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Dado que Corsario Sideral me preguntó ayer sobre esta gema, voy a explicaros un poquito aquí mismo ;-). Es una de las más bonitas, de las que más me gustan. Lo curioso es que antes, hace pocos años, ni fú ni fá.
Pero últimamente, desde el último año más en concreto, esta piedra ha llegado al punto de fascinarme.
La belleza del lapislázuli, como piedra, es espectacular. Es en realidad una roca, compuesta por lazurita, wollastonita y calcita, y pirita. No es muy dura (un 5,5 en la escala de Mohs) y presenta brillo vítreo. Prácticamente todo el lapislázuli utilizado en la Antigüedad en Eurasia se obtenía de canteras situadas en las montañas de Afganistán, las cuales todavía son explotadas con procedimientos muy similares a los utilizados hace miles de años. Su color azul se consideraba símbolo de pureza, salud, suerte y nobleza, lo que motivó que fuera utilizado por egipcios, babilonios y asirios para aderezos y máscaras funerarias. De hecho, era una piedra sagrada para los egipcios. La utilizaron en sus templos porque creyeron que era una piedra del cielo (por su color que parece al cielo nocturno, con manchitas plateadas/doradas que parecen estrellas). Dicen que los ángeles regalaron a la Humanidad, mediante Moisés, las Leyes Divinas en piedras de lapislázuli.
En América, también los incas y otras culturas precolombinas explotaron hace 2000 años yacimientos en Chile, en la zona de Ovalle, utilizándolo en máscaras y ornamentación. El polvo del mineral, la azurita o lazurita, proporcionaba un pigmento azul, muy reputado entre los grandes pintores del Renacimiento por su durabilidad. Leonardo da Vinci, Alberto Durero y Fra Angélico se referían al polvo de lapislázuli como «oro azul». En esa época, su precio igualaba al del oro.
En la actualidad se sigue empleando en joyería, siendo Chile el mayor exportador de este material.
Dicen que el lapislázuli clarifica nuestros pensamientos cuando nos encontramos rodeados de caos. Así, puede guiarnos en la toma de decisiones, o simplemente en la organización de ideas o planes. Nos ayuda a tomar conciencia de cuáles son nuestros verdaderos problemas, y nos ayuda a solucionarlos.
Es un cristal óptimo para desarrollar la capacidad de comunicación. Desbloquea el chakra de la garganta, pero también el del Tercer Ojo, el Esplénico, y el de la Corona. Nos permite escuchar correctamente nuestro Espíritu Interior, y promueve nuestra relación con el Todo. Es un buen estabilizador psíquico, que permite discernir claramente entre realidad y fantasía, entre intuiciones espirituales y sueños mentales. Despierta la mente a una conciencia superior, atrae la fortuna y la fama, y cura especialmente las afecciones del hígado y del bazo.
El lapislázuli señala el camino de la iluminación, y ayuda a la apertura del Tercer Ojo. Era popular entre los antiguos alquimistas, y se utilizaba en medicina, cosmética y pintura. También se creía que otorgaba habilidad, éxito, favor divino, sabiduría de anciano, y que curaba los dolores de garganta.
La antigua ciudad de Ur ya mantenía un floreciente comercio de lapislázuli en el cuarto milenio a.C, y aparece en varios pasajes del Libro de los Muertos egipcio como piedra de inscripción. Era una de las piedras que figuraban en el bíblico “Peto del Juicio” de Aaron (Éxodo: XXVIII, 15-30). Los romanos creían que era un poderoso afrodisíaco. En la Edad Media se creía que mantenía los miembros sanos y liberaba el alma del error, la envidia y el miedo.
Cuando se introdujo por primera vez el lapislázuli en Europa, se le llamó ultramarino, que significa "más allá del mar". El lapislázuli molido, mezclado con aceite, era el secreto del azul en el ultramarino: el pigmento con el cual los pintores solían pintar el mar y el cielo hasta el siglo diecinueve.
El lapislázuli viene en segundo lugar en cuanto a popularidad en la joyería de hombre... Está considerado un "Maestro de Luz": es la piedra de la sabiduría, de la verdad, de la integridad y de la iluminación. Es protector contra los ataques psíquicos externos. Piedra Yang (o sea, masculina), es un importante activador de energía. El lapislázuli establece relaciones de amor y amistad, y ayuda a expresar los sentimientos y emociones. Te anima a hacerte cargo de tu propia vida.
Entre sus propiedades medicinales, destaca su capacidad para reforzar el sistema esquelético y activar la tiroides; su poder para dotar de mayor vitalidad al organismo e incrementar su fuerza; su facultad para aumentar la virilidad y desterrar las migrañas; y su potencia para desterrar la depresión, la tensión y el estrés.
A otro nivel, potencia el trabajo con los sueños si lo colocas debajo de la almohada; aumenta la expresión creativa del individuo; es protector contra los ataques psíquicos externos, los bloquea y devuelve la energía a su fuente; incrementa la comunicación con el Yo Superior y los Espíritus Guía; y abre la mente a lo Divino, enseñando el poder de la palabra hablada.
Personalmente puedo decir que esta piedra atrae amigos, permite controlarte mejor y aprender a mantener la calma con mayor facilidad, y hace crecer de forma exponencial tu capacidad de concentración. Así que ya sabe, amigo/amiga: ponga un lapislázuli en su vida.., ¡verá qué maravilla! ;-)
¡¡Besotes!!