario. Urano está en Virgo, y puede volverse, en mi caso, extremadamente mental cuando hace acto de presencia. Es el regente de mi Casa VI, pero participa, en gran parte, en mi Casa V. En los dos ámbitos de mi vida he sentido como un huracán que arrasa su acción limpiadora, en el pasado.., hace mucho, mucho tiempo.
Sigo sin comprender bien sus propósitos en este momento, ni hacia dónde quiere dirigirme (desde mi Casa XII, se alza a cubierto y no me muestra la cara), pero ahora entiendo mejor cómo funciona, gracias a mis conocimientos de astrología. No espera: sabe lo que tiene que morir, y lo remata usualmente con un solo golpe de espada. No es un dios, no es un arquetipo, no es un planeta piadoso. Todo lo contrario. Si intento ahogarle o suprimirle, me responderá con mayor violencia. He comentado muchas veces a amigos míos astrólogos cómo lo he experimentado en otras ocasiones... Ahora van a tener la ocasión de verlo en vivo.
Urano ha vuelto, y a su paso se elevan voces de destrucción y de muerte... Él sabe que estoy presa, y ha dicho "Basta".
Pienso que la tarea más ardua, la enseñanza más dura en este periodo debe ser resistir su paso como sea, sin tambalearme más de la cuenta. Como las cañas, hay que ser silenciosa y flexible, para que el huracán solamente me doble, y no me arranque de cuajo.
Lleva avisándome por lo menos un mes... Mis amigos no lo veían venir, e incluso se reían de lo que comentaba: de mis sensaciones, de mi nerviosismo; pero en la Casa XII, pegadito a mi ASC, me otorga una capacidad de "visión" mucho mayor de lo habitual. No sé sus propósitos. No sé a dónde me lleva. Pero sé que está levantando la hoja en pos de mi liberación.
Mucho mejor, no resistírsele... Mucho, mucho mejor doblarse ante él: como hacen las cañas.
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