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miércoles, 14 de marzo de 2012

El Maestro y el Inquisidor parte I

Bueno, en fin: he tenido que sufrir algún que otro inconveniente para llegar a comprender por fin el por qué a algunas personas no les funciona eso tan buscado del satori, el "despertar espiritual", por más cursos, lecciones o maestros que tomen o que reciban... ¡O que impartan, o que enseñen, que también los hay! (¡no sabéis cuántos/cuántas en estos tiempos estresantes, confusos y raros del Buen Rollito y el Advenimiento de la próxima (¿próxima?) Era de Acuario!).

He hablado con unos cuantos mucho más inteligentes y sabios que yo, y me han tranquilizado y convencido (con lo difícil que es convencerme...). Me han explicado la diferencia entre lo que es un gurú (por lo general, un ciego al que otros más ciegos que él siguen, cuasi venerándolo, renunciando a su libertad y a su responsabilidad en pos de la comodidad y cierta conciencia tranquila) y un auténtico Maestro. El Maestro no te dice lo que quieres oír, sino que te lleva la contraria, y pone el dedo en tus heridas. El Maestro no trata de encadenar, mitigar ni adormecer tu conciencia: al contrario, está empeñado en despertarla.

¡Bienvenidos al circo, al ilusorio mundo del Buen Rollito, hermanos y hermanas tod@s! O "buenrollismo" como dicen, mofándose de ciertas terapias y "maestros" alternativos, algunos amigos míos (y a mi pesar, tengo que admitir que no les falta razón)... Para aquellos que no entiendan todavía a qué viene todo esto, voy a postear un resumen del fabuloso texto de Dostoievsky que me envió el otro día mi querido Amadeo Gutiérrez, y que forma parte del no menos fabuloso libro "Los hermanos Karamazov". Supongo que, como no entrará completamente en este post, tendré que repetir temática mañana.., pero os aseguro que hay que leerlo: merece la pena.

En este texto, se narra la Segunda Venida de Cristo de improviso, en la Sevilla de la época de la Inquisición; el Maestro aparece justo entre las cenizas de las hogueras en las que el día anterior se habían quemado a 100 herejes. Aparece por lo tanto Cristo en mitad de todo aquel sarao, sanando a los enfermos, bendiciendo a la gente, resucitando a los muertos... Y lógicamente, se enfrenta finalmente con la figura del Gran Inquisidor, el cual ordena prenderle y establece con Él el siguiente monólogo desde la cárcel (y digo monólogo, porque Cristo no abre la boca en ningún momento).

Que lo disfrutéis.., y el que tenga oídos para oír, que oiga.., ¡y que se deje de victimismos, que ya no cuelan!
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"De pronto, en las tinieblas, se abre la férrea puerta del calabozo y penetra el Gran Inquisidor en persona, solo, alumbrándose con una tea. La puerta se cierra tras él. El anciano se detiene a pocos pasos de umbral y, sin hablar palabra, contempla, durante cerca de dos minutos, al preso. Luego, avanza lentamente, deja la luz sobre la mesa y pregunta:

-¿Eres Tú, en efecto?

Pero, sin esperar la respuesta, prosigue:

-No hables, calla. ¿Qué podrías decirme? Demasiado lo sé. No tienes derecho a añadir ni una sola palabra a lo que ya dijiste. ¿Por qué has venido a molestarnos?... Bien sabes que tu venida es inoportuna. Mas yo te aseguro que mañana mismo... No quiero saber si eres Él o sólo su apariencia; sea quien seas, mañana te condenaré; perecerás en la hoguera como el peor de los herejes. Verás cómo ese mismo pueblo que esta tarde te besaba los pies, se apresura, a una señal mía, a echar leña al fuego. Quizá nada de esto te sorprenda...

Y el anciano, mudo y pensativo, sigue mirando al preso, acechando la expresión de su rostro, serena y suave.

-El Espíritu terrible e inteligente -añade, tras una larga pausa-, el Espíritu de la negación y de la nada, te habló en el desierto, y la Escrituras atestiguan que te "tentó". No puede concebirse nada más profundo que lo que se te dijo e aquellas tres preguntas o, para emplear el lenguaje de la Escritura, en aquellas tres "tentaciones". ¡Si ha habido algún milagro auténtico, evidente, ha sido el de las tres tentaciones! (...) Esas tres preguntas, por sí solas, demuestran que quien te habló aquel día no era un espíritu humano, contingente, sino el Espíritu Eterno, Absoluto. Toda la historia ulterior de la Humanidad está predicha y condensada en ellas; son las tres formas en que se concretan todas las contradicciones de la historia de nuestra especie. Esto, entonces, aún no era evidente, el porvenir era aún desconocido; pero han pasado quince siglos y vemos que todo estaba previsto en la Triple Interrogación, que es nuestra historia.¿Quién tenía razón, di? ¿Tú o quien te interrogó?


Quieres presentarte al mundo con las manos vacías, anunciándoles a los hombres una libertad que su tontería y su maldad naturales no les permiten comprender, una liberad espantosa, ¡pues para el hombre y para la sociedad no ha habido nunca nada tan espantoso como la libertad!.., cuando, si convirtieses en panes todas esas piedras peladas esparcidas ante tu vista, verías a la Humanidad correr en pos de ti, como un rebaño, agradecida, sumisa, temerosa tan sólo de que tu mano depusiera su ademán taumatúrgico y los panes se tornasen piedras...

Pero tú no quisiste privar al hombre de su libertad, y repeliste la tentación; te horrorizaba la idea de comprar con panes la obediencia de la Humanidad, y contestaste que "no sólo de pan vive el hombre".., sin saber que el Espíritu de la Tierra, reclamando el pan de la tierra, había de alzarse contra ti, combatirte y vencerte, y que todos le seguirían, gritando: "¡Nos ha dado el fuego del cielo!" Pasarán siglos y la Humanidad proclamará, por boca de sus sabios, que no hay crímenes y, por consiguiente, no hay pecado; que sólo hay hambrientos. "Dales pan si quieres que sean virtuosos": ésa será la divisa de los que se alzarán contra ti, el lema que inscribirán en su bandera; y tu Templo será derribado y, en su lugar, se erigirá una nueva Torre de Babel, no más firme que la primera, el esfuerzo de cuya erección y mil años de sufrimientos podías haberles ahorrado a los hombres.

Pues volverán a nosotros, al cabo de mil años de trabajo y dolor, y nos buscarán en los subterráneos, en las catacumbas donde estaremos escondidos -huyendo aún de la persecución, del martirio-, para gritarnos: "¡Pan! ¡Los que nos habían prometido el fuego del cielo no nos lo han dado!" Y nosotros acabaremos su Babel, dándoles pan, lo único de que tendrán necesidad. Y se lo daremos en tu nombre. Sabemos mentir. Sin nosotros, se morirían de hambre. Su ciencia no les mantendría. Mientras gocen de libertad les faltará el pan; pero acabarán por poner su libertad a nuestros pies, clamando: "¡Cadenas y pan!" Comprenderán que la libertad no es compatible con una justa repartición del pan terrestre entre todos los hombres, dado que nunca -¡nunca!- sabrán repartírselo. Se convencerán también de que son indignos de la libertad; débiles, viciosos, necios, indómitos. Tú les prometiste el pan del cielo. ¿Crees que puede ofrecerse ese pan, en vez del de la tierra, siendo la raza humana lo vil, lo incorregiblemente vil que es? Con tu pan del cielo podrás atraer y seducir a miles de almas, a docenas de miles, pero ¿y los millones, y las decenas de millones no bastante fuertes para preferir el pan del cielo al pan de la tierra?

¿Acaso eres tan sólo el Dios de los grandes? Los demás, esos granos de arena del mar; los demás, que son débiles, pero que te aman, ¿no son a tus ojos sino viles instrumentos en manos de los grandes?... Nosotros amamos a esos pobres seres, que acabarán, a pesar de su condición viciosa y rebelde, por dejarse dominar. Nos admirarán, seremos sus dioses, una vez sobre nuestros hombros la carga de su libertad, una vez que hayamos aceptado el cetro que -¡tanto será el miedo que la libertad acabará por inspirarles!- nos ofrecerán. Y reinaremos en tu nombre, sin dejarte acercar a nosotros. Esta impostura, esta necesaria mentira, constituirá nuestra cruz".
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¡Eso es todo, amig@s! Mañana, más y mejor, que el texto es interesante y lo merece, ¡de veras!...

6 comentarios:

Anónimo dijo...

No te ocupes de rendir culto a deidades e instituciones religiosas, como fuente de la verdad sutil. Hacer esto es colocar intermediarios entre ti mismo y lo divino, y convertirte en un mendigo que busca afuera, un tesoro que está escondido en el interior de su propio corazón. (Lao-Tsé)

basituuuuuus

Luz de Andrómeda dijo...

Jajaja: yo me sé otra de filosofía más bien popular

"Es un mal incurable la tontería:/ aquél que tonto nace/ tonto se cría"

Besotes!

Castor vs Pollux dijo...

El primer paso para no rendir culto a falsos ídolos es culturizarse; quien aprende a leer aprende a cuestionarse el porqué de las cosas. Quien lee un libro aprende que hay pensamientos diferentes al suyo, y quizás (o quizás no) igualmente válidos.

El oscurantismo, el fanatismo, los integrismos no son hijos de ninguna religión ni de ninguna iglesia. Son hijos de la incultura.

Y como dice el texto que ha posteado Andromeda, somos esclavos porque queremos serlo, adoramos falsos ídolos porque no queremos hacernos preguntas... Somos incultos porque nos da miedo aprender.

Me pregunto porqué la gente cita tantas veces a Lao-Tsé o a Buda y tan pocas de Aristoteles o a San Juan de la Cruz.

Yo creo que la respuesta la da Baltasar Gracian en "El arte de la Prudencia". Primero, cuando dice que todos los necios son audaces, y segundo cuando habla de que la prisa es propia de necios y la lentitud de los sabios... Porque los necios desean adquirir la sabiduría a toda prisa... Y eso es imposible.

Buda esta más de moda que San Juan de la Cruz símplemente porque, los necios creen que su sabiduría es más facil y rápida de asimilar.

Luz de Andrómeda dijo...

¡Hombre, Cástor! Cuánto tiempo sin entrar por estos lares, jaja!

Pues mira, hoy me ha dao por las frases. Recuerdo una de mi awelo materno:

"A un grillo se le escucha.., hasta que te revienta los tímpanos y tienes que aplastarlo"

Y luego, otra del Tío la Vara:

"¡Tontos del mundo, sus ví a crujir vivos a toos!"

Y después de estas dos perlas de alta filosofía casi hermética, se me ocurre que hay palabras que llevan "veneno amasao" (como dice tb. el Tío la Vara.., ¡esa excelsa sabiduría manchega!).., pero da lo mismo, porque todo aquel que lleva veneno dentro, así lo niegue o lo admita, corre el peligro de clavarse los dientes en su propio paladar como se descuide y se le vaya la manita. ¡Lo sé por experiencia, vamos que si lo sé!

El veneno puede matar o curar... Todos los grandes galenos del mundo lo han sabido siempre. ¡Cuidadito, pues, con las elecciones que hacéis!

Y desde luego te doy la razón: aquí hay mucha gente que habla de lo que no sabe a todas horas y desde todo púlpito.¡Continuamente, como es gratis! Y que encima, tampoco se preocupan de aprender, que es lo grave, porque el conocimiento (que no la sabiduría) lo podemos obtener todos leyendo simplemente un buen libro; no hace falta estudiar una carrera ni nada de esas jeringonzas. Vamos, que volviendo al tema de mi awelo materno, nunca fue a la universidad ni nada parecido, que yo sepa, pero era un tío de lo más instruído y leído. ¡No hay excusas para el aprendizaje!

En fin.., mañana el final del cuento. ¡A ver si os gusta!

Ale! A mandar!

Luz de Andrómeda dijo...

Y por cierto.., tampoco se han leído a Buda ni a Lao Tsé.., ¿qué te has creído tú?

¡Que eso cuesta! XDXDXD

Anónimo dijo...

Otro iluminado que en su grandeza,,,,,,,,, osa entrecomillas llamarme necio,,,,,,,, o sera que le a dejado su novia por algún profesor tantrico,,,,,,
ves tu a saber,,,,,,,,,,
yo cito lo que me parece,,,
tu cita a Teresa de Calcuta,,,,muy loable señora,,,,,,,,,,, que decía:Yo no puedo darme el lujo de la política, una sola vez me detuve 5 minutos a escuchar un político, y en esos 5 minutos se me murió un viejecito en Calcuta. y muchas otras cosas,,,,,,,,
pero atreverse a decir a otro lo que tiene que decir para ser de tu élite,,,,,,,,, o pretender saber lo que otro a leído,,,,,,,,,,
te aleja muy y mucho de la verdad,,y realidad,,,, y mucha presunción de tu parte,
pero terminemos el cuento,,,,,,,,,,
que a lo mejor terminamos aprendiendo algo de tanta necedad,
besituuuuuuuuuus