Esta semana comprendí una cosa muy importante: todos somos maestros de todos.
Nadie, por mucho título que tenga en ninguna materia, ha acabado de completar su aprendizaje en esta hermosa ruta que llamamos vida.
Cualquiera puede enseñarte cosas maravillosas. Todos estamos aquí para eso: para enseñarnos los unos a los otros en formas diferentes, con enseñanzas ocultas y escondidas, de difícil comprensión aparente...
Cuando una persona se abre más y más hacia arriba, y hacia el resto de la gente, normalmente empieza a ver lo que antes consideraba duelos y quebrantos, como oportunidades y valiosas enseñanzas. Es imposible crecer sin abrir el corazón.
Gracias, Ricardo y Enriqueta (que me envió este escrito) por haber estado siempre ahí.
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"Cuando me amé de verdad, comprendí que en cualquier circustancia yo estaba en el lugar correcto, en la hora correcta, en el momento exacto...
Entonces, me relajé.
Hoy, sé que eso tiene nombre.
AUTOESTIMA.
Cuando me amé de verdad, me di cuenta de que mi angustia y sufrimientos emocionales no pasan de ser una señal de que voy en contra de mis verdades.
Hoy, sé que eso es AUTENTICIDAD.
Cuando me amé de verdad, dejé de desear que mi vida fuera distinta, y comencé a ver que todo lo que sucede contribuye a mi crecimiento.
Hoy, a eso le llamo MADUREZ.
Cuando me amé de verdad, comencé a entender cómo es ofensivo forzar alguna situación, o a alguien, sólo para realizar mis deseos, aún sabiendo que no es el momento, o que la persona no está preparada.
Hoy sé que el nombre de esto es RESPETO.
Cuando me amé de verdad, comencé a despojarme de todo lo que no fuera saludable: personas, tareas... De todo, de cualquier cosa que me desanimara. En principio, mi razón me llamó la atención acerca de tamaño egoísmo...
Pero hoy sé que se llama AMOR PROPIO.
Cuando me amé de verdad, dejé de temerle a mi tiempo libre, y de hacer grandes planes. Abandoné proyectos a muy largo plazo. Hoy hago lo que considero correcto, lo que me gusta, cuando quiero y a mi propio ritmo.
Hoy sé que eso es SIMPLICIDAD.
Cuando me amé de verdad, desistí de querer tener siempre la razón, y con eso cometí menos errores.
De esta forma, descubrí la HUMILDAD.
Cuando amé de verdad, dejé de revivir el pasado y de preocuparme por el futuro. Ahora me mantengo en el presente, que es donde la vida realmente ocurre. Hoy vivo sólo un día a la vez...
... Y eso es PLENITUD.
Cuando me amé de verdad, entendí que mi mente puede perturbarme y decepcionarme, pero que cuando la coloco al servicio del corazón se torna una enorme y valiosa aliada.
De esta manera, comprendí que todo esto es SABER VIVIR".
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1 comentario:
Hola!
Has hecho unas buenas y maravillosas reflexiones, las cuales nos sirven para SABER VIVIR
Felicidades.
Estoy en este sitio si te apetece http://pattsfunhechizosinfalibles.blogspot.com/ GRACIAS
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