Entretenida todavía escuchando las últimas novedades, relativas al tema de la reelección de Angela Merkel, de repente siento cómo "se me vienen" multitud de ideas a la cabeza.., sí, sí, efectivamente, de ésas que yo recibo "al dictado" y cuyo flujo, en condiciones normales, no se presenta.., pero que no puedo reprimir cuando hacen acto de presencia sin que nadie las invite.
Hay en el mercado multitud de productos para el ocio y el entretenimiento, de desigual calidad, por desgracia... Uno de los que considero dentro del ámbito de los recomendables corresponde a la "bilogía" de Alison Goodman, la escritoria australiana que finalmente se animó con el género fantástico con su serie sobre "Eón". Me recuerda mucho, pero que mucho, estas historias de la chica que oculta su identidad femenina para poder convertirse en un gran guerrero, a mi misma. No voy a ponerme a dar detalles, pues daría para otro libro (escrito por mí, y que por cierto, ya escribiré): el caso es que el "prota" de "Eón: el despertar del Ojo del Dragón", en el segundo libro que cierra y culmina la serie (el más que recomendable "Eona: el último Ojo de Dragón") pasa como bien podréis suponer por una serie de dificultades y de sacrificios épicos, para defender su honor y el motivo de su custodia, el poder del Dragón, ser extraordinario que, en la mitología oriental y como muchos de vosotros ya sabréis, representa la fuerza, el valor, la autoridad, el éxito y el poder.
El argumento del segundo libro de la serie es más o menos el siguiente: un tirano ha declarado una guerra (¿os suena familiar?), y Eona se convierte en la principal defensora de la resistencia a favor de los legítimos depositarios del poder (¡vaya!). Ahora bien, la joven tiene un problema muy, muy grave y de difícil solución: no le resulta fácil del todo controlar su poder, el destructivo o constructivo poder otorgado por todo aquel que es tocado alguna vez por el Hálito del Dragón. La historia está basada, cómo no, en la mitología de China y de Japón, países que, por cierto, consideran a los dragones como una especie de fuerzas elementales de la naturaleza, muy relacionadas con los poderes de la Tierra, del propio planeta. Así pues, la autora, Goodman, da en el clavo cuando afirma que se inspiró en las leyes del Feng Shui ("Viento y Agua" para los chinos), en su particular forma de entender las relaciones entre los elementos planetarios, para redactar su obra.., así como en la especial estructura del horóscopo chino, en la que un cambio de ciclo se produce cada 12 años. Para Goodman, la energía de los dragones de sus libros es tributaria de ese complejo horóscopo.
"DONDE HAY PODER, HAY TRAICIÓN", reza uno de los reclamos publicitarios de este último libro... ¡Curiosa conclusión ésta a la que han llegado las mentes preclaras de los responsables del departamento de marketing de la editorial Viceversa-Océano! Yo diría que han sido iluminados por alguien, jajaja... Extraña asociación de ideas la que entre ayer y hoy se me puso delante de los ojos, cada vez que veía a la señora de los ojos de hielo, la correcta, controlada, inteligente, fría Angela Merkel, haciendo gala de una humildad y un "saber estar" casi impecable, estudiadamente desplegado. Era verla y acordarme de este libro, de su protagonista, del Poder del Dragón. Y además, no era capaz de detener del todo el flujo de ideas que afloraban alocadamente a mi mente. El destino del mundo es una suerte de batallas y de fuerzas complejas, arrolladoras, y Angela Merkel tiene alguna clave en sí misma que ahora mismo no me atrevería ni a imaginar. No se debe jugar con el Poder del Dragón, no: es algo sagrado, incontrolable y muy, muy serio.
Debe de ser que bajo la mirada extremadamente fría y contenida de la líder alemana veo destellos extraños, que no me gustan un pelo.
Los que son tocados por herencia espiritual por el Poder del Dragón saben ver por debajo de la superficie de todas las cosas en este mundo regido y gobernado por las leyes de la materia... Conocen el peligro y el daño que el Poder puede representar, y no se llaman a engaño con respecto a la dificultad de controlar esa inmensa fuerza. Creativa y destructiva a la par, la Fuerza del Dragón no se anda con chiquitas, no sabe de amigos ni de enemigos, no perdona, y es irreductible si una alta, muy alta voluntad de mejora, de trascendencia, de servicio espiritual, no está presente para contenerla. ¡No hay forma de controlar a un Dragón, ni a un Custodio de su poder, si no es por su absoluta vocación de servicio a la Voluntad!
Afrontamos la recta final de 2013 con los ojos puestos en 2014... En España, la situación es la que sigue: los más agoreros afirman que todas las subidas de impuestos que el Gobierno prometió bajar al año que viene subsistirán (los impuestos a la renta del capital, el Impuesto de Sociedades, el IBI, el IRPF, etc). Se insinúan nuevas subidas al transporte público, a la luz.., y aunque muchos ciudadanos están al límite, se plantea una subida del IVA del 10 al 21% a gafas, vendas y escáneres; una nueva subida del IVA a la fabricación de productos farmacéuticos; y un incremento al 21% a los productos notariales. El próximo viernes sabremos los Presupuestos Generales del Estado: ataros los machos, que vienen curvas. Porque se está pendiente el gravamen a la contaminación de los vehículos, entre otros. Pero realmente, nadie sabe lo que va a pasar.
¿O sí?
Austeridad. Ésa es la clave, al parecer: ésa es la palabra. Lo firman y ratifican los alemanes, que acaban de volver a dar un nuevo voto de confianza a su líder. Austeridad, y abandonar la recesión: en España, en toda Europa, sí. Eso es lo que se dice: parece que de eso es de lo que se trata.
No hay más que ver cuál es la dinámica del planeta, de la Tierra misma en su devenir a través del espacio y de los siglos oscuros: la austeridad parca y plena; la vida manifestándose en absoluta austeridad, en su estado más puro, conteniendo las fuerzas arrolladoras de su energía primordial, para poder crecer indefinidamente...
Vamos, ¡no me toméis más el pelo, por favor, que no soy tonta!
Ayer, mientras atendía al desarrollo de las noticias sobre el triunfo de Angela Merkel, escuché a una mujer ya de cierta edad, no sospechosa de estupidez recalcitrante ni de partidismo utópico, relatar algo que acababa de decir no sé cuál de las mentes preclaras de los comentaristas políticos que en ese momento trataban de ganarse la vida defendiendo a unos o a otros... Creo que me dijo que lo había soltado no sé cuál periodista, pero no me enteré bien del todo. Dijo que ahora, la Merkel tenía que enfrentarse a una etapa clave en su mandato, en la cual necesariamente se iba a ver obligada a recortar (ella también, sí) numerosos derechos sociales en su país, como por ejemplo lo privilegios de las madres alemanas, sin duda alguna. La persona que me lo comentaba, toda convencida ella, estaba de acuerdo: por supuesto, ¿cómo se iba a poder sostener, económicamente hablando, eso de que las mujeres estuvieran, por ejemplo, dos años cuidando de sus hijos en casa, mientras se las pagaba? ¡Tal cosa no era en absoluto productiva, cómo íbamos ni tan siquiera a pensar que pudiera ser posible!
Tener hijos no es productivo. Cuidar de una casa, mantener a una familia, no es productivo. ¡Y me lo dice una que ha ejercido de ama de casa durante casi toda su vida!
Desde mi torre veo el mundo con mis ojos de Dragón, y no sé bien si reírme, si llorar, si suspirar, si emigrar a un lugar aún más solitario, si cabe, o si dedicarme a rociar a todos con el fuego de la cólera y del poder del Elemental Profundo... Pero no he venido aquí, a este mundo, para hacer demagogia, ni para castigar al ser humano, ni tan siquiera para dar mi opinión: he venido a custodiar la Sabiduría, y a ofrecérsela a todo aquel que quiera aprender de ella. ¡Nada más! Así que el destino del mundo, que no está en mis manos, desde luego, se va volviendo cada vez más estúpido y amenazador, pero yo no puedo alterarme por ello, ni tomar partido.
No puedo ni debo alterarme ni modificar mi trayectoria por nada ni nadie. ¡Y no voy a hacerlo!
Productividad, austeridad. Libre mercado, competencia. Marketing, poder. Ésas son las reglas del juego que, dicen, Alemania (que ya perdió dos guerras, recientemente) quiere imponer al resto de ese compendio de gentes de variada historia y condición al cual llamamos Europa. Y mientras los chinos se reproducen y se expanden como conejos, la locomotora alemana se enfrenta a un dilema, a un problema muy, muy gordo, a un gran caos: no puede crecer hasta el infinito, no puede expandirse más, porque su mercado está herido de muerte, y tampoco puede cambiar sus propias reglas, porque lo que pasa es que el engranaje está fallando, y no se sustenta sobre ninguna base firme, ya que el sistema económico hace aguas. Alemania no es rica: tan sólo es ya el reflejo de un espejo con el azogue demasiado roto, gastado y roído por el paso del tiempo. Los que se han ido allí, buscando El Dorado, pronto tendrán la oportunidad de darse cuenta de su gran error.
No se sirve a un señor que parece un coloso, cuando se viste de oropel porque ha de ocultar que gobierna con pies de barro. Eso lo aprendí en Japón hace algunos siglos...
Palabra de dragón que ve el mundo con los ojos de un dragón: os doy mi palabra de que no miento.
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