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viernes, 24 de septiembre de 2010

Saturno, o el Ermitaño

He leído una cosa que quiero compartiros hoy. Me marcho una semana de viaje, pero me ha impresionado tanto este texto sobre el Arcano Mayor número 9, El Ermitaño, que voy a trascribiros una parte de él.

Siempre pensé que El Ermitaño del Tarot tenía una buena y profunda relación con Saturno... Sigo creyendo que es así.

El texto está publicado en la revista Universo Holístico de septiembre de este año, y lo firma Jacinto Hermoso, astrólogo, tarotista y terapeuta floral.

¡Pasadlo bien, hermanitos!

P.D: la de la foto, retocada por Acuario46, una amiga del foro de astrología astro.com, por si os interesa, soy yo ;-)

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"¿Quién no ha estado alguna vez dentro del vientre de la ballena? La oscuridad de la cueva, el hondo pesar inconsciente, sólo puede ser iluminado por el ardiente fulgor del farol de la conciencia (...)

Esta impotencia es el encuentro con El Ermitaño, la cueva a la que entras impotente para apartarte del mundo, visto como un lugar hostil, y salir de la sombra como el "Viejo Sabio", que porta en su farolillo la luz de la conciencia.

El encuentro con El Ermitaño es encontrarse con el límite personal, con las dificultades que generamos por nuestra falta de conciencia o valor. Es una de sus caras. En la otra, nos hayamos ante la estructura y la base de una fuerte identidad. Así pues, nosotros elegimos: límite o estructura. ¿Entramos, o salimos de la Cueva del Ermitaño?

En nuestro viaje, el del Loco, hemos estado al lado del héroe en su encuentro con los dioses creadores, con sus emociones instintivas, con su camino hacia la madurez. Ahora le llega el turno de encontrarse con el viejo fraile que le va a pedir que mire hacia su interior, que se encierre en sí mismo para ver qué hay dentro. Ésta es la primera llamada al conocimiento interior a la que nuestro Loco es requerido. Habrá otras, se podrá negar a atenderlas, pero cada vez serán más intensas.

En ocasiones, la más común de estas llamadas a ahondar en nuestro interior, la conocemos con el nombre de "depresión". En la mitología y los cuentos de hadas este personaje, el Ermitaño, se nos presenta como un ser recluido, incluso con forma de dragón o de hechicero misterioso. Su cometido es dar al héroe, al Loco, su verdadero nombre; éste le otorgará un poder invencible, pues quien conoce su verdadero nombre posee la más preciada de las armas.

Poseer el verdadero nombre, saber cómo nos llamamos en realidad, es el único camino (...)

En una sociedad en la que la mayoría de las ocasiones nuestro valor es en referencia a los demás, nos aterra el estar solos. El valor de la soledad, la sensación íntima de comunión con uno mismo, se está perdiendo. Con la pérdida de la soledad perdemos el gozo del sosiego y de la paz interior. Con la pérdida de la soledad llamamos a gritos al otro. La ira del abandono nos destruye. El miedo se torna abandono, y éste, en depresión (...)

El Ermitaño llega a la vida del Loco para hacernos comprender la necesidad de introspección, de la vida religiosa en el sentido íntimo de la palabra. Religión viene de "re-ligare", re-ligarme, volver a unirme a mí. La necesidad de estar unido a uno mismo para estar unido a Dios, al Todo (...)


El Ermitaño camina tranquilo, seguro, con la mirada confiada, receptivo. Marcha hacia adentro. Su mirada calma puede enfrentarse a los recovecos más intrincados del alma. Viéndole, podemos imaginarnos que corazón y cabeza están de acuerdo, en paz y abiertos. Lo que nos puede ofrecer es luz para el alma, que es la única luz que disipa el dolor del caos y la incertidumbre que provocan las tinieblas del corazón.

Su lámpara es símbolo de la introspección del místico hacia la consciencia. Ofreciéndonos, con esta luz, la posibilidad individual de "iluminarnos", transmitiéndonos sus enseñanzas y su experiencia acumulada en las largas horas de retiro espiritual. Es un "Pontífice" (crea Puentes entre el Cielo y la Tierra), pero no de masas y rituales eclesiásticos, sino a nivel de la persona. Es el pontífice personal. El consejero espiritual en el que, gracias a su calma, podemos reflejarnos con lucidez (...)

El precio de no aceptar la aparición de este personaje en nuestras vidas puede ser la separación de nuestra divinidad interior. La caída de valores espirituales, familiares, sociales, ha dejado a los hombres "huérfanos de Dios". Esta orfandad nos deja en demasiadas ocasiones adorando "falsos dioses": lujos desmedidos, relaciones interesadas, superfluas, caóticas... Nos movemos impulsados por el miedo, el placer, las ansias de seguridad y de poder. Buscamos nuestro espíritu perdido en lugares absurdos, en los que terminamos encontrando futilidad y frustración (...)

Si aceptamos el reto que nos propone El Ermitaño de retirarnos voluntariamente de la ruidosa vorágine del mundo y la sociedad, obtendremos como recompensa una claridad y estructura que propiciará un retorno a la sociedad tal, que el mundo exterior no afectará nuestra emoción. No habrá más abandono. No más decepción, pues nadie puede ser abandonado de sí mismo.

Quizás al Loco, a nuestro loco interior, le ha llegado el momento del encuentro con El Ermitaño, a ver la luz del farol que esta figura porta en alto. Podemos, al verla, mirar el paisaje que este farol alumbra a su alrededor, en forma de filosofía o escuela de conocimiento, sin más implicación. Podemos ver, admirados, la imagen del viejo sabio, iluminada misteriosamente por el farolillo que flota en su mano, quedándonos fascinados por la figura del maestro o gurú, sin implicarnos en nosotros mismos de verdad...

... O podemos mirar nuestra propia Sombra, que este mágico farol muestra con claridad. O bien podemos ver los recovecos más recónditos y oscuros de nuestra alma. ¿Nos da miedo mirar dentro? Quien mira dentro crece; quien mira afuera, sufre".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola,me ha gustado la reflexion, es cierto q se hace notar saturno,todo es métodico y limitado en estructura.solo te hace reflexionar en lo seguro q estas d ti o no... ,y respecto a los dmas todo se pauta,y se elige el camino mejor para aconsejar. reflexivamente . Para alguien uraniano ayuda, a estabilizar.y en exceso aprisiona..si nos obsesionamos. Más allá de esto no hay que olvidar q la seguridad en ESTA vida,tambien es una ilusion finalmente...jeje
IEIAZEL