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lunes, 1 de diciembre de 2014

La Tormenta sobre el Volcán





















Pues sí: estoy sintiéndolo de nuevo, y por Dios que no me desagrada... Cuando uno tiene una configuración astral de extrema potencia, como la mía, en muchas ocasiones se siente a gusto en medio de las fuerzas telúricas más intensas.

En esta ocasión el fenómeno interno que experimento obedece a la cuadratura Urano-Plutón (esos dos titanes astrológicos), la cual se volverá partil (o sea, exacta) los próximos días 14 y 15 de diciembre... Sexta y penúltima cuadratura de los dos planetas, la cual fue enormemente potente en abril de este mismo año, pero que todavía nos reserva unas cuántas sorpresas hasta que se cierre el ciclo, allá por el mes de marzo de 2016, cuando se produzca la séptima y última cuadratura. Tengo que aclarar que puedo sentir los tránsitos astrales con bastante antelación si se trata de planetas lentos (y en este caso lo son).., con unos dos días de antelación si se trata de los rápidos, como Marte, Mercurio o la Luna.

Una cuadratura nunca es suave, dulce ni equilibrada: una cuadratura es una configuración de guerra. En esta ocasión, de una guerra abierta que, para servidora, parece desarrollarse en varios frentes, pero que en el fondo obedece al mismo fenómeno y tiene que ver con el mismo tema. No huyo de las guerras ni las busco: pero si las encuentro en mi camino, no me asustan y las libro con toda la fuerza de la que soy capaz. En las guerras todos pierden, pero también hay una parte positiva: las fuerzas destructivas son capaces de iniciar cosas nuevas. Como un volcán que se derrama sobre la tierra, arrasando todo a su paso.., pero fertilizando el suelo para que nuevas comunidades de seres vivos emerjan de sus cenizas.

La cuadratura es un desafío que ejerce presión por los cuatro costados... Pero si además, están implicados planetas de poder, extremadamente violentos como Plutón o Urano, la batalla pasa a ser memorable. Urano representa la revolución.., Plutón la muerte, la resurrección y el infierno. Es una confrontación que no puedes evitar: sana, o muere; cambia, o perece. No van a darte tregua, no van a dejar lugar a dudas: todo aquello en tu vida que no tenga ya sentido, o que no te beneficie (incluyendo amistades, parejas, actitudes, apegos, trabajos, etc).., todo lo que no sea realista, lo que no se adecúe ya a tus circunstancias actuales.., ¡deberá ser eliminado, cortado de raíz, por más que nos duela y por mucho tiempo, energía y/o dinero que hayamos gastado en ello!

Es exactamente como una tormenta sobre un volcán: explosiva, catárquica e inevitable. Como "mariconeemos".., como nos hagamos los locos y tratemos de poner paños calientes sobre el asunto, la tremenda energía de esta configuración astral nos forzará una y otra vez a confrontar nuestros asuntos sin resolver, nuestro karma residual (sí, sí: ése que molesta y condiciona nuestras actividades).., y nos presentará el problema una y otra vez hasta que logremos comprender DE UNA VEZ qué es lo que está pasando, qué es lo que somos, qué es lo que estamos haciendo, y qué es lo que necesitamos realmente.

La verdad es que todos somos conscientes de lo que está obsoleto y moribundo ya en nuestras vidas... ¿Por qué no lo eliminamos y pasamos a la siguiente fase? No hacerlo repercutirá terriblemente en todo lo que nos sucede, porque si permanecemos al lado de lo que está ya muerto, es como si nosotros mismos estuviéramos muertos igualmente.

Seamos sinceros, seamos honestos.., ¿no nos aburrimos ya de estar dándole tantas vueltas a la misma plaza? ¡Porque yo sí!

En mi caso, mi individualismo se va a oponer, lo quiera o no lo quiera, a cualquier forma extrema de liderazgo... En mi caso, voy a sacar los dientes como un perro cada vez que aparezca alguien intentando someterme al apego, a la manipulación o a cualquier otro tipo de rendición del alma.

Normalmente, Diciembre es un mes que me encanta.., pero en esta ocasión mi ánimo está en guardia. No me fio ni un pelo de lo que traerán las próximas semanas, porque los cielos están convulsos. Yo misma estoy convulsa, cosa que no me importa: como ya he dicho, navego bien entre lava e inundaciones, me muevo sin caerme entre terremotos y deflagraciones varias, y no tengo miedo al cambio ni a la destrucción: no son más que la naturaleza misma de la vida, y todas estas guerras son tan necesarias como la paz, en multitud de casos.

Así pues, queridos amigos, la tormenta está servida sobre la boca misma del volcán: aténse los machos, que vienen curvas. Prepárense a deshacerse de todo lo que les molesta en sus vidas.., incluido aquello que más aman.., ¡y ay de los que no quieran hacerlo, si es necesario!

En fin: el 2014 empezó con una Luna Nueva en conjunción con Plutón, motivo por el cual muchos astrológos lo han denominado "el Año del Ave Fénix"... Tú verás si sueltas de una vez, y renaces, o si mueres consumiéndote definitivamente entre tus propias cenizas. ¡Para mi, la elección está clara, no tengo ningún género de duda! Si os sentís tensos y con ganas de volar, pero no podéis hacerlo con la celeridad que deseáis, tened presente que no se ganó Zamora en una hora, que hay que tener paciencia para conseguirlo, y que desde luego, todo aquel que lo desee de corazón podrá llegar a la meta. Aunque no llegarán a la meta todos ni todas, eso lo tengo muy claro: el año es muy exigente y dejará múltiples "cadáveres" a su paso. Habrá gente que se quede encerrada en una especie de bucle sin salida, que puede llevarlos a la enfermedad o a cosas peores si es que no son capaces de "romper el cerco" y acabar con todo aquello que les está limitando a nivel espiritual.

Puedo sentirlo perfectamente: la furia de Urano lanzando sus golpes sobre la lava de Plutón, desarraigando viejas condiciones, soltando antiguas amarras, elevando nuestro nivel de conciencia, llevándonos a extremos de confusión, caos y sentimientos ambivalentes.

Menos mal que servidora adora el fragor de la batalla... ¡Tengo mucha suerte, hay que reconocerlo!

lunes, 17 de noviembre de 2014

El padre usurpador, el niño raptado y otras historias para no dormir





















A veces, la solución  a un problema está en sitios muy raros. El subconsciente es como una de esas muñecas rusas que se abren, una tras otra, y que hasta que llegas a la última nunca eres capaz de predecir cuántas más habrá. La solución a los problemas de la vida, muchas veces, se localiza ahí abajo: en algún punto indeterminado entre la razón y la sinrazón. El problema es que ni aún los que trabajamos en esto solemos saberlo.

Un bloqueo laboral puede estar relacionado con un trauma estancando en otras supuestas vidas... Cada vez que veo a una persona bloqueada, dando vueltas sobre sí misma como un perro que trata de morderse su propia cola, me preocupo y me pongo en guardia. Si alguien lucha y lucha para solucionar algo, y ves que no pasa a la siguiente fase por más que haga, es que hay un bloqueo (muchas veces, de índole brutal) en su subconsciente. Y la experiencia me ha demostrado que en ocasiones, el trabajo regresivo puede desvelar lazos sorprendentes y, en algunas ocasiones, inauditos.

No puedo dar muchos datos personales porque mi primera misión es proteger a las personas que acuden a este tipo de técnicas... Pero voy a intentar resumirlo: nos hayamos frente a una mujer que se encuentra absolutamente bloqueada en su carrera profesional, a pesar de contar con una larga y consolidada experiencia... Se intenta por todos los medios "disolver" o, al menos paliar dicho bloqueo: la cosa queda en nada, por muchos esfuerzos que yo haga. Recurrimos a la regresión: allí se enfrenta, por así decir, con un drama espeluznante acerca de un hombre que la adopta, siendo ella un niño pequeño, en determinada y supuesta vida pasada, dándole además su apellido.., y con el cual establece una relación extremadamente intensa y complicada, de amor-odio, que acaba con su propia muerte al cabo de unos cuántos años. Tengo que decir que, en todo momento, los sentimientos de mi clienta son intensos, profundos y sumamente vigentes: la lealtad, la ira, el odio y la pasión por este "padre" la sigue consumiendo, como si se tratara de una figura profundamente arraigada en su interior.

Acudo a la astrología, y efectivamente, en su carta natal observo los indicadores típicos de una persona que se enfrenta desde edad temprana a la autoridad con virulencia... Veo componentes relacionados con la figura de un padre ausente, a medias idealizado y a medias odiado, como si ella entrara en competencia directamente con esa figura paterna, o la misma resultara una amenaza para su propia subsistencia (no pierdo en ningún momento de vista que ese padre "postizo", por así decir, fue el que supuestamente la mató, según ella me afirma insistentemente).

Algunos progresos se experimentaron.., pero nada importante, en definitiva. La mujer sigue anclada completamente a nivel laboral, presa de un lazo inexplicable que se encuentra en su mismo interior. Yo sigo dándole y dándole al magín, intentando por todos los medios de ayudarla durante tres laaaaargos años.., con poco éxito, he de reconocerlo. ¡No se me ocurre de qué manera puedo yo "romper el cerco" y producir una evolución positiva en su estado!

... Y aquí es donde entra en juego mi amiga...

No voy a decir su nombre, pero mi amiga es la "caña de España". También llevo laaaaargos años trabajando con ella, y lo que en un principio era meramente una relación de tipo profesional, ha acabado por convertirse en un vínculo de absoluta confianza.Le comento lo que me está pasando, y ella, simplemente (es una persona extremadamente empática y sensitiva, hasta extremos que no os podéis llegar ni a suponer) me señala que el problema que no veo.., ese punto oscuro que representa la clave de la cuestión y que puedo presentir pero no aprehender, es que el teórico padre postizo es, en realidad, un usurpador.

¿Un usurpador? Utilizando sus propios métodos, mi amiga obtiene una información trascendental sobre el caso: ese hombre no adoptó a mi clienta (que en esa supuesta vida pasada, por si no lo he dicho ya, era un chico).., ¡ese hombre robó a mi clienta en algún momento determinado de esa a medias vislumbrada pasada existencia! Mi amiga identifica, mientras tanto, a otra persona que se halla, efectivamente, dentro del círculo de relaciones de mi clienta, y afirma que, si no es su verdadero padre de aquella vida, al menos se le parece sospechosamente. Sabe quién es y sabe que ese individuo protegía, enseñaba, educaba y criaba a mi clienta como un verdadero padre. Es consciente de que era una figura absolutamente benefactora para ella, y me relata una historia más o menos macabea (que tratándose de ella, creo prácticamente a pies juntillas) acerca de que algunos hombres hostiles y armados irrumpen en ese lugar de paz y confianza, raptan al niño por la fuerza, y vete a saber en qué escabechina más se convierte todo. Son las tropas, supuestamente, del usurpador: soldados a sueldo que tan sólo actúan bajo mandato.

Los hechos pueden ser más o menos aproximados: pero la realidad es que mi clienta no soporta la autoridad, porque inconscientemente la relaciona con un padre terrible que acaba por forzarla a hacer cosas que no quiere, que la somete por la fuerza, y al que debe una lealtad inconmovible (podéis aprender más sobre este tipo de lealtades paterno-filiales, leyendo un poco sobre Constelaciones Familiares)... El conflicto amor-odio en su interior es tal, que no logra arrancar en una dirección ni en otra, en lo que a su mundo laboral se refiere. Y es que resulta que mi clienta es una líder: alguien que tiene que sacar afuera lo mejor de sí misma para llevar a cabo iniciativas y proyectos de forma bastante independiente. Como rehúye, se espeluzna y rechaza, en ocasiones con suma violencia, cualquier tipo de autoridad, es incapaz de aceptar su propia autoridad interna en sí misma: aquella que necesita como el aire que respira para llevar a cabo todos sus proyectos.

... Hay mucho trabajo por hacer en este caso tan peliagudo al que me enfrento, y de momento, sigo viendo pequeños avances, pero muy escasos... Mientras tanto, os lo cuento para que veáis de qué manera pueden urdirse, a veces, los dramas más tremendos y los lazos más terribles que nos atan ahí abajo, donde normalmente no podemos alcanzar.., donde usualmente no nos atrevemos a entrar: en el subconsciente.

Y a mi querida amiga, desde aquí quiero enviarla un fuertísimo abrazo y un besote, porque sé que ahora está pasando unos momentos muy, muy malos, y desearía contagiarle toda la inmensa fuerza y el calor que reside en mi interior... ¡Guapa, más que guapa!

Buenos días de lunes por la mañana, amigos/as.


martes, 11 de noviembre de 2014

Las tres sincronías

Llevaba un ratito ya sin escribir en el blog, y es que, como ya comenté en otra ocasión, octubre ha sido un mes complicado, y noviembre también promete... Pero ayer tuve una especie de "revelación" que, por ser larga y extensa, no quería compartir a través de las redes sociales.

No sé cómo lo hace el resto de la gente, la verdad. Exceptuando lo que me cuentan de viva voz mis clientes, no tengo ni idea de cómo percibe, vivencia o experimenta el grueso de la población el mundo espiritual. Yo sé lo que me pasa a mi, lo que le pasa a las personas que más o menos me acompañan en este camino tan, tan particular.., y lo que me cuentan mis clientes y/o amigos cuando quieren y pueden. Nada más.

Como asevero a menudo, la verdad es que no tengo, ni de lejos, todas las respuestas...

Insisto: no sé cómo lo experimenta el resto de la Humanidad. En mi caso, lo tengo más que claro, diáfano: cuando me desoriento, cuando pierdo el norte, cuando creo que ya no voy a poder más con todo, pido ayuda. Así, simplemente y sin demasiada retórica. Pido ayuda al Todo o a Dios, como le queráis llamar.., pero también a los maestros espirituales que me han traspasado este legado y a mis guías. Incluso en ocasiones he podido constatar que me han prestado asistencia los guías de otras personas, lo cual es el colmo de los colmos. Y por si todo ello fuera poco, otras veces me doy cuenta de que los que me ayudan no son más que mis propios compañeros de ruta.., eso sí, enmascarados bajo la forma (¿o quizá debiera decir manifestándose verdaderamente?) de su propio Ser Superior.

En fin, da igual, pero el caso es que yo imploro.., y se me escucha.

¡Siempre! No hay una sola vez en que lo haya hecho que no haya recibido asistencia... Y realmente, ¡ay de mi, si no hubiera contado con esa asistencia! Porque hay labores titánicas que las fuerzas de una sola persona, de una sola mente humana, no puede acometer.

El caso es que ayer pedí ayuda... Más que nada porque casi siempre estoy preocupada por la justicia o no de mis actos. A lo mejor es obsesión.., o a lo mejor es que, de tanto trabajar con el tema del karma, me comprometo con la idea de la justicia en exceso. Nunca se sabe cuándo uno está pasándose, y cuándo uno no llega: es dificilísimo llegar a encontrar siempre el punto medio. Estaba preocupada por la justicia y por la orientación que tenía que dar a determinado asunto.., y no entendía por qué me sentía tan, tan mal, y cuáles eran las realidades problemáticas que subyacían a tal estado en mi interior.

Es curioso cómo funcionan las sincronías... En el devenir de nuestro camino aquí, en la Tierra, existe una poderosa y maravillosa herramienta que podemos usar: la sincronía o sincronicidad. Se trata de una especie de ocurrencia simultánea de eventos que corresponden a un mismo sentido, sin que haya entre ellos relación de causa y efecto. ¡Y normalmente, la cosa funciona!

La verdad es que ayer experimenté nada menos que cuatro sincronías... Pero por motivos personales, una de ellas no la puedo contar en público (ni siquiera en privado). De ahí el título del post de hoy.

Venía conduciendo en dirección a casa, con muchas ansias de llegar porque tenía frío y quería ver a mi chico ya... El caso es que me metí en mi calle como una tromba, con la música a toda potencia y un exceso de energía rebosándome a flor de piel.., hasta que me di cuenta de que la mitad de la calle estaba ocupada por el de siempre a esas horas: por el camión de la basura.

Lo primero que se me vino a la cabeza es "qué fastidio"... Básicamente, porque como te pille en una calle estrecha y larga como la mía el camión de la basura, ya puedes armarte de paciencia. Luego rectifiqué mi pensamiento, e inmediatamente se me vino a la cabeza lo que podía ser nuestro barrio si los basureros no pasaran todas las veces que pasan por aquí. Así que me conformé (a medias).

Y digo a medias porque entonces me sobrevino una idea: estaba en una posición en la que podía "colarme" perfectamente por su izquierda, y haciendo una maniobra no demasiado peligrosa, sobrepasarle y adelantarle para no tirarme esperando media hora a que terminara con todos los cubos de basura de la colonia. Vi perfectamente el movimiento: lo calibré, noté que era posible, me animé.., pero en el último momento tuve una serie de dudas. ¿Y si no había calculado bien, y si me quedaba con el coche atrapado, obligada a dar marcha atrás hasta el punto de origen? ¡Qué verguenza sentí sólo de pensarlo! Y ese pensamiento estúpido y traicionero ocupó el suficiente espacio de tiempo en mi cabeza como para que el camión terminara con los primeros cubos de la calle, y se situara en una posición en la que ya me iba a resultar imposible rebasarlo.

Y entonces tuve el flash.., la primera sincronía se reveló en mi cerebro, y oí mi propia voz diciéndome desde dentro: "Tu verguenza ante el fracaso te impide llevar adelante tus planes en la vida con el éxito de que eres capaz".

Me quedé un poco fascinada porque lo veía muy claro en mi interior... Como si de Pedro el apóstol, o de Pablo de Tarso me tratara, había recibido una información muy, muy importante, de la forma aparentemente más tonta, imprevista y absurda. ¡Pero era tan, tan importante aquella conclusión a la que yo había llegado, casi sin querer, que la anoté sin dudarlo en mi agenda mental!

Efectivamente: mi temor y mi verguenza ante la posibilidad de un fracaso es lo que me impide muchas veces tomar la iniciativa.

Así que permanecí con toda la paciencia del mundo detrás del camión de la basura (ya no quedaba otro remedio); aunque me moría de hambre y de ganas de llegar a casa, no proferí ni pensé ningún gruñido, ningún lamento. Pero cuando el camión ya iba por el sexto conjunto de cubos de basura del barrio, me vino como una luz poderosa al centro mismo de mi frente.., se me abrió el entendimiento, y tuve la segunda revelación o sincronía (como lo prefiráis), que rezaba así:

"Muchas veces, lo que te impide llegar fácilmente y rápido a tu destino, es la basura de los demás".

Me encogí hasta físicamente, porque un escalofrío me recorrió el cuerpo de pies a cabeza. ¡Era, es cierto! No soy capaz de parar cuando empiezo a intentar trascender, quemar, transmutar el karma o, simplemente, los problemas ajenos. ¡No tengo medida! Como si se me fuera la vida en ello, da la sensación de que estuviera obligada a responder a cada nueva exigencia de mi prójimo en este sentido esté donde esté, sea a la hora que sea el requerimiento, y en algunas ocasiones con una fuerza y  compromiso que roza ya lo masoquista. ¡Las basuras ajenas! Me di cuenta de que lo que interpretaba siempre como mandatos internos podían no ser sino proyecciones muy elaboradas de mi propio Ego y que, al igual que en el caso anterior (el exceso de verguenza puede provenir de un exceso de inseguridad.., pero también de un exceso de ego) el problema era mío, y no de los demás.

Un poco alucinada por las conclusiones a las que estaba llegando, avancé lentamente con el coche, hasta que el camión (¡por fin!) se apartó lo suficiente como para dejarme entrar en la calle sin salida que hay al lado de mi casa, y en la cual a esas horas a lo mejor (y sólo a lo mejor) con un poco de suerte es posible encontrar aparcamiento... ¡Y lo había!.., un sitio minúsculo, pero en el que con algo de habilidad y pericia cabía el auto perfectamente. Me dirigí allí.., cuando un perrito minúsculo, que parecía todavía más desorientado que yo, se me cruzó por delante. Frené en seco, asustada: detrás del perrito apareció un anciano, que me miró con cara de pocos amigos y cruzó también por delante haciéndole señas al perro, que no tenía mucha intención de moverse. Inmediatamente sentí un profundo respeto y como algo místico en mi interior, que me movió a la compasión por la aparición de esos dos seres tan, tan vulnerables... Y tanto fue mi arrobamiento, que inexplicablemente avancé, dejando el sitio libre para una señora que venía detrás de mi y que, obviamente, aparcó su coche en cuanto yo le dejé espacio. Cuando di la vuelta a la calle para salir por el mismo sitio, evidentemente ya no había ningún espacio disponible, y tuve que irme a aparcar a tomar vientos con mi coche.

Y en ese momento en el que me sentí, por otra parte, estúpida a más no poder, experimenté la tercera y última sincronía y/o revelación. De nuevo, una voz muy potente, clara y serena desde mi interior, me alertó diciendo: "Procura que la compasión por todos los seres vivos, que tan claramente sientes, no te impida hacerte cargo con tranquilidad y perspicacia de lo que a ti te conviene y te interesa".

O algo así.

Digamos que me lo he tomado muy en serio... Digamos que, a veces, una se desorienta.., pero que con modestia y voluntad, es posible volver a encontrarse más rápidamente de lo que cualquiera podría imaginar...

Eso sí, en mi caso es tan rápido porque cuento con la ayuda de la parte espiritual que gobierna todas nuestras vidas. ¡Esa inestimable mano tendida con la que todos contamos, si queremos hacerla caso!

Oh, sí; digamos que estas tres revelaciones eran lo que llevaba ya mucho tiempo pidiendo y esperando. ¡Así que esta vez no volveré a ignorarlas, por mi bien y el de aquellos que me aman!


jueves, 16 de octubre de 2014

La bellota: larga vida y prosperidad





















La bellota es el fruto que dan varios de nuestros más conocidos árboles (roble, encina, alcornoque), y con una larga y legendaria trayectoria a través del imaginario popular. Ha sido apreciada durante mucho tiempo por su simbolismo asociado a la fuerza y a la virilidad, y es un signo ampliamente conocido de regeneración.., además de uno de los más antiguos y poderosos talismanes de protección que exiten.

Muchas culturas, a lo largo de los siglos, han asociado a la aparentemente humilde bellota con conceptos tan elevados como la resistencia, la fuerza, la perseverancia y la paciencia. Se trata de un símbolo relacionado con la vida muy extendido, que hace referencia también a la longevidad y la inmortalidad. En nuestra querida Celtiberia, la bellota ha sido encontrada como amuleto con profusión en numerosos castros prerromanos célticos, incluso adornando los conocidos y míticos torques. Es para mi evidente que la bellota tiene un significado rotundamente asociado a la virilidad masculina por su forma similar al glande.

Cuando la bellota procede de la encina, tiene relación con el tratamiento de dicha especie vegetal como Árbol de la Vida... Como es un árbol que posee una madera casi incorruptible, sus bellotas pasaron a simbolizar la salvación de las almas para muchos antiguos cristianos. Para los caballeros templarios, la encina era sagrada, y junto con la castaña simboliza el Huevo Filosófico (en el cual el trabajo hermético disuelve y cuagula el Conocimiento). Si procede del roble, nos encontramos con el fruto del árbol druídico por excelencia, es decir, del conocimiento místico relativo a los druidas, que veían en él el asiento de la Divinidad. Símbolo masculino por excelencia, la bellota del roble otorga protección frente a los espíritus malignos, libra del poder del rayo y concede rejuvenecimiento, abundancia y poder.

Dentro del simbolismo céltico, la bellota aparece como representante del Rey Roble, la Mital Luminosa del Año (en contraposición con el Rey Acebo, la otra mitad del año celta). La semilla de roble, o sea, la bellota, es precisamente la promesa del retorno del Sol en el Solsticio de Invierno, cuando la fuerza del astro rey haya renacido y los días se hagan otra vez más largos. En toda circustancia, la bellota, sea del árbol del que proceda, es símbolo del poder sexual masculino, y por ello es una clara referencia a la fertilidad. También simboliza la integridad y la robustez.

Cuando la bellota pertenece al alcornoque, árbol épico del cual se extrae el corcho, simboliza la alegría de vivir, los recuerdos de la juventud, así como una forma de ser recia, inasequible al desaliento y poderosamente vitalista... Tiene mucho que ver con el optimismo y con todo lo bueno de lo que puede dotarnos la vida, a poco que nos confiemos a ella. Portar una bellota de alcornoque es considerado siempre como un excelente augurio para el futuro.

En muchos casos, las bellotas tienen un simbolismo asociado con el trabajo. No únicamente referido al ámbito laboral de una persona, sino también al esfuerzo necesario para alcanzar cualquier meta que uno mismo se haya propuesto. Asociada a los beneficios tras el esfuerzo y el duro trabajo, se dice de este fruto que tiene el poder de espantar, por así decir, a los enemigos de nuestros intereses, y que puede representar la suerte a todos los niveles. En general, como amuleto o talismán, la bellota (proceda del árbol del que proceda) te asegurará que, si mantienes la firmeza en el trabajo y sabes guardar para el porvenir, tendrás una vida plena que dará sus frutos en forma de pingües beneficios... Recuerda que siempre van a ser símbolo de salud, fuerza y prosperidad; llevándolas contigo te aseguras que tu familia se hará cada vez más próspera, grande y fuerte.

¡Un besote!


martes, 30 de septiembre de 2014

Desde el corazón de las tinieblas (historia de un japonés)



























"No entres en el Corazón de las Tinieblas sin haber salido antes..."

Rosa Montero, "Temblor".
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La foto pertenece a Bobkitty, cuya galería de dibujos os ofrezco aquí.

El texto está inspirado en los resultados obtenidos a raíz de una serie de regresiones a vidas pasadas de una persona muy, muy cercana a mi misma. Por lo tanto, no voy a decir lo típico: aquello de que "cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia".., porque en este caso no será verdad :-)
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"Ni siquiera puedo decir mi nombre: mi nombre es objeto de burla, de mofa, de befa… Creo que nací con una mala estrella y que todos los dioses malévolos se pusieron de acuerdo para poder (a pesar de todo mi coraje) herirme; es como si el universo entero se hubiera conjurado con el fin de borrar mi memoria de la clara luz del alba que promete el siempre eterno despertar de Amaterasu.

Así que mi nombre no figurará nunca en los anales de las grandes batallas de nuestros antepasados, ni ornará ninguna lápida conmemorativa; mis enemigos se pasearán por las calles oscuras y sucias de la ciudad proclamando que tuve nombre de mujer, y que mi estirpe, desconocida, no vale ni una moneda.

Vistas así las cosas, no sé quién me ha reclamado: no sé quién ha olfateado ese nombre mío tan absurdo por sobre los cuatro vientos, en las cuatro esquinas de la Tierra; no comprendo quién ha removido mis huesos, quién ha proclamado las virtudes de mi apellido (apellido inexistente, por otro lado) y ha aventado el olor de mis cenizas, durante tanto tiempo olvidadas… 

Debe de tratarse de alguna sacerdotisa despistada que ha captado el sutil rastro que mis sandalias de paja dejaron sobre la arena. 

Me siento confundido: no estoy acostumbrado a la benevolencia. Desde que recuerdo (y juro que mis recuerdos solamente se extienden hasta cierta edad, porque sobre mi primera infancia parece como si hubiera caído una espesa niebla), lo más habitual que he experimentado en mi entorno es la ley del puño y de la espada. ¡Ni se me hubiera ocurrido nunca pedir amparo, ayuda o compasión! Esas cosas no se toleran.., no se estilan entre nosotros. Aquí, al que manda, se le acata; el que obedece, calla y ejecuta; y aquel del cual no se conoce el apellido, el que es un siervo, ya tiene bastante con no recibir palos y tener un poco de arroz que llevarse a la boca para no morirse.

Nosotros nunca suplicamos… 

Por otra parte, sería inútil hacerlo. 

Por las mismas razones, esto no debe interpretarse como una queja. Reconozco  que mi vida ha sido mucho, mucho mejor que la de otros jóvenes de mi edad que he conocido. Tengo que admitir que no se me ha obligado a bañarme en el agua helada para curtirme, ni a recoger la del río hasta que las manos me sangrasen, en lo más crudo del desgarrador invierno. No puedo olvidar que fui educado, que se me enseñó a leer y a escribir, que se me confió un puesto de honor junto al gran hombre.., y que en todo momento podía recoger de sus migajas.

Todo tiene un precio: y el precio de la vida de un hombre, en estos tiempos que corren, es muy poca cosa. Desde luego que sí.

Pero yo me culpo. ¡Pues claro que me culpo! ¡No sabéis hasta qué punto los muertos tienen memoria! Y sin embargo esa mujer sonriente y resuelta que se me aparece a intervalos, y que un día confundí con una diosa, se empeña en reivindicar mi memoria dulcemente. Puedo verla a través de las brumas del tiempo, atisbarla como en la locura de un sueño transgresor. Vislumbro su silueta luminosa brillando en tonos dorados y rosas muchas veces desde este brumoso lugar, donde residen los espíritus que no conocen la Luz y que tienen cuentas pendientes aún por resolver.

¿Qué querrá?

Por lo que yo sé, aquellos que rompen las reglas permanecen malditos. Uno no puede abrazar un código para luego traicionarlo. Eso en mi mundo no se hace: no hay excusas, nadie en todo el clan se atrevería a cuestionar nuestra idea de justicia. Al que va en contra de las reglas se le ejecuta.., o se le invita firmemente a quitarse del medio, que para el caso es lo mismo. La misma vergüenza también puede matar a los que protegen, a los que aman o simpatizan con un determinado proscrito. O directamente está la venganza: a veces la gente no quiere suicidarse, o no le dejan ni siquiera tiempo para hacerlo.

Por eso no comprendo las intenciones de este ser de luz que parece empeñado en rebuscar profundamente en la vida y la memoria de los muertos… 

Pero, ¿qué querrá?

Como ya he dicho antes, mi nombre no importa. No sé quién es mi padre (ojalá lo supiera), pero siempre he sabido que “él” no lo es. Por algún motivo extraño (extraño porque fornica con todo lo que se le cruza en el camino) “él” no puede tener hijos. Eso me consta. Yo sí que puedo, y me parece que eso ha sido, realmente, la causa última de todo. Ni la traición, ni la deshonra, ni la decepción, ni la desobediencia: lo que en realidad determinó este aciago desenlace, al final, ha sido el hecho de que no puede tener hijos.., ¡y yo, obviamente, sí, porque su mujer estuvo encinta!

Este ser, espíritu, diosa, sacerdotisa o fantasma, lo que quiera que sea y que vislumbro a veces, reza. No puedo entender sus oraciones (normalmente salmodia o habla en el lenguaje áspero, tosco y lleno de ladridos de los bárbaros); pero hay veces en que, de repente, parece como si intentara balbucear algunas frases en mi propio idioma. Entonces la escucho, y sé que invoca a alguno de nuestros dioses, o que llama a los espíritus de los antepasados, y cosas así. Pasa a veces mucho, mucho tiempo sin que pueda sentirla. Una vez vi sus ojos: de un color pardo caramelo, parecían despedir llamas en medio de esta brumosa oscuridad. Sin embargo, su gesto era tranquilo, suave, compasivo. Me miraba de hito en hito, y cuando nuestros respectivos mundos llegaron a tocarse lo bastante, me di cuenta de que de su cuello pendía un juzu, un rosario como los que suelen utilizar nuestros monjes, pero con las cuentas de un claro color rosa transparente… Ése es prácticamente el mismo tono del aura que la rodea, y que suele acompañar a todas sus apariciones.

Hay veces en las que el sueño me consume y siento que pierdo la consciencia… Es una especie de estupor extraño: no sé si muy pronto acabaré por disolverme en la nada. Recuerdo que tuve la misma sensación cuando un día me vi arrebatado, de improviso, a un escenario del mundo real: para mí, el peor de los escenarios posibles. Allí estaba “él”, nuevamente y siempre “él”, pero esta vez mucho más viejo, mucho más decrépito que cuando le vi por última vez.., aquella funesta vez en que decidí enfrentármele a pesar de todas las reglas y de todos los códigos y de todo el sentido común. Yo flotaba.., flotaba como una de esas cometas llevadas por el viento que los niños liberan en honor a los dioses del aire durante el Festival de las Luciérnagas… Y “él”.., sentado en el suelo como una marioneta, apoyado contra la pared como un títere sin cuerdas, sin corazón y sin voluntad, a punto de abrirse el vientre. 

Intenté gritar: juro por los dioses que intenté gritar para evitar aquel nuevo drama. Es verdad, es muy cierto que sigo sintiendo todavía la antigua y terrible rabia, esa cólera inextinguible que aún me sofoca cuando me acuerdo de “él” y pienso en todo lo que nos hizo.., en todo lo que se hizo a sí mismo. Pero juro que aquella vez tan sólo sentí un pavor animal, irracional, y que traté de gritarle para que no lo hiciera, ¡con todas mis fuerzas! Pero son pocos, muy pocos los que pueden escuchar la voz de los espíritus, y mi voz es ahora tan débil como el susurro de las espigas entre las hierbas.

... De esas mismas espigas de arroz que yo adoraba acariciar con mis manos cuando caminaba ensimismado, al atardecer, por los campos...

¿Qué quieres de mi, mujer?

Hay veces en que creo que me la estoy imaginando…  Supongo que esta inexplicable presencia es una especie de proyección de mi alma y que obedece a un íntimo deseo de mi corazón, porque uno se siente culpable y no espera más que una mano misericordiosa que, desde este mundo o desde el otro, pueda tenderse para aliviar mis penas y mis sufrimientos.., para redimir mis pecados. Otras veces, tengo miedo: sí, temo que se trate de algún maldito gaki que viene a alimentarse de lo que aún queda de mi, y que adopta la forma de este ser de luz para confundirme y arrebatarme. Pero cuando más me enloquece es cuando sospecho que pudiera ser una enviada de mi amante, de la esposa que una vez fue propiedad de “él”. No puedo olvidar.., ¡no puedo olvidar! Y lo que queda de mi espíritu aún se retuerce de ira, pensando en que ella se ha convertido en un yurei.., quizá en este mismo espíritu femenino que veo o quizá en cualquier otro, que vagará eternamente atormentado, buscando una venganza que nunca llegará porque ya estamos todos muertos. Y cuando la locura se apodera de mi ánimo, me imagino que esta dama de luz, aparentemente dulce y compasiva, se transforma y me muestra su verdadera naturaleza apenas con el leve roce de uno de sus dedos sobre mí.., y que entonces puedo verla tal y como es en realidad: un espíritu vengativo que se me aparece para atormentarme, para preguntarme por qué le hice.., por qué le hicimos esto.., y que se abre la ropa para mostrarme su vientre abultado mientras lanza un chillido horrible, sobrenatural, espantoso y agónico.., ¡un alarido mortal como el filo, como el filo frío y duro, como el filo que penetra la carne y del que no hay escapatoria!

Me llamo.., no, mi nombre es un oprobio, motivo de burla, cuando menos, entre los que no han tenido la desgracia de conocerme… 

No preguntes por mi nombre. No preguntes por mí. ¿Quién me reivindicará, quién pondrá una varilla de incienso y elevará una oración delante de mi tumba inexistente?

viernes, 12 de septiembre de 2014

Trabajo y dinero: esos grandes caballos de batalla

Flipo: es que últimamente flipo con las personas a las que escucho hablar de trabajo y de dinero. He llegado a la conclusión de que más de uno y más de dos (eso por no decir todos, que parece mucho más drástico) tiene un problemón de narices con esta materia.

Parece como si el dinero fuera algo despreciable: yo es que no lo entiendo. Y del trabajo no hablemos: lo de la maldición bíblica nos lo tomamos, habitualmente, al pie de la letra. Pocas veces se escuchan decir cosas tales como "a mi es que mi trabajo me encanta", "disfruto plenamente con lo que hago", o "qué satisfecho estoy con mi labor". Del dinero siempre oímos que nos falta, que a ver si nos toca la lotería, que no es algo espiritual o que corrompe a la gente. Sigo sin entender bien el mecanismo que nos lleva a "demonizar" de tal forma tanto al trabajo como al dinero, y como ya he hablado unas cuántas veces sobre este asunto, no lo haré hoy. Pero sí que voy a contaros un caso específico (obviamente, anónimo) que muestra cómo los traumas y condicionamientos de otras supuestas existencias pueden influirnos en la mala relación que podamos tener tanto con el dinero, como con el trabajo.

El perfil es el de una mujer de mediana edad; profesional liberal, muy competente, empieza en una determinada época de su vida a tener problemas con el trabajo, hasta que la despiden. Desarrolla a raíz de ello una especie de "pánico escénico" al mundo laboral, no es capaz de encontrar nada que coincida con la categoría que le corresponde, y por debajo de su categoría, tampoco. ¡Pasa así 4 largos años! Acude a mi desesperada y angustiada porque por una parte tiene miedo a no volver a trabajar en su vida, y por otro lado, también tiene miedo a encontrar un trabajo que le suponga, según sus propias palabras, "más de lo mismo" (es decir, según me comenta, mucho estrés, mucha dependencia de sus jefes, situaciones en las cuales se le humilla o no se le reconoce su estatus, etc). Tampoco quiere ya condicionar la mayor parte de su tiempo a un trabajo que, afirma, le provoca muy pocos beneficios y bastante angustia.

Enseguida me doy cuenta de que está exagerando mucho la situación, porque sus anteriores trabajos sí que le han reportado evidentes beneficios (independencia económica, dinero disponible para llevar a cabo las cosas que realmente le gustan...). Extrañada por el sufrimiento que transmite y el rechazo hacia todo lo que implique trabajo (e indirectamente, hacia el dinero también, dado que me asegura que siempre, en todos las empresas en las que ha estado, ha cobrado muy por debajo de la categoría que le corresponde), le insinúo la posibilidad de tratar el tema con hipnosis, y acepta.

Tras unas cuantas sesiones, entramos en el ámbito de la regresión, que yo no había considerado como técnica válida en este caso, pero en fin... Y surgió una supuesta vida pasada en la que esta mujer era también una mujer que había perdido completamente el "estatus" que poseía en su ámbito familiar por desobedecer las órdenes del patriarca de la familia. A raíz de eso, había sido expulsada de su tribu, y se había visto obligada a vagar ejerciendo la prostitución y pasándolo realmente muy, muy mal, hasta que otra mujer de alto estatus de otra tribu quiso ayudarla, acogiéndola en su casa para que trabajara como criada (prácticamente como esclava), llevando a cabo las tareas más penosas y degradantes, por lo cual falleció repentinamente más o menos a la edad.., ¡que mi clienta tenía cuando perdió su último trabajo y se sumió casi en una especie de depresión!

Obviamente la envié al psicólogo (que para eso está), pero seguimos trabajando con reiki y regresiones durante bastante tiempo.., y yo creo que todo fue positivo, porque ahora mismo está al frente de su pequeña empresa y se encuentra mucho mejor con lo que hace.

Pero lo curioso del tema es cómo todo concuerda: en su vida actual, ella ha sido muy dependiente de la figura de su madre, que prácticamente parece un calco de la mujer que en esa supuesta vida "la acogió". Sigue presentando (cada vez menos) un rechazo casi patológico ante la autoridad patriarcal de los hombres (y no soporta prácticamente que le de órdenes un jefe), y ostenta unas dificultades muy grandes para elevar su nivel de vida y su estatus.., como si el trauma del pasado se le hubiera quedado, de alguna manera, "enquistado", y no fuera capaz de librarse de él definitivamente.

Es sorprendente lo que podemos encontrar en el inconsciente una vez que nos ponemos a investigar a fondo... Pero sobre todo, hoy quiero dejaros el siguiente mensaje, y quiero que os lo grabéis muy, muy profundamente en vosotros; que lo meditéis, que le deis forma, que tratéis de entenderlo a vuestra manera, y que penséis si hay algo de cierto, o no, en esto que os digo:

EL DINERO NO ES MALO; SÓLO ES UN FIN QUE NOS PERMITE HACER AQUELLO QUE QUEREMOS HACER EN ESTA VIDA.

¡Buen fin de semana.., y un besote a todos y a todas!

;-D!!!


miércoles, 10 de septiembre de 2014

La Mordedura Tajante





















... Si no hubiera sido por Fernando, no hubiera cogido un bokken en toda mi vida.

Vuelvo de vacaciones con las energías renovadas y con la Visión mucho más clara que de costumbre. He dejado atrás unos cuantos "mareos existenciales" de los míos (no muy "heavies", todo hay que decirlo: al que ha regresado más de una vez de las Tinieblas, todo le parece ya como una caricia). Ahora tengo las cosas bastante más claras y se me ha pasado la primera impresión fuerte, el golpe de efecto, el trauma repentino: he asumido por fin una serie de cosas que había que tener en cuenta por narices, y con las que no contaba.., cosas muy raras y un poco desestabilizantes, que ni de coña me esperaba que fueran a aparecer ahora en mi vida, sin previo aviso.

Lo más difícil de trabajar como coach es aceptar que puede que tú veas claro el camino, pero que el que lo tiene que seguir es tu cliente. Lo más difícil de asumir, como cliente de un coach, es que sin aceptación no hay beneficio. O, dicho de otro modo: hay que ceder, abrirse, enfrentarse a uno mismo si es que se quieren obtener cambios reales en el corto, medio y largo plazo. Hay que decantarse por la acción y tomar las riendas de los propios asuntos: sin excusas, con valentía, con fe y sin demora. Pero los coach también somos humanos, y por ese mismo motivo, no tenemos más opción que asumir también nuestros propios asuntos, sean éstos cuales sean. ¡Y eso es lo que me ha pasado a mi en el último mes!

Hay un Hexagrama de I-Ching que siempre me ha gustado mucho, y que se denomina "La Mordedura Tajante"... Hace referencia a la acción decidida que requiere la eliminación de un obstáculo. Usualmente aparece en una tirada cuando el consultante ostenta algún tipo de desorden en su vida, y se hace preciso el uso de una gran cantidad de energía repentina, cortante y dinámica, para conseguir tirar por tierra el obstáculo. En este caso, el obstáculo puede ser tan puñetero como un intenso miedo a encargarse de algo que sabes que va a tener consecuencias determinantes en las vidas de unas cuantas personas de tu entorno más cercano.

Esto de los obstáculos no es moco de pavo, por cierto... No somos conscientes, en la mayoría de las ocasiones, de qué forma multitud de asuntos nos condicionan, nos frenan, nos impiden llevar adelante nuestros sueños. Las personas estamos la mayor parte del tiempo como dormidas: pensamos que poseemos el dominio sobre nuestros actos, pensamientos y acciones.., cuando en mil ocasiones actuamos movidos por nuestro inconsciente.

Pero aquellos que trabajamos más allá del inconsciente lo tenemos aún más difícil: sabemos cosas que los demás ni imaginan, pero eso no nos sustrae del miedo, de la duda, de la desesperanza, de la tentación de tomar "las de Villa Diego", etc.

Por ese mismo motivo siempre digo que valgo más por lo que callo que por lo que digo, y os aseguro que es así. También es verdad que casi todas las personas somos, y perdonadme la franqueza, sumamente pesadas: conozco clientes capaces de pasarse años, AÑOS, dándole bola una y otra vez al mismo asunto, yendo atrás y adelante constantemente, avanzando como el cangrejo (dos pasitos pa´lante, tres pasitos pa´tras). El Camino del Ser es duro, empinado, lleno de obstáculos y de piedras: más de uno se da por vencido a la primera de cambio. Reconozco y comprendo que, para seguir en esa pelea, en esa batalla terrible y tremebunda con uno mismo, hace falta algo más que músculos fuertes y simple empeño: hace falta una voluntad de acero, o mejor aún, de titanio. Nos empeñamos y empeñamos en resistir lo que nos toca, cuando lo que nos toca está específicamente diseñado para nuestra mejor y más profunda evolución espiritual.

He empezado diciendo que, si no hubiera sido por Fernando (mi pareja), no hubiera cogido un bokken en toda mi vida.., y es verdad. Yo no sé qué numen inspiró a Fer para que con tanta insistencia me diera la tabarra con los "tarugos" que, a la manera de bokken, antes vendían en el Decathlon(se empeñaba en comprarme uno cuando yo no quería ni verlos, y menos aún tocarlos). Al final, lo que son las cosas, he acabado practicando Iaido en el dojo de Mushinkan. A los efectos de lo que estoy intentando contaros, esto viene al caso porque resulta que yo tengo una resistencia inaudita a coger una espada y a ponerme a hacer filigranas con ella. ¡Pero inaudita, hasta el punto de que, en ocasiones, he llegado a ponerme enferma (enferma físicamente, con síntomas de la más variada expresión).

¿Qué lleva, qué motiva a una persona que siente una resistencia interna atroz hacia determinado tipo de actividad, a sobreponerse diariamente a este complejo inconsciente, y no sólo practicar la disciplina de la que se trate, sino a seguir y seguir con ello hasta transformarlo en un motor de movilización interna y transformación personal?

Como dije antes, valgo más por lo que callo que por lo que cuento... Mi motivación interna es muy poderosa, y yo sé muy, pero que muy bien, qué es lo que me impele a sobreponerme a ese trauma visceral y tan profundo, en el caso del iaido... Siempre digo que la única diferencia entre servidora y la mayoría de las otras personas es que usualmente siempre acabo averigüando qué es lo que me ocurre "en las traseras", a nivel inconsciente.., mientras que los demás se quedan en el rechazo, en el trauma, en la imposibilidad o en la resignación.

Pero servidora, con un Plutón/Marte/Mercurio/Sol conjuntos en la Casa XII.., ¡ni de coña! ¡Ja!

Así que aplico.., me aplico a mi misma la Mordedura Tajante, que tan encarecidamente recomiendo a mis clientes cuando me preguntan qué deben hacer para cambiar su vida.., ¡y adelante, como los de Alicante!

Muchas veces, en la vida, no es posible mirar hacia otro lado y esconderse... Muchas veces no vale con meter la cabeza en la tierra, como decían que hacen los avestruces, ni existe la opción de salir corriendo. Es bastante habitual que no tengamos otro remedio que hacer caso a estos "mandatos internos" que parten desde adentro, desde la soberanía más absoluta de nuestro Ser Espiritual y que, aunque nos parezca mentira, son los que verdaderamente importan.

... Que la cosa da miedo, está claro. Pero, ¿acaso no da más miedo el permanecer indefinidamente en una cárcel del alma que quizá, y sólo quizá, con un poquito de coraje, de voluntad y de energía, podríamos romper?

Ahí lo dejo, para que lo reflexionéis, si gustáis... Mientras tanto, ¡muchos besotes, y buen comienzo de curso a todos y a todas!

¡Un abrazo!


miércoles, 23 de julio de 2014

La Hoja bajo la Raíz


















Me gusta Juego de Tronos y me gustan los árboles... Por eso subí esta foto, no porque tenga que ver del todo con el tema que me ocupa. ¿O quizá sí? Me gusta Ned Stark y me gusta el frío y el invierno... Y sobre todo, aunque mucha gente os dirá que soy de naturaleza jovial y generosa, tendréis en adelante que tener en cuenta que me gustan las cosas serias, muy serias. Tengo en un elevado concepto el sentido del honor, del deber y de la justicia, y esa afición mía puede hacer que aparezca en ocasiones como fría y distante, como los mismos hijos de Invernalia. Detesto los juegos de manos absurdos y desgastantes; detesto a la gente que no va de frente y que enreda; y por encima de todo, detesto a los traidores.

Todo esto lo he escrito para explicar un poco por qué me gusta esta foto y por qué me gusta este personaje... Pero no es ahí a donde yo quería llegar. Os voy a contar una experiencia extraña que tuve el otro día, y en la que hablo acerca del un árbol y acerca de una espada. Cada cual que se quede con aquello que esta especie de cuento raro le sugiera desde el fondo de su mismo corazón. ¡El mensaje será claro, inequívoco, y solamente será para ti!


"Caminé hacia el ocaso lentamente, con la mente en blanco casi... Necesitaba estar a solas. Dicen los mayas que en el horizonte que muere reside la Casa del Jaguar, ese animal chamánico de inmenso poder que, desde el Occidente, guarda las llaves del Inframundo que pertenece a la memoria de los tiempos pretéritos... También dicen los ancianos sabios que el jaguar nos enseña a caminar por la vida sin miedo, sin rabia y sin adversarios, es decir, con coraje, con amor y con compasión. El jaguar tiene una enorme y difícil tarea: recordarnos cómo superar nuestro miedo y transformarlo en un aliado.., cómo recuperar nuestra autoestima y nuestro poder personal. El jaguar nos muestra la forma de integrar la luz y la sombra, y nos enseña que se puede tener humildad sin agachar la cabeza. Es un espíritu que jamás retrocede: es valiente hasta el límite, más allá de cualquier posible acechanza, porque ha vuelto mil veces de la muerte, y no le tiene miedo.

Aquella tarde el cielo estaba rojo, malva y dorado, y los árboles, susurrantes, emitían una energía intensa, pero a la vez sutil y dulce... Insectos como joyas voladoras y semillas indeterminadas flotaban cansinamente a mi alrededor. Podía oler cada aroma campestre con exactitud, y escuchar el sonido leve de la hierba que pisaban mis pies. Nada, absolutamente nada parecía romper la paz de ese instante. Una melancolía extraña se me coló de rondón en el pecho cuando miré directamente al sol que moría allá lejos, entre los cerros redondeados. 

Repentinamente sentí una fatiga increíble, como si todo el peso de múltiples siglos se agolpara semejante a una losa sobre mis espaldas. Me detuve, siempre observando al sol agonizando lentamente en la lejanía. Parecía hipnotizada por esa luz fluctuante que nos dejaba el mundo a oscuras, sin compasión y sin ningún tipo de esperanza. Miré a la tierra: la áspera tierra reseca del verano, que todavía ofrecía a mis pies cansados un atisbo de briznas de hierbas casi liofilizadas. Me senté con cuidado: tal era la sequedad de la hierba que mordía en las piernas como una serpiente. El sol apenas era una raya roja despuntando entre los cerros. "Un eclipse", pensé, sin saber muy bien lo que quería decir.

Bajé la cabeza hasta casi hundirla en mi pecho. Las fuerzas me habían abandonado. No tenía ánimo ni para suspirar, así que permanecí así unos minutos, como si yo también me hubiera resecado, como si me hubiera convertido en un sarmiento más de aquellos que, retorcidos, honraban a la tierra todavía con el recuerdo ya lejano de una tibia primavera. Y, como hacen algunos indios aborígenes, me sumí en ese estupor de la nada, del vacío, del Tao: no era yo ni era más que vacío, más que el Todo, indeferenciada de la Tierra mi madre y del Cielo mi padre... Una, integrada, solemnemente quieta e indiferente: como una estatua de sal al pie de un camino pedregoso.

Quién sabe cuál fue poder o la presencia que me inspiró entonces para alargar mi mano derecha en aquel momento de suprema calma y quietud, pero el caso es que lo hice; y lo cierto es que mi mano agarró, como si supiera que siempre había estado ahí, el mango negro de un cuchillo afilado que estaba clavado íntegramente en la tierra, al lado de una especie de poste de un metro. Fue todo tan rápido, que tengo la sensación de que lo vi antes de mirarlo.., pero eso no fue lo extraño. Lo realmente extraño es que, cuando lo desclavé del terreno, obtuve la gracia de la Visión nuevamente: y en medio de ese relámpago fulminante que siempre me acompaña, como abriéndome la frente por la mitad, observé que el cuchillo tomaba la apariencia de un nihontō, cuya hoja estaba clavada en la tierra todavía... Y que el poste de madera que estaba a su lado aparecía en mi imaginación como si fuera la leyenda vertical de una tumba japonesa muy, muy antigua, situada en lo más profundo de un bosque húmedo y lleno de penumbra.

Dios sabe que intenté leer la escritura que en la tumba "vi", y que me figuré como medio descolorida por una apariencia de sol o de lluvia del pasado más remoto... Pero no lo logré.., o bien no quise lograrlo. ¡Nunca se sabe lo que hay debajo de aquello que nuestro inconsciente protege! A lo mejor no me interesaba enterarme realmente de quién yacía allí, o quizá la visión fue tan repentina y tan drástica, tan extraña, tan absurda, que me cohibí y se me cerraron los canales de la intuición. ¡Es lo más probable! El caso es que me levanté como un resorte, como si fuera uno de ésos títeres sin alma que aparecen en todos los escenarios de The Walking Dead, y cuchillo en mano (menos mal que no había nadie cerca), volví a echar a andar como si me hubieran puesto unas nuevas pilas... Caminé varios metros, en dirección incierta, completamente ida y trastornada por lo que había visto y sentido.., hasta que casi me topé de bruces con un árbol: un alcornoque de bellísima estampa, sombra fresca y hojas de envés plateado, como las escamas de un esquivo dragón nocturno...

Me arrodillé. Sí, me arrodillé sobre la tierra y lo clavé: hundí la hoja del cuchillo muy profundamente, hasta el puño, bajo las raíces de aquel árbol que tantas cosas me ha susurrado siempre en mis sueños...Árbol sufrido, terco, resistente, hecho prácticamente de la misma materia espiritual que la anciana Iberia. Árbol fiel y reservado, que no se prodiga, que aguanta los embates del tiempo y del clima como un estoico luchador de tiempos remotos. Milenario árbol que apenas se reproduce activamente hoy en día, viejo compañero de nuestra herencia más arcaica, señor de las dehesas donde pastan los jabalíes, los venados y los puercos. Primo hermano de la encina, el alcornoque es, si cabe, aún más humilde: épico, recio, fibroso, pulcro. Es como Ned Stark, por decirlo de alguna manera: algo así.

Así que de rodillas, y apoyada con las dos manos sobre el tronco del alcornoque, me quedé: igual que si me hubiera dado un pasmo o un "parraque"... Decenas de hormigas negras como la noche empezaron a circular por mis brazos, quizá pensando que yo era parte del mismo árbol. Ni me importó, ni ellas me dañaron: paralelamente empecé a musitar, o a salmodiar, y ni siquiera sé en qué lengua, frases muy largas y profundas, que me salían directamente del alma, del corazón y de las tripas... Verbo nacido de la experiencia del Espíritu que brota a borbotones, ligero y fresco como una fuente en un prado. Hablé y hablé para mi misma, sin descanso, con voz serena, baja pero firme. Con los ojos cerrados, hecha una con el árbol, mientras el cuchillo descansaba nuevamente hundido en la tierra, quizá ya para siempre.

Al cabo de unos minutos interminables, recuerdo que me alcé muy atenta y alerta, como si hubiera despertado de un largo sueño... El sol ya se había ocultado completamente tras el horizonte, y la oscuridad se adueñaba del mundo poco a poco, cada vez más. No miré atrás: dejé el árbol como el que olvida un preciado tesoro tras de su espalda, y me perdí entre los pinos, rumbo a las luces que veía muy cercanas, a tan sólo algunos metros, allí donde se encontraban los demás.

... Y en aquel momento tuve la plena consciencia de que, por primera vez en esta vida, y tal vez en muchas otras, había sellado energética y espiritualmente un juramento...".

martes, 8 de julio de 2014

Memoria ancestral.., memoria celular

Aparecen en mi consulta a menudo, así que no soy ajena a este tipo de experiencias, de síntomas... Quiero decir que, además, yo misma las he experimentado (y las experimento) en mis propias carnes. Estamos muy acostumbrados a "obviar el cuerpo": es algo tan nuestro, tan habitual, tan normal, que no tenemos en cuenta la importancia de la realidad espiritual que lo mantiene y sustenta. La presencia del cuerpo la tomamos como un hecho irrefutable: no nos damos cuenta de que el cuerpo es una dimensión más de la manifestación espiritual completa que somos. 

Y así nos va: de vez en cuando, surgen con violencia, con fuerza. Se manifiestan en forma de enfermedades repentinas y raras, dolencias inexplicables para la ciencia médica, lesiones "muy oportunas", heridas que duelen y que no existen, etc. ¡Todas esas cosas un poquito extrañas son muy, muy habituales en mi trabajo de cada día, y hoy quiero hablar sobre ellas! 

... Me estoy refiriendo a los fenómenos que producen en nuestra mente, cuerpo y espíritu nuestras memorias celulares.

El universo físico que experimentamos está completamente influenciado por nuestro sistema de creencias. Y en la memoria de nuestras células, como en una plancha de plomo, está grabada la suma de todas las experiencias que hemos tenido alguna vez en dicho universo físico. Cada parte del Todo (y una célula es una parte del Todo que ya, como individuos, somos) contiene todos los datos de la manifestación holística que nos es propia. Por decirlo de forma más directa: cada persona es como un conjunto de acciones, elecciones y circunstancias acumuladas en su propia y personal cuota de espacio-tiempo. Como si se tratara de una "taquilla" que contiene todos los datos de múltiples vidas asociadas, el resultado es un SER que íntegramente opera según las creencias que ha acumulado en sí mismo, a través de sus variados papeles y experiencias vitales.

Las células de tu cuerpo tienen memoria. Son capaces de registrar todo lo que has vivido en múltiples experiencias de vida. Toda esa información, almacenada en nuestra memoria celular, en la forma de emociones, conceptos y paradigmas entremezclados, genera una especie de carga bioeléctrica que permanece. Cuando en la "vida actual", nos ponemos en contacto con alguna cosa que guarda un parecido, o que tiene relación con la temática "guardada", este asunto dispara como un resorte una cascada de neuroquímicos que nos hacen sentir exactamente de la misma forma que nos sentimos en el momento en el que se guardó la información.

Reprimimos muchísimas cosas: traumas, conflictos, experiencias cumbre, pesares, pérdidas, asuntos sin resolver, etc... Todas estas cuestones nos generan altos niveles de estrés, y por ese mismo motivo, lo habitual es que las sepultemos bien profundo, donde no puedan hacernos tanto daño. Generalmente, van a parar a lo hondo de nuestro inconsciente, donde reside el conocimiento de las memorias de nuestro pasado y de nuestros antepasados. 

Físicamente, cuando existe algo que nos "gatilla" esas represiones internas, se activa en nosotros una reacción defensiva inconsciente... Fisiológicamente, esto se traduce en una anulación de la parte frontal del cerebro (la responsable de las acciones creativas destinadas a la vida corriente); por ese motivo, la persona pasa a estar condicionada por la programación del "cerebro posterior", que nos ayuda a defendernos en situaciones de miedo, amenaza, dolor, etc. Ante una situación de peligro real, el proceso es apropiado, adecuado y útil; pero si no existe ese peligro, si todo se trata de una especie de "recuerdo", más o menos inconsciente según los casos (yo recuerdo cosas que aún a día de hoy no puedo dominar), quedamos absolutamente condicionados a las respuestas instintivas de nuestro Ser interior.., produciendo con el tiempo incluso un desequilibrio físico.

Llevo años diciéndolo: todo esto, que pasa a formar parte de esa especie de "pozo sin fondo" de contenidos espirituales a los que normalmente no tenemos acceso, y que yo llamo "La Sombra", debe ser integrado, y no reprimido. Yo, y las circustancias que me hicieron sufrir, deben ser identificadas, integradas, asumidas y sanadas. La Memoria Celular son nuestros "karmas" actuales o acumulados según la Ley de Acción-Reacción: ante la misma (¡o parecida!) acción, nuestro Ser repite la misma reacción de una forma completamente inconsciente, desde lo más profundo de nuestras entrañas. E incluso aunque hayamos "visto" de qué problema se trata, mediante regresión y otras técnicas.., aunque hayamos comprendido y aprendido perfectamente que ante esa acción no nos funciona el reaccionar de esa forma absurda e incomprensible.., ¡tendemos a hacerlo!

El presente es todo cuanto tenemos. No podemos vivir condicionados por memorias celulares de los hechos que ocurrieron en un pasado remoto, que ni siquiera existe. Hay que tomarse muy, muy en serio todos esos patrones inconscientes de conducta improductiva que nos impiden la creatividad, el crecimiento, la autoexpresión de lo que realmente somos.

¡Muchos besotes a todos y a todas!

 

jueves, 3 de julio de 2014

Larimar: mirando hacia dentro

Estaba esta mañana, antes de ponerme a la tarea, leyendo un artículo de una compañera de fatigas en Facebook (la comunidad Facebook de Trece Lunas), acerca de la necesidad de mirar hacia dentro de vez en cuando (ella lo enfocaba desde el punto de vista de la energía femenina, pero nos pasa a todos). En #DPOP14 nos insistieron mucho, y a menudo, sobre el hecho de permanecer en la tristeza el tiempo que fuera necesario para fortalecerse uno mismo. Y sin embargo, es el estado o emoción del que la gente con más rapidez quiere despojarse. Parece que, efectivamente, tiene muy mala prensa la tristeza, y que nadie quiere detenerse en ella. Es como si tuvieras que salir de ahí a toda velocidad porque resulta políticamente incorrecto estar triste.

En #Civesm nos lo explicaron muy, muy bien: la tristeza es una emoción que suele seguir a la ira. ¡Doy fe! Es un estado que se manifiesta a consecuencia de algún tipo de pérdida de un vínculo... Por supuesto, y dentro de esta acepción, incluye el sentimiento de ser dejado de lado, o la sensación de "no pertenecer". Puede darse también porque uno no sabe lo que le pasa, o porque no es capaz de comunicar sus verdaderos sentimientos al otro, o porque hemos perdido a algún ser querido. La tristeza ejerce su dominio cuando tenemos sueños, esperanzas e ilusiones rotas, o a consecuencia de algún tipo de fracaso, o porque perdemos nuestra autoestima.

¿Cómo actuamos ante la tristeza? Fundamentalmente, existen dos formas humanas de hacerlo: o bien nos acercamos a algún prójimo en busca de consuelo y/o auxilio, o bien nos retraemos en nuestro mundo para hacernos cargo de nuestra pérdida. De una forma o de otra, afrontar el dolor es lo que hay que hacer, así que ahora os cuento una reflexión personal con respecto a esto, asociada a la recomendación de una piedra muy apropiada para estos casos: el Larimar.

El coaching se enseña que la corporalidad de la tristeza es muy evidente: hombros echados hacia delante, párpados entrecerrados, cabeza baja, pesadez de movimientos, piernas juntas... La persona evidencia cierto cansancio, apatía, a veces pérdida de apetito, pesimismo y exceso o falta de sueño. Insisto: no es malo permanecer durante el tiempo necesario en esta especie de "recogimiento" (cuando la cosa se cronifica eso ya es depresión, que es muchísimo más peligrosa), porque la tristeza nos avisa de la necesidad de volver al interior (al alma) para amarnos a nosotros mismos y recuperar la sensación de plenitud propia tras una pérdida.

Analizando y analizándome, llegué el otro día a la conclusión de que lo que estoy necesitando en estos momentos es un buen Larimar cerca del corazón.

El larimar es una piedra preciosa y mística, del color del agua del mar caribeño, infinitamente suave, consoladora y delicada... También conocida con el nombre de Pectolita Azul, es ideal para trabajar temas relacionados con las profundidades del espíritu por su relación con la actividad volcánica (Plutón) de la que procede. En este caso particular, ya que estamos hablando de tristeza, recomiendo situarla en forma de colgante, sobre el corazón. Otorga calma y equilibrio en medio del recogimiento que conlleva la pérdida, y sana los traumas que nos afectan.

Ante un duelo, ante algún tipo de tristeza o de pérdida, el larimar actúa estimulando, devolviéndote tu creatividad perdida. También otorga fortaleza (esto es muy curioso, porque nadie diría, viéndola, que se trata de una piedra especialmente fuerte). Y sobre todo, es especialmente necesaria ante las conductas de autosabotaje, porque te lleva a franquear tus propios límites. El larimar restaura la feminidad innata de las mujeres desde el emponderamiento, pero también es muy buena para los hombres (rescata, sana y pone en marcha su lado femenino).

¿Qué tipo de problemas te puede provocar la pérdida, y su correspondiente estado de ánimo, la tristeza? Pues puede apartarte de tu camino, evitando que cojas las riendas de tu vida desde tu propia esencia (cuando das mucho o das más a los demás de lo que debieras, y los demás no te restauran, reconocen o agradecen esa energía); también puede alterarte y ponerte "rabiosa", porque en el fondo las pérdidas de energía, al basarse en una injusticia inmanifestada muchas veces, te hacen caer en la ira; por supuesto, puede desequilibrarte y hacerte perder tu armonía (estás reclamando algo que no se te concede); y finalmente, puede tirar por tierra tu parte femenina intuitiva y creativa, que es muy vulnerable al rechazo hacia su propio reconocimiento y aceptación por parte de la parte masculina.

¿Alguna habéis experimentado alguna vez estos síntomas? ¡Apuesto a que sí!

 El larimar no sólo calma, consuela y sostiene: el larimar sana. Cura estas heridas del corazón que nos llevan, indefectiblemente, a la tristeza. Te permite "pasar" de los que de ti pasan, y te facilita el reconectarte con el inmenso amor que te debes a ti mismo.

... Conclusión: me resulta muy, muy evidente que en estos días en los que Mercurio todavía está estacionario, se hace preciso tomar la escoba y, con muchas ganas y dedicación, ponerse una a barrer el templo interior hasta que no quede ni un átomo de basura (cosas de mi Ascendente en Virgo, que me digo yo).

Pues en ello estamos.

¡Un besote!