Regresiones: "Pablo", la historia del hombre que no se permitía crecer

... Le he puesto por nombre "Pablo" pero no es su nombre verdadero, claro está... Muchos de mis clientes se muestran muy preocupados, y siempre me apresuro a asegurarles firmemente que todo cuanto sale de su boca en las terapias morirá conmigo. Me acojo estrictamente, en este sentido, al más rígido secreto profesional, puesto que éticamente no puedo permitirme el traicionar su confianza.

El otro día ya era la cuarta sesión, y la verdad es que no habíamos avanzado mucho.., aparte de que "Pablo" se ponía como una vara, tieso hasta casi rozar el umbral del dolor, y no era capaz de concentrarse lo suficiente como para dejar actuar a su Yo Superior y permitir que éste le guiase... Algo impaciente y quizá frustrada (lo reconozco), le pregunté por qué creía que la terapia regresiva podía ayudarle, y si estaba seguro de querer seguir con aquello. Él me dijo que sí, que sí, y que por favor lo intentáramos una vez más, a ver si esta vez... Aquel alto en el camino dio por fin los resultados esperados: "Pablo" pudo entrar sin mayores problemas en regresión, y averiguó cosas que él mismo calificó como de "muy interesantes".., sobre todo, y bajo mi punto de vista, para su trabajo de profundización en su desarrollo personal.

La historia de "Pablo" es muy normal, realmente: hijo tercero de una familia de clase media, había ya traspasado la barrera de los cuarenta y vivía solo, en un piso que sus padres le habían "prestado". No había formado una familia, como sus hermanas, y trabajaba en un puesto anodino, aburrido, que le deparaba pocas satisfacciones y aún menos posibilidades de crecimiento. Era como si su vida se hubiera quedado estancada en algún punto (calculo que alrededor de los ventimuchos) y no fuera capaz de avanzar por su cuenta.

Es frecuente que me llame gente muy interesada en la terapia regresiva.., y también es frecuente que luego, una vez metidos "en faena", algunos (o muchos) presenten fuertes resistencias a obtener resultados con dicha técnica... Yo siempre digo que aquello que más trabajo nos cuesta es lo que nos ofrece mayores oportunidades de crecimiento en la vida. Por ejemplo, desde el punto de vista de la astrología, las cartas astrales "fáciles", con muchos trígonos o grandes trígonos, generalmente plasman vidas cómodas, felices, pero un poco anodinas y sin grandes oportunidades de trascendencia. No son buenas ni malas: simplemente no representan vidas de grandes retos existenciales. Con la terapia regresiva pasa lo mismo: es una técnica que plantea un enorme reto al individuo, y reconozco que resulta excesiva para una gran parte de la población, la cual le tiene un miedo atroz porque implica, precisamente, el enfrentarse a aquello que más daño nos hace interiormente.

En aquella sesión, "Pablo" se vio a sí mismo como un joven que había vivido, teóricamente, en algún momento indeterminado del pleno renacimiento barcelonés. Vamos: si la memoria no me falla, supongo que para aquel entonces se acababa de "descubrir" América, e imagino que toda España debía ser como un hervidero de impulsos culturales, políticos, económicos y religiosos muy, muy trascendentales, y que tendrían una enorme repercusión en los años por venir. El caso es que "Pablo" me contó una historia muy bien hilada (suponiendo que su inconsciente no se la inventara: con la terapia regresiva nunca se sabe), en la que él era el tercer hermano de una familia de comerciantes no demasiado prósperos (nótese el paralelismo con su vida actual); habló de que su familia no podía permitirse más que su ingreso en una orden monástica (a pesar de que sus deseos se inclinaban más bien por viajar, y por las nuevas oportunidades que parecía ofrecer a los jóvenes aventureros el Nuevo Mundo); comentó amargamente su frustración por este particular, por este "destino cruel" (como él mismo lo llamo) que le obligaba a tomar los hábitos y recluirse, en vez de embarcarse hacia las Américas... Cuando pudimos comentar el desarrollo de aquella regresión, "Pablo" se mostró convencido de que tenía una especie de "trauma" interno, que bien podía obedecer a aquella supuesta realidad anterior a esta vida que en la terapia había aflorado. Se mostró muy dispuesto a seguir profundizando en la terapia regresiva, y consiguió incluso hilar varios sentimientos y emociones que había experimentado durante la regresión, con otros que reconocía como recurrentes a lo largo de su vida (afirma que, incluso, desde su niñez).

... En fin: servidora ha archivado este caso (aunque todavía seguimos con la terapia, y no puedo predecir cuáles serán los resultados finales, a priori) con el nombre de "Pablo, el que no se permitía crecer".., porque entiendo que, de alguna manera, el problema de mi cliente tiene que ver con alguna prohibición interna, con alguna frustración profunda que, en su nivel incosciente le "obliga", aparentemente, a resignarse a experimentar una vida átona, que él ni tan siquiera ha elegido, y ante la cual, hasta el momento, no ha podido encontrar recursos internos suficientes como para cambiar, intentando de esta forma variar el curso de los acontecimientos.

... Me pregunto cuántas, cuántas personas se encuentran en la situación de "Pablo"... Cuántos de nosotros nos vemos presos de condicionamientos internos de los cuáles no sospechamos ni siquiera su existencia...

Ummm: yo conozco a algunos y algunas muy, muy cercanos, por cierto: eso me temo... :-/

¡Saludos, y muchos besotes a todo el mundo!