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jueves, 4 de junio de 2009

Meditando para encontrar la felicidad

A lo largo del último mes, ya habéis sido varios los que me habéis comentado que os han recomendado, por problemas de salud, por estrés acumulado, o simplemente porque queréis mejorar vuestra calidad de vida, que os iniciéis en "eso de la meditación". También creo percibir que muchos de los que me lo habéis dicho guardáis aún ciertos reparos, porque intuyo que pensáis que eso de la meditación es algo tan, tan, tan trascendental, que sólo está reservado a unos pocos elegidos.

Nada más lejos de la realidad.

Comentario de mi madre cuando de pequeñita me quedaba absorta, con la mente en blanco, mirando hacia el infinito y sin pensar en nada "Desde luego, esta niña cada vez es más rara; se va a quedar tonta. ¿Qué es eso de que uno puede estar sin pensar? (algo así decía, recuerdo XDDD)". A lo que mi padre respondía también algo así como "¡Pues yo lo hago muchas veces!".

Meditar, pues, no consiste en ponerse a pensar sesudamente en la cuadratura del círculo o en el sexo de los ángeles; más bien, es una técnica que permite aquietar la mente frente al bullicio externo (e interno), para encontrarnos con la esencia más pura: lo que verdaderamente somos, una cita con nosotros mismos.

La meditación fomenta la paz interior, y a través de ella (de ese ciertamente "estar centrados"), es más fácil ser felices, ir en pos de nuestros objetivos, evolucionar como seres humanos plenos. Me importa un carajo lo que diga la sociedad de consumo: una persona cansada, agotada, que todo el día está yendo de acá para allá completando su agenda y atendiendo compulsivamente a sus compromisos, no es una persona del todo sana, ni está "en sí misma".., luego tampoco puede ser completamente productiva. Esto es como la pescadilla que se muerde la cola. Nos hemos acostumbrado a dar por válidas muchas estupideces impuestas por quién sabe qué intereses que, definitivamente, no son los nuestros. Como que es vago aquel que duerme más de 8 horas, y lindezas por el estilo.

No nos dejemos engañar por los intereses de otros: nunca serán los nuestros.

Cuando nuestros pensamientos se dispersan en múltiples direcciones, la pérdida energética de nuestro organismo puede llegar a ser brutal. Así aparecen luego las enfermedades, sin previo aviso, respondiendo en la mayoría de los casos a abusos anteriores que, incluso, hemos podido olvidar. Querernos, respetarnos, cuidarnos a nosotros mismos debería ser la primera de nuestras obligaciones. No se puede estar con los pies en la tierra si estamos todo el día con la mente en las nubes.., atendiendo problemáticas de todo tipo que, en muchísimos casos, incluso nos son ajenas.

Lo mejor que hace la meditación es concentrar nuestros pensamientos, para que nos enfoquemos en lo que deseamos. Si a este redescubrimiento de nuestro Yo, le añadimos el control consciente de nuestro cuerpo; la posibilidad de potenciar nuestras facultades mentales; y el mejor aprovechamiento de nuestras potencialidades naturales, nos encontramos con una excelente herramienta para encontrar el éxito en nuestra agitada vida diaria. Ese éxito que no consiste en cada vez tener más (más fama, más dinero, más poder) sino, más bien, en encontrarnos a gusto, en paz y felices con nosotros mismos.

¡Un beso!

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