martes, 18 de noviembre de 2008
La Misión: disquisiciones sobre la violencia
Hoy ando a vueltas con el tema de la violencia y la agresividad, y su función en este mundo... He recordado, no sé por qué aventurada asociación de ideas, la insigne película "La Misión".., altamente recomendable, aunque ya sea algo antigua, y que creo que todo el mundo debería ver. Os transcribo literalmente el extracto de una crítica que hoy aparecía en el periódico "20 Minutos" de Madrid, a cargo del periodista Rubén Ruiz:
"La cruz contra la espada. La fe pasiva aplastada por la venganza agresiva. Los colonizadores ibéricos, personificados en los Bandeirantes portugueses, descabalgan en las cataratas del Iguazú, dispuestos a esclavizar a todo lo que huela a indígena, recluido en las misiones bajo el protectorado de jesuitas españoles. Entre estos últimos, tratando de purgar sus pecados vitales, un antiguo traficante de esclavos reconvertido en religioso, pero incapaz de templar su sangre bajo el voto de obediencia y renunciar a la espada.
(...) "La Misión" plantea, bajo el velo de una notable película de aventuras, un debate sobre la existencia de la "violencia necesaria", el impulso agresivo del ser humano y los límites de las convicciones personales".
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Aunque a veces la violencia se desencadena sin que ninguna, absolutamente ninguna convicción personal se interponga... ¿O sí?
Transcribo también el comentario del lector Jordi S. Berenguer, hecho el mismo día y en el mismo periódico madrileño, a tenor del espantoso asesinato cometido en Madrid el pasado sábado, en la ya clausurada discoteca "El Balcón de Rosales"... Un sinsentido que, como tantos, no puedo tragar, no puedo pasar en condiciones por mi estrecho gaznate.
Porque hasta puedo entender al que mata por defender a los suyos.., a los que ama.., pero, ¿y esto?
Os dejo el juicio, la crítica, y la elección, como siempre, a vosotros mismos:
"Sólo desde la incompetencia se puede entender el terrible crimen perpetrado contra un chico de 18 años. Vilmente asesinado en una discoteca, a manos y "patas" de sus guardianes del orden, que ya contaban con muchísimos antecedentes policiales por la brutalidad de sus agresiones. A pesar de las denuncias acumuladas, nadie fue capaz de tomar las medidas que requería la situación en ese antro, que hubieran evitado la terrible paliza que se llevó la vida del muchacho al que, de un golpe seco, reventaron el corazón.
También el de sus padres, familiares y amigos... No sólo deben pagar por ello los causantes directos de esa muerte, sino también la novia del portero que la desencadenó, por un simple empujón fortuito; los responsables del local, por permitir que esa gentuza ejerciera de "gorilas" con licencia para matar; y la autoridad, que hubiera debido actuar a tiempo para evitar la tragedia".
Saludos a todos y a todas. Álvaro Usía, 18 años, madrileño: descansa en paz.
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