"Vi el mar. El océano. Estaba en la orilla, pero no llegaba a verme a mí misma, como si estuviera anulada o no existiera. El agua se abrió, y surgió de ella una mujer. Era altísima, impresionante, hermosa. Vi que todo su cuerpo estaba recubierto de escamas, a medias plateadas, a medias celestes.
Se alzó sobre una enorme cola de pez, que ondulante la acercó a la orilla. Según ganaba terreno, la cola de pez se convirtió en dos bien torneadas piernas. Las escamas, que podía ver al detalle, se volvieron menos azules, una mezcla de dorado y plata, así como todo su cuerpo, sus largos cabellos, la sombra de ojos de sus párpados, sus labios carnosos y sensuales, sus pechos altivos.
Estaba completamente vestida de plata y oro. Su cuerpo era magnífico, impresionante. Sus ojos transmitían coraje, poder, sabiduría, pero también una gran benevolencia y protección. Vi piedras preciosas en sus manos: esmeraldas, rubíes.., aunque lo que me llamó la atención fue un anillo con una inmensa aguamarina en forma de corazón. Hilos de perlas caían de sus caderas, su pubis y sus pechos. Pensé que estaba embarazada, pero sólo era la luz de un latido que se adivinaba a través de su vientre. Estaba, en la arena, subida sobre una concha, con una gran perla en medio.
Me sonrió, y me entregó una caja de madera con una rosa blanca grabada en ella. La abrí, y descubrí que guardaba un corazón humano. Estaba casi negro, del color del hígado malogrado, y hasta olía mal. Ella le puso las manos encima, y una luz perlada, mitad oro mitad plata, se derramó sobre él. El corazón se volvió de un intenso color rubí. Ella lo metió en mi pecho, y sentí el enorme calor que desprendía. Miré a su alta frente, y creí que llevaba un disco sobre los cuernos de Hathor. Pero me di cuenta de que me equivocaba: era un disco dorado-plateado, como una luna llena, pero los cuernos eran los de Capricornio.
Oí los acordes de una guitarra española. Vi en la playa sentado a un joven, tocando, sobre una silla de enea. Vi a una bailarina española bailando en la playa esos acordes, vestida completamente de rojo, pero sus zapatos eran negros. Luego, se oyó una flauta, y vi a otro joven, de cabellos negros y ensortijados, tocando la flauta doble de pan. Me vi a mí misma, de repente, como una sacerdotisa cretense. Mi vestido era de volantes rojos y negros, dejaba los senos al descubierto, y llevaba serpientes vivas, de oro y plata, enroscándose alrededor de mis piernas y de mis brazos.
Entonces ella, la Dama del Océano, me entregó un frasquito pequeño, como una perfumera egipcia. Dentro residía una luz celeste y plateada, como un líquido y a la vez un éter, una esencia. Sin palabras, me comentó que todo había ocurrido así porque no había amado a la tierra, no había amado ni respetado a la Madre, la había repudiado, y no la había venerado. Me dio a beber aquel líquido, y me enseñó a derramarlo sobre la tierra, el mar y todas las criaturas. Vi que ahora era yo la que llevaba puesto en la mano el anillo con la enorme aguamarina en forma de corazón".
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Meditación lunar del martes 15 de junio de 2010. Segunda lunación seguida en mi Casa 8, también la experimenté en mayo. Sol-Luna conjuntos a Saturno en Tauro, cuadratura a estelio en 12 (Sol-Marte-Plutón-Mercurio), trígono a Urano en Virgo. Hoy, oposición Venus natal-Luna en tránsito en Cáncer, contra Luna-nodo norte en Capricornio.
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