Mi madre es una cachonda mental, como lo era mi abuelo materno... Siempre que le vengo con caras de víctima, me escupe "hija, recuerda que tu sangre es la de Numancia". Lo dice por la procedencia de sus abuelos, de un pueblo de al lao de dicho baluarte "mítico" en Soria, España.
... Joder con mi madre.., qué alto me ha puesto siempre el listón...
Hombre; reconozco que, en lo de poner y quitar murallas, soy casi maestra. Pero con eso no es suficiente.
Me pregunto cómo sería el último día de Numancia... Es muy fácil hablar de las cosas así, a la ligera. Como hace mi madre. Aunque reconozco que es brava, la señora. Vamos: que le tosan a mi madre. A ella sí que le sale la sangre numantina en seguida.
Yo no lo tengo tan claro de mí misma... Pero ya es hora de averigüarlo.
Como siempre averiguo las cosas así, experimentando sobre mí, porque de otra forma no lo acepto (muy pocas veces realmente acepto autoridad alguna que no sea la mía propia), pues eso: vamos a ver si tengo o no tengo sangre numantina. Aunque la verdad, no sé valorar ahora mismo si eso es malo o bueno. Habida cuenta de cómo fue el último día de Numancia, digo...
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Esta mañana he estado a punto de chapar el blog. Me he tirado como cuarto de hora, quizá algo menos, con el dedo puesto en el ratón y sobre el botón de "Eliminar". Me pregunté qué hubiera hecho un numantino... Debe ser que ese pensamiento me ha inspirado, y he decidido que eliminar el pasado es una herejía. Me avergüenzo de mí misma solamente porque se me haya ocurrido la brillante idea. Últimamente no estoy muy a gusto en mi piel, que digamos. Pa mi que me hace falta una buena ducha.
El supuesto.., la supuesta numantina interna, está hasta los cojones de mí: sin duda. Y yo también. Esto es intolerable. Por eso no destruí el blog. Me he pasado más de dos tercios de mi vida librándome del pasado, incluso del futuro, a golpes de "espada". Toi obsesionada con las armas blancas, y creo que sé por qué es. Antes pensaba que eso, esa rapidez e inclemencia a la hora de quitarme pesos de encima, gente que me molestaba, era muestra de carácter enérgico... Ahora comprendo que, en múltiples ocasiones, es más bien una absoluta cobardía.
He eliminado la posibilidad de comentarios en el blog... Y ahora veréis por qué. Ni siquiera sé con qué frecuencia iré escribiendo.., si es que escribo. Esta vez me dejaré guiar por algo que es más grande que yo misma. ¡Hombre: pero si había algo!
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Decía que mi numantino interno está hasta el rabo de mí... Y no le critico: es para estarlo. Llega un momento en la vida, en que uno se tiene que hacer responsable. De lo que dice, por supuesto; de lo que piensa, también; de cómo actúa, eso es fácil suponerlo; pero también de lo que siente.
¿Alguien levanta la mano y me dice qué es lo más difícil?
Ser responsable es comprometerse con uno mismo. Si uno no es capaz de comprometerse consigo mismo, no podrá, jamás, hacerlo debidamente con los demás. ¡Vaya, qué descubrimiento! Nuevamente la numantina de mi madre diría "ya era hora, hija: a la vejez, viruelas".
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No activo los comentarios, no porque tenga miedo de nada... No. El único miedo que tengo es a mi propia estupidez y cerrazón mental ahora mismo. No los activo, porque reivindico mi propio compromiso interno. La vergüenza que me aflije ahora mismo tiene, más bien, mucho que ver con la forma en la que me he desconectado de mi propia esencia.., que no tolera ni admite ni lo hizo nunca, alguna doblez.
... Aniquilaré sin miramientos, como ya veo que iba comprendiendo ayer (más que nada por el comienzo de la entrada que escribí), a cualquiera que vaya en contra de mis verdaderas y auténticas necesidades. Os lo digo desde ya, y en realidad, es más un aviso contra mí misma: no me valdrán ni lágrimas, ni gritos, ni amenazas, ni ruegos. Sólo la honestidad y la verdad me harán escuchar. Sólo razones auténticas, absolutamente limpias, podrían convencerme ahora mismo. Me importa un huevo, y la mitad del otro, lo que me duela esa verdad, o lo que me deje de doler.
¿Y por qué? Pues porque tengo que asearme un poco el alma. No puedo respirar bajo el peso de todas estas mentiras. No las admitiré en los demás. No las admitiré en mí misma. Sencillamente, ya no puedo.
Desconozco el tiempo que me va a llevar todo el proceso... Pero si me véis distinta, si os parezco violenta o inclemente, es eso. Estoy dispuesta a aniquilar, con toda mi energía puesta a mi disposición (y esa energía puede ser inabarcable, si me veo obligada a recurrir a ella) todo lo que me parezca falso en alguna medida. Mira tú por dónde: ahora me ha dado por la justicia. Estoy pidiendo justicia a gritos, y poco me importa perder o ganar. Como a los numantinos. Es que no se trata de eso.
... Se trata de encontrar la verdad en lo más profundo del corazón... Y para encontrarla, rechazo toda ayuda. Ayudas, lo que se dice apoyos y ayudas de todo tipo, ya he tenido bastantes. Ni siquiera sé si las he aprovechado como se debe.
A todo aquel que vuelva a reírse, o tan siquiera a sonreírse, cuando yo diga algo con el corazón en la mano que provenga de mi más íntima percepción, ay de él... Tengo el don de sentir los sentimientos ajenos, y me he frenado mucho. ¡Siempre! ¡He protegido a tanta gente! Pero.., ¿cómo he podido dejarme al descubierto a mí misma, de tal forma? Con ese don, podría llegar hasta lo más profundo de vuestra alma, y golpearos donde más os duele, donde el tejido es más tierno. ¡Al menos concededme que no lo he hecho nunca, salvo en circustancias muy, muy jodidas!
A todo aquel que, bajo el peso de su propio miedo, monte en cólera.., se atreva a decir algo en contra de los derechos humanos en mi presencia.., bromee con todo aquello que me es más sagrado.., o trate de acogotar mi inmensa fuerza, con malas artes o con razonamientos estúpidos.., ay de él.
Porque no permaneceré al lado de nadie que no se atreva a enfrentar la verdad, como estoy muriendo yo por hacer desde hace dos años...
No permaneceré al lado de nadie que se atreva a apagar mi propia luz...
No permaneceré al lado de nadie que me aflija...
No permaneceré al lado de nadie que no esté dispuesto a sacrificar todo, a entregarle completamente su libertad al prójimo.., como yo misma me obligo a hacer.
Aniquilaré, si puedo, y sin miramientos, a quien trate de desviarme de mi trayectoria, para su bien.., o por su miedo.
¡Lo aniquilaré!
Así que ya estáis apartándoos de mi camino... Si queréis caminar a mi lado, bien. No hay problema. Pero si lo que pretendéis es detenerme: ay de vosotros.
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El último día de Numancia debió de ser luminoso.., y sombrío. Quizá con los buitres rondando alrededor de los guerreros, como en la ilustración.
Debía oler a sangre por todos lados.., el crepúsculo debió inyectarse en un rojo carmesí...
El fuego ardió con ganas y sin clemencia por toda la ciudad, mientras los destacamentos romanos entraban a saco: a sangre y fuego, precisamente...
Yo he estado allí no hace demasiado tiempo. Podía sentir en mi interior, en mi alma de percepción fácil, la vibración de la batalla, el fragor del combate.., la carga emotiva impresionante del lugar, que hizo que se me saltaran las lágrimas y se me pusiera el vello de punta.
Y al que no se lo crea, que le jodan.
Así de claro.
No sé si el tal Pedro, el de las llaves, negaría o no tres veces a Cristo... Eso es asunto suyo.
Yo, y mi supuesta sangre numantina, no toleran negarse ya más a sí mismas.
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Todos aquellos amigos que necesiten algo, pueden contactarme al correo como viene siendo habitual. Algunos tenéis mi teléfono. Bueno: descarto mostrarme en plan doctrinal, como hasta ahora. Mientras no resuelva mi severo conflicto interno, cosa que es asunto mío y sólo mío, no estoy capacitada, no tengo autoridad para dar consejos a nadie.
Pero si la cosa está fea, puedo intentar enviaros reiki.., no haré otra cosa. Me niego a interpretar cartas, sinastrias, compuestas, kármicas (eso menos que nada). Me niego a echar el tarot, los cristales o el péndulo.
La culpa no es vuestra; por Dios, que es mía y sólo mía.
Trataré de seguir escribiendo sobre cuestiones como hasta ahora, desde un punto de vista lo más objetivo posible. Pero no os daré mi opinión. Mi opinión está en entredicho.., por mí misma.
Quien miente, no está autorizado a tratar de hacer ver la "verdad" a los demás.
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