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lunes, 4 de marzo de 2013

Cabreados


























Ni se te ocurra.., ¡no lo hagas, ni de coña! ¡Jamás brindes tu vida al prójimo!

Párate a pensar ahora... Durante años, quizá siglos, quizá más aún, has estado otorgando a los demás más valor del que te otorgabas a ti mismo/a.

¡Error! No se trataba de eso. Nadie te ha pedido que te sacrifiques por los otros... Nadie te exigió que tuvieras que poner tú toda la carne en el asador, ni que fuera imprescindible comulgar con ruedas de molino.

¿Lo recuerdas?

Vuelve tu vista atrás. ¿Cuántas veces te has callado, cuántas veces has tenido que soportar el golpe? Si eres sincero/a, te darás cuenta de que muchas.., ¡muchas, muchas, demasiadas veces ya para no tenerlo en cuenta!

¿Dar tu corazón entero, como pone en esa foto? Tu corazón te pertenece. Tu vida, tu amor, tu libertad, tus alas.., ¡todo eso forma parte de tu herencia, y te pertenece!

¿Por qué tendrías que dárselos a alguien para que hicieran con ello "lo que les da la gana", según reza la fotografía de esta entrada de hoy?

Reflexiona: tú no has venido aquí a ser el/la cabeza de turco de nadie... ¿Por qué se lo permites? ¿Cuál es tu complejo, cuál es el pecado que crees que has cometido? Vuelve atrás.., piensa.., ¿en qué momento de tu historia empezaste a darles más credibilidad a los otros que a ti mismo/a? ¿En qué tiempo, en qué lugar las opiniones ajenas sobre tu persona, sobre tus comportamientos, sobre tu aspecto, sobre tus elecciones de vida, sobre tus cosas, empezaron a tener mucha, mucha más importancia que lo que tú mismo/a creías?

Párate un segundo en el camino, aprovechando que Mercurio y que Saturno andan retrógrados, y piensa.

¿Por qué demonios tendrían que saber los demás lo que te conviene? ¿Por qué deberían saberlo mejor que tú? ¿Quién les ha dado la vela en este entierro?

Cuando una persona otorga al otro más credibilidad que a sí mismo, pierde la capacidad soberana de gobernarse. Cuando dejas tu vida en manos ajenas, lo más normal que te puede pasar es que pierdas el control de la misma. Y no porque los demás sean malos, no: es porque es naturaleza esencial del ser humano el querer controlar todo lo que se le confía. ¿Por qué estimas que habrían de conocer mejor los demás que tú las necesidades de tu alma, aquello que es mejor para ésta tu encarnación actual? ¿Acaso les otorgas la categoría de brujos/as, maestros/as, gobernadores/as, jefes/as, dueños/as? ¿Y por qué, en virtud de qué? Todo el mundo puede dar su opinión.., ¡pero tú, sólo tú, eres el/la responsable de tus propias elecciones!

Después de mucho, mucho tiempo creyendo más en los demás que en ti, seguro que guardas un remanente impresionante de cólera, de ira y de frustración internas, del que probablemente todavía no has llegado a ser consciente... Estás atado/a de pies y manos, sujeto/a a las consideraciones que los otros quieran llegar a hacer sobre ti, según su propio criterio. ¡Atiende, algunos de ellos tan sólo van a darte consejos en su propio beneficio! Otros, mejor intencionados, quizá acierten.., pero te extraerán, con su consejo, quizá la posibilidad de equivocarte.., ¡y a lo mejor tú lo necesitas, equivocarte hasta enfangarte a conciencia en el lodo, para poder aprender y trascender tu propio cantar de gesta personal!

Así que no te asombres: es normal que estés cabreado (aunque también es posible que estés simplemente triste, porque aún no eres consciente de lo que te pasa). ¡Es normal que estés cabreada, que estés aburrido, harto! Si ahora has llegado a un paréntesis de tu vida en el que has empezado a darte cuenta de que, durante años, has estado ejerciendo de cabeza de turco para nada, bienvenido al club. ¡Somos el club de los cabreados, de los indignados, como ahora está de moda denominarlo! Pero no te alarmes: por mucho que te digan, no eres agresivo/a. Por mucho que quieran liarte, doblegarte, acogotarte, no es que algo en tu interior esté mal, que sea inconveniente o inadecuado, no... Simplemente, es que te has dado cuenta. ¡Es que ahora eres consciente de la manipulación, del engaño! De la sombra del Poder que ha intentado apoderarse de tu alma y de tu libre albedrío, en su propio beneficio. ¡Normal que la ira te posea!

Ahora lo sabes: no tienes por qué hacerlo. No tienes por qué someterte a las exigencias de los demás, a sus consideraciones, a sus insultos, a sus violencias, a sus rollos internos que no tienen nada que ver contigo. ¡Tampoco la tomes con ellos a saco, de repente! Recuerda: fuiste tú quién les diste ese poder hace mucho, mucho tiempo... Así que la responsabilidad, ¿de quién es? ¡Tuya, y sólo tuya!

Da media vuelta. Aquí, ahora: no lo dejes para mañana. Hasta a un grillo se le escucha: no se trata de hacer oídos sordos a todo lo que te digan...

Pero la elección está en tus manos. Tú eres el soberano.., tú eres la reina de tu propia existencia. Y nadie más que tú tiene la última palabra, en última instancia, sobre lo que hay que hacer o no hay que hacer.

... Así que destierra de tu lado, o no prestes atención, a los que te critican con dureza. No hagas ni caso a los que se burlan, a los que intentan manipularte. No te rindas a los que juegan el turbio juego de la zanahoria o del palo, o a los que te dan un día una de cal, y al otro una de arena. ¡Están jugando contigo!

Y tú, desgraciadamente, se lo estás permitiendo.

La realidad es que no has querido asumir tu propio poder, y por falta de confianza, por complejo de culpa, o por otras mil cosas, les has entregado ese poder sobre tu vida a algún otro que has considerado que debía tenerlo... Pero yo te digo, yo te afirmo: no hay nadie, NADIE EN ESTE UNIVERSO, más digno de llevar las riendas de tu vida que tú mismo/a. ¡Así que espabila, levántate de tu lecho de cenizas, y alza la frente, porque te lo mereces y hay dignidad en ti!

Puedes cabrearte, sí... Está permitido cabrearse, porque realmente llevas mucho, muuuucho tiempo aguantando el yugo, por ignorancia. ¡Ya lo sé, sé que no lo has hecho a propósito, sé que no sabías lo que estabas haciendo! Pero ahora lo sabes, y ya no hay excusas: ahora tienes que hacerte cargo. Así que libera tu cabreo (el abuso, el insulto, la manipulación, etc.., LA HAS PERMITIDO TÚ), y cuando lo sueltes, no permitas que nunca más (¡nunca, nunca más!) eso vuelva a ocurrir.

Toma ya hoy (nunca mañana, ¡no existe el mañana!) las riendas de tu propia vida, ¡y sigue adelante!

¡Besotes, y buenos lunes para todos/as!


3 comentarios:

Eva dijo...

Jo, últimamente parece que lo escribes todo para mi, jajajajja.
Gracias

Luz de Andrómeda dijo...

¡¡Eso se llaman sincronías, hermosa!! ¡Déjate llevar por ellas! ;-D

Eva dijo...

Me dejo, me dejo, contra viento y marea, pero lo que diga mi corazón, aunque sea duro.
Confia....