viernes, 28 de enero de 2011
Retorno a las estrellas
En vista de las recientes (y corrientes) imbecilidades, mentiras, falsedades, rumores y manipulaciones varias, escuchadas y leídas en el último mes por todas las vías de información de las que dispongo, y dado que abracé hace tiempo cierto compromiso con la Preciosa Caracola Blanca del Dharma tibetano, me veo obligada a transcribir, como buena vocera que soy, la primera parte de un artículo de mi profesor de astrología védica, Rafael Gil Brand, a cuenta de la eterna y más bien estúpida (por decirlo suavemente) confrontación entre los defensores del zodíaco sideral y tropical. Artículo que ya iré ampliando, y que ofrezco resumido por motivos de espacio.
Buen fin de semana, amigos... Y que la saturnina caracola del Dharma resuene en vuestros oídos con voz abrasadora... ¡Estoy segura de que a algunos, y a algunas, va a dejarles sordos! (eso, claro, entre los que se encuentren con suficiente capacidad como para entenderlo, que no van a ser tantos, a mi pesar).
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RETORNO A LAS ESTRELLAS
Por Rafael Gil Brand
SEGUNDA PARTE.
"En la primera parte de este artículo he expuesto una serie de argumentos a favor del zodíaco sidéreo. Tomé como punto de partida el hecho de que el sistema astrológico fue concebido en una época en la que los astrólogos utilizaban un zodíaco sidéreo, cosa que siguen haciendo los hindúes, cuya astrología, a su vez, está directamente filiada a la tradición caldeo-helénica. Expuse también cómo la astrología occidental de los últimos siglos ha ido diluyendo el papel estructurante que tenía el zodíaco en su origen, sobre todo el papel de las dignidades planetarias. En la última parte del artículo, ofrecí una breve interpretación de algunos factores marcantes en los horóscopos (calculados con el zodíaco sidéreo), de tres personajes bien conocidos; en definitiva, lo que más justifica la utilización del zodíaco sidéreo es el alto grado de predictibilidad que se alcanza en la práctica. En esta segunda parte, quisiera plantear la cuestión de los zodíacos tropical y sideral desde un punto de vista más teórico, y en conexión con el simbolismo de las tradiciones sagradas.
El zodíaco tropical y sus limitaciones
El zodíaco tropical tiene la ventaja de poder definirse de una manera unívoca y precisa. Podemos calcular con exactitud la posición del punto vernal, y éste, además, tiene que ver con un fenómeno bien conocido: marca, junto con los solsticios, las cuartas del año. Éste es uno de los argumentos principales que suelen esgrimirse en favor del zodíaco tropical. Y al relacionar el zodíaco con fuerzas naturales observables, parece tener cierta justificación científica. Pero a la hora de explicar el esquema y la simbología zodiacal con ayuda de las estaciones anuales, empiezan los problemas.
Juan Kepler (siglo XVII) en su día escribió: "no hay nada más indignante que la casi exclusiva preocupación de ciertos astrólogos por repartir los doce domicilios entre los siete planetas, con credulidad infantil y sin ningún razonamiento o método científico, e idear regencias y cambios momentáneos de poder, como si nos encontráramos en la vida política humana; de ahí proviene toda magia y superstición astrológica. Concederemos que en algunos casos, la probabilidad apoya esta división (como en el caso de Saturno, al que se le adjudican los signos hiemales.., pero en casos como Júpiter, enseguida se demuestra el sinsentido".
(...)
En la interpretación que a sus 26 años hace del propio horóscopo, Kepler no menciona en ningún momento los signos, ni siquiera el signo ascendente. Toda la interpretación se basa en los aspectos y las posiciones domales (...) Kepler y otros astrólogos críticos de su época trazan una vía muy extendida en la astrología occidental moderna, que pone énfasis en los aspectos o armónicos, puntos medios, etc.., y en las posiciones domales (sobre todo angulares) de los planetas, y tiende a ignorar las dignidades planetarias, y en algunos casos los signos en general.
(...)
Pero aún si aceptamos (al margen de las dignidades planetarias) la simbología zodiacal como reflejo del ciclo estacional, se nos presenta otro problema: en el hemisferio Sur las estaciones son contrarias a las del hemisferio Norte. ¿Es entonces el Aries argentino un Libra? ¿Si salgo de viaje en avión con Júpiter en Cáncer, en el momento de cruzar el Ecuador se invierten los signos, y llego con Júpiter en Capricornio? A este problema hay que sumarle que, en latitudes tropicales, no encontramos la secuencia estacional a la que estamos acostumbrados los europeos (incluidos los antiguos griegos).
Vemos que el intento de justificar los signos zodiacales y sus domicilios en base a las estaciones del año nos lleva a contradicciones de difícil solución. ¿Pero es esto razón suficiente para abandonar totalmente la teoría de los domicilios planetarios, como hacían Stöffler y Kepler, y han seguido haciendo muchos astrólogos hasta hoy en día? Desde luego, resulta coherente atribuirle a los equinoccios y solsticios un significado astrológico, en tanto que indican momentos críticos en el ciclo de revolución solar. Es indudable que el tránsito del Sol y otros planetas por estos puntos es de suma importancia, sobre todo para cuestiones de astrología mundial (...) El que estos puntos definan una especie de campo energético descriptivo de la relación Tierra-Sol es una idea que no debemos de abandonar. La cuestión es si este campo es el que originalmente plasmaron los astrólogos en el simbolismo zodiacal, y si este concepto permite explicar los domicilios planetarios y demás dignidades. ¿No se tratará más bien de un campo de tipo zodiacal, pero de naturaleza diferente del zodíaco (sideral) propiamente dicho al que se refiere originalmente la tradición?
(...)
Paradójicamente, esta idea del zodiaco tropical, tal y como lo concebían Ptolomeo y los astrólogos medievales, no es compatible con el heliocentrismo. Porque ahora, el punto vernal y el comienzo del ciclo anual resulta ser una función del movimiento de traslación de la Tierra alrededor del Sol. El zodíaco deja de ser entonces la esfera referencial que incluye el movimiento de los demás planetas. Deja de guardar una relación con las esferas u órbitas planetarias. Y no creo que sea casualidad que los dos últimos gigantes de la astrología del siglo XVII, Morin de Villefranche y Plácido de Titis, que hicieron un último esfuerzo heroico por explicar la astrología clásica racionalmente y en concordancia con las premisas aristotélicas y ptolemaicas, fueran defensores del geocentrismo.No olvidemos que fue en gran parte el legado de estos autores (junto con el más pragmático William Lilly, sin duda) el que sirvió de referencia para el renacimiento de la astrología en el siglo XIX. Astrólogos heliocentristas, como Juan Kepler o Abdias Trew pusieron en duda el zodíaco, no la astrología en su conjunto".
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4 comentarios:
estoy totalmente de acuerdo con ellos.....porcierto no los conocia cuanto ahi por ler aun...... a dia de hoy me genera las mismas dudas...........
indudablemente cuando uno nace y mira al cielo eso es lo que ahi.....
nuestra fogosa leo........ en el cono sur es la fria leo o capricorneo,,,,,,,,,
en si simiramos el planeta en general........ vemos por varios motibos que vibra de forma diferente....
aciendo trasgesores de esa vibra a sus habitantes........
bueeeee algo sacaremos de todo esto....
besitussssss
Gracias por compartirlo, hermanita querida...
Ahora bien, ya es cosa de quienes se quieren enterar y tratar de hacer el trabajo de reorganizarlo todo, para bien de la verdad; o quedarse bien despanzurrados con la comididad de que todo el colectivo mental de occidente en su mayoría a cristalizado el zodiaco tropical...
Gran aporte...
Hola Andrómeda... hace más de 20 años que leo astrología, he leído cantidad de libros elegidos al azar según mi interés del momento tanto en castellano como francés, pero justo me vengo a enterar con esta polémica de la existencia de la astrología sideral, cuánto lamento que la mayoría de los astrólogos bien conocidos que he leído ni siquiera la mencione o la tenga en cuenta.
Saludos
Gloria
Yo pienso que mucha gente no la menciona, o no la tiene en cuenta, porque no les interesa, Gloria.
Un besito, ¡gracias por comentar! ;-)
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