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viernes, 22 de mayo de 2015

La espada contra las cuerdas




















Ésa que veis ahí es la espada que tengo puesta en el "kamidana" de mi casa. Porque servidora, desde antes de todo, desde antes de enterarme acerca de quién soy o de lo que hago aquí, lo primero que hice al entrar en esta casa (cuando no había ni muebles) fue instalar ese sable sobre una especie de kamidana. Y resulta que, a falta de habilidad para las manualidades, el kamidana es la propia caja de madera de la espada, porque es como su "casa".., el lugar donde reside su espíritu, el lugar hacia el que yo me oriento cuando necesito apoyo o inspiración.., el lugar donde reposa mi alma, aunque no se note.

Ésa es la espada con la saya de madera, con el tsuba lleno de rosas labradas y con los menukis que representan un dragón volando. De una sencillez pasmosa (como casi todas las que a mi me gustan), es de acero y sólo tiene afilados unos centímetros de la punta, es decir, el kisaki.

Hace algunos años, mis cuñados me regalaron un libro prodigioso, que se llama "Ángeles de lo Uno"... Está editado por Sirio, y lo firma Urbóreas. El caso es que se lo recomiendo a todo aquel o aquella que quiera utilizarlo como "consulta": es decir, el juego consiste en hacer una pregunta concreta y abrir el libro por la página que sea.., y allí donde primero fijes la vista, ésa es la respuesta del Espíritu que corresponde a tu consulta.

Bien: pues yo he abierto hoy el libro de marras, y la frase que me corresponde es la siguiente:

"La Espada misma os pondrá contra las cuerdas,
os tensará hasta el límite,
interrogándoos acerca del Amor".

Sabe Dios que ni quito ni pongo una coma, una mayúscula o un acento.

Y sabe Dios que, efectivamente, así fue y así es.

Tengo muy, muy pocos confidentes: gente de confianza, cuidadosamente elegida, a la que hace tiempo he entregado mi corazón y mis cuitas... En gran parte gracias a ellos (bueno, más bien a "ellas") me mantengo firme (todo el mundo se cree que soy una especie de roca que ninguna marea puede derribar, pero en realidad eso es mentira XDXD). Son pocas: se cuentan con los dedos de la mitad de la mitad de una mano. Pero a estas alturas de la película, saben perfectamente el "embolao" en el que estoy metida, y me apoyan al 100% con toda su paciencia, entrega y cariño. Ellas entenderán perfectamente la razón, el motivo y el significado de este post (eso espero).

Efectivamente, este asunto nunca, nunca tuvo que ver con el odio ni con la guerra; nunca tuvo que ver con alguno que ejerce de víctima, y alguno que ejerce de verdugo; este asunto nunca tuvo que ver con un enfrentamiento entre buenos y malos, entre justos e injustos; no era, como yo creía, un tema relativo a la venganza, a las deudas de sangre, o a los problemas de los sometidos con respecto a los tiranos. No iba de recuperar la seguridad en mi misma. No iba acerca de ganar una pelea o perderla para siempre. No iba sobre detener la rueda del karma para hacer las paces con un alma que he querido y quiero más que a la mía propia.

No.

Este asunto tenía y tiene muchísima más "enjundia": y es infinitamente más profundo, complejo y revelador de lo que yo creía antes.

Dice mi maestro en hipnosis, Horacio Ruiz, que soy "de armas tomar" en cuanto a los asuntos espirituales se refiere.., y dice bien. Creo que lo que quiere decir Horacio es que no dudo, no retrocedo, no me achanto hasta que consigo desenredar la madeja del ovillo que sea. No es una cuestión de ego (no en este caso, al menos): es como una fuerza interior que me empuja con un poder descomunal a indagar, a investigar, a no rendirme, por mucho que el camino esté construido a base de lajas afiladas, que el sol muerda en mi peregrinar, o que el miedo, el dolor, el frío y el hambre espiritual me acosen.

Es mi privilegio.., y es mi deber.

Y el librito tiene toda la razón del mundo: la Espada me puso.., me sigue poniendo contra las cuerdas.., porque era necesario.

¡Era necesario!

Han tenido que pasar años (¡años!) hasta que me diera cuenta de que, efectivamente, todo este asunto con lo que tenía que ver era con el Amor.

¿Hasta dónde eres capaz de amar? ¿Dónde están tus límites?

Quiero explicar algo: cuando una persona ha decidido trascender, va a encontrarse con conocimientos y con una información que no esperaba... Va a tener que cambiar casi toda su concepción sobre el Universo, sobre el asunto aquél tan peliagudo de quiénes somos, de dónde venimos, y hacia dónde vamos. Pero eso no es lo jodido: lo jodido es que va a encontrarse también en un entorno X, donde el resto no va a estar viendo, bajo ningún concepto, lo mismo que ella ve. Cuando esa persona decide "despertar", es muy frecuente que empiece a ver el mundo de otra forma.., mientras todos a su alrededor siguen viéndolo "as usual".., o desde luego, de una manera tal en que los comentarios de esa persona que ha decidido el Cambio ("su" Cambio) pueden sonarle a auténtico chino.

... Digamos que sería como mirar desde lo alto de un rascacielos e intentar convencer a los que están varios pisos más abajo de que en la azotea hay una piscina con barra libre para todo el mundo.

Entonces, repito la pregunta: ¿hasta dónde eres capaz de amar?

Lo pregunto porque el gran desafío es ése. Algunas personas van a encontrarse con que hay otras, caminantes de su mismo camino, que recorren el mismo sendero con ojos ciegos. Y entonces van a sentir en sus carnes la gran mordida de la Tentación: van a querer "salvarles". O eso es lo que se van a decir a sí mismas: la gran mentira que se van a contar para engañar a su Ego, supuestamente ya más "espiritualizado".

Hay algunos.., hay algunas que llegarán incluso a darse cuenta de que somos varios los que recorremos juntos estas tierras.., y lo más interesante y educativo, ¡que nos conocemos de antes, que somos siempre los mismos! Aquí el asunto ya alcanza límites de auténtica demencia: nuevamente, la Tentación (como en la película) vive arriba. Es decir, como comentó en una ocasión mi maestro de reiki, Daniel Chumillas, "cuanto más alto creáis que estáis, más duro va a ser el golpe si os dejáis caer". O sea: que nuevamente vamos a querer "salvar" a nuestros compañeros (¡con mayor ahínco esta vez si cabe, pues son nuestros compañeros, lo sabemos, y de veras los amamos!).

Doy fe de que Daniel tenía toda la razón: la bofetada es monumental como te dé por intentar "salvar", "elevar" o "ayudar" a la gente a la que reconoces como compañeros de alma... Eso duele como si te dieran un hachazo en todo el estómago o te arrancaran el corazón del pecho. Y lo sé porque lo he intentado, no lo he conseguido, y lo he sentido.

Todo el que me conoce sabe que nunca aplico una técnica a ciegas.

Todo el que me conoce sabe que sólamente hablo de lo que yo misma he experimentado ;-)

... Pero como soy así (como soy yo, de bestia), puse mi garganta a disposición del filo de la espada, para que me empujara contra las cuerdas del alma...

¡Y entonces empecé a pasarlas canutas de veras!

Ése que veis ahí es el sable que tengo puesto en el "kamidana" de mi casa... Es más bien rústico y no está equilibrado del todo, pero proteje la mano con una guardia de bellas rosas, algunas de las cuales tienen espinas. Lleva dos dragones que se elevan en dos direcciones distintas porque aquello que puede matar, también tiene la posibilidad de dar la vida. Es realmente una espada a la medida del hombre que me la entregó: alguien que siempre me reta a hacerme preguntas acerca de mi misma.

Y la gran pregunta, que efectivamente ahora me hago, es: "¿hasta dónde eres capaz de amar, finalmente?".

¡Buen fin de semana a todos y a todas!


miércoles, 20 de mayo de 2015

La sombra de la libélula: reflexiones astrológicas de una iaidoka

"Quand la nuit tombe et que le vrombissement des moustiques nous enveloppe, où nos soldats camperont-ils?"

"L'écho de la cascade"
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Hace varios meses que tengo "in mente" hacerme un tatuaje con una libélula y alguna frasecita en japonés; algo ligero y muy íntimo, pero todavía no me he decidido. Supongo que la "fase" en la que estoy metida desde hace ya mucho tiempo (sí: la fase ésa en la que da la impresión, vista desde fuera, en que servidora es un poco idiota, porque no hace más que recibir golpes considerables, uno detrás de otro, y en la que sin tener tiempo para recuperarme del anterior, ya me veo en tierra por el siguiente) aún no ha concluido.

... Es el mismo proceso que me impide tomar la iniciativa ni tan siquiera en cuanto a cosas que, en otro tiempo, me hubieran resultado no sencillas, sino irrisorias.., como el hecho de meterme en Tozando comprarme un sable... ¡No consigo decidirme!

Que tomar la maestría de Gendai Reiki no iba a ser fácil, ya lo sabía. Que iba a escocer más que un tatuaje en el alma, también lo sabía. Que no lo escribo para quejarme, ténganlo ustedes por seguro: no soy de las personas que se achantan, que se echan atrás una vez que han tomado la decisión de ir "pa´lante". De ahí el tatuaje de la libélula: un animalito que, por su especial morfología, es incapaz de retroceder.

Todo este asunto en el que estoy metida desde hace muuuucho tiempo hasta la ingle (y nunca mejor dicho) tiene que ver con Japón, of course; tiene que ver con mi ego, tiene que ver con mi evolución personal; tiene que ver con un tránsito durísimo, largo como un día sin pan, de mi estimado amigo Saturno (es un decir); tiene que ver con la práctica del iaido; y tiene que ver con mi padre, y tiene que ver con el hijo, y no tiene que ver con el Espíritu Santo, porque a Dios ya le parecía que se estaba pasando conmigo, supongo XD

Saturno no es un tipo que te ponga las cosas fáciles: para nada. Es el maestro de maestros: un planeta que, con perdón, te da un hostión sin preguntar, y luego te pasa por encima como una apisonadora, por si acaso queda aún latiendo algo de ti. A mi no me había tocado de esta manera jamás: durante 4 largos años, se ha dedicado a desmoronar sistemáticamente toda la conciencia de mi ego. No soy una damisela de espíritu frágil: soy más bien una tía dura, hecha a los golpes del destino, y que enseña los dientes cuando se le ataca. Pero aún así, yo no había experimentado nunca un desafío tan largo, tan cansado, tan jodido, tan cruel y tan desesperante como éste.

El planeta Saturno realmente se toma su tiempo para hacerte ver y asumir que todo lo que tú has creído alguna vez sobre tu fortaleza, sobre tu templanza, sobre tu ética, sobre tus límites, sobre tu capacidad para aguantar el dolor, las privaciones, los golpes y las adversidades de la vida, no es más que un mero reflejo que no existe. Que no hay nada ahí, vaya: que el primer golpe de viento, si viene en la dirección y con la intensidad adecuada, puede derribarte. Y como no te enteres a la primera, no hay cuidado: te lo repite una segunda, una tercera, una quinta vez.., o una doscientas, las que haga falta. No tiene prisa, ni quien se la ponga: él va a lo suyo, con un objetivo perfectamente marcado, indestructible, infalible, en su cabeza coronada de anillos de piedra. Todo lo que Saturno toca, se ve sacudido por un dolor que no es la punzada aguda e inclemente de Plutón, a la que estoy ya tan acostumbrada; la mordida del planeta enano no tiene nada, pero nada que ver con este desangrarse lento, que machaca literalmente la autoestima y que podría con un elefante en plena carrera, si decidiera "saturnizarlo".

Un tipo cruel, este Saturno... Porque no tiene sentimientos: es frío como el hielo; no se permite el lujo de sentir, y a ti tampoco te lo permite. 

La libélula parece navegar ahora mismo en medio de un viento terrible, como si fuera una frágil barquilla a la deriva... Tan sólo atisba a ver algunos pobres retazos de su sombra allí abajo, medio chamuscada como está por este sol aciago e inclemente que es capaz de convertir en árido desierto el vergel más hermoso. Aquí no hay oasis cerca, donde la libélula pueda repostar; no hay lirios de agua ni lagunas frescas donde extender las frágiles y vibrantes alas. Esto, señoras y señores, parece la Maratón Internacional de los Andes sin apoyo logístico y en solitario.

"¿Qué demonios estoy haciendo aquí?", me pregunto día sí y día también, cuando me doy cuenta de que el boomerang de un látigo invisible ha vuelto a hacer de las suyas en mis costillas.

... Soy muchas cosas y puedo convertirme en muchas otras, queridos lectores: pero en este asunto, créanme, soy absolutamente una libélula. No por samurai, ni por valiente, ni por intrépida, ni por decidida, ni por rápida: no, que de todo eso ahora mismo casi absolutamente he sido despojada. Únicamente ahora, vamos a dejarlo bien claro, soy libélula por cabezota: porque cada vez que recibo una bofetada que me manda lejos 10 metros, vuelvo a recuperar los 10 metros perdidos en cuanto me es posible.., y avanzo de propina dos más, con el fin de no quedarme a vivir aquí eternamente.

... Y porque, aunque parezca lo contrario, va a ser que no: que no pienso quedarme a vivir aquí eternamente.

Una libélula nunca retrocede.

Miren: confieso que me gustaría ser más lista, más astuta y más rápida para aprender antes la lección, Quiero dejar ya de someterme a este castigo infernal que me tiene un poquito harta. Pero aún no lo logro: no he alcanzado el punto de maestría que busco, y en el que me libero definitivamente de este maldito viento inclemente que sigue intentando golpear con saña para hacer trizas mis alas transparentes. Esto es como la película aquella de mi adolescencia, "Dentro del Laberinto": aquí hay una mano que mece la cuna.., una mano que arteramente, engañosamente, cambia constantemente las reglas del juego, de tal manera que nunca puedas salir del laberinto. ¡Es muy evidente, y hasta el más tonto podría verlo!

Quiero purgar mi propia Sombra... Quiero despojarme de todo, hasta quedarme solamente con la esencia. Quiero mostrarle a Saturno un cuerpo, una mente y un espíritu tan, tan, tan transparente, tan ligero y tan libre, que no tenga más remedio que mirar para ver su sombra a través de mi. Quiero volverme tan diáfana que ni siquiera la luz se de cuenta de que me está atravesando.

... En el lugar donde habitan los sentimientos, ése es mi jardín amado. Donde el corazón te lleva en volandas, como entre los brazos de una brisa refrescante. Allí donde las fuentes cantan, donde las flores se mecen con un cimbreo angelical. Donde las aves comparten con sus oyentes todo un repertorio de sonidos y claves magníficas. El lugar donde se abre el corazón, donde eres uno y eres todo a la vez. El sitio donde el amor vive y fructifica entre estanques colmados a rebosar de lotos acuáticos, con su piel rosada y su precioso y dorado centro.

Yo pertenezco al agua y al viento. ¡Pertenezco al sol!

... Y es curioso, pero ahora mismo me estoy acordando de dos textos que aparentemente no tienen mucha relación el uno con el otro. El primero puede encontrarse en "El Eco de la Cascada", la recopilación de los 125 poemas del emperador Meiji que Mikao Usui, el fundador del sistema Reiki, recopiló una vez, y que tengo aquí al lado, sobre la mesa de trabajo:

"Hasta las palabras más sencillas/pueden contener la esencia de nuestros principios".

... Y es cierto.., porque si cambiamos nuestra palabra.., si nuestra palabra varía.., si es así... Entonces, ¿qué nos queda?

El otro texto pertenece a "Iaido: el arte de cortar el ego", de Michel Coquet, y hablándonos sobre los tres elementos sagrados del shintoísmo, dice así:

"La espada sagrada representa el rayo, el fuego del cielo. Este principio en el hombre es la voluntad, que debe utilizar para vencer todos los obstáculos (...) El espejo divino representa el sol, y su divinidad, claro está, es Amaterasu no kami. En el hombre este principio corresponde al amor, sin el cual la voluntad por si misma nada podría. La voluntad rompe con las formas antiguas y superadas, el amor crea nuevas formas. La joya, a su vez, representa a la luna, y su divinidad es Marishiten, a la que muchos esgrimistas hacen gran devoción. El principio de Marishi ten en el ser humano es la inteligencia. La guía del hombre en su sendero. Por medio de estos tres principios superiores, voluntad, amor e inteligencia, se puede realizar a Dios y conquistar el Ser.”

Traduciendo: voluntad, amor e inteligencia. Nada puede crearse ni permanecer.., nada puede pervivir si suprimimos alguna de estos tres principios.

Servidora es tan sólo una libélula que busca y que planea y que se desespera, porque desde aquí arriba se puede ver perfectamente todo el panorama, a saber: en un bando observo mucha, muchísima voluntad; en otro bando observo mucha, muchísima inteligencia.

Pero diantre, por los clavos de Cristo, como diría quizá Pérez-Reverte.., ¿dónde carajo, dónde se esconde, dónde ha sepultado toda esta gente el Espejo Místico.., el sagrado espejo de Amaterasu No Kami que simboliza al AMOR?

... Ni siquiera se tiene en cuenta al Kamidana...

Claro. Ahora empiezo a comprenderlo todo bastante bien. Como resulta que yo sí que acepto y respeto mi Voluntad tanto como mi Amor y mi Inteligencia, tan sólo era cuestión de tiempo.