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martes, 2 de marzo de 2010

Ishtar de Babilonia

Hoy deseo hablar un poquito de una de las deidades más conocidas y veneradas a lo largo de la historia de la mayoría de los pueblos del área mediterránea, bajo la advocación de diversos nombres... Pero siempre es y será más conocida como Ishtar, la diosa babilónica del amor y de la guerra.

Entre los distintos nombres con que también se le ha reconocido a lo largo de las edades figura el de Innana en Sumeria, Anahit en la antigua Armenia y Astarté en Fenicia. En su zona de influencia cultural (en todo el Oriente Medio) recibe los títulos honoríficos de Reina del Cielo y "la Luminosa".

Se trata de una deidad muy antigua y compleja. Su ascendencia no está clara, y ni siquiera los más entendidos se ponen de acuerdo en referencia a su auténtico linaje. Parece cierto que es una diosa de la fertilidad, pero a la vez está emparentada con el firmamento, convirtiéndose en hija directa del Sol y de la Luna (y según otros, del Padre Cielo). La confusión se incrementa porque en la mitología siria, babilónica y sumeria, Ishtar representa y personifica a varios astros (tanto a las dos luminarias como a Venus, en la forma de lucero de la mañana.., o de la tarde). Incluso se puede decir que representa tanto a todas las estrellas reunidas en constelaciones, como a todo el firmamento estrellado.

Su número asociado en el panteón de la mitología mesopotámica es el 15 (no dejo de pensar que, en el Tarot, el 15 representa, curiosamente, la carta de El Diablo). Ishtar es tanto una diosa madre como una diosa virgen, y probablemente también lo sea de todas aquellas cuestiones relacionadas con lo oscuro y el Inframundo, puesto que con todo el derecho del mundo ha sido reconocida siempre como Señora de la Guerra. Sin embargo, no puede considerarse realmente como una diosa de la Tierra (como se dice por ahí), puesto que su influencia en los humanos está más relacionada con una fuente de la inspiración, por así decir, que con el refugio efectivo ante cualquier crisis.

Su símbolo es la Estrella de 8 puntas (siempre relacionada en muchas culturas con la plenitud y la regeneración, como es el caso de la estrella de la diosa india de la prosperidad Lakshmi, o la estrella tartésica islámica, con 8 puntas y el sol en su centro). Su animal asociado el león, pero también la serpiente y los escorpiones. Su piedra es el lapislázuli, una gema semipreciosa y esotérica que supuestamente señala el camino de la iluminación y que era muy popular entre los antiguos alquimistas.

Es más conocida la faceta de Ishtar como patrona de todos aquellos que se dedican de alguna manera a ejercer el sexo, que como legisladora en sus territorios de culto. Será, digo yo, porque muchas veces se la representa completamente desnuda, con ambas manos encima del vientre o sosteniéndose los senos, y eso a muchos les da mucho miedito. Incluso mucho más que sus otras facetas representadas de forma artística como guerrera en un carro tirado por siete leones y blandiendo un arco o arrojando flechas. Realmente, su función legisladora tiene mucho que ver con el calendario y con los ciclos de tiempo, tanto estelar como terrestre, porque de muchos es sabido que para los antiguos babilonios, la importancia de los planetas como regentes del destino humano era incuestionable.

En el otro aspecto, Ishtar era la diosa protectora de las mal llamadas "prostitutas sagradas" (aclaro que no estoy de acuerdo con esta denominación, tanto por lo peyorativo como por lo falso del término). Aunque el mundo esté actualmente plagado de incapaces emocionales repletos de pavor ante el inmenso poder que encierra la generación de vida a partir de la fuerza incuestionable del sexo femenino, de eso no tiene culpa la Historia. Las féminas que llevaban a cabo el acto sexual en el ámbito religioso de estas culturas no eran prostitutas. Como la estupidez de algunos hombres (y mujeres, ¡y mujeeeeeeeeres!) no conoce límites, creo que necesario recordar que la capacidad de abstracción necesaria para comprender este concepto es incuestionable. Vamos, que hay que tener cierta dosis de inteligencia, qué carajo. Estamos hablando de un ritual de veneración hacia la sagrada fuerza vital creadora, no de una orgía. Así, la cópula era, en el ámbito de los rituales religiosos de estas culturas, más bien un acto de veneración (que nos guste o nos parezca más o menos apropiado el sistema, ya es otro cantar).

Por cierto, como ya me conozco el percal, aclaro que los amoríos extramatrimoniales no tenían en Babilonia, al parecer, la misma connotación que entre nosotros, ya que el matrimonio para estos pueblos no era más que un contrato solemne que perpetuaba la familia como sostén del Estado y generadora de riquezas, pero en el que no se hablaba de amor o fidelidad amorosa.

(Ummmm.., me pregunto yo si estas leyes tan aparentemente laxas serán más o menos inmorales que nuestra realidad presente, en la que algunos/as, o quizá más bien muchos/as, permanecen juntos/as porque se encuentran atados/as por los sacrosantos votos y los sagrados lazos de una bendita e infalible hipoteca... Hay que ver qué cosas se me ocurren a mí a estas horas de la mañana, "vive Dios"... Debe de ser que me he pasado con el café.., en fin: a lo que iba).

En cuanto al tema astrológico, parece que hay buenas razones para pensar que existe alguna relación clara y significativa entre Ishtar y la actual constelación de Virgo, tal y como nosotros la conocemos. Esta constelación femenina siempre ha estado asociada a la contradicción evidente que existe entre la fertilidad y la pureza.

Por último, y como servidora es de las que una vez que empieza el melón, lo termina, quiero resaltar un par de puntualizaciones interesantes en torno a Ishtar. Primeramente, su carácter: estamos hablando de una divinidad para nada benévola y complaciente, sino más bien feroz cuando se encolerizaba, apasionada, fuerte e impaciente. Segundo, su relación con el inframundo es estrecha.

En este sentido, cabe recordar la leyenda en torno a Ishtar que es más conocida y que ha sido más estudiada y analizada... El primer esposo de esta diosa fue su hermano Tammuz, al que Ishtar amaba gentil y apasionadamente. Al morir Tammuz, Ishtar no dudó en descender a los infiernos para arrancarle a su otra hermana, la feroz Ereshkigal, que tenía poder sobre la vida y la muerte, a su amado fallecido. Así, descendió la diosa desde el firmamento a la tierra sin luz, al hogar de las tinieblas. Comenzó valiente y desafiante, ordenando al portero que abriese los portones del Infierno antes de que ella los echase abajo. Pero en cada una de las siete puertas del Averno se veía obligada a despojarse de cada una de sus prendas, y con ellas, también de su poder.., hasta que llegó desnuda e indefensa ante Ereshkigal, que obviamente la mató y colgó su cuerpo de un clavo.

Con la muerte de Ishtar, todo en el mundo de la materia comenzó poco a poco a languidecer sin remisión... Pero su fiel sirviente Papsukal recordó sus instrucciones por si la ocurría algo, y se apresuró a rogar a los demás dioses que resucitasen a su señora con la comida y el agua de la Vida. Así es como Ishtar de Babilonia regresó de entre los muertos, pero tuvo que pagar un alto precio: durante seis meses al año, Tammuz debe residir en el Inframundo, y mientras permanece allí, la diosa llora y se lamenta por su pérdida. En primavera, sin embargo, el amante-hermano vuelve a emerger a la vida, y toda la Creación se regocija con Ishtar y con el regreso de su amor.

¡Saludos!

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