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lunes, 1 de marzo de 2010

Tiempo de grullas...

Ayer mismo pasaron por encima de nuestras cabezas, reclamando sus fueros, es decir, aquello que venían a anunciarnos tan insistentemente: la inminente llegada de la primavera.

Sí, efectivamente: las grullas levantaron el vuelo por fin. Pasaron por nuestras tierras castellano-manchegas rápidamente, en perfecta formación en V, con destino al norte de Europa y Rusia. Abrieron las alas probablemente en alguno de sus cuarteles de invierno íbero: quizá en las lagunas de Gallocanta, o tal vez en las más templadas dehesas extremeñas. Otras se desplazaban desde zonas mucho más lejanas, en el norte de África. Un rayo de sol un poco más fuerte y la caricia tibia de un viento menos "airado" fueron la señal que ellas estaban esperando.

Y mientras las grullas, en su inmensa e infinita sabiduría ancestral, siguen cumpliendo con regularidad casi suiza el mismo ritual de todos los años, nosotros los hombres, especie de monos locos, caminantes a dos patas por una ciénaga sin fin de malas ideas, seguimos emperrados en nuestros trece: en no respetar ni al vecino, ni al padre, ni al hijo, ni al hermano, ni a Dios mismo.

Me preguntan.., me siguen preguntando todos los santos días qué está pasando y qué va a pasar; pero sólo porque hay miedo. Cuando todo parecía ir fetén, cuando nada parecía tambalearse, daba lo mismo. Daba lo mismo el dolor del Tercer Mundo; daban lo mismo los niños asesinados en Agfanistán. Daban lo mismo las mujeres violadas y masacradas en Ciudad Juárez; daba igual que el anciano del tercer piso muriera solo en su propia casa, y que nadie cayera en la cuenta de que no se le había visto por la escalera en el transcurso de tres o cuatro semanas. Como para ponerse a hablar de los galgos ahorcados en alambres de espino al borde de cualquier camino polvoriento, por Dios... ¡Si España va bien!

... Las grullas se ponen de acuerdo para alzar el vuelo todas a la vez, en maravillosa formación: preciosas, magníficas, estilizadas, sincronizadas, fuertes...

Nosotros no nos ponemos de acuerdo ni siquiera para tener miedo cuando debe tenerse.

Este pájaro es símbolo de longevidad, pero también de las relaciones armónicas con los ancestros o con los miembros de su misma bandada. Creo que, al contrario que las grullas, el ser humano no se considera como integrante de ninguna "gran familia": más bien, siempre considera al otro como a su más acérrimo enemigo. Insisto: así nos va. A lo largo de los últimos años, he recopilado numerosas oportunidades en las que primaba el fenómeno "quítate tú, que me pongo yo". Lo he experimentado mil veces asimismo en mis propias carnes, y si no hubiera estado protegida y bien protegida por cuestiones que sólo yo sé y que ahora no me apetece contar, se hubieran salido con la suya, innegablemente.

Sí, sí: a ti me dirijo; a ti, que me estás mirando ahora fijamente con los ojos como platos y una pizca de sospecha en la mirada. Sí: no creas.., no pienses que no me he dado cuenta de tu envidia, de tus artimañas, de tu ferocidad de lobo/a hambriento/a, de tu rabia por mi aparente felicidad, de la noche que anida en tu corazón. Te veo tan claramente como si pudiera penetrar con mis ojos hasta lo más hondo de tu alma negra. Y de hecho puedo porque he combatido y sigo combatiendo contra mi propia negrura y, a cambio, por mi esfuerzo y por mi valor, se me ha concedido este don de por vida.

Así que apártate de mi camino: nada de lo que yo tengo llenará el vacío inmenso que sientes en tu corazón.

¡Tú ni siquiera te ves!

Así que harás mucho mejor en apartarte, puesto que pierdes tu limitado tiempo conmigo.

Las grullas también son el símbolo de la sabiduría alcanzada durante sus largos viajes, así como del conocimiento y de la experiencia... En numerosas ocasiones se las ha representado, como en la foto, combatiendo contra una serpiente, por un instante símbolo del Mal. Por si esto fuera poco, son el emblema del honor y de la lealtad, sobre todo en Japón, ya que la grulla es un ave majestuosa que en el país nipón se asocia con la vida, y que es extremadamente leal con su compañero.

Me parto el eje: ¿cómo carajo puede ser leal a alguien aquél que ni siquiera es capaz de ser leal a él mismo?

Mi querida Elisa me preguntó hoy sobre qué pasaba este año con Saturno, y cómo podía influirle el tránsito de este planeta sobre su Sol en el devenir de su propia existencia.., bueno, el caso es que empezamos hablando de este caso particular, y terminamos charlando sobre astrología mundana. Yo al final le puse un símil.., los interesados en la marcha económica y social del país, y del mundo entero, que tomen nota, si les place. A lo mejor así me quito unas cuantas preguntas de encima.

Es muy sencillo.., realmente casi una tontería, un juego de niños. Supongamos que yo quiero adecentar mi siempre llena de papeles (deformación profesional obliga) mesa de despacho... Un bendito día me levanto y me doy cuenta de cómo he despendolado el orden, la pureza, la obligación, la limpieza y todo, así que cojo una bayeta cualquiera (porque una bayeta siempre es una bayeta, aunque sea de última tecnología) y me aplico a tratar de asear mi lugar de trabajo con ahínco y energía.., eso sí, sin apenas mover los papeles y los diversos trastos inútiles que pueblan la mesa; sin levantar nada, apenas guarreando un poco aquí o allá; sin hacer el trabajo a fondo y en profundidad, como debe hacerse, porque sé que eso va a costarme trabajo y yo no estoy acostumbrada a trabajar tan duro.

... Entonces se me rompe una ventana, viene Urano en forma de un viento tempestuoso (nadie más que un gran sabio podría decirnos si se trata del Céfiro o del Simún), y me tira todos los papeles y los trastos que tengo encima de la mesa por tierra. Y a continuación viene Plutón, y apaga la luz, produciendo un angustioso y prolongado apagón en la estancia. Yo me quedo a oscuras, y en medio de esa terrible y tremenda noche artificial, agitada a intervalos por el fortísimo viento que se cuela por la ventana, pierdo pie, me caigo sobre mi mesa con todo mi peso, y ésta se hace astillas.

Moraleja: ya no queda nada que Saturno pueda limpiar ;-) Fin.

Las grullas comunes como las que vimos ayer estuvieron muy extendidas en nuestro país, pero su número ha descendido mucho, sobre todo debido a que necesitan un hábitat tranquilo para poder prosperar. De hecho, parece comprobado que la última pareja que anidó en España lo hizo hacia 1954 en la hoy desecada laguna de La Janda, en Cádiz...

Ay Dios mío.., cuántas cosas que antes había y que ya no hay; cuántas cosas que hemos perdido, y que vamos a perder a este paso. Sin grullas, va a llenársenos el terruño de serpientes...

No me extraña que el personal se mee de miedo.

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