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jueves, 14 de octubre de 2010

Saga de Astrea 36-fanfic Caballeros del Zodíaco

Desde julio del año pasado no volví a escribir nada sobre este fanfic.

Una buena amiga, en pv, me ha pedido que hoy lo retome, y que vuelva también a tener en consideración la idea de mi anterior nick, Andrómeda, y de este mismo blog.

... Me ha obligado a leer algunas cosas que escribí hace tiempo.., y ha vuelto a ponerme en mi camino con sus palabras.

Así que hoy hablaré sobre Shun de Andrómeda y lo que este personaje de Saint Seiya me sugiere. Si eso es lo que se me pide, plasmaré aquí mi opinión al respecto.

¡Buen fin de semana a todas y a todos!
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"¿Cómo se retoma el hilo de toda una vida?
¿Cómo seguir adelante cuando en tu corazón empiezas a entender
que no hay regreso posible,
que hay cosas que el tiempo no puede enmendar,
aquellas que hieren muy dentro, que dejan cicatriz?"
Gandalf, "El Señor de los Anillos"

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"Es delicado como una esfinge: esa especie tan particular de insecto gris, anaranjado y blanco que a veces se encuentra entre las flores, y a la que también llaman "mariposa colibrí", por la velocidad de su vuelo y por su tamaño.

Su nombre quiere decir algo así como "centella"... Algo latente. Quizá, de alguna manera, "potencia escondida". Quién sabe...

Algunos decían que era el más débil; las malas lenguas entre la Orden lo consideraban, incluso, amanerado. Unos cuantos afirmaban abiertamente que, sin duda, debía de ser homosexual. Era vox populi su aversión por la violencia y la sangre; un rasgo que, aparentemente, lo calificaba a primera vista como inútil dentro de un ejército como el de los Caballeros.

Otros, sus defensores, hablaban con admiración de su siempre firme voluntad de no hacer daño a nadie. Unos pocos, entre los que se encontraban sus más allegados, aseguraban que tenía mucho más poder del que él mismo era consciente.

Ahora bien: fue el único de los Caballeros de Bronce capaz de derrotar, por sí solo, a un hombre de mayor categoría que él, como fue el Santo de Piscis.

Andrógino, silencioso, reservado... Hasta cobarde en ocasiones. Siempre escondido bajo la sombra de su hermano, el poderoso, el ardiente, el oscuro. Culpable por haber permitido que aquél tomara bajo su mano el destino más duro, que la suerte había reservado para él mismo. Culpable por sus silencios y por llegar siempre tarde a sus citas con la batalla. Culpable por fragilidad y por exceso de duda. Culpable de melancolía y de lágrimas...

Culpable.

Siempre culpable.

Su maestro se llamaba Albiore, que significa "inocente", y combatió bajo sus órdenes por conseguir la Armadura de Bronce de Andrómeda, que ahora es su símbolo. Para ello tuvo que pasar la llamada "prueba del sacrificio". El sacrificio pende de su alma siempre.., está encadenado a él. Encadenado como permanece a una medalla que siempre lleva, y que asegura era de su madre, a la que nunca conoció. Un pentágono inscrito en un círculo. Una sola leyenda, "Siempre Tuya".

¿Quién aseguró los eslabones de tus mortales cadenas, Caballero Encadenado, para que siempre tengas que llevar la muerte a tus espaldas, aún a pesar tuyo?

Culpable.

Se decía de Albiore, su maestro, que era tan poderoso como los Caballeros de Oro... Él siempre respetó y apreció la bondad y la nobleza de éste su discípulo... Traidor al Santuario, como le denominaron, precisamente por pretender ser neutral, sucumbió al veneno turbio del Escorpión cuando intentaba defender a su isla y a sus protegidos.

Con la ayuda de Piscis, claro está: agua y más agua para anegar la tierra.

¿Qué secreta desesperanza se esconde tras las brumas de tu mirada verde y soñadora, Shun?

Nadie lo sabe. Ni siquiera Hyoga, el astuto, el certero, el inspirado, podría decirlo.

Shun de Andrómeda: eres como una araña madre que se retuerce, con el alma en vilo, en medio de su teleraña de cadenas. Húerfano de la inmensidad del tiempo, a pesar de tu hermano; huérfano de la soledad: siempre esperando que un sacrificio te quite de encima el peso de toda esa culpa nebulosa que cargas abiertamente sobre tus pequeñas espaldas.

El niño del alma más pura... El último de entre todos los Caballeros. El que cierra el Círculo de las 12 Casas.

Un niño de ojos verdes que recoge conchas muertas en la arena de una playa infinita.

Un niño.., o quizás una niña.., ¿qué más da?

Un hombre crucificado, encadenado, con los brazos abiertos y la cabeza del revés, esperando pacientemente a que sólo su fuerza interior, su poder divino inextinguible, consiga salvarlo, en el último momento, del mar embravecido que todo, todo, todo se lo lleva por delante.

Sólo la Tormenta...

Culpable...

La Tormenta Nebular.

Culpable.

Sí, la Tormenta Nebular: esa técnica tuya que es siempre el último recurso; esa furia convocada que podría aniquilar tu propia alma, si te descuidas. El grito pavoroso de todos los mártires, de todas las víctimas, de todos los culpables. El aullido imperecedero de los que portan sobre sus espaldas el peso de todas las culpas. El grito de Cristo, el alarido de la bruja, el crujido del parto, el desgarrado bramar de las reses votivas. Un sólo destello, "centella", para concentrar en este grito todo el Dolor del Mundo.

¿Por qué cargas sobre tus espaldas, Encadenado Caballero, tanto sufrimiento?

¿Por qué? ¿Qué oscuro Dios, qué terrible designio, te lo exigió?

Eres dolor puro hecho pedazos; tu energía es la Tormenta condensada de todos los aullidos, de todos los asesinados, de todas las sangres, de todos los torturados y torturadores del mundo. Puedes quemar tu aliento vital en tan sólo un segundo, sin necesidad de ningún arma.., "centella", "potencia escondida": Tormenta Nebular.

Éste es el valor real del Sacrificio. El valor real del Sacrificio que nadie comprende. Que todo el mundo ignora. Que los que no se sienten culpables ni siquiera se atreven a cargar sobre sus espaldas.

¡Siempre culpable!"

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