Aparecen en mi consulta a menudo, así que no soy ajena a este tipo de experiencias, de síntomas... Quiero decir que, además, yo misma las he experimentado (y las experimento) en mis propias carnes. Estamos muy acostumbrados a "obviar el cuerpo": es algo tan nuestro, tan habitual, tan normal, que no tenemos en cuenta la importancia de la realidad espiritual que lo mantiene y sustenta. La presencia del cuerpo la tomamos como un hecho irrefutable: no nos damos cuenta de que el cuerpo es una dimensión más de la manifestación espiritual completa que somos.
Y así nos va: de vez en cuando, surgen con violencia, con fuerza. Se manifiestan en forma de enfermedades repentinas y raras, dolencias inexplicables para la ciencia médica, lesiones "muy oportunas", heridas que duelen y que no existen, etc. ¡Todas esas cosas un poquito extrañas son muy, muy habituales en mi trabajo de cada día, y hoy quiero hablar sobre ellas!
... Me estoy refiriendo a los fenómenos que producen en nuestra mente, cuerpo y espíritu nuestras memorias celulares.
El universo físico que experimentamos está completamente influenciado por nuestro sistema de creencias. Y en la memoria de nuestras células, como en una plancha de plomo, está grabada la suma de todas las experiencias que hemos tenido alguna vez en dicho universo físico. Cada parte del Todo (y una célula es una parte del Todo que ya, como individuos, somos) contiene todos los datos de la manifestación holística que nos es propia. Por decirlo de forma más directa: cada persona es como un conjunto de acciones, elecciones y circunstancias acumuladas en su propia y personal cuota de espacio-tiempo. Como si se tratara de una "taquilla" que contiene todos los datos de múltiples vidas asociadas, el resultado es un SER que íntegramente opera según las creencias que ha acumulado en sí mismo, a través de sus variados papeles y experiencias vitales.
Las células de tu cuerpo tienen memoria. Son capaces de registrar todo lo que has vivido en múltiples experiencias de vida. Toda esa información, almacenada en nuestra memoria celular, en la forma de emociones, conceptos y paradigmas entremezclados, genera una especie de carga bioeléctrica que permanece. Cuando en la "vida actual", nos ponemos en contacto con alguna cosa que guarda un parecido, o que tiene relación con la temática "guardada", este asunto dispara como un resorte una cascada de neuroquímicos que nos hacen sentir exactamente de la misma forma que nos sentimos en el momento en el que se guardó la información.
Reprimimos muchísimas cosas: traumas, conflictos, experiencias cumbre, pesares, pérdidas, asuntos sin resolver, etc... Todas estas cuestones nos generan altos niveles de estrés, y por ese mismo motivo, lo habitual es que las sepultemos bien profundo, donde no puedan hacernos tanto daño. Generalmente, van a parar a lo hondo de nuestro inconsciente, donde reside el conocimiento de las memorias de nuestro pasado y de nuestros antepasados.
Físicamente, cuando existe algo que nos "gatilla" esas represiones internas, se activa en nosotros una reacción defensiva inconsciente... Fisiológicamente, esto se traduce en una anulación de la parte frontal del cerebro (la responsable de las acciones creativas destinadas a la vida corriente); por ese motivo, la persona pasa a estar condicionada por la programación del "cerebro posterior", que nos ayuda a defendernos en situaciones de miedo, amenaza, dolor, etc. Ante una situación de peligro real, el proceso es apropiado, adecuado y útil; pero si no existe ese peligro, si todo se trata de una especie de "recuerdo", más o menos inconsciente según los casos (yo recuerdo cosas que aún a día de hoy no puedo dominar), quedamos absolutamente condicionados a las respuestas instintivas de nuestro Ser interior.., produciendo con el tiempo incluso un desequilibrio físico.
Llevo años diciéndolo: todo esto, que pasa a formar parte de esa especie de "pozo sin fondo" de contenidos espirituales a los que normalmente no tenemos acceso, y que yo llamo "La Sombra", debe ser integrado, y no reprimido. Yo, y las circustancias que me hicieron sufrir, deben ser identificadas, integradas, asumidas y sanadas. La Memoria Celular son nuestros "karmas" actuales o acumulados según la Ley de Acción-Reacción: ante la misma (¡o parecida!) acción, nuestro Ser repite la misma reacción de una forma completamente inconsciente, desde lo más profundo de nuestras entrañas. E incluso aunque hayamos "visto" de qué problema se trata, mediante regresión y otras técnicas.., aunque hayamos comprendido y aprendido perfectamente que ante esa acción no nos funciona el reaccionar de esa forma absurda e incomprensible.., ¡tendemos a hacerlo!
El presente es todo cuanto tenemos. No podemos vivir condicionados por memorias celulares de los hechos que ocurrieron en un pasado remoto, que ni siquiera existe. Hay que tomarse muy, muy en serio todos esos patrones inconscientes de conducta improductiva que nos impiden la creatividad, el crecimiento, la autoexpresión de lo que realmente somos.
¡Muchos besotes a todos y a todas!
¡Muchos besotes a todos y a todas!
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