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lunes, 16 de septiembre de 2013

Cadena de cabrones

 
 
 
Tranquilos, tranquilas: no estoy mal, ni "encabronada", ni nada que se le parezca. El título de la entrada de este blog corresponde a una mera reflexión, a un pensamiento, a una especie de "toma de conciencia" sobre lo que está pasando actualmente en la sociedad a todos los niveles... Y sí, muy mal: muy mal está la cosa, pero no por lo que todo el mundo cree, comenta, dice, cuchichea en los mentideros de la Corte. ¡No tiene nada que ver con el dinero, con el paro, con la falta de expectativas este asunto!
 
Hace ya algunos años vi una peli sin excesivas pretensiones, que me gustó bastante porque me pareció en aquel entonces una idea muy original. Se llamaba "Cadena de favores", estaba protagonizada por Haley Joel Osment, Kevin Spacey, Helen Hunt y Jon Bon Jovi en los papeles principales, y basada en la novela homónima de Catherine Ryan Hyde. A grandes rasgos, el argumento iba de lo siguiente: un profe de Ciencias Sociales encargaba a sus alumnos a ver si se les ocurría algún método novedoso para cambiar el mundo (a mejor, se entiende). Uno de sus alumnos se toma muy en serio el reto y tiene una idea muy simple, pero muy efectiva: resulta que tiene que ayudar a tres personas de su entorno más inmediato en conseguir algo que no podrían, por el motivo que sea, lograr por ellas mismas. En vez de cobrarse de alguna manera el favor, el alumno piensa que lo mejor es que cada una de estas tres personas se vea impelida a ayudar, a su vez, a otras tres personas.., y así sucesivamente. ¡Original y curiosa, la iniciativa!
 
Yo estaba convencida de que la sociedad iba a acabar reaccionando en masa ante esta situación dolorosa, pero me olvidé de algo: a veces, para sacar lo mejor de nosotros mismos, tenemos que llegar hasta las puertas del mismo Infierno. Exceptuando una masa crítica de seres ya muy puestos, muy evolucionados, muy conscientes, aquí el que más y el que menos funcionamos a una escala de vibración muy baja (y así nos va). Y la cosa tiende a ir, precisamente, en el sentido contrario al que yo, ilusionadamente, me esperaba. Me explicaré.
 
A mi alrededor por mi trabajo, por mi tarea, por mi experiencia, me llegan multitud de casos de personas que no lo están pasando muy bien precisamente, que digamos... Algunos acusan una crisis existencial profunda; otros parecen navegar en círculos, no demuestran saber por dónde tirar. Otros se encuentran en el paro, o no llegan a fin de mes, o les están explotando en el trabajo, o les han cambiado sustancialmente las condiciones del mismo, y ya no pueden más. Una gran mayoría, con o sin estos condicionantes anteriores, están sufriendo la soledad y el abandono, no son capaces de encontrar a una persona que les complemente, que les estimule, que les ame. Una buena parte están implicados en relaciones destructivas, posesivas, tóxicas o directamente humillantes. En fin: gran parte de ellos presentan una combinación de todos esos factores, y en los casos más graves y urgentes, cuadros de depresión más o menos profunda, alteraciones emocionales y mentales, en algunos casos ya críticos, incluso intentos de suicidio.
 
No nací ayer, la verdad, y puedo afirmar sin ningún género de duda que no había percibido antes una crisis de proporciones tan inmensas. Sigo diciendo, repitiendo, comunicando, transmitiendo, esto: queridos y queridas míos, LA CRISIS QUE VIVIMOS NO TIENE REALMENTE NADA QUE VER CON LO ECONÓMICO. ¡No en primera instancia! Los fenómenos económicos que implica son relevantes, muy relevantes sin duda alguna.., pero no son el origen: sólo son los resultados.
 
Esta mañana he estado observando el panorama con suma, con detallada atención... Ese panorama que digo, a nivel de sociedad de consumo, es cada vez más duro, más caótico. Todo está organizado para que vayamos a la compra como borregos, para que consumamos como borregos, para que paguemos como borregos. ¡Y es que no hay tiempo, no hay tiempo! En eso se basa todo el artilugio, todo el invento éste en el que actualmente estamos sumidos: en nuestra falta de tiempo crónica y enfermiza. ¡Ya se encargan las empresas, los medios de comunicación, los políticos, las instituciones, todo el engranaje en general, de que la falta de tiempo del individuo sometido a esta especie de "carrera hacia ninguna parte" se perpetúe! Porque interesa mucho tener a la gente aborregada, anestesiada y estresada: se les puede esclavizar más y mejor. Se vuelven sujetos dóciles e inseguros, fáciles de dirigir en un sentido o en otro. ¡Eso es lo que conviene, eso es lo que interesa!
 
... Pero no hay "manos negras" reales, no permitáis que se os engañe tan fácilmente: no... En realidad, todo este engranaje es el que hemos permitido, propiciado e ideado nosotros mismos. ¡Parte de nosotros, y es de nuestra entera responsabilidad! Ni los políticos, ni las instituciones, ni los empresarios, ni los medios de comunicación, ni el resto de realidades sociales son una especie de buitres leonados que planean sobre nuestras cabezas para alimentarse de nuestras entrañas. ¡Ni hablar! Yo no he venido aquí a gastar mi tiempo en contaros estupideces, cosas fútiles o mentiras: lo que quiero decir es lo que veo, y lo que veo y tengo que transmitir, es que el tejido social está muy, muy enfermo.
 
Es como un cáncer: un cáncer que se transmite rápida y peligrosamente. Todos, absolutamente todos, como células que somos de este tejido, estamos implicados. Yo misma he sentido cómo el cáncer ha querido corroer mi ánimo: la desconfianza, el desánimo, la avaricia, el miedo de que otro me quitara "lo que es mío", la sensación de injusticia para con mi persona... ¡Es fácil caer en sus redes! Del miedo a la ira, y de ahí al odio, como se decía en Star Wars (y no, no estoy de coña) hay sólo dos pasos... Incluso tan sólo uno, si el personal es de carácter "inflamable" y tiene además poca paciencia.
 
En este plan, tan sólo puede esperarse un resultado: la sociedad entera se convierte en una insoportable "cadena de cabrones". En vez del mensaje que se transmitía en la película que antes mencioné, se fomenta todo lo contrario: vivimos "atacados", de los nervios, irascibles, completamente confundidos, y en lugar de dedicarnos a ayudar al prójimo para que éste consiga alguna cosa que le falta, y que no puede obtener, nos esforzamos en hacerle cada vez la vida más imposible. ¿Que el jefe nos toca la moral en el trabajo? Estupendo, vamos a tratar al "jubilata" de turno como si fuera un ciudadano "de segunda categoría"... ¿Qué nos quedamos en el paro? No hay problema: a intentar trampear lo máximo, a ver si podemos escaquearnos lo más posible de nuestras obligaciones para con la comunidad. ¿Que nos van mal las cosas? Pues nada: a echar la culpa al que toque, según los intereses sociales del momento: a la monarquía, a la república, a los curas, a los judíos, a los políticos, a los banqueros, a los gays, a los gitanos, o al lucero del alba... ¿Que el pariente o la parienta nos pone los cuernos, nos deja.., que no conseguimos lo que sea de tal o cuál persona? Estupendo: a tirarse y abusar de todo lo que se menea.., o bien a volver la agresividad contra uno mismo y pasarnos los días lloriqueando, rebuscando en Internet durante toda la noche en busca del motivo de nuestro amor (?¿?¿ ¿en serio?), acercarnos a rezar a San Judas Tadeo o a San Expedito para que el pavo o la pava que se nos ha metido en la cabeza deje a su pareja, o contratar los servicios de la bruja de turno para que nos haga un "amarre" que nos solucione el problema.
 
... Y la envidia.., ¡la jodida envidia! En vez de mirar lo que tenemos, los dones que nos han sido otorgados, las bondades de las que podemos disfrutar, los regalos de la vida.., ¡qué va, hombre! Nos dedicamos a mirar el ombligo.., ¡del prójimo! A valorar lo que otros tienen "de más" con respecto a nosotros, a compararnos con el vecino, a envidiar en secreto su buena suerte, e incluso a desearle el peor de los males, con absoluta mala voluntad e inquina. En lugar de ocuparnos con diligencia de nuestros propios asuntos, y de centrarnos en nuestros verdaderos objetivos, gastamos una cantidad ingente de tiempo en compararnos con otros, y en lamentarnos de lo que, supuestamente, nos falta.
 
Lo dicho: así no vamos a ningún lado. Cuando uno coge el coche cada mañana para ir a trabajar, da casi hasta miedo salir a la calle. Una agresividad bestial se palpa en el ambiente. ¿Realmente somos tan desgraciados por culpa de la crisis? ¿No será, más bien, que la mayor parte de la culpa la tenemos nosotros? Hay gente que verdaderamente lo está pasando mal, muy mal (económicamente hablando).., pero me atrevo a afirmar que el 80% de la sociedad española lo que está haciendo es "racanear" el supuestamente "poco dinero" del que dispone. En realidad, estamos ahorrando "el chocolate del loro": veo a gente que dice que no puede pagarse una clase de gimnasio pero que, eso sí, se "pimpla pa'dentro" dos paquetes de tabaco al día como si tal cosa. Veo a gente que le niega una comida en un restaurante a su abuela por su cumpleaños, y que sin embargo se lo gasta en un Smartphone de última generación. ¡Vivir para ver!
 
¿A qué estamos jugando? No tengo ni idea, pero lo que me resulta evidente es que, a través de la consabida "cadena de cabrones", no vamos a conseguir mucho... Ah: y un consejo de "alta magia" (por no decir de lógica de andar por casa y de somero conocimiento de algunas de las Leyes Universales.., que ya es un concepto mucho más complejo y difícil de comprender por la peña, al parecer): con respecto a los que se quejan de que no son capaces de generar suficientes ingresos, haríais bien en revisar concienzuda y honestamente lo que dais, y lo que se guarda; revisad lo que compartís, revisad vuestra implicación a nivel social, personal, familiar y de amistad. El camino no pasa por convertirnos en un eslabón más de la "cadena de cabrones", ¡no racaneéis con vuestro dinero, tiempo, esfuerzo y sensibilidad con respecto al prójimo, pero tampoco permitáis que de vosotros se abuse!
 
... Porque lo cierto es que todo lo que se cierra, se acaba convirtiendo en una tumba.., ¡y eso vale también para tu economía, tu vida y tu bienestar y felicidad, en general!
 
 

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