martes, 28 de junio de 2011
Asturias
"IEIALEL:
Arma mi brazo, Señor
para que construya
con la mirada fija en la Eternidad.
Que mis edificios sirvan para albergar
la felicidad de los hombres.
Pon mi inteligencia al servicio
de la necesidad real
y no permitas que la utilice
para demostrar la certeza de mis prejuicios...
Que mi combate tenga en todo momento
un objetivo útil
a la comunidad a la que pertenezco.
Guárdame, Señor, de la violencia
y haz que en todo momento sea capaz de ceder
antes que destruir.
Desde lo alto de tu morada
guarda memoria de mi".
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"Asturias, si yo pudiera,
si yo supiera cantarte...
Asturias, verde de monte
y negra de minerales.
Yo soy un hombre del sur,
polvo, sol, fatiga y hambre.
Hambre de pan y horizontes.
Hambre.
Bajo la piel resecada
ríos sólidos de sangre
y el corazón axfisiado,
sin venas para aliviarte.
Los ojos ciegos, los ojos
ciegos de tanto mirarte,
sin verte, Asturias lejana,
hija de mi misma madre.
Dos veces, dos, has tenido
ocasión para jugarte
la vida en una partida,
y las dos te la jugaste.
¿Quién derribará ese árbol
de Asturias, ya sin ramaje,
desnudo, seco, clavado
con su raíz entrañable
que corre por toda España
crispándonos de coraje?
Mirad, obreros del mundo,
su silueta recortándose
contra ese cielo impasible,
vertical, inquebrantable
Firme sobre roca firme
herida viva en su carne.
Millones de puños gritan
su cólera por los aires.
Millones de corazones
golpean contra tus cárceles.
Prepara tu salto último,
lívida muerte cobarde:
prepara tu último salto,
que Asturias está aguardándote,
Sola en mitad de la tierra,
hija de mi misma madre,
sola en mitad de la tierra,
hija de mi misma madre,
¡sola en mitad de la tierra,
hija de mi misma madre!".
Víctor Manuel, "Asturias".
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