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martes, 26 de noviembre de 2013

La envidia, o la energía bloqueada del Quinto Chakra

 
 
 
 
Ayer lunes, día de la Luna, la Gran Madre me dio un aviso... Tengo en mi despacho profesional una estatua en obsidiana dorada de la gran diosa mexicana Coatlicue, una deidad relacionada con el sexo, con la fertilidad y con la Tierra. Simplemente, de repente y mientras estaba limpiando el polvo de la mesa, se cayó de lado y su cuerpo se separó del pedestal. Fue mi hermano el que me trajo esta estatuilla de la Riviera Maya, y la tengo en gran aprecio, en parte porque todo lo que viene de México, por un motivo que todavía (todavía) desconozco, me es altamente protector y favorable. Esta diosa es una poderosa guardiana, a la vez que generadora de vida, pero también es la señora del Inframundo y, como tal, asiste en aquellas cosas que pertenecen a los dominios de la Sombra, de la Oscuridad. A Coatlicue se la representa con una falda llena de serpientes, en alusión a su relación con la Tierra, donde se encuentra el verdadero potencial de la vida y de la muerte. Coatlicue en ocasiones es representada por las cabezas de dos serpientes enfrentadas, que representan la dualidad inherente al mundo de la materia.
 
Pues como digo, la diosa me avisó de esa manera tan poco ortodoxa, separando su cuerpo del pedestal y cayéndose de costado. Miré la estatua de obsidiana dorada (una piedra que, por cierto, tiene una serie de propiedades asombrosas, de las que algún día hablaré), y supe inmediatamente que alguien estaba penetrando de forma peligrosa en mi "casa", en mi ámbito territorial, en mis "dominios"...
 
Cuando alguien desea algo que tiene otro, en lugar de alegrarse y pelear para conseguir una posición, bien material o situación similar, eso es envidia. Se trata de un sentimiento sumamente destructivo, asociado al Chakra Quinto, el de la garganta: el conocido como Vishuddha. Surge de las comparaciones, de creerse inferior a los demás, de desear algo y pensar que no se sabe cómo puedes obtenerlo. La envidia por los otros es una de las peores limitaciones a las que puede someterse una persona. Consiste en una mezcla de celos, resentimiento, rencor, rabia, desazón y disgusto. Es un sentimiento que causa un enorme sufrimiento, y que puede perjudicar tanto al que envidia como al que es envidiado (a menos que éste sepa protegerse, es obvio).
 
Hay gente a la que le cuesta mucho reconocer que siente envidia, porque eso significaría admitir que se sienten inferiores a otras personas... En cuanto a los que son víctimas de la envidia, desgraciadamente tengo que daros un consejo fundamental: evitad a aquellos que sabéis que os envidian, porque se trata de un sentimiento sumamente destructivo, que puede perjudicaros en extremo. EVITA SIEMPRE QUE TE SEA POSIBLE LA RELACIÓN CON EL ENVIDIOSO. Mantén siempre una actitud de distancia y de mínima confianza con aquellos que te tienen envidia, así evitarás males mayores.
 
La envidia proviene de un mal funcionamiento del Chakra de la Garganta, aquel que está relacionado con la expresión, la creatividad, la voz interior y la verdad del Ser. También representa la Voluntad, e implica seguridad en nosotros mismos. Cuando una persona tiene un mal funcionamiento de este chakra, os daréis cuenta de que tiene una pobre imagen de sí mismo, realmente una muy baja autoestima. Puede ser alguien cuyo Ego se infle de orgullo a la mínima, que se sienta profundamente herido o atacado por alguien (ya sea la agresión verdadera o imaginaria) a la mínima de cambio, y que no soporte ningún género de crítica. También presentan un Vishudda en malas condiciones los que se preocupan en exceso por los demás en detrimento de ellos mismos; aquellos que cargan con un sentimiento de culpa constante; y los que son negativos "a todas horas".
 
Cuando Vishudda funciona mal, vivimos inmersos en una cólera sorda, reprimida y, en muchos casos, inadvertida durante una gran parte de nuestro tiempo vital... ¡De la cólera a la envidia no hay más que un paso! De hecho, suele entrarse en una especie de "circulo vicioso", porque la envidia destruye aún más nuestra autoestima, no nos favorece en nada, y nos hunde cada vez más profundamente en un pozo sin fondo. La envidia es una excusa: trata de persuadirte de que te encuentras perpetuamente en una situación de desventaja con respecto al otro cuando esto no es cierto, es mentira, no es así. En realidad, el envidioso echa las culpas de su situación a los demás, porque no quiere reconocer que el problema parte de él mismo. No quiere asumir la responsabilidad: ha elegido ser una víctima, y echa la culpa a Dios, al destino, al karma o a sus semejantes de sus miserias. ¡Con tener envidia y sentirse el pobrecito del cuento, ya tiene suficiente!
 
En general, los envidiosos no son gente proactiva: prefieren mantenerse en un segundo plano, no asumir su independencia emocional ni su madurez, trabajar poco, no realizar grandes esfuerzos en ningún sentido, y pasar por la vida aprovechándose de las energías ajenas... Cuando las cosas les salen mal, no obtienen lo que quieren (es obvio: porque no están dispuestos a hacer el esfuerzo que se precisa para alcanzarlo) o ven que fracasan, se fijan en un objetivo, un ideal que tampoco ven de forma realista, y empiezan a envidiarle. Pero eso sí: se niegan a asumir las obligaciones inherentes a poseer cualquier cosa en el mundo material (amor, dinero, un trabajo, una casa, unos hijos): simplemente, se cuentan a sí mismos (y a todo el que quiera perder el tiempo escuchándoles) el cuento de que no pueden, de que no lo logran, o ede que el destino les ha tratado mal, que la vida es muy dura para ellos, etc.
 
... Ya he hablado en otras ocasiones de la envidia desde un punto de vista holístico... Me resultó curioso el aviso de Coatlicue, y esta vez me prometí a mi misma tomar cartas en el asunto antes de que las cosas se despendolasen (como ha ocurrido otras veces). Sobre todo porque el otro amuleto (no soy mucho de amuletos; en ambos casos me los regalaron, trayéndomelos de un viaje), el que es un ojo turco proveniente de Rodas que está detrás de la puerta de entrada a la casa, se cayó al suelo, también de repente. Aquí os dejo algunas "recetas" para combatir el peso de la envidia ajena en nuestras vidas. Y sobre todo, tened en cuenta que no es necesario tener envidia de nada ni de nadie: cada uno somos magníficos, seres maravillosos y un espejo de la Divinidad en la Tierra, así que, ¿por qué habríamos de mirarnos en la vida de los demás? ¿Por qué habríamos de preocuparnos de lo ajeno, mientras hemos sido bendecidos con enormes dones y derechos de nacimiento, por ser simplemente quiénes somos? Aquí os referencio los amuletos más comunes, utilizados por muchas culturas para librarse de la envidia y el mal de ojo aunque, como ya digo, lo que considero más efectivo es ser consciente del problema, romper relaciones con la o las personas que te envidian, o bien mantenerse lo más alejado posible de ellos.
 
- San Miguel Arcángel
- La Mano de Fátima
- Tetragramatón
- Incienso de ruda
- San Cipriano
- Higa de azabache
- Coral
- Cruz de Caravaca
- Semilla de Huayruro
- Ajo
- Ojo turco
- Ojo de Horus
- Turquesa
- Ónix
 
Bueno: la verdad es que hay miles de remedios, amuletos, talismanes y demás contra la envidia y el mal de ojo... Éstos son los que me parecen más comunes, y también los que son más fáciles de encontrar. Por mi parte, contra la mala vibra que genera la envidia (las energías de baja vibración "se te pegan" y pueden llegar a influenciarte, incluso a enfermarte) yo no practico más que reiki. Es más: ni siquiera me doy cuenta de la envidia ajena en la mayoría de los casos. Tiene que pasar un hecho muy especial, como lo que os cuento de la diosa mexicana, o del amuleto turco, para que el cerebro me haga "click" y me percate de que existe algún problema con alguien de mi entorno. Y supongo que en este caso, si me percato es porque debo hacerlo.., es decir, porque de alguna manera tengo que "tomar conciencia" con respecto a la actitud de alguien que tengo cerca para aprender alguna cosa, porque ya digo, normalmente paso de estos temas, y tengo que reconocer que el 95% de las veces no me doy cuenta de nada.
 
Los envidiosos no se dan cuenta del inmenso mal que se están haciendo a ellos mismos... Sobre todo porque se encuentran inmersos en un constante sufrimiento. Pueden llegar a volverse malvados, pueden llegar a volverse falsos (porque pretender algo que está fuera de tu experiencia vital es como intentar que una higuera dé naranjas o piñas). Los envidiosos cada vez se muestran menos como son, y más como una simulación, como una sombra de su propia naturaleza, como un artificio. Viven imitando a otros, compitiendo constantemente con otros. En ocasiones se "malean" y pasan por situaciones intolerables, admitiendo sucedáneos de vida, de trabajo, de amor, de amistad, o de lo que haga falta, porque si otra persona tiene algo que tú ansías poseer, pero no puedes, ¿qué tal si probamos con un sustituto barato, a pesar de nuestra ética, de nuestro honor, de nuestra dignidad o de nuestra libertad?
 
En fin, resumiendo: qué mala es la envidia, y cómo nos somete... Mi recomendación es la siguiente: si miras en tu interior y en tu vida cotidiana y encuentras muchas cosas artificiales y falsas, quizá no estés siendo todo lo natural y espontáneo que precisas, y vivas dominado por la envidia y los celos. El celoso vive en un infierno: elimina la comparación y todo, la falsedad, la crueldad, la desesperación, la maldad y la cólera, simplemente desaparecerán. Madura, convirtiéndote en un individuo más y más auténtico. Simplemente, ámate y respétate por lo que eres, y deja de mirarte en un espejo ajeno.
 
 
 

2 comentarios:

chavita dijo...

Hola saludos desde México me encantó tu comentario de verdad todo ser humano somos únicos no podemos compararnos con nadie

Luz de Andrómeda dijo...

¡Hola chavita! Me alegro que te gustara.., y es cierto: no sé qué manía le da a la gente por compararse con otros, jajaja... ¡Con lo bonitos que estamos cada cual y cada uno/a, a nuestra manera! :-D