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lunes, 9 de abril de 2012

¡Ay de ti, fariseo!
























Pues bueno: ya se pasó la fase del bendito Mercurio retrógrado, se pasó la Semana Santa, y a punto está de pasarse la otra fase que estoy considerando, la de Marte retrógrado que se pone directo el próximo 14 de abril, sábado... Pero esta mañana, al poner la radio, veo que seguimos con lo mismo: los mismos rollos sobre la crisis; las mismas amenazas veladas que provocan miedo entre las muchedumbres. Las mismas movidas que, desde un tiempo a esta parte, parecen haberse convertido en el pan nuestro de cada día. ¡Y todo parece seguir igual!

No quiero ponerme plasta con la cuestión religiosa, que éste no es el lugar y, además, es una cuestión de credo y de conciencia que yo no tengo por qué, ni quiero, gestionar en forma alguna. Pero sí que quiero postear hoy, no sé por qué, algunas partes de un pasaje de los Evangelios que recordé ayer, gracias a una película de Pasolini ("El Evangelio según San Mateo") que estaban echando por la TV.

Que cada cual saque sus propias conclusiones al respecto, como siempre. Sois libres de pensar y opinar.

¡Besotes y bienvenidos/as de nuevo!
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 "Entonces, habló Jesús a la multitud y a sus discípulos, diciendo: "los escribas y los fariseos están sentados en la cátedra de Moisés, así que todo lo que os digan, hacedlo y guardadlo; pero no hagáis según sus obras, porque ellos dicen y no hacen.

Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos mismos no las quieren mover ni aún con el dedo.

Más bien, hacen todas sus obras para ser alabados por los hombres (...) Aman los primeros asientos en los banquetes y las primeras sillas en las sinagogas, las salutaciones en las plazas y el ser llamados por los hombres: "Rabí, rabí".

Pero vosotros no seáis llamados "rabí", porque sólo uno es vuestro Maestro, y todos vosotros sois hermanos (...) Ni os llaméis "guía", porque vuestro Guía es sólo uno, el Cristo.

Pero el que es mayor entre vosotros será vuestro siervo; porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! Porque cerráis el Reino de los Cielos a los hombres... Como vosotros no entráis, no dejáis entrar tampoco a los demás.

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! Porque devoráis las casas de viudas y como pretexto hacéis largas oraciones. ¡Por esto recibiréis mayor condenación!

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! Porque recorréis mar y tierra para hacer un solo adepto; y cuando lo lográis, le volvéis un hijo del infierno dos veces más que vosotros.

¡Ay de vosotros, guías ciegos! Pues decís: si uno jura por el Santuario, no significa nada; pero si jura por el oro del Santuario, queda bajo obligación.

¡Necios y ciegos! ¿Qué es más importante, el oro, o el Santuario que santifica el oro? (...)

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! (...) Porque habéis omitido lo más importante de la Ley, a saber, el juicio, la misericordia y la fe(...) ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito pero os tragáis al camello!

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! Porque limpiáis lo de afuera del vaso o del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y desenfreno.

¡Fariseo ciego! ¡Limpia primero el interior del vaso, para que también el exterior se haga limpio!

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! Porque sois semejantes a sepulcros blanqueados que, a decir verdad, se muestran hermosos por fuera; pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre.

Así también vosotros os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad.

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, y decís: "Si hubiéramos vivido en los días de nuestros padres no hubiéramos sido cómplices de la sangre de los profetas". Así, dais testimonio contra vosotros mismos, ya que sois hijos de aquellos que mataron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!

¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis a la condenación del infierno?

Porque mirad: yo os envío profetas, sabios y escribas; y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas y perseguiréis de ciudad en ciudad, de manera que vendrá sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel a la sangre de Zacarías, a quién matasteis entre el Santuario y el altar.

De cierto os digo, que todo esto recaerá sobre esta generación".

San Mateo, 40:23:1- 40:23:36.


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