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lunes, 14 de junio de 2010

El despertar de las estrellas

Empiezo la semana más o menos como la acabé: con un sueño de mil pares de demonios...

Yo no sé lo que me pasa: si es la astenia primaveral tardía ésa, si es el reiki que me están enviando, si es que, como dice Anita Rematxa, trabajo mucho por las noches.., o simplemente, si es que soy vaga de carajo.., o también, que necesito unas merecidas vacaciones.

Lo cierto es que estoy mucho más tranquila que en temporadas anteriores... Se me siguen presentando esos accesos de cólera loca tan míos, pero ahora reflexiono antes de alimentarlos, y francamente, me da buen resultado.

Urano también me molesta a intervalos, pero he aprendido a escucharle, a no hacerme la sueca cada vez que quiere decirme algo nuevo, y sobre todo, a responder, a defenderme, a no dejar que los demás digan siempre la última palabra.

El rencor que se acumula por no llevar uno las riendas de la propia vida se transmite, bajo mi punto de vista, de reencarnación en reencarnación. Luego uno/a ya no sabe qué hacer con eso. Te buscas mil y una excusas, urdes mil y un despropósitos para no ser responsable de tu propia vida, para seguir alimentando la naturaleza de tus propios condicionamientos, y para no darle pie al despertar.

Marta-Sagitario me envió el fin de semana un correo sobre el "despertar" que me pareció curioso. Hay mucha, mucha gente que dice que estamos viviendo tiempos difíciles y apasionantes. Yo no lo sé. Sí que detecto a muchas personas que, como ella explica en su mail, se encuentran como atrapadas por las convenciones, las viejas formas de hacer las cosas, los condicionamientos sociales. No son felices, ni quieren (al parecer) que el prójimo lo sea.

Yo no sé si es verdad eso de que estamos experimentando una fuerte descarga energética procedente del Centro Galáctico, o qué. No me consta, y tampoco me preocupa. Ni siquiera me preocupa la enorme T Cuadrada que a finales de este mes ya estará en desarrollo. Se me dan un ardite las relaciones que se puedan o no perder durante este periodo, el dolor que se experimente o la sensación de pérdida consiguiente, el desamparo o la desorientación. Todo eso lo he vivido ya en los últimos cuatro años de esta mi existencia terrena, y no me asusta. Tampoco es que sea una desalmada a la que le importe un carajo lo que le ocurre a los demás. No es eso.

Lo que ocurre es que me doy cuenta perfectamente de que Urano y Plutón ya no quieren más esta sociedad en la que vivimos. Hay algo que está muerto y huele a podrido, pero no todo el mundo parece darse cuenta. Ayer salí de compras (hacía siglos que no lo hacía), y hay que ver la vorágine consumista en la que estaba inmerso todo el centro de Madrid. ¿Es ése el rostro de una crisis lo suficientemente grave como para tirar por tierra los beneficios sociales conseguidos a base de sangre en otras épocas? Yo no lo creo. Nada es lo que parece. Afuera afloran demasiadas mentiras. No doy un duro por casi nadie. Todo está en transformación.

He visto a los que creía buenos amigos convertirse en enemigos, y he visto a enemigos hacerme favores que no me hubiera hecho ni siquiera el familiar más cercano. He visto cosas alucinantes, y con el gran temor de parecerme cada vez más al absurdo replicante de Blade Runner, tengo que decir que las sigo viendo.

El cascarón se mueve: se mueve hacia adelante, como en ese fantástico engranaje que era "El castillo ambulante" de Hayao Miyazaki.

Pero seguimos sin saber qué es lo que se esconde en las entrañas del monstruito.

Da igual lo que haya... Todo lo que está muerto debe ser destruido, para dar nuevo pábulo a la vida. ¿Por qué nos cuesta tanto aprender esta sencilla lección vital?

En las estrellas están muchas de las respuestas que nos atormentan en esta vida. Buscamos y buscamos sin descanso, intentando encontrarlas en el prójimo, en el ambiente, afuera. Sin darnos cuenta de que todo estuvo siempre en el profundo interior de nosotros mismos.

Pronto se producirá un nuevo despertar hacia las estrellas. Y muchas cosas de las que han valido hasta ahora, ya no valdrán más. Aquellos que intenten resistir, parapeteados en sus fortelezas, se darán cuenta, con horror, de que el mundo que defienden está ya muerto. Sólo los que sean capaces de caminar a tientas en medio de la oscuridad, guiándose ya no sólo por el sol, sino por el brillo mágico de los astros, tendrán cabida en el nuevo mundo que despunta.

Por eso, según van pasando los días, me siento cada vez más serena, más centrada, más tranquila.

La guerra por la comprensión de lo que es y era ha concluido. Es hora de poner a salvo nuestras almas.

¡Buenos días por la mañana!

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