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martes, 15 de mayo de 2012

Depredadores de tu mente

Los he visto, los he oído, he convivido con ellos: son los depredadores de tu mente. Están en cualquier lugar: puede ser en tu oficina, en tu lugar de trabajo; puede ser en tu familia, entre tus amigos; pueden ser tu pareja, un jefe, un cliente, un colega de la partida de mus que te juegas los domingos... Puede ser tu hermana, tu cuñado, tu suegro, tu marido o tu hija. Puede ser esa vecina, aparentemente tan solícita, que siempre está metiendo sus narices en tu casa, y que lentamente, poco a poco, como la gota que horada la piedra, va traspasando los límites de tu integridad personal, sin que apenas te des cuenta. Ten cuidado: los depredadores de tu mente están mucho, mucho más cerca de lo que jamás hubieras podido llegar a sospechar.

Su principal característica es que son muy pesados, obsesivos, y que no admiten un "NO" por respuesta... Tratan de imponernos, por las buenas o por las malas, su visión del mundo, así como su forma de hacer o de sentir. Normalmente, no te enteras de que son unos manipuladores del quince hasta que ha pasado demasiado tiempo desde que "disfrutas" de su malevolente compañía... Una vez desenmascarados, todo empieza a ser muy claro en tu cabeza; pero antes no, porque literalmente devoran tu mente, tus ideas, tu voluntad y tu buen o mal criterio. No lo olvides: son depredadores, y no actúan por tu bien, sino única y exclusivamente por el suyo.

Se aprovechan de una relación estrecha, cercana y afectuosa para satisfacer sus propias necesidades. Y sí: me diréis que, en mayor o menor medida, todos somos manipuladores, y es verdad. ¡Es una verdad como un templo! Pero os aseguro que hay límites y grados, como en el ejército. Éstos, los auténticos depredadores de la mente, se distinguen del común porque no cejan: da igual cómo les digas las cosas, ni en qué idioma. Da igual que les expliques claramente, con toda educación y con firmeza, cuál es tu postura, y que deseas establecer unos límites claros en tu relación para con ellos. Da lo mismo: ellos son como el "don Erre que Erre" de aquella película del cine español: siguen en sus trece, no tienen en cuenta tu voluntad soberana (porque no les importa), se pasan por el forro tus necesidades y sentimientos.., y siguen con lo suyo. Se hacen los locos, miran hacia otro lado, porque en realidad no quieren ni plantearse el hecho de que tú tienes tus propios planes, tu propia voluntad, y no aceptan que quieras pasar el resto de tu vida haciendo lo que te place y poniendo en marcha tus sueños.., sobre todo si esos sueños no contemplen su propia presencia ni su intervención "metomentodo" en todo lo que forme parte de tu día a día, por supuesto.

Son un coñazo de gente que te ahoga, que te aprisiona en un cerco cada vez más estrecho, y hay que aprender a librarse de ellos cuando se ponen pesaditos y no captan las señales indirectas que casi todos los que no entramos en su juego les vamos lanzando para "que corra el aire"... Normalmente, la manipulación empieza como algo muy sutil, incluso imperceptible, pero está basada en el deseo de salirse con la suya a toda costa. Cuando el que aguanta a estos auténticos plomazos emocionales se hastía, y empieza a rebelarse contra tanta tontería, los depredadores de tu mente recurren a otro método: el chantaje emocional. Empiezan a tratar de hacerte sentir miedo, culpa o verguenza, así como a ejercer un grado de poder variable sobre la otra persona. Si esto tampoco funciona, es cuando en algunos casos empiezan a plantearse seriamente la agresión física o moral. ¡Cualquier cosa, con tal de llevarse el gato al agua!

¿Que cómo puedes saber si te están manipulando? Es muy sencillo: ocurre, por ejemplo, cuando alguien te sugiere cosas que tú "debes" hacer, pero esa persona se beneficia de ello mucho más que tú. También cuando percibes amenazas, sientes miedo, o simplemente no te apetece hacer algo y acabas haciéndolo forzadamente, "no sé muy bien por qué". Ahí estamos ya experimentando una auténtica depredación, ya sea implícita o explícita. Si estás haciendo algo en contra de tu voluntad, de tus propios valores o metas, de tus propios principios, tenlo claro: alguien se está aprovechando de ti.

Para que haya manipulación, es necesaria la existencia de una relación asimétrica: es decir, uno da demasiado, y el otro solamente recibe. Uno gana, mientras que el otro pierde. Las tácticas que emplea el manipulador son asombrosamente simples: o amenaza, o critica, o se inhibe. El miedo, la culpa o la verguenza que generan son capaces de movilizar a prácticamente todos los seres humanos en la dirección requerida por el manipulador, que en muchos casos ni siquiera es capaz de confesarse a sí mismo y reconocerse como tal.

Un buen método para detectar a los manipuladores es comprobar si llevan a cabo alguna de estas actitudes (o varias, o todas ellas combinadas):

- Te culpabilizan: de una forma o de otra, con argumentos más o menos inteligentes, hacen ver a la persona de la cual se quieren aprovechar que es el auténtico culpable de todo lo que sucede.

- Te amenazan, o lo intentan: ¡conmigo ya lo han intentado, de hecho! Tratan de ejercer coacción contra ti, porque si no haces lo que ellos quieren, puedes llegar a sufrir las consecuencias. Utilizan medios rastreros para amedrentarte.

- Te critican: si les llevas la contraria; si muestras opiniones o actitudes que no sirven a sus propios intereses; si tienes objetivos distintos a los suyos, pueden criticarte (por delante o por detrás).

- Quieren hacerte creer que son "adivinos" y que pueden visualizar el futuro porque sienten "corazonadas internas" sobre lo que va a pasar con su vida (y por supuesto, también con la tuya, pero indefectiblemente a su favor). Tratan de convencerte con numerosas artimañas de que así va a ser, tal y como ellos dicen. El futuro siempre será como ellos han planeado: nunca como tú lo soñaste.

-Son los únicos poseedores de la verdad. Nadie está en lo cierto, a menos que esté de acuerdo con ellos en un 100%.

- Íntimamente, se someten a una inercia en la que se autoconvencen de que son los demás los que tienen que solucionar todos sus asuntos. La tónica acaba resultando siempre la misma: el prójimo se esfuerza hasta la extenuación, mientras ellos recogen los frutos del trabajo ajeno.

- No conversan de forma asertiva: o se imponen, o se callan. Lanzan laaaaargos discursos para hipnotizar a su víctima con su sapiencia y, sobre todo, no admiten ninguna conversación madura y serena sobre la relación que mantienen. De esta forma, no se puede poner en duda la verdad ("su" verdad) acerca de cómo debe funcionar esa relación, y lo que cada uno espera de la misma.

- Se hacen las víctimas. De esta forma intentan inyectar, como un veneno, sentimientos de culpa en el contrario, y así, lo fuerzan a "cooperar".

Creéme: un depredador de tu mente jamás aceptará un "NO" por respuesta... Da igual cómo se lo digas; da lo mismo que seas agresivo o elocuente, dócil o razonable, diplomático o directo. Si tu "NO" le perjudica, si va en contra de sus intereses, de los planes que él ha orquestado para "tu futuro" y el suyo, no te hará ningún caso. ¿Cuál es la solución que hay que dar a tus contactos en relación a este colectivo de grandes inseguros y tremendos agresivos enmascarados? En realidad es simple: no hacerles ni puñetero caso. Una vez que has visto de qué van; una vez que comprendes los entresijos del juego; una vez que te has dado cuenta de que no les importas, sino que simplemente quieren hacer su santa voluntad para beneficiarse a tu costa, atrinchérate en tus convicciones y no les otorgues más poder del que se merecen. Así griten o sollocen, se tiren de los pelos o blasfemen, ten en cuenta que nada de lo que digan o veas es algo real. ¡No tienen reales sentimientos, sólo pretenden manipularte y aprovecharse de ti!

Ya bramen o lloriqueen, amenacen o hagan reverencias, tú a lo tuyo: no sigas el argumento de su "película". ¡Organiza tus propias defensas y vive tu sueño! En eso consiste, esencialmente, tu libertad soberana: en ir "a tu bola", hacer lo que realmente quieres, porque tienes derecho y nadie, NADIE, puede decidir lo que es mejor o lo que es peor para tu vida. Identifica a los depredadores de tu mente y ponte a buen recaudo: tú te lo mereces. Y que no te hagan sentir culpable: al fin y al cabo, ellos saben perfectamente que están haciéndolo mal, pero nunca, jamás, lo confesarán delante de ti, porque eso significaría perder todo su poder, y a eso no están dispuestos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchas gracias por la información, muy útil, ¿podrían hacer más artículos de este tipo? porque cuando empiezas a darte cuenta del asunto, y aún estás bajo su dominio, cuesta trabajo deshacerse de ellos, sin tener que sufrir sus venganzas, ¿me pueden ayudar con más consejos?

Luz de Andrómeda dijo...

Lo haré, lo haré: no te preocupes, Anónimo, que haré más artículos sobre este tema. ¡Un saludo!