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lunes, 11 de abril de 2011

Plutón retrógrado: "Touching the void"

Estaba yo pensando qué me iba a deparar la retrogradación de Plutón, que es un planeta (planetoide, que dicen algunos) que me afecta bastante... Pues señor, señor, que la cosa no ha sido tan tremenda como yo me planteaba. Se trata de su última acometida, antes de que se largue con viento fresco a hacer su curro a otros lares más propicios.., que a mi ya me ha puesto la cabeza del revés, y estoy hasta las mismísimas de aguantarle durante casi 5 años.

En fin: a mi lo que me ha traído la retrogradación del enano es una bonita toma de conciencia. Toma de conciencia sana, ¿eh?.., sobre lo que requiere mi vida en estos momentos, sobre lo que verdaderamente quiero, y sobre lo que quieren los demás. Resulta que yo respeto sobremanera los deseos de los demás.., pero nunca me había preocupado de desarrollar los propios. Menuda tontería, ¿eh? Pues como se lo cuento, oigan.

El caso es que ayer vi por fin una fabulosa película que, a la manera de un documental, describe pormenorizadamente un suceso real, durante una escalada a no sé qué puñetero pico del Perú. Se trata de dos tipos de 21 y 25 años, que se meten en un berengenal de tres pares de demonios. Es una escalada en hielo, efectivamente, pero en un infierno helado más bien. Ambos integrantes de la cordada las pasan canutas, hasta que durante el descenso, sucede el accidente. Uno de los dos se parte una pierna, y en estas condiciones, y a seis mil metros de altitud, la supervivencia de ambos queda preocupantemente comprometida.

El amigo sano decide intentar bajarle, hasta que desgraciadamente, otro accidente precipita a su compañero de la pierna fastidiada hasta el vacío, dejándolo colgado fuera de su vista y de su oído. En tales circustancias, el hombre aguanta lo que puede hasta que, viendo en peligro su propia supervivencia, decide cortar la cuerda del compañero, que cae en una sima de glaciar cuyo aspecto podéis ver aproximadamente en esa fotografía tan mala.

A partir de ahí, la peli-documental se convierte en una angustia viva. Es un descenso plutoniano a los infiernos por parte de los dos supervivientes. El que ha cortado la cuerda se debate en un marasmo de intensas dudas sobre si hizo bien, en un maremágnum de horribles sentimientos de culpa, e incluso le cuesta arrancar y alejarse del lugar del suceso durante unos días.., y afortunadamente, eso resulta vital para el otro montañero: el de la pierna jodida. Porque lo de ése, sí que no tiene nombre. Me río yo del otro tipo que tuvo que cortarse un brazo, una pierna o no sé qué, para salir de la roca que lo aprisionaba. Lo de éste es casi peor, por más largo, por más intenso, por más cruel y despiadado, si cabe.

Primero, el tío se sumerge en una desesperación espantosa, cuando se encuentra atrapado, con una pierna rota, colgando de una cornisa que va a dar a una sima sin fondo, y sabiendo que su compañero ha cortado la cuerda, y posiblemente ya haya bajado al campo-base. Posteriormente, el colega tiene que luchar contra su propio miedo a la muerte, al tomar la decisión de bajar aún más por la sima, ya que no puede subirla con una pierna rota. Al final encuentra un agujero para salir, y entonces viene la segunda parte: el agónico descenso por la espalda del glaciar, y posteriormente, por una pedrera infernal por la que apenas puede caminar sobre su pata sana. Las escenas son sobrecogedoras, ponen los pelos del punta.

El hombre sólo cuenta con su propia voluntad para poder sobrevivir. Sin comida, sin agua, después de cuatro días de un dolor insoportable en la pierna rota, solo en mitad de la nada, sin gafas, con las manos medio congeladas, no comprendo cómo este individuo pudo finalmente sobrevivir, sino es a consecuencia de un milagro.., una especie de premio a su voluntad de hierro, porque el colega lo que no hace, es detenerse nunca.

Así es: el ejemplo más claro y bestia que yo haya visto de esa máxima que recetan en los libros de auto-ayuda, y que consiste en "vivir el presente". El protagonista dice que en todo momento piensa que se va a morir sin remedio, pero que aún así se concentra en cubrir distancias cortas, de unos 20 minutos cada vez, y ésos son los pequeños retos que se impone; nada más. Pero gracias a eso, consigue ir recorriendo, arrastrándose o a la pata coja, increíblemente y contra todo pronóstico, la distancia que le separa del campo-base, donde ni tan siquiera sabe si siguen sus compañeros esperándole.

La película acaba con el tipo sumido en una especie de estado de conciencia alterado por la deshidratación, el hambre, el agotamiento y el trauma de la pierna rota. Oyendo voces, tirado por el suelo, delirante, haciéndose sus propias necesidades encima, llorando, riendo y balbuceando cosas inconexas; según sus propias palabra, sometido a un estado en el que ya no eres nada, en el que has perdido cuanto posees, en el que no sabes de dignidad ni de egos. ¡Precisamente lo que hace Plutón, desposeyéndote de todo para que seas capaz de hacer, en definitiva, una criba y desechar sin culpabilidad lo que te sobra!

En fin, el desenlace no puede ser más plutoniano: el tío acaba cayendo en el sumidero de las aguas fecales del campo-base, y ahí ya pierde casi del todo el conocimiento y la voluntad, desplomándose al borde de la muerte. Pero en ese momento es donde le encuentra precisamente el colega, el que cortó la cuerda, que iba a marcharse de aquel páramo infernal al día siguiente. Y sorpresivamente, como ya dije, en contra de todo pronóstico, ambos salen con vida y bien de aquel espantoso viaje a los Infiernos, "Tocando el Vacío".

Moraleja: aunque me deje la piel, los dientes, y hasta las uñas, no voy a cejar en lo que quiero, en lo que anhelo conseguir, en lo que considero que debo hacer. No hace falta llegar mañana, ni siquiera pasado mañana, pero sé que llegaré: tan sólo, únicamente, si me lo propongo con fuerza ;-) Esa es la diligencia que me trae Plutón retrógrado.., y cuidadito con los deseos de los demás, que son eso, primordialmente: sus propios deseos. ¡Y poco o nada tienen que ver con los míos!

¡Besotes!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Fátima. y no has notado a saturno? porque tela... no todo se le tiene que enfocar a ese plutón , no? , aunque entiendo porqué lo has sentido así de intenso, lógico


Sergio

Luz de Andrómeda dijo...

Noto todas las energías.., pero la energía transmutadora que utilizo fundamentalmente, como un crisol de mi alma, es la de Plutón.

:-) ¡Besotes!