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Había una vez un guionista de series de TV, llamado
David Safier, que escribió un libro muy divertido (el cual desde ya os recomiendo) y que se llama "
Maldito karma"... Es la historia de una presentadora de éxito de la TV alemana que lleva una vida un poco "pa allá"; es decir, desaprovecha los momentos que puede estar con su hija, es una auténtica infame con sus compañeros de curro, engaña a su adorable marido, etc...
El caso es que, en la concesión de unos premios de televisión, y tras acostarse sin miramientos con el de turno, se asoma al balcón de su habitación de hotel, con tan mala fortuna que sufre un accidente y la palma. Pero claro: resulta que, debido a su mal comportamiento en esa vida, su karma está rozando peligrosamente los números rojos, así que se reencarna en.., ¡una hormiga! Poco a poco se da cuenta de que, para volver a su estado evolutivo original, tiene que hacer titánicos esfuerzos, sobrehumanos (¿o diría mejor "sobreinsectos"?), más allá del estado animal por el que vaya pasando.., hasta que llegue de nuevo a persona.
En fin: todo este rollo macabeo que os he metido como introducción va a servir para explicar lo que realmente quiero decir. La cuestión de la que deseo hablar hoy es del trabajo espiritual y del karma. Creo que venimos a esta vida para aprender, de la forma que sea. Como en la escuela, ese aprendizaje puede ser agradable, suave, simpático, entretenido, fácil.., o puede ser un auténtico coñazo, un castigo, un trauma insoportable, un aburrimiento. Todo depende de varios factores: primero, nuestras propias capacidades naturales. Luego, cosas tales como de qué tipo es el maestro que nos encontramos (la mayoría de las veces, el maestro ni siquiera desea ejercer como tal, o no sabe que lo es); nuestra propia actitud y afán por aprender; nuestra capacidad de esfuerzo y sacrificio; nuestro nivel previo de estudios; el objetivo principal de nuestra alma, en definitiva, pero podría seguir con un largo etcétera.
Me he encontrado a lo largo de mi propio aprendizaje vital con muy distintos tipos de personas, pero creo puedo clasificarlas en tres grandes grupos (al menos, ¡voy a intentarlo!): primero, están los que no saben ni lo que son, ni quiénes son. Esta gente pasa por esta vida creyéndose a pies juntillas su propio papel; no buscan respuestas, creen que lo saben todo y que, por consiguiente, no hay que buscar nada más allá de los contenidos de su propia vida, sea ésta dulce o amarga para ellos. Da igual que sean fervorosos creyentes en un dios o diosa (sea el que sea) que se encuentra más allá de lo humano, o que sean absolutamente escépticos o ateos: para el caso es lo mismo, puesto que sus posturas son extremadamente rígidas y siempre, siempre, delegan su propia responsabilidad como individuos autónomos, o bien en ese dios suyo, o bien, en la íntrinseca bondad o maldad del ser humano, que a capa y espada defienden.
Al segundo grupo le llamo el de los "adormilados"... Son gente que está a medio camino entre el estadío anterior y el próximo que comentaré. Saben, o creen intuir, que son "algo más" que una persona con determinadas características, que ha venido a esta vida para comer, andar, dormir, amar, odiar, trabajar, descansar, gozar o sufrir. Tienen conciencia de ciertos modos de trascendencia espiritual, piensan que hay "algo más allá" lo cual, dependiendo de su nivel, puede ser más o menos definido o definible... Pueden creer, o no, en un dios o diosa al uso, o confiar en ideales como la fraternidad, la hermandad entre todos los seres o el altruismo social, y normalmente buscan, con mayor o menor dedicación y esfuerzo, el "camino" hacia una mayor comprensión de su propio Ser. Esta gente va a pasitos cortos porque tiene miedo de ir más rápido. Sus esfuerzos, así como los del grupo anterior, son absolutamente lícitos y loables. El único problema que les veo es que con demasiada frecuencia se quedan a las puertas. Las exigencias espirituales son elevadas. Esto es como en los estudios: cuanto más se avanza, más se nos exige. Entonces, la mayoría de los integrantes del segundo grupo prefieren dejar su trabajo más duro en manos de líderes espirituales, gurús o terapeutas de uno u otro signo... Si por desgracia (¡o por elección intrínseca!) no llegan a más en su evolución espiritual, es porque no son capaces de seguir adelante: tienen miedo, o el esfuerzo y el sufrimiento, la capacidad de sacrificio que se exige, es demasiado para ellos en esta vida, y se quedan a medio camino, pero con parte de los deberes "por hacer". ¡O bien, han decidido no ir más lejos, simplemente, que también pasa!
Insisto: estos tres grupos no son buenos ni malos en esencia... Son, bajo mi punto de vista, diferentes opciones que el Ser toma para aprender, evolucionar y manifestarse. No creo que, ante los ojos del Absoluto, el primer grupo de seres sea más despreciable que el segundo, o el tercero (que describiré a continuación) sea más encomiable que ninguno de los otros. Sobre todo, porque además supongo que se puede pasar de uno a otro según el sujeto desee: es decir, uno puede sacarse el doctorado y acabar poniendo una granja de ovejas.., o bien olvidar en un momento dado todo lo que ha aprendido por alguna razón ignota, y desear empezar de nuevo.
El tercer grupo son los "despiertos" de distintos niveles dentro del gran grupo que constituye la Humanidad... Saben perfectamente quiénes son, por qué están aquí, qué es lo que buscan, y utilizan diferentes métodos para alcanzar sus fines. Da igual si profesan o no una religión establecida, pero todos saben perfectamente que la trascendencia es lo real, y que la "realidad" simplemente es Maya (Ilusión). Pero ojo: con "despiertos", no quiero decir "seres prístinos de inconmensurable bondad y misericordia que pululan por los espacios tocando con la varita mágica al resto de los mortales y sonando la lira". Para empezar, algunos están desencarnados, pero es inmensa la cantidad de gente "despierta" que hay aquí y ahora. Segundo: olvidaros de que todos son bondadosos como la idea que tenemos de los ángeles. Al menos la mitad (no sé qué porcentaje será.., no lo he estudiado) utilizan el conocimiento para sus propios fines. Los he dividido en dos grupos a su vez, pero a todos les denomino Custodios (porque "custodian" el Verdadero Conocimiento). ¿La diferencia? Es realmente sencillísima: unos eligen el camino del servicio a Todos y al Todo; otros eligen el camino del servicio a sí mismos. ¿A que se entiende con facilidad?
Cualquier elemento perteneciente al segundo grupo puede pasar al primero, y cualquier elemento perteneciente al tercero puede pasar al segundo (o al primero, si le ocurre como a Pablo de Tarso, jajajaja). Incluso un elemento perteneciente al tercer grupo puede pasar al segundo, al primero, o aún más abajo (como le ocurría a la protagonista del libro de Davier Safier, metafóricamente hablando). A mi me da cierta pena cuando percibo, sobre todo, que los del primer y segundo grupo quieren "crecer", pero algo no les deja (no su elección personal, sino otra cosa).., pero estoy obligada a no intervenir. Voy a poner un ejemplo que espero sea claro.
El karma es como la economía, y de hecho, tienen tantas cosas en común que yo a menudo me espanto... Uno puede estar en el mal llamado Tercer Mundo, y creer que todo se reduce a la mera supervivencia porque así es el entorno en el que ha tenido que nacer... Pero puede nacer también, pongamos por caso, en España. Entonces, llega un momento en que este ciudadano español se encuentra con que el país y él mismo está ahogado por una serie de deudas terribles, debido a que no se han hecho las cosas bien. El déficit puede ser más o menos impresionante, según el país o el individuo, claro, pero estaríamos ya hablando del segundo grupo, el de los "adormilados". Estos españoles ya tienen conciencia de que se han hecho las cosas más o menos mal, más o menos bien, así como de que otros mundos son posibles (por ejemplo, que se puede utilizar la energía eólica o solar en vez del petróleo, o que no es necesario comprarse todos los años un coche, etc). Pero ahora viene la gran pregunta, la dificultad y el por qué de que mucha de esta gente se quede a medio camino, y no de un valiente paso adelante en el sendero estrecho y luminoso de la Verdad.
¿Acaso que un ciudadano español sea consciente de que tiene una enorme deuda, o de que el país tiene sus cuentas sumidas en el marasmo, hace que, por arte de birlibirloque, se cancelen o desaparezcan esas deudas?
La respuesta es: no.
Conozco a mucha gente que sabe cosas sobre el mundo espiritual. Conozco a muchos, muchísimos de ellos que tienen grandes ideas, revelaciones, iluminaciones, y que encima, os juro que tienen razón en todo lo que dicen... Pero una gran cantidad de ellos, o se quedan "atorados", o peor, se "caen".., y ya se sabe: cuanto más alto sube uno, más dura será la caída. ¿No dicen los curas que cayeron hasta los ángeles de los cielos? Nadie está exento de la tentación, y ni siquiera hace falta un Demonio externo que nos tiente: bastante tenemos ya con nuestros propios demonios internos. ¿Cómo vais a pretender pagar vuestras deudas tan sólo por saber que existen? Ahora estáis despiertos, después de haber estado durante mucho tiempo dormidos, y tan sólo un ápice de vuestro tiempo "adormilados".., ¿vais a renunciar a todo lo que ahora SABÉIS, por el mero hecho de que sea desagradable, duro o dé miedo pagar vuestras deudas de la forma conveniente?
La Ley es igual para todos, hombres y mujeres, ricos y pobres, listos y tontos, buenos y malos... La Ley dice que un Efecto produce siempre una Causa, y que esa Causa, indefectiblemente, se pondrá o no de tu parte, dependiendo de la intención.
Nos ha jodido.., yo también quisiera no tener que pagar mis deudas.., pero como hice en varias ocasiones las cosas mal, no tengo más remedio que asumirlo, seguir trabajando con lo que tengo, y tratar de hacerlas (aquí y ahora) lo mejor posible.
¡Y en eso estamos! ;-)