Acaba de irse por la puerta una de mis clientas de hoy... La verdad es que la sesión ha sido altamente creativa, muy interesante: hemos sacado muchas conclusiones que nos han servido tanto a ella como a mi. Hasta hemos acuñado una frase tipo para definir lo que le pasa: mi clienta habla de "mamoneo profundo" o de "mamoneo extremo". En su situación, ambas definiciones son válidas.., y me temo que en la situación de muchos y de muchas, también.
Sin entrar en detalles por respeto y porque no quiero, he llegado con ella a través de la sesión de coaching a varias conclusiones que, por un motivo u otro, ya llevaban rondándome la cabeza a mi durante al menos dos semanas (Urano rules, para qué negarlo...):
- Hay personas que dan y personas que quitan. Lo útil, lo sano, lo fetén en cualquier relación (me da igual la que sea) es que dos o más personas se den en la misma medida (más o menos). Si hay algún elemento que sólo quita, pero no da, el desequilibrio está servido.
- El por qué "no te den" en una relación, a ti te tiene que dar lo mismo: a mi me la refanfinfla, hablando mal y pronto, los motivos que tenga el otro para "no dar". Puede ser por miedo; puede ser por confusión; puede ser porque es un o una avaro/a del 15 (la avaricia, emocional y monetaria, denota un trastorno profundo que tiene que ver con el miedo). Para el caso es lo mismo: uno que desposee a otro/a de su energía, de su vitalidad, de su fuerza.., y al cabo de un tiempo le deja seco, frustrado, y con las manos vacías. ¿Qué más da por qué lo haga? ¡El caso es que lo hace, y eso es lo que hay que tratar aquí!
- En la mayoría de estos casos suele haber una comunicación manipulada, entrecortada, viciada o jodida entre las personas que son sometidas, por uno o por varios individuos, a un "mamoneo profundo". Eso de que tú tengas tu canal de comunicación siempre disponible para que alguien pueda contactar contigo en cuanto lo necesite.., mientras que a la recíproca nanay de la China, no mola. ¡Para nada mola!
... Es curioso, pero este último punto lo discutía precisamente ayer por teléfono con mi amigo Arturo: él piensa que una actitud como ésa es, a todas luces, intolerable. Me refiero a cuando tú tienes que estar siempre disponible para otro, mientras que ese otro te da la vía libre a su canal de comunicación con cuentagotas, sólo cuando quiere.Yo le argumentaba que mi estrategia, en estos casos, es la de pasar olímpicamente, y él, en cambio, me respondía que no se podía pasar sin más, ya que era algo completamente injusto. Pero es que el planeta que fortalece a mi amigo Arturo es Saturno.., mientras que el que rige en estos casos, para servidora, es Urano.
... In other words: ¿qué tú me cierras cuando quieres tus canales de comunicación porque te da la real gana, sin más explicaciones? No te preocupes: dame tiempo (poco, más bien poco tiempo), y ya verás como yo acabo por cerrártelos a ti.., de forma definitiva.
Yo nunca me molesto en andar persiguiendo a la gente: pero es que tengo a Urano nada menos que pegado, bien pegadito a mi ascendente. Y ese tipo de gilipoyeces no me van.
Urano nunca se plantea dónde acaba o empieza la libertad del otro... Para él, todos somos libres de actuar.., y por lo tanto, tenemos que estar dispuestos a asumir, en todo momento, las consecuencias de nuestros propios actos.
La última conclusión a la que yo había llegado con mi clienta en estos casos de mamoneo profundo, es que, en definitiva, la cuestión puede resumirse en un robo más o menos flagrante de energía al prójimo. Lo dicho: avaricia mental, avaricia emocional.., avaricia, ¡avaricia! Creo que mis posiciones zodiacales en Leo no soportan apenas la existencia de esa avaricia tan descolorida, tan estúpida, tan poco agraciada.., pero como mi parte Virgo, muy fuerte por ventura, siempre le indica al león que de todo tiene que haber en la viña del Señor, al final no tengo más remedio que envainármela.
Sin embargo, Arturo lo dijo, y lo dijo muy claramente: no es justo, no es equilibrado. Arturo detecta perfectamente las injusticias y los desequilibrios (a kilómetros de distancia).., y yo, con el tiempo, me he dado cuenta de que 9 y media veces de cada 10, tiene razón.
... Hay que hacer algo con estos individuos e individuas del mamoneo extremo, o profundo (lo mismo me da), que nos obligan a estar siempre pendientes de lo que a ellos les pasa.., y que no gastan ni un minuto de su sagrado tiempo en ocuparse de lo que a ti te importa. Les he visto de todos los tamaños y colores a lo largo de varias mis sesiones de coaching.., y tengo que reconocer que Arturo tiene razón: con pasar no basta. Hay que tomar otras medidas.., severas y potentes medidas, en algunos casos.
Lo primero y definitivo es emponderarse uno mismo/a. No es suficiente con definir lo que quieres y lo que no quieres de relaciones de ese calibre: hay que llegar al punto de trazar, de definir límites claros, extremadamente claros y precisos. Por supuesto, nada de "estar para lo que uno quiera", nada de permanecer día y noche con los canales de comunicación abiertos, para que el otro pueda reclamarte cuando le venga bien o cuando le dé la real gana: no. ¡De eso nada, eso no es generosidad, es tontería! Porque la comunicación, como el dinero, también es una energía.., y ahora mismo paso a analizar lo que pasa cuando estamos siempre "para lo que haga falta".
Cuando el mamoneo profundo sucede, suele haber dos polos opuestos en relación, interactuando: el pasivo y el activo. Claro que el activo es el que da (¡no me digan!), y el pasivo el que recibe.., y eso no tiene nada, pero nada que ver con el sexo de las personas implicadas. Dar y recibir es Yin/Yang.., no hay ningún problema con eso (ninguno en absoluto).., a menos, claro está, que el "debe" y el "haber" no estén compensados.., y que uno quite al otro muchísimo.., muchísimo más de lo que da.
El pasivo (llamémosle "el mamoneador") es insaciable por su propia naturaleza. Se ha acostumbrado a recibir "porque yo lo valgo", y ya ni siquiera se cuestiona si el otro está dispuesto, si puede, si debe, si es justo, o si es posible. De hecho, como no le des, se cabrea, se extraña, o le parece raro: actúa como un rey medieval, piensa que todo el mundo gira a su alrededor por efecto de una especie de extraña ley gravitatoria que provoca que todo el Universo converga hacia su persona.
Y esto es lo que no se puede permitir.
Yo le he dicho a mi clienta claramente: "retoma tu poder y ponte en el lugar que te corresponde. Porque no sé si tu contraparte se entera, o no se entera, del daño que te está haciendo.., pero lo mismo me da (insisto), porque tu obligación es cuidarte a ti misma y no dejar que nadie te haga daño".
Y eso es lo que debemos hacer todos/todas ante situaciones de "mamoneo extremo": no basta con "pasar", no hay que permitirlo. Porque el que un día te toma un dedo, al día siguiente te tomará la mano.., y el codo, el brazo o el costado, si cree que lo necesita.
La última conclusión a la que he llegado hoy, con esta clienta que tanto (¡y tanto!) me ha abierto los ojos en varios sentidos, ha sido la siguiente: la avaricia emocional tiene mucho que ver con estas situaciones de mamoneo profundo, en la que uno da tan poco como tanto recibe a cambio de, nuevamente, casi nada multiplicado hasta el infinito. Esa avaricia que está íntimamente relacionada con el pavor, con el temor a darse, no vaya a ser que uno salga herido. Esa avaricia que se pone la venda y la tirita, y la escayola, y lo que haga falta, antes que recibir ni el más ligero rasguño. Esa avaricia emocional que da la apariencia de autocontrol, cuando no se trata más que de incapacidad, falta de asertividad para con el prójimo.
¡Agh, cómo detesto la avaricia! Y la avaricia emocional, la de los sentimientos, la del que te exige que abras como un libro ante él, de par en par, las puertas de tu alma, mientras que a ti sólo te muestra, si acaso, las tapas (si es que te las muestra).., ¡me pone de los nervios, definitivamente!
martes, 7 de julio de 2015
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