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viernes, 27 de septiembre de 2013

La espeluznante historia de la Marquesa del Puño Cerrado, y otros cuentos de mucho terror (SEGUNDA PARTE)

 
 
Pues sí: efectivamente, sigo reflexionando hondamente sobre aquello de la pobreza y de la riqueza que os estoy contando a lo largo de varias entregas en este blog; después de la increíble historia de la Marquesa del Puño Cerrado, he seguido reflexionando sobre el tema de la crisis, de la abundancia versus la pobreza, de las consecuencias de esa pobreza en el alma de las personas, así como de otros fenómenos que tienen que ver con la miseria (existencial, vital, económica, humana), y que siento, de forma clara y absoluta, cómo están minando, gota a gota, los cimientos mismos de nuestra sociedad.
 
Me desayuné hace ya un buen rato leyendo el siguiente artículo (no perdérselo, es muy revelador), titulado "¿Es usted pobre?" y firmado por Arturo González en.., ¡febrero de 2012!... Ha pasado ya más de un año, y seguimos en las mismas, y aún peor. La manifestación del comportamiento de la Marquesa del Puño Cerrado no ha provocado en mi (como algunos de vosotros habéis creído, y de hecho me habéis transmitido en privado) odio, ira y deseo de venganza, no... Al contrario: me ha abierto aún más si cabe los ojos porque, si extrapolamos esta actitud egoísta, descarada e irrespetuosa al nivel macro, me encuentro con un comportamiento casi idéntico en los poderosos, en nuestros políticos, en nuestros banqueros, en nuestros jefes: en los que mandan.
 
Pero.., ¿esta enfermedad social profunda y dolorosa que llamamos "crisis" es culpa exclusiva de los de arriba, de los fuertes, de la élite?
 
No lo creo: sinceramente, desconfío siempre que me encuentro con alguna manifestación terrenal del drama víctima/verdugo, porque ya he asistido a unas cuantas representaciones del mismo, y sé que nunca, nunca, en estos casos son las cosas como aparentan ser.
 
Frente a la desvergüenza, al deshonor, a la explotación y al latrocinio supuestamente impuesto por los dominantes, aparece siempre el rostro del explotado, del humillado, del oprimido. Pero vuelvo a repetir, a riesgo de ser (¡una vez más, qué karma el mío!) absolutamente políticamente incorrecta: cuidado. Ojo con las apariencias, porque por su propia naturaleza, las apariencias engañan.., ¡y mucho!
 
Lamentablemente (no quisiera yo que esto sucediera) me voy encontrando, en el transcurso de mi laaaaargo caminar, con una nueva tipología de individuos. Personas perdidas, desahuciadas aparentemente de la vorágine de esta sociedad de consumo brutal. Pobres de solemnidad o de necesidad, que no tienen a lo largo del día más que hacer que pasearse por la vida con el reloj del tiempo repleto y la billetera vacía. Gente que se ha encontrado de repente con la pobreza en plena calle, porque ésta le ha mirado a la cara. Cada vez son más, y ya empiezan a rondar los límites de lo humanamente insoportable. En realidad, siempre fueron: lo que pasa es que nosotros no les veíamos.
 
Y luego, están los otros pobres... Yo los llamo los "pobres de espíritu". No son como los casi mendigos de que antes he hablado: son personas que no viven en la indigencia ni en la más absoluta necesidad, aunque lo parezca. Unos cargan sobre sus espaldas con el peso de una avaricia portentosa, que tiene mucho, mucho que ver con un miedo terrible (ésos suelen ser los más viejos, aunque no en todos los casos). Sin embargo, no era acerca de ellos que yo quería hablar hoy.
 
El tercer grupo me da pánico. De veras, porque cuando aparece uno en lontananza, ya sé lo que tengo que hacer: echar a correr lo más rápido que me dan los pies. Son los que han decidido "vivir del aire". Sí, sí, como lo oyen: vivir del aire. Aparentemente, llevan consigo un considerable bloqueo en las cuestiones económicas y laborales. Lo suyo no tiene nada que ver con la crisis, repito, NO TIENE NADA QUE VER CON LA CRISIS. Tampoco tiene que ver con una coyuntura jodida: es decir, uno puede perder su trabajo, pasar una mala época, tener cuatro años de mala suerte o experimentar alguna pérdida dolorosa e inevitable. No es a esto a lo que me refiero: a lo que me refiero es a los llorones profesionales.
 
Pero una cosa es un bloqueo, y otra muy distinta no querer hacer nada con tu vida. Y os aseguro que hay gente que no quiere luchar, que no quiere hacer nada con su vida. Puede sonar mal, o puede sonar triste, según el caso, pero es así. Indefectiblemente, dejan en manos de otros su seguridad, su mantenimiento, su futuro y su presente. ¡Y eso es un grave, grave error! Sé muy bien que es duro: que vivir, que luchar sin descanso, que afrontar una y otra vez las mismas cosas, las mismas penas, es complicado y desesperante. Pero hay una cosa muy cierta: es lo que hay. No tenemos otra cosa que nuestra existencia en este bendito planeta, y las reglas del juego son las reglas del juego.
 
Querido amigo, querido lector: tú puedes, evidentemente, intentar salvar a otra gente. ¡Estás en tu derecho, si es lo que quieres! Pero te lo digo por experiencia: no podrás salvar a aquel que no desea ser salvado. Y corres un grandísimo peligro: por tu necesidad imperiosa de querer ayudar al personal, puedes atraer precisamente a alguno de estos individuos que no tendrán ningún reparo en tratar de aprovecharse de tu tiempo, de tus habilidades, de tu dinero, de tu energía.., de tus capacidades, posibilidades y virtudes. ¡Una vez que haya detectado aquello que desea de ti, te resultará muy difícil tener escapatoria!
 
No lo permitas. Ellos ya se han dado por vencidos: tú no tienes por qué hacerlo. Tú no tienes por qué dejar tu vida en manos de otros, ni con crisis ni sin ella. Dale valor, el que corresponde, a tu trabajo, y no te vendas gratis ni por nada. Recupera tu propia estima, y ten en cuenta que el tiempo del que dispones también tiene un valor, que deberás sopesar. No voy a volver a incidir más en este asunto, y si lo he hecho, es porque considero que tiene mucha, pero que mucha importancia: no permitas que nadie abuse de ti. Ni económicamente (tu trabajo, tu tiempo y tu esfuerzo tiene un valor, insisto), ni moralmente, ni sentimentalmente, ni de ninguna otra forma conocida o por conocer.
 
Ni la Marquesa del Puño Cerrado, ni aquellos que tratan de aprovecharse de ti de una forma mucho más sutil y refinada (haciéndose, por ejemplo, las víctimas) tienen derecho a hacerlo. ¡Reacciona! Si todos reaccionamos, aunque sea de forma unilateral, los componentes de esta "crisis" sistémica, muy relacionada con el abuso de poder y la corrupción, empezarán a manifestar síntomas de cambio. Y cuando todos, TODOS, tomemos conciencia de cuál es nuestra verdadera implicación en todo este asunto, empezaremos a salir adelante. ¡No antes, y no va a ser gratis!
 
¡Buen fin de semana para todos y todas! ¡Que descanséis!
 

miércoles, 25 de septiembre de 2013

La espeluznante historia de la Marquesa del Puño Cerrado, y otros cuentos de mucho terror (PRIMERA PARTE)

 
 
Me estoy riendo ahora mismo yo sola casi sin poder contenerme, por Dios.., y voy a calmarme porque tengo que escribir la entrada de hoy, y porque no quiero pecar de falta de caridad; o como decimos la gran mayoría de los trabajadores holísticos, de falta de compasión (desde el punto de vista budista del término, "of course")...
 
Pero es que, aparte de trabajadora holística, caray, también soy humana. ¡Y me alucinan las formas que tiene el Universo de hacernos comprender las cosas! Yo no nací enseñada, y cada día aprendo más y más.., y por eso os prometo que hay momentos, como hoy, en que no tengo más remedio que partirme la caja: vamos, que "escogorciarme" de risa, a mandíbula batiente. Hoy voy a hablaros sobre algunas cosas relacionadas con el dinero, con la prosperidad y la falta de la misma, con el egoísmo, con la imposibilidad de cambiar y crecer, así como con los problemas para valernos por nosotros mismos, que he comprendido (aún otra vuelta de tuerca, si cabe, sí) a raíz de ciertos sucesos que viví recientemente y que he conseguido relacionar los unos con los otros.
 
Mi misión no es sencilla, mi trabajo no es moco de pavo: tengo que ir y decirle a la gente aquello que precisamente está menos dispuesta a oír. Como poseo Ojos de Dragón (eso ya lo he explicado), soy capaz de ver en las sombras de cada cual, y de eso se trata: porque es en la Sombra, precisamente, donde reside nuestro mayor potencial, nuestra mayor fuerza, nuestras mayores posibilidades de cambio.
 
¡Pero claro, a la gente le resulta desagradable eso de escarbar en su Sombra! Es mucho más fácil tratar con los ángeles, con las hadas o con los elementales de todos los mundos; o hablar bien y bonito de la Luz y de la belleza del mundo, que ahondar en el sumidero profundo de nuestros sentimientos heridos, de nuestros malos rollos, de nuestros pensamientos negativos y de nuestra oscuridad, en definitiva. Ésa es, como digo, la parte de mi trabajo más difícil: pero alguien tiene que hacerlo, porque para oír cánticos celestiales y aspirar aromas de incensario hay muchos, muchísimos otros lugares... Aquí, en mi casa, sin embargo, no oirás más que palabras que te removerán (si es que quieres saber algo sobre ti mismo que poca gente te dirá a la cara, por ejemplo). ¡Y es que a veces, con perdón, es precisa una patada en el culo para que nos pongamos en marcha!
 
Yo soy, de alguna manera, una especie de abogado del diablo; sí, sí, efectivamente: de ese diablo que reside en tu interior, y que tú no te atreves a reconocer que existe.
 
Hace ya aproximadamente una década, cuando aún no trabajaba en el ámbito holístico más que llevando a cabo tiradas de Tarot (y no de una forma profesional ni rigurosa todavía), ejercí ésta mi labor de la única forma que antes conocía: le dije a una chica que había sido amiga mía durante unos 14 años, creo recordar, que la única solución a sus problemas que yo veía es que se fuera a la consulta de un psiquiatra.
 
Tengo mucho, muchísimo respeto y admiración por los profesionales de la psicología y de la psiquiatría: considero que son muy necesarios, y más en los tiempos que corren. Yo envío a muchos de mis clientes para allá, sin vacilación y en línea directa, cuando veo que están dando vueltas sobre sí mismos como caracoles, mareándose y mareándome, sin avanzar ni conseguir nada; pero a ésta (no diré su nombre: no escribo esto con ningún afán de venganza, sino para explicar una serie de cosas) no le sentó nada bien mi comentario. Se puso como una fiera, y entonces me di cuenta de lo que me doy cuenta en ocasiones, cuando siento que mi relación con una persona no va a ningún sitio, y me está causando mucho más daño que bien. Supe entonces que lo mejor era apartarme y seguir mi camino, y aunque me dolió al principio, sé que hice lo mejor. Lo he hecho un par de veces en esta vida, y nunca me he arrepentido: hay gente que acaba resultando tóxica, porque ya lo son de hecho para ellos mismos, y lo más sensato y coherente es apartarse de ellos de forma rápida y decidida. Como cortar por lo sano un miembro enfermo, es mucho mejor actuar sin vacilación y sin mirar atrás.., antes de que la gangrena nos acabe llegando al mismo corazón.
 
Ella sigue relacionándose con mi pareja, y me parece bien, porque yo ni entro ni salgo en las cuestiones que las almas se traigan las unas con las otras... Pero personalmente no voy a volver a acercarme. Soy muy rigurosa en todo lo que concierne a los sujetos que ya se pasan de la raya: o los paras en algún punto, o se te suben a las barbas.
 
Antes de ayer, cuando curiosamente habíamos hablado mi pareja y yo de que él pensaba que mi comportamiento con esta persona era exagerado, y de que bien podíamos quedar algún día con ella, la susodicha dio señales de vida. Apareció mostrándole a mi pareja por "whatsapp" no sé qué foto de una tirada de tarot (vaya usted a saber si desplegada por ella misma, o sacada fuera de algún otro contexto); de forma poco clara y como jugueteando, acabó insinuándole que me la enseñara, a ver qué opinaba yo al respecto. Cuando mi pareja le puso dos o tres excusas, insinuándole a su vez que yo cobraba por ese servicio, la interesada le respondió que ella no pagaba por estas cosas.
 
A donde yo quiero llegar es a lo siguiente: dejando al margen juicios paralelos sobre la ética (o no) de pretender obtener un beneficio (la interpretación de una tirada de tarot) de una persona a la que has mandado a la mierda hace diez años, y con la que ya no te hablas, llama la atención el desprecio de la susodicha por el trabajo ajeno. O bien no considera que los que utilizan el tarot están trabajando, o bien no cree que esto sea un trabajo, o bien desconoce que la interpretación de las cartas (cuando se hace en condiciones y rigurosamente) conlleva un gran esfuerzo y un tiempo y que, por consiguiente, tiene tanto (o más) valor que el trabajo que ella misma hace (y por el que le pagan muy bien, me consta; no estamos hablando de una persona que está en el paro, ni de alguien que llega con lo justito a fin de mes).
 
Y sobre todo, lo más alucinante del tema: si no le da valor a la tirada de tarot en sí.., ¿para qué quiere que nadie se lo interprete?
 
En realidad, estamos hablando de una persona que vive sola; que por caprichos del destino no tiene que pagar por el lugar en el que vive; que no tiene responsabilidades de hijos o de parientes a los que cuidar; y que por tanto, puede dedicar su sueldo a lo que le dé la real gana (y de hecho, lo hace). Una situación envidiable hoy en día, ¿no creéis? Pues no: sigue con los mismos problemas de antaño, acrecentados por ser más vieja, obviamente, que hace diez años.., ¡y no tiene ninguna intención de cambiar lo más mínimo en su vida! El problema de esta mujer es de puro, llano y fatal egoísmo: desprecia todo lo que se mueve porque el trasfondo es que se desprecia a sí misma, y no cambiará porque no admite que nadie, NADIE, le haga ver su propia Sombra. Generalmente (lo he dicho mil veces y lo repito, aunque vaya en contra de mis intereses) no me gusta el Tarot no porque sea una técnica mala en sí, sino porque genera adicción; y genera adicción, porque la mayoría de los que consultan el tarot lo hacen, no para cambiar nada en su existencia, sino para que el tarot les reafirme en sus propias ideas: en lo que ellos ya previamente creen, para así seguir retroalimentando la rueda infernal de su propia conmiseración o desgraciado victimismo. Son pocos los que acuden a las cartas para cuestionarse seriamente qué están haciendo con su vida.., y el caso de esta persona no es, faltaría más, una excepción.
 
A pesar de contar con una economía sanada, esta mujer quiere que le lean el tarot PARA QUE EL TAROT LE CONFIRME LO QUE ELLA QUIERE OÍR. Y además, ¡pretende que le presten el servicio gratis! Afirmo (porque lo sé) que ella ha acudido a otras personas para que se lo lean retribuyéndoles en el pasado (es raro que nadie haga servicios gratis por ahí, profesionalmente hablando; yo sí que se los hago a algunas personas determinadas, pero eso ya es otro cantar). La cuestión, como veréis, es peliaguda. Mi ex-amiga no se distingue precisamente por esa virtud que llamamos generosidad: antes bien, yo diría que se aproxima peligrosamente al concepto que he interiorizado acerca del Avaro, y en ocasiones confieso que caigo en la tentación de llamarla "la Marquesa del Puño Cerrado" (sí, sí: sé bien que no debería hacerlo; compasión, compasión: ya me lo repito yo misma, gracias) por su extremada incapacidad para dar, para soltar, para compartir.
 
El trasfondo de esta situación tiene mucho, pero que mucho que ver con la sociedad en la que vivimos: nos quejamos de los políticos, de los bancos, de los economistas, de los gobernantes; pero somos incapaces de ver (o de querer ver) nuestra propia Sombra, en dónde hemos fallado: nuestro propio egoísmo. Despreciamos el trabajo, el esfuerzo ajeno; nos atrincheramos en nuestra blindada torre de lugares comunes, ya caducos y obsoletos, y tenemos miedo, mucho miedo. El dinero es una energía, y está bloqueada, porque no damos (no NOS DAMOS), porque nos hemos acostumbrado a tan sólo querer recibir, a tan sólo obtener cosas gratis, como le pasa a la Marquesa del Puño Cerrado, que no da ni aunque le salga el dinero por las orejas, y por consiguiente, no obtiene lo que desea ni pagando por ello. ¡Es simple, es sencillo, y es kármico!
 
Apliquemos esta enseñanza a nuestras propias vidas, y también, cómo no, a nuestra sociedad cambiante y en evolución, y abramos nuestra mano con confianza para dar. ¡Nadie puede quitarnos nada, eso es una falsedad, ya que el suministro de energía del Universo es infinito! ¿A qué tanto ahorrar de nuestra vida, de nuestra energía, de nuestro amor, de nuestra amistad y tiempo para aquellos a los que más amamos, y para el prójimo en general?
 
En la próxima entrega (este artículo tiene parte número 1, y parte 2) os hablaré del fenómeno contrario al de la Marquesa del Puño Cerrado, y es el punto de vista del "pobrecito", del que jamás es capaz de generar abundancia por sí mismo, y que también pretende que todo se lo den gratis, "por su cara bonita" y sin esfuerzo: las dos caras de una misma moneda que, en definitiva, están envenenando esta sociedad y provocando graves contracciones en el flujo del intercambio, no sólo monetario, sino simple y llanamente, entre las personas.
 
¡Os espero en la próxima entrega de estos terroríficos cuentos! ¡No me falléis! XDXD
 
 

lunes, 23 de septiembre de 2013

Desde mi torre: de dragones, mujeres, feng shui y el destino del mundo

 
Entretenida todavía escuchando las últimas novedades, relativas al tema de la reelección de Angela Merkel, de repente siento cómo "se me vienen" multitud de ideas a la cabeza.., sí, sí, efectivamente, de ésas que yo recibo "al dictado" y cuyo flujo, en condiciones normales, no se presenta.., pero que no puedo reprimir cuando hacen acto de presencia sin que nadie las invite.
 
Hay en el mercado multitud de productos para el ocio y el entretenimiento, de desigual calidad, por desgracia... Uno de los que considero dentro del ámbito de los recomendables corresponde a la "bilogía" de Alison Goodman, la escritoria australiana que finalmente se animó con el género fantástico con su serie sobre "Eón". Me recuerda mucho, pero que mucho, estas historias de la chica que oculta su identidad femenina para poder convertirse en un gran guerrero, a mi misma. No voy a ponerme a dar detalles, pues daría para otro libro (escrito por mí, y que por cierto, ya escribiré): el caso es que el "prota" de "Eón: el despertar del Ojo del Dragón", en el segundo libro que cierra y culmina la serie (el más que recomendable "Eona: el último Ojo de Dragón") pasa como bien podréis suponer por una serie de dificultades y de sacrificios épicos, para defender su honor y el motivo de su custodia, el poder del Dragón, ser extraordinario que, en la mitología oriental y como muchos de vosotros ya sabréis, representa la fuerza, el valor, la autoridad, el éxito y el poder.
 
El argumento del segundo libro de la serie es más o menos el siguiente: un tirano ha declarado una guerra (¿os suena familiar?), y Eona se convierte en la principal defensora de la resistencia a favor de los legítimos depositarios del poder (¡vaya!). Ahora bien, la joven tiene un problema muy, muy grave y de difícil solución: no le resulta fácil del todo controlar su poder, el destructivo o constructivo poder otorgado por todo aquel que es tocado alguna vez por el Hálito del Dragón. La historia está basada, cómo no, en la mitología de China y de Japón, países que, por cierto, consideran a los dragones como una especie de fuerzas elementales de la naturaleza, muy relacionadas con los poderes de la Tierra, del propio planeta. Así pues, la autora, Goodman, da en el clavo cuando afirma que se inspiró en las leyes del Feng Shui ("Viento y Agua" para los chinos), en su particular forma de entender las relaciones entre los elementos planetarios, para redactar su obra.., así como en la especial estructura del horóscopo chino, en la que un cambio de ciclo se produce cada 12 años. Para Goodman, la energía de los dragones de sus libros es tributaria de ese complejo horóscopo.
 
"DONDE HAY PODER, HAY TRAICIÓN", reza uno de los reclamos publicitarios de este último libro... ¡Curiosa conclusión ésta a la que han llegado las mentes preclaras de los responsables del departamento de marketing de la editorial Viceversa-Océano! Yo diría que han sido iluminados por alguien, jajaja... Extraña asociación de ideas la que entre ayer y hoy se me puso delante de los ojos, cada vez que veía a la señora de los ojos de hielo, la correcta, controlada, inteligente, fría Angela Merkel, haciendo gala de una humildad y un "saber estar" casi impecable, estudiadamente desplegado. Era verla y acordarme de este libro, de su protagonista, del Poder del Dragón. Y además, no era capaz de detener del todo el flujo de ideas que afloraban alocadamente a mi mente. El destino del mundo es una suerte de batallas y de fuerzas complejas, arrolladoras, y Angela Merkel tiene alguna clave en sí misma que ahora mismo no me atrevería ni a imaginar. No se debe jugar con el Poder del Dragón, no: es algo sagrado, incontrolable y muy, muy serio.
 
Debe de ser que bajo la mirada extremadamente fría y contenida de la líder alemana veo destellos extraños, que no me gustan un pelo.
 
Los que son tocados por herencia espiritual por el Poder del Dragón saben ver por debajo de la superficie de todas las cosas en este mundo regido y gobernado por las leyes de la materia... Conocen el peligro y el daño que el Poder puede representar, y no se llaman a engaño con respecto a la dificultad de controlar esa inmensa fuerza. Creativa y destructiva a la par, la Fuerza del Dragón no se anda con chiquitas, no sabe de amigos ni de enemigos, no perdona, y es irreductible si una alta, muy alta voluntad de mejora, de trascendencia, de servicio espiritual, no está presente para contenerla. ¡No hay forma de controlar a un Dragón, ni a un Custodio de su poder, si no es por su absoluta vocación de servicio a la Voluntad!
 
Afrontamos la recta final de 2013 con los ojos puestos en 2014... En España, la situación es la que sigue: los más agoreros afirman que todas las subidas de impuestos que el Gobierno prometió bajar al año que viene subsistirán (los impuestos a la renta del capital, el Impuesto de Sociedades, el IBI, el IRPF, etc). Se insinúan nuevas subidas al transporte público, a la luz.., y aunque muchos ciudadanos están al límite, se plantea una subida del IVA del 10 al 21% a gafas, vendas y escáneres; una nueva subida del IVA a la fabricación de productos farmacéuticos; y un incremento al 21% a los productos notariales. El próximo viernes sabremos los Presupuestos Generales del Estado: ataros los machos, que vienen curvas. Porque se está pendiente el gravamen a la contaminación de los vehículos, entre otros. Pero realmente, nadie sabe lo que va a pasar.
 
¿O sí?
 
Austeridad. Ésa es la clave, al parecer: ésa es la palabra. Lo firman y ratifican los alemanes, que acaban de volver a dar un nuevo voto de confianza a su líder. Austeridad, y abandonar la recesión: en España, en toda Europa, sí. Eso es lo que se dice: parece que de eso es de lo que se trata.
 
No hay más que ver cuál es la dinámica del planeta, de la Tierra misma en su devenir a través del espacio y de los siglos oscuros: la austeridad parca y plena; la vida manifestándose en absoluta austeridad, en su estado más puro, conteniendo las fuerzas arrolladoras de su energía primordial, para poder crecer indefinidamente...
 
Vamos, ¡no me toméis más el pelo, por favor, que no soy tonta!
 
Ayer, mientras atendía al desarrollo de las noticias sobre el triunfo de Angela Merkel, escuché a una mujer ya de cierta edad, no sospechosa de estupidez recalcitrante ni de partidismo utópico, relatar algo que acababa de decir no sé cuál de las mentes preclaras de los comentaristas políticos que en ese momento trataban de ganarse la vida defendiendo a unos o a otros... Creo que me dijo que lo había soltado no sé cuál periodista, pero no me enteré bien del todo. Dijo que ahora, la Merkel tenía que enfrentarse a una etapa clave en su mandato, en la cual necesariamente se iba a ver obligada a recortar (ella también, sí) numerosos derechos sociales en su país, como por ejemplo lo privilegios de las madres alemanas, sin duda alguna. La persona que me lo comentaba, toda convencida ella, estaba de acuerdo: por supuesto, ¿cómo se iba a poder sostener, económicamente hablando, eso de que las mujeres estuvieran, por ejemplo, dos años cuidando de sus hijos en casa, mientras se las pagaba? ¡Tal cosa no era en absoluto productiva, cómo íbamos ni tan siquiera a pensar que pudiera ser posible!
 
Tener hijos no es productivo. Cuidar de una casa, mantener a una familia, no es productivo. ¡Y me lo dice una que ha ejercido de ama de casa durante casi toda su vida!
 
Desde mi torre veo el mundo con mis ojos de Dragón, y no sé bien si reírme, si llorar, si suspirar, si emigrar a un lugar aún más solitario, si cabe, o si dedicarme a rociar a todos con el fuego de la cólera y del poder del Elemental Profundo... Pero no he venido aquí, a este mundo, para hacer demagogia, ni para castigar al ser humano, ni tan siquiera para dar mi opinión: he venido a custodiar la Sabiduría, y a ofrecérsela a todo aquel que quiera aprender de ella. ¡Nada más! Así que el destino del mundo, que no está en mis manos, desde luego, se va volviendo cada vez más estúpido y amenazador, pero yo no puedo alterarme por ello, ni tomar partido.
 
No puedo ni debo alterarme ni modificar mi trayectoria por nada ni nadie. ¡Y no voy a hacerlo!
 
Productividad, austeridad. Libre mercado, competencia. Marketing, poder. Ésas son las reglas del juego que, dicen, Alemania (que ya perdió dos guerras, recientemente) quiere imponer al resto de ese compendio de gentes de variada historia y condición al cual llamamos Europa. Y mientras los chinos se reproducen y se expanden como conejos, la locomotora alemana se enfrenta a un dilema, a un problema muy, muy gordo, a un gran caos: no puede crecer hasta el infinito, no puede expandirse más, porque su mercado está herido de muerte, y tampoco puede cambiar sus propias reglas, porque lo que pasa es que el engranaje está fallando, y no se sustenta sobre ninguna base firme, ya que el sistema económico hace aguas. Alemania no es rica: tan sólo es ya el reflejo de un espejo con el azogue demasiado roto, gastado y roído por el paso del tiempo. Los que se han ido allí, buscando El Dorado, pronto tendrán la oportunidad de darse cuenta de su gran error.
 
No se sirve a un señor que parece un coloso, cuando se viste de oropel porque ha de ocultar que gobierna con pies de barro. Eso lo aprendí en Japón hace algunos siglos...
 
Palabra de dragón que ve el mundo con los ojos de un dragón: os doy mi palabra de que no miento.
 
 
 

jueves, 19 de septiembre de 2013

"Neptuno", de Liz Greene: o cómo tratar a algunos "sufridores" profesionales

 
 
Me he currado esta fotito que saqué el otro día para ilustrar un poco lo que quiero decir con la entrada de hoy. Se trata de una fuente que hay en mi antiguo barrio, dedicada al dios romano Neptuno (sí, sí, el mismo: el del tridente y los caballitos acuáticos XDXD), así como a sus ninfas y sus sirenas. La verdad es que la fuente mola cantidad, y no es casual que yo haya querido teñir la foto con esos tonos violetas y turquesas, acuáticos y muy, muy espirituales, a lo que dicen algunos (no entiendo por qué demonios el rojo, que es un color que me encanta, es considerado un color "poco espiritual", pero en fin)... La leyenda reza: "Si supiéramos lo amados que somos realmente, ¡nunca nos haríamos las víctimas!".., y no es una frase que he soltado ahí mismo por poner algo: es que lo pienso realmente, tal cual lo escribo.
 
¡Y creedme, tengo buenas , muy buenas razones para pensarlo!
 
Hace pocos días (nada es casual en este universo, todo consiste en un tejido muy bien elaborado de sincronías maravillosas) vino a mi de forma gratuita y sin pedirlo siquiera un libraco que hace algunos años empecé y no pude terminar porque me lo prestaron y había que devolverlo (ay, la sempiterna falta de tiempo, grrrrr). Se trata del "Neptuno: un estudio astrológico" de Liz Greene: ese gigantesco y amedrentador pedazo de "tocho", conocido por todos los astrólogos y aprendices del tema, en el que se lleva a cabo un análisis increíble, aplastante y conmovedor, del dichoso planeta transpersonal desde el punto de vista de la astrología, pero también de la filosofía, de la psicología, de la religión, de la política... En fin: no tengo que dar muchas vueltas para daros la impresión de que el libro me encanta. Neptuno, como arquetipo planetario astrológico, tiene una importantísima influencia en aquello que se conoce como "psiquis colectiva", un concepto acuñado por el eminente Gustav Jung, "of course".
 
Vino a mi hace muy pocos días un señor empresario que ahora mismo no tenía ocupación ninguna... Mediana edad, estudios superiores, mente clara y aguda, recursos suficientes como para salir adelante bien, aún en una situación de "crisis" como la que nos atenaza. Bueno: expresó sus dudas sobre la viabilidad de su próximo proyecto empresarial, ¡e incluso argumentó que tenía una especie de inmensa fobia al fracaso! Lo más curioso del tema es que este hombre había demostrado en reiteradas ocasiones sus capacidades como profesional. Desde el principio me di cuenta perfectamente de dos cosas: primero, que algo lo mantenía "atorado", preso de una especie de inercia que no conseguía vencer.., una inercia interna que era la responsable real de sus dudas y que le forzaba a buscarse toda una larga serie de excusas para no ponerse en marcha. Y segundo: tenía dentro algún tipo de complejo extraño relacionado con el victimismo. ¡Eso se le veía a la legua!
 
Todos nosotros (todos, sin excepción) hemos jugado alguna vez al rol de la víctima y el del victimario. ¡Todos, a lo largo de múltiples rondas de tiempo! Si no quieres complicarte la vida con temas más densos y profundos, analiza las veces que, en tu propia vida, has tomado el papel de víctima, y también el de verdugo. No temas: te alucinará el resultado de tus pesquisas, si es que lo haces de verdad, sinceramente. Por eso, he llegado a la conclusión de que, seas víctima o verdugo (o te creas que lo eres, que ésa es otra), en realidad tu postura no importa: carece absolutamente de importancia, porque no es más que un punto de vista, un papel aprendido al que quizá nos hemos apegado demasiado: un disfraz. Piscis, el duodécimo signo del Zodíaco, es un experto en todas estas cosas del victimismo. Como simboliza la disolución del ego, está en contacto directo con el inconsciente colectivo, y tradicionalmente es uno de los que toman la postura de la víctima como medio y forma preferida de fundirse, de abandonar el Ego que tanto le molesta, de unificarse con la Totalidad Universal. ¡Quién dijo que el sufrimiento no tenía a veces una clara finalidad!
 
El signo de Piscis muestra una gran tendencia al idealismo.., y también al sufrimiento. Tiene severas reticencias con el mundo material: está muy en contacto con lo espiritual, sabe de dónde viene, y no le gusta mucho lo que ve aquí abajo. Todo perfecto, a excepción de que le dé por joder al prójimo.., con perdón. Efectivamente: los que van de víctimas pueden ponerse pesados.., ¡muy pesados! Yo he tenido que aprender a no hacerles ni caso, porque sé que les encanta sufrir y que la cosa no va conmigo, ya que si cayera en las redes del "pobrecito de mí", no haría otra cosa en mi vida que intentar consolarles. Técnicamente, no es que les encante sufrir: es que sufren por su extremado idealismo y por su sensibilidad, por su permeabilidad extrema que les impele a tratar de sintonizarse y armonizarse con cualquier cosa que les resulte apropiado. Su permeabilidad extrema casi les obliga a fundir su sentido del Yo con el Cosmos. Son muy influenciables: absorben todo tipo de impresiones corriendo el peligro de caer en la confusión y la desorganización, ya que su sentido práctico es prácticamente nulo.
 
Sí: sé que hablo de forma muy políticamente incorrecta. ¡Pero es que considero que, de vez en cuando, es necesario, muy necesario tomar al toro por los cuernos! Con Piscis esto resulta muy difícil: se escabulle, se escaquea, se retrae, como buen pececillo escurridizo que es. En el mundo del pescado, regido por el planeta Neptuno, todo parece difuminarse y disolverse en la Nada. Y claro: ¿cómo negarse a atender los requerimientos de los que sufren, de los que se desesperan, de los que parecen nadar en la ansiedad y en la melancolía?
 
Ayer, por mi cumpleaños, me llamaron por teléfono (supuestamente, para felicitarme, jajaja) dos personas con un componente de Piscis tremendo, enorme, casi apabullante... Estos dos no sólo tienen profundos rasgos del signo regido por el voluble dios del mar, Neptuno, sino también un carácter de los tres mil demonios, motivado por severas y poderosas posiciones en signos de Fuego y Tierra. ¡Qué combinación más explosiva! Había discutido algo más que fuerte con los dos en ya demasiadas ocasiones, y por mi parte, había dado por zanjado el asunto, porque no soy persona de perder el tiempo ni de hacérselo perder a los demás. Pero claro: en cuanto los cielos se mueven, y el continuo transitar de los planetas toca en las respectivas cartas de estos dos algún punto sensible relacionado con Piscis (en el caso del hombre, la siempre esquiva Luna; en el de la mujer, una conjunción Venus-Neptuno muy, muy activa y problemática), empiezan a pensar y a sentir en términos de la Bondad Universal y se ponen pesados, francamente pesados. Se acuerdan de las burradas y bestialidades inmensas que alguna vez me dijeron, y les da por sentirse verdugos, o víctimas, o las dos cosas juntas. Y me llaman mil veces, y me lloriquean babosamente en el oído, y me llenan el buzón de voz de suspiros e insinuaciones dolorosas varias, como si uno estuviera en plena Semana Santa y la cuestión consistiera en una especie de ruta recreativa por el Calvario. La mayoría de las veces, ni siquiera les cojo el teléfono, porque sé de la manipulación real, muy real, que este comportamiento implica.., ¡y no estoy dispuesta a seguirles el juego a ninguno de los dos!
 
Es posible que penséis ahora que adolezco de una absoluta falta de compasión esencial, al actuar de esta manera (y encima, proclamarlo a los cuatro vientos). Pero analizadlo: analizad bien, con serenidad y raciocinio, y haced la prueba de contabilizar, aunque sea a "grosso modo". Pensad en la cantidad de tiempo (de horas de vuestro tiempo sagrado que habéis agotado) y de energía vital que habéis perdido, atendiendo los requerimientos de alguna persona de vuestro entorno de las citadas características... ¿Cuántas veces no os han llamado a deshora? ¿Cuántas veces no os han interrumpido cuando estabais haciendo algo de vital importancia para vosotros? ¿Cuántas veces no han abusado (sí, abusado) de vuestra confianza, pretendiendo contaros sus "rollos metafísicos", como yo digo, en el momento y el lugar que ellos querían? Si os ponéis a revisadlo, seguro que os sale una cuenta muy, muy larga. ¡Más de la cuenta, sin duda alguna!
 
Hacedme caso: no les prestéis atención. ¡Ninguna atención! Aunque lloren, aunque suspiren, aunque aparentemente amenacen con suicidarse o algo similar, aunque parezcan sentirse muy mal físicamente (manifiestan gran cantidad de síntomas físicos que son absolutamente psicosomáticos, en general producto más bien de la enorme ansiedad en la que viven), vosotros ni caso. ¡A lo vuestro! Como el que oye llover. Tenéis derecho a vuestra vida y a vuestro tiempo, y no caer en las redes de las víctimas, que al final, no son más que vampiros emocionales aunque se presenten con rostro de infante (suelen parecer aniñados, mucho más jóvenes de lo que en realidad son) y vulnerables. Son muy peligrosos, son auténticos agresores que nos dominarán si no hacemos nada por evitarlo. Además, creedme: no cambian. Seguramente vais a caer en el error de creer que podéis ayudarles: qué va, desistid, porque ellos no quieren cambiar, ellos no quieren ser ayudados. ¡Tan sólo quieren vuestro tiempo, vuestra energía, y vuestra atención constante e incondicional!
 
... Si tenéis interés en el libro de Liz Greene en formato digital, poneros en contacto conmigo en mi correo electrónico, shandromeda@yahoo.es
 
¡Saludos, buenos días.., y mucho cuidado con las falsas víctimas, que son legión!
 
 

lunes, 16 de septiembre de 2013

Cadena de cabrones

 
 
 
Tranquilos, tranquilas: no estoy mal, ni "encabronada", ni nada que se le parezca. El título de la entrada de este blog corresponde a una mera reflexión, a un pensamiento, a una especie de "toma de conciencia" sobre lo que está pasando actualmente en la sociedad a todos los niveles... Y sí, muy mal: muy mal está la cosa, pero no por lo que todo el mundo cree, comenta, dice, cuchichea en los mentideros de la Corte. ¡No tiene nada que ver con el dinero, con el paro, con la falta de expectativas este asunto!
 
Hace ya algunos años vi una peli sin excesivas pretensiones, que me gustó bastante porque me pareció en aquel entonces una idea muy original. Se llamaba "Cadena de favores", estaba protagonizada por Haley Joel Osment, Kevin Spacey, Helen Hunt y Jon Bon Jovi en los papeles principales, y basada en la novela homónima de Catherine Ryan Hyde. A grandes rasgos, el argumento iba de lo siguiente: un profe de Ciencias Sociales encargaba a sus alumnos a ver si se les ocurría algún método novedoso para cambiar el mundo (a mejor, se entiende). Uno de sus alumnos se toma muy en serio el reto y tiene una idea muy simple, pero muy efectiva: resulta que tiene que ayudar a tres personas de su entorno más inmediato en conseguir algo que no podrían, por el motivo que sea, lograr por ellas mismas. En vez de cobrarse de alguna manera el favor, el alumno piensa que lo mejor es que cada una de estas tres personas se vea impelida a ayudar, a su vez, a otras tres personas.., y así sucesivamente. ¡Original y curiosa, la iniciativa!
 
Yo estaba convencida de que la sociedad iba a acabar reaccionando en masa ante esta situación dolorosa, pero me olvidé de algo: a veces, para sacar lo mejor de nosotros mismos, tenemos que llegar hasta las puertas del mismo Infierno. Exceptuando una masa crítica de seres ya muy puestos, muy evolucionados, muy conscientes, aquí el que más y el que menos funcionamos a una escala de vibración muy baja (y así nos va). Y la cosa tiende a ir, precisamente, en el sentido contrario al que yo, ilusionadamente, me esperaba. Me explicaré.
 
A mi alrededor por mi trabajo, por mi tarea, por mi experiencia, me llegan multitud de casos de personas que no lo están pasando muy bien precisamente, que digamos... Algunos acusan una crisis existencial profunda; otros parecen navegar en círculos, no demuestran saber por dónde tirar. Otros se encuentran en el paro, o no llegan a fin de mes, o les están explotando en el trabajo, o les han cambiado sustancialmente las condiciones del mismo, y ya no pueden más. Una gran mayoría, con o sin estos condicionantes anteriores, están sufriendo la soledad y el abandono, no son capaces de encontrar a una persona que les complemente, que les estimule, que les ame. Una buena parte están implicados en relaciones destructivas, posesivas, tóxicas o directamente humillantes. En fin: gran parte de ellos presentan una combinación de todos esos factores, y en los casos más graves y urgentes, cuadros de depresión más o menos profunda, alteraciones emocionales y mentales, en algunos casos ya críticos, incluso intentos de suicidio.
 
No nací ayer, la verdad, y puedo afirmar sin ningún género de duda que no había percibido antes una crisis de proporciones tan inmensas. Sigo diciendo, repitiendo, comunicando, transmitiendo, esto: queridos y queridas míos, LA CRISIS QUE VIVIMOS NO TIENE REALMENTE NADA QUE VER CON LO ECONÓMICO. ¡No en primera instancia! Los fenómenos económicos que implica son relevantes, muy relevantes sin duda alguna.., pero no son el origen: sólo son los resultados.
 
Esta mañana he estado observando el panorama con suma, con detallada atención... Ese panorama que digo, a nivel de sociedad de consumo, es cada vez más duro, más caótico. Todo está organizado para que vayamos a la compra como borregos, para que consumamos como borregos, para que paguemos como borregos. ¡Y es que no hay tiempo, no hay tiempo! En eso se basa todo el artilugio, todo el invento éste en el que actualmente estamos sumidos: en nuestra falta de tiempo crónica y enfermiza. ¡Ya se encargan las empresas, los medios de comunicación, los políticos, las instituciones, todo el engranaje en general, de que la falta de tiempo del individuo sometido a esta especie de "carrera hacia ninguna parte" se perpetúe! Porque interesa mucho tener a la gente aborregada, anestesiada y estresada: se les puede esclavizar más y mejor. Se vuelven sujetos dóciles e inseguros, fáciles de dirigir en un sentido o en otro. ¡Eso es lo que conviene, eso es lo que interesa!
 
... Pero no hay "manos negras" reales, no permitáis que se os engañe tan fácilmente: no... En realidad, todo este engranaje es el que hemos permitido, propiciado e ideado nosotros mismos. ¡Parte de nosotros, y es de nuestra entera responsabilidad! Ni los políticos, ni las instituciones, ni los empresarios, ni los medios de comunicación, ni el resto de realidades sociales son una especie de buitres leonados que planean sobre nuestras cabezas para alimentarse de nuestras entrañas. ¡Ni hablar! Yo no he venido aquí a gastar mi tiempo en contaros estupideces, cosas fútiles o mentiras: lo que quiero decir es lo que veo, y lo que veo y tengo que transmitir, es que el tejido social está muy, muy enfermo.
 
Es como un cáncer: un cáncer que se transmite rápida y peligrosamente. Todos, absolutamente todos, como células que somos de este tejido, estamos implicados. Yo misma he sentido cómo el cáncer ha querido corroer mi ánimo: la desconfianza, el desánimo, la avaricia, el miedo de que otro me quitara "lo que es mío", la sensación de injusticia para con mi persona... ¡Es fácil caer en sus redes! Del miedo a la ira, y de ahí al odio, como se decía en Star Wars (y no, no estoy de coña) hay sólo dos pasos... Incluso tan sólo uno, si el personal es de carácter "inflamable" y tiene además poca paciencia.
 
En este plan, tan sólo puede esperarse un resultado: la sociedad entera se convierte en una insoportable "cadena de cabrones". En vez del mensaje que se transmitía en la película que antes mencioné, se fomenta todo lo contrario: vivimos "atacados", de los nervios, irascibles, completamente confundidos, y en lugar de dedicarnos a ayudar al prójimo para que éste consiga alguna cosa que le falta, y que no puede obtener, nos esforzamos en hacerle cada vez la vida más imposible. ¿Que el jefe nos toca la moral en el trabajo? Estupendo, vamos a tratar al "jubilata" de turno como si fuera un ciudadano "de segunda categoría"... ¿Qué nos quedamos en el paro? No hay problema: a intentar trampear lo máximo, a ver si podemos escaquearnos lo más posible de nuestras obligaciones para con la comunidad. ¿Que nos van mal las cosas? Pues nada: a echar la culpa al que toque, según los intereses sociales del momento: a la monarquía, a la república, a los curas, a los judíos, a los políticos, a los banqueros, a los gays, a los gitanos, o al lucero del alba... ¿Que el pariente o la parienta nos pone los cuernos, nos deja.., que no conseguimos lo que sea de tal o cuál persona? Estupendo: a tirarse y abusar de todo lo que se menea.., o bien a volver la agresividad contra uno mismo y pasarnos los días lloriqueando, rebuscando en Internet durante toda la noche en busca del motivo de nuestro amor (?¿?¿ ¿en serio?), acercarnos a rezar a San Judas Tadeo o a San Expedito para que el pavo o la pava que se nos ha metido en la cabeza deje a su pareja, o contratar los servicios de la bruja de turno para que nos haga un "amarre" que nos solucione el problema.
 
... Y la envidia.., ¡la jodida envidia! En vez de mirar lo que tenemos, los dones que nos han sido otorgados, las bondades de las que podemos disfrutar, los regalos de la vida.., ¡qué va, hombre! Nos dedicamos a mirar el ombligo.., ¡del prójimo! A valorar lo que otros tienen "de más" con respecto a nosotros, a compararnos con el vecino, a envidiar en secreto su buena suerte, e incluso a desearle el peor de los males, con absoluta mala voluntad e inquina. En lugar de ocuparnos con diligencia de nuestros propios asuntos, y de centrarnos en nuestros verdaderos objetivos, gastamos una cantidad ingente de tiempo en compararnos con otros, y en lamentarnos de lo que, supuestamente, nos falta.
 
Lo dicho: así no vamos a ningún lado. Cuando uno coge el coche cada mañana para ir a trabajar, da casi hasta miedo salir a la calle. Una agresividad bestial se palpa en el ambiente. ¿Realmente somos tan desgraciados por culpa de la crisis? ¿No será, más bien, que la mayor parte de la culpa la tenemos nosotros? Hay gente que verdaderamente lo está pasando mal, muy mal (económicamente hablando).., pero me atrevo a afirmar que el 80% de la sociedad española lo que está haciendo es "racanear" el supuestamente "poco dinero" del que dispone. En realidad, estamos ahorrando "el chocolate del loro": veo a gente que dice que no puede pagarse una clase de gimnasio pero que, eso sí, se "pimpla pa'dentro" dos paquetes de tabaco al día como si tal cosa. Veo a gente que le niega una comida en un restaurante a su abuela por su cumpleaños, y que sin embargo se lo gasta en un Smartphone de última generación. ¡Vivir para ver!
 
¿A qué estamos jugando? No tengo ni idea, pero lo que me resulta evidente es que, a través de la consabida "cadena de cabrones", no vamos a conseguir mucho... Ah: y un consejo de "alta magia" (por no decir de lógica de andar por casa y de somero conocimiento de algunas de las Leyes Universales.., que ya es un concepto mucho más complejo y difícil de comprender por la peña, al parecer): con respecto a los que se quejan de que no son capaces de generar suficientes ingresos, haríais bien en revisar concienzuda y honestamente lo que dais, y lo que se guarda; revisad lo que compartís, revisad vuestra implicación a nivel social, personal, familiar y de amistad. El camino no pasa por convertirnos en un eslabón más de la "cadena de cabrones", ¡no racaneéis con vuestro dinero, tiempo, esfuerzo y sensibilidad con respecto al prójimo, pero tampoco permitáis que de vosotros se abuse!
 
... Porque lo cierto es que todo lo que se cierra, se acaba convirtiendo en una tumba.., ¡y eso vale también para tu economía, tu vida y tu bienestar y felicidad, en general!
 
 

jueves, 12 de septiembre de 2013

¿Te estás robando el tiempo?

 
 
Buenos días: ¡¡ya he regresado!! :-) ¡Muchos de vosotros ya sabéis de mis andanzas durante tooodo este tiempo! Para los despistados o rezagados, tengo que decir que las vacaciones me han servido no sólo para aclarar mis ideas, sino para organizar todas las cosas que, a nivel espiritual y material, tenía pendientes (flecos muy complicados de peinar, bien es verdad). Acabé mi duro proceso de siete años donde, con una fiebre de 40 grados, lo empecé: en las inmediaciones del valle de Hecho, más allá de la Boca de los Infiernos (significativo, jajaja).., allí donde los túmulos de nuestros antepasados reposan para siempre entre la belleza increíble y casi inmaculada de los valles pirenaicos.
 
Vengo con ganas, dispuesta a darlo todo por mi trabajo: por vosotros, por el camino que quiero recorrer, por la Causa. Eso de la Causa sé que suena quizá un poco grandilocuente, pero os aseguro que, después de haberme recorrido más de 400 kms a pata durante este verano (que el día 21 llegará a su fin), vengo bastante, bastaaaaante más templadita y humilde de lo que me fui.
 
A mi alrededor sigo oyendo las voces de las personas que reclaman su sitio en este mundo... Estamos atravesando algo así como una "tormenta perfecta", y son muchos los que se sienten zozobrar. Las arremetidas del Poder (de todo aquello que pensamos que nos subyuga, que nos atrapa en sus redes, que no nos deja ser felices) siguen pegando con fuerza. ¡Inclemente parece la hoz de la desgracia, en estos tiempos que corren! El miedo nos embarga: miedo a perder todo lo que tenemos, aunque no sé si la cosa alcanza todavía el nivel de tener miedo a perder todo lo que somos. Lo digo porque ésa es la fase final, y me parece que aún no hemos alcanzado ese escalón (aunque visto lo visto, todo se andará).
 
De todas las cosas que escucho, de todos los dramas personales que no tengo más remedio que considerar, lo que más me preocupan es, obviamente, aquellas situaciones de exclusión social o de extrema necesidad que ponen a prueba la voluntad, la paciencia y la fe de mucha, mucha gente. Pero hay, además, otras cosas. Cosas que pasan más inadvertidas, pero que afectan todavía a muchísima más gente.
 
Una de las cosas que más suscita mis desvelos es la estruendosa y recalcitrante pérdida de tiempo de la que adolecemos en esta sociedad moderna y "avanzada", sin ir más lejos. Yo sólo hago una cosa: ver a gente ir de acá para allá con prisa, con desesperación, como si se les fuera la vida en ello. Y efectivamente, es que se les va la vida, porque este entorno impide (por su propia naturaleza) que nos detengamos a pensar, a sentir, a reflexionar sobre lo que sucede (sobre lo que nos sucede). A veces siento la tentación de creer que todo es una trampa, que no es casualidad. Que el engranaje nos sume aposta en una especie de "carrera" hacia ninguna parte. ¡Demasiadas obligaciones, demasiados compromisos, demasiadas cosas materiales a las que atender!
 
Pero cuando yo también me detengo a pensar, y el aire de la sierra me da de lleno en la frente (una cosa que refresca mucho, amén de aclarar las ideas), me doy cuenta de que, más que una especie de conspiración extraña, externa, que nos fuerza a andar todo el día para arriba y para abajo como locos, se trata de otra cosa. Bien es verdad que yo tengo facultades para engañar a mucha gente, si quisiera.., pero de lo que no soy capaz, es de engañarme a mi misma. Así que no tengo más remedio que admitir que lo que nos desvía del disfrute de nosotros mismos, de los nuestros, de la gente que amamos, de las cosas que nos gustan e incluso, de nuestro propio Objetivo de Vida, no es un Gran Hermano maligno y acechante que nos vuelve la cabeza del revés, no... ¡Qué va! ¡Somos nosotros mismos, nuestras propias tentaciones e ilusiones internas, que se nos presentan desde nuestro propio interior a lo largo del camino, desviándonos de nuestras auténticas metas!
 
Para tener una vida sana, para poder llegar a cumplir tus metas, es imprescindible que aprendas a gestionar bien tu tiempo. ¡No permitas que nada ni nadie te desvíe de tus verdaderas metas, de tus sueños, de tus objetivos reales! Puede que te estés "robando el tiempo" a ti mismo/a de una forma muy sutil, de tal forma que te sea complicado incluso para ti entenderlo y darte cuenta. Es posible que empieces a echar la culpa a gente ajena, o quizá a instituciones o a determinadas circunstancias de tu vida, de tu falta de tiempo... A tus compromisos, a tus limitaciones (¡pero recuerda que muchos de ellos, muchas de ellas, los has admitido tú!). Es fácil echar balones fuera, como siempre, pero párate a pensar un poquito. ¡Tan sólo un instante, anda!
 
¿Qué cosas de tu vida no te gustan? ¿Qué estás haciendo que no tiene nada que ver contigo? ¿Quizá estás dejando que el "qué dirán", el miedo, la conveniencia o la rutina te invadan? ¿Sigues tu vida como realmente tú quieres, o estás permitiendo que otros dicten lo que has de hacer con ella y lo que no?
 
Creo que, como comienzo de curso, es un buen ejercicio ponerse las pilas y tratar de responder lo más sinceramente posible a todas estas preguntas... ¡Piensa qué estás haciendo con tu tiempo de vida y si no te complace, cambia de rumbo mientras aún estés a tiempo!
 
¡¡Buenos días a todos y a todas!! ¡Un besote!