Comunidad Econred

Terapia Transpersonal


Cursos de Reiki, Registros Akáshicos, Tarot y Astrología Kármica.

Regresiones, Meditaciones Guiadas, Círculos de Luna Nueva.


Shandromeda2017@gmail.com
Facebook: www.facebook.com/luzdeandromeda72

jueves, 8 de marzo de 2012

Inmuebles: la energía de la compra/venta en tiempos de "crisis" Parte I

Como tengo varios amigos/as, clientes/as, conocidos/as que están actualmente, o bien en el proceso de comprar, o bien de vender su casa, con los subsiguientes problemas que ello conlleva en estos tiempos de "crisis", he decidido postear algunos extractos de un buen artículo de Marta Molas, martamolcap@yahoo.es, que he encontrado en la revista COPLANET, correspondiente a la primavera de 2012, número 39.


En fin: espero que pueda arrojar algo de luz sobre la dinámica de la energía en el tema de los inmuebles.., un aspecto muy creativo y, a la vez, comprometido en nuestras vidas. ¡A ver si os gusta y, sobre todo, os ayuda a dinamizar vuestros intercambios de compra/venta de vivienda!
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------


"Y de repente, llegó la crisis. Sin avisar: nada que ver con la primavera, que ya se sabe que se presenta siempre en la misma época y se anuncia de antemano caldeando el ambiente y encendiendo colores por doquier. Bueno: tal vez la crisis avisó, pero yo no me enteré y, por lo visto, muchos otros tampoco.


¡Qué molesta casualidad que a uno le urja vender la casa, precisamente cuando se paralizan las ventas! Pero así son las cosas, la vida no puede detenerse, la gente no puede dejar de moverse, de trasladarse, de cambiar de país, y para poder continuar con sus proyectos, necesita vender, deshacer, desatar, finalizar, dejar atrás.


Estadísticas, comentarios, perspectivas funestas y un montón de gente atrapada intentando sacarle el máximo provecho a sus propiedades. Agencias en quiebra y familias que pierden su casa. Pocos vientos que indiquen cambios favorables. Y en medio de este panorama desalentador algunos, como yo, se percatan de la insoportable coincidencia de que "yo soy un presunto vendedor". Podría haber querido vender hace diez años o dentro de seis, pero no: necesito vender ahora.


Por doquier se escucha la letanía "ahora no es un buen momento para vender". Y casi siempre lleva un añadido condescendiente: "Espera un poco".


A mi me da la risa y me debato entre la tentación de salir corriendo en plan "paren el mundo que yo me bajo", o catapultar al interlocutor con una lluvia de ironía.


Se me ocurre preguntar: "¿Hasta cuándo, más o menos, consideras que debería esperar? ¿Tal vez hasta que el banco, con quien comparto mi casa, decida instalarse en mi cama? ¿Hasta que se me vuelva el pelo blanco y llena de artrosis ya no me queden ánimos para andar por el mundo? ¿Hasta que algún visionario inspirado encuentre la receta económica mágica? ¿Hasta que las vacas flacas engorden de nuevo?


¿Dos días, un año? ¿La vida entera?


Lo cierto, es que la gente repite que no hay que vender ahora, y se lo cree. Y por sintonía, considera que tampoco debe comprar. La gente guarda su dinero, lo esconde, lo entierra bajo tierra y lo paraliza. Prohibido invertir, gastar o consumir en este país de nuevos pobres. Hay que esperar. Toca esperar, es lo único que podemos hacer.


(...)


Al principio, cuando puse mi casa en venta, una masía del siglo XVII primorosamente restaurada y decorada, se acercaron algunos potenciales compradores; aún no habían asimilado que "las cosas han cambiado y los bancos ya no sueltan euros sin ton ni son", así que mantenían intacta su mentalidad de antes. Eran, sin duda, los últimos representantes de la gente que cree que puede realizar proyectos sin base: digamos que eran del tipo romántico y soñador, que también juegan un papel importante en el mundo porque inspiran a los demás, aunque ellos jamás realicen nada de nada.


Luego llegó el segundo grupo: el de pasar el domingo por la tarde entretenidos. Éstos ni siquiera tenían proyecto, solamente lucían alguna idea remota sobre la posibilidad de comprar o de cambiar su vida, pero era muy superficial. Resultaban muy sabrosas sus observaciones sobre la casa, carentes de la prudencia de quien quiere comprar y disimula que le gusta. Cuando se despedían, después de haberme dejado sin resuello de tanto preguntar, me daban la mano y me decían: "la felicito: tiene una casa preciosa". Y con esto, sellaban la evidencia de que jamás volveríamos a vernos".


Continuará mañana...

No hay comentarios: