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miércoles, 16 de julio de 2008

Ylang-Ylang: el árbol del perfume


Hoy es el santo de mi madre, y como siempre, lo celebramos, es tradición en mi familia, aunque no somos especialmente practicantes de ninguna religión habida ni por haber, creo yo... El caso es que pensé en comprarle una pulsera Rayma. Ya sabéis, ésas que supuestamente tienen propiedades antireumáticas, porque llevan en su interior imanes o algo así. No sé si son efectivas realmente, pero son bonitas, y ésta sustituye las dos bolitas de los extremos por dos cuarzos rosas idénticos a los que llevo yo desde hace 5 años (otro día hablaré más sobre los minerales y sus aplicacioines). Bueno, en fin: que en la farmacia, me llamó la atención un frasquito azul de aceites esenciales de Ylang-Ylang. Lo he comprado porque una de las cosas que más me gustan son las flores, las plantas y sus propiedades. La esencia es absolutamente pura, destilada de forma artesanal, y aquí paso a comentaros sus propiedades.

El Ylang-Ylang, de nombre científico Cananga Odorata, es un árbol originario del Asia tropical. La esencia se obtiene de la destilación de sus flores (las de color amarillo generan, al parecer, aceite de la mayor calidad). A nivel puramente físico, se emplea como un excelente afrodisíaco. Alivia el insomnio, el nerviosismo provocado por la falta de confianza en uno mismo, afronta el estrés de cualquier situación dura, trabaja contra la depresión, la taquicardia, la hipertensión, y estimula el sistema nervioso central. Asimismo, estimula el crecimiento del cabello si lo aplicamos con masajes sobre el cuero cabelludo. Mitiga los trastornos estomacales y del intestino, pero un uso excesivo puede provocar jaquecas, naúseas o irritaciones sobre la piel inflamada.

A nivel esotérico, parece que trabaja sobre el cuarto chakra, el del corazón, abriéndonos a un entendimiento más profundo con los demás, infundiendo paz y calidez, desterrando los miedos arraigados, el pánico o la ansiedad profundas. Nos llena de una energía amorosa sin límites.
Los Dayaks de Borneo han bautizado a esta flor con el nombre de Kananga, "flor de flores". Los indígenas también utilizaban las flores mezcladas con aceite de coco para proteger su cabello de la acción corrosiva del agua del mar (esta mezcla se conocía con el nombre de Bori-bori, y es excelente para cuidar la piel, así como para ahuyentar a las serpientes y los insectos).El aceite de Ylang-ylang se usó como artículo de lujo muy cotizado en la Europa del siglo XIX, para el cuidado de las manos y el cabello.

En 1873, el físico francés Gal estudió sus propiedades terapéuticas, llevando a cabo ciertas investigaciones, y concluyó que era un extraordinario antiséptico, pues ayudaba a combatir la malaria, el tifus y otras fiebres. Además de usarse como aceite desinfectante y curativo para problemas de piel.
La esencia de esta flor se utiliza con frecuencia en la perfumería y está presente en colonias, jabones y aguas de toilette con aromas cálidos y florales. Por supuesto, también es muy apreciada en aromaterapia. Esperemos que sus efectos sean tan intensos como interesantes. De momento, su olor es dulce, generoso, cálido, semejante al del jazmín. Una nota más para todos aquellos interesados en lo natural y en las ventajas que puede aportarnos el mundo vegetal en una sociedad cada vez más alejada de la Naturaleza.
Andrómeda72.

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