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jueves, 18 de febrero de 2010

Miércoles de Ceniza: el adiós a los Carnavales con el Entierro de la Sardina...





















Ayer fue Miércoles de Ceniza, un día en el que tradicionalmente se da fin en España a los Carnavales con el Entierro de la Sardina en multitud de ciudades y poblaciones, a lo largo y ancho de todo el territorio nacional... Estos entierros suelen consistir en un jocoso "cortejo fúnebre", una parodia que da por finiquitado, así, el espíritu carnavalesco de estas concurridas festividades de febrero.

La tradición marca que El Entierro de la Sardina culmine con la quema de alguna figura simbólica, generalmente representando a una sardina teóricamente "fallecida", como la de la foto. Los entendidos en costumbres ancestrales aseguran que, con este ritual, lo que se quema simbólicamente es el pasado, así como la veneración a lo socialmente establecido, en un intento de que resurja una nueva sociedad "transformada".

Sin embargo, según los practicantes católicos, la quema de la Sardina representa una "llamada al orden" de los ciudadanos tras los "excesos" y el "desenfreno" del Carnaval, y señala la entrada en la época religiosa de Cuaresma, donde el recogimiento, la moderación y el sacrificio priman por encima de cualquier otra cosa. Al "enterrar la sardina", según los católicos, lo que se hace es desestimar los vicios a los que se había dado (mediante una especie de catarsis comunal consentida) rienda suelta durante los Carnavales. Por eso, la quema del pescadito simboliza, de alguna manera, la necesaria purificación consiguiente.

Aunque hay muchas teorías sobre los orígenes de este curioso ritual, la más aceptada se remonta al mediados del siglo XIX en Madrid, donde unos estudiantes decidieron montar un cortejo fúnebre con una sardina para despedir el Carnaval, dado que este pez, por ser barato, humilde y, de alguna manera, "comida de pobres", antiguamente simbolizaba el ayuno y la abstinencia. Otra teoría habla de unos nobles madrileños, que encargaron sardinas al norte de España. Pero cuando éstas llegaron, estaban en mal estado. Puesto que el hecho coincidió con la celebración de los Carnavales, los nobles decidieron tomárselo con buen humor, y se unieron a la fiesta para enterrar las sardinas. Otra corriente sitúa el inicio de esta tradición en la costumbre ancestral de enterrar un costillar de cerdo (al que se llamaba "sardina" por su forma) para simbolizar la prohibición de comer carne durante la Cuaresma.

Sea de una forma o de otra, generalmente el desfile es entretenido. Consta de varios grupos de personas, tanto hombres como mujeres (aunque las más vistosas siempre suelen ser las "viudas" o "plañideras"), que llorando y lamentándose, portan una sardina (ya sea biológica, como en la foto, o simulada) en un ataúd, a la cabeza de la comitiva. Aunque es mucho más joven que los Carnavales, esta tradición se ha asentado profundamente en toda la geografía española. Don Carnal se ha enfrentado, una vez más, a Doña Cuaresma.., pero la vieja y retorcida viuda, como todos los años, a terminado por ganar la eterna batalla :-)

Miércoles de ceniza.., ceniza como la que cubría la cabeza del dios Shiva, el Señor védico que había sabido gobernar y dominar tanto a la propia muerte, como a la Kundalini y el poder sexual. Cenizas como las que utilizaban los hebreos antiguamente para hacer algún sacrificio, así como los ninivitas, que las entendían como signo de su deseo de conversión de su mala vida a una vida con Dios. En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el Sacramento de la Reconciliación, el Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos con un hábito penitencial, que representaba su voluntad de convertirse. En el año 384 d.C, la Cuaresma adquirió un sentido penitencial ya para todos los cristianos, y desde el siglo XI, la Iglesia de Roma acostumbra a poner cenizas en la frente de los fieles, al iniciar los 40 días de penitencia y conversión.., quizá imitando, además, a Cristo con sus 40 días de ayuno.

La imposición de la ceniza nos recuerda que algún día moriremos: la conversión de todo lo material en polvo, incluido nuestro vehículo mortal, el cuerpo físico. Nos enseña la futilidad última de todo lo material, que se acaba sin remedio.

Bueno: es interesante tomarlo en consideración, desde luego.., como al parecer hacen todos los días los tibetanos, que se pasan la vida meditando sobre la muerte... Con sardinas o sin ellas, la Rueda de la Vida sigue (como en el Tarot, Arcano Mayor número X).., y con ella, la celebración del innumerable acervo de ricas costumbres ancestrales españolas...

¡Besitos!



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