El ébano fósil del Principado de Asturias

Esta cosa que veis aquí y que parece tan rara, es una higa, o figa. Estoy segura de que muchos de vosotros ya la conoceréis, bien por tradición o porque se trata de un amuleto muy común y con mucha solera. Está hecha de azabache, un material de color negro brillante muy apreciado en joyería. El engarce y la cadena, claro, son de plata. Llevo ahora mismo una al cuello, prácticamente idéntica.

En el mundo antiguo se llamó al azabache succinum nigrum, equiparándole con el ámbar, "succino", con quien aparece asociado frecuentemente. El nombre español azabache es de origen árabe. Se utiliza en joyería para labrar adornos de gran belleza, y con las piezas de mayor tamaño se realizan tallas de una belleza incomparable.

Desde época inmemorial se le ha atribuido al azabache un carácter protector contra todo mal. Además, es considerado en España como el talismán del Camino de Santiago y el protector del peregrino. Ha sido encontrado en todo tipo de yacimientos neolíticos, debajo de dólmenes y túmulos funerarios. Las joyas de este material no sólo han sido y son apreciadas en España, sino que fueron del agrado de los egipcios, fenicios, etruscos, griegos, romanos y vikingos, entre otros, así como por los habitantes del norte de África.

Dicen que el mejor azabache del mundo, junto con el de Whitby, en Inglaterra, se encuentra en Asturias, España. Recientes estudios de la Universidad de Oviedo revelan que el azabache asturiano procede de una familia de árboles jurásicos, las protopináceas, extinguida hace más de 65 millones de años, además de las araucarias, que no son especie extinta. Por tanto, se puede considerar al azabache como el material fósil de origen vegetal más valioso.

Espectacular escudo contra las energías negativas, no superado ni tan siquiera por la obsidiana, la turmalina o el ónice, el azabache ayuda a combatir con éxito todo tipo de problemas y dolores del pasado. Trabaja fundamentalmente sobre el chakra básico o raíz, Muladhara, anclando las energías de la persona a la Tierra y permitiendo, a la vez, el poderoso ascenso de la Kundalini. Asociado con la energía vital, la voluntad y la intuición, es en este centro energético trascendente del Primer Chakra donde nace el trabajo para la evolución espiritual.

Por otro lado, los expertos en gemología afirman que el azabache es capaz de neutralizar cualquier hechizo, mal de ojo o influencia procedente de la envidia ajena.., así como de los propios sentimientos negativos que pueden generarse en el mismo sujeto que lo porta, como por ejemplo, los celos. Se recomienda especialmente en el tratamiento de la gota, porque disuelve toda la energía negativa del individuo, que ataca directamente sobre el cuerpo emocional. Por si esto fuera poco, es el amuleto del viajero, protegiéndole intensamente en todos y cada uno de sus desplazamientos.

Una de las representaciones más conocidas fabricadas con azabache ha sido precisamente la higa o figa, amuleto contra el mal de ojo, genuina del territorio hispano (por lo que se sabe) y utilizada masivamente por todos los estratos sociales de la España cristiana desde el s. XVI. Los amuletos en forma de mano tienen una antigua tradición entre las gentes del Mediterráneo; en Italia se conoce desde la Edad de Hierro la denominada "mano cornuta"; entre los pueblos orientales tiene mayor tradición la mano abierta de bronce, al estilo de la famosa "Mano de Fátima". La figa es un símbolo de fertilidad (ya que representa literalmente el acto del coito), y recuerda viejos cultos fálicos de divinidades caldeas, arameas, hebreas, griegas, romanas, africanas y/o babilónicas. Asociada con el negro del azabache, puede tener relación con el culto a Isis, Astarté, Cibeles y todas las demás representaciones de la Diosa, cuyo color negro se asociaba con la Tierra.

Hacer la "higa" era un gesto de carácter injurioso que implicaba una acción nociva a distancia hacia aquel al que iba dirigido, quedando anulados los efectos si se portaba el antídoto correspondiente, que consistía, precisamente, en una reproducción de dicho gesto en azabache.
En la América hispana y portuguesa, igualmente, se encuentra difundida esta tradición, con iguales connotaciones y características que en España. Antiguamente, las madres acostumbraban a poner una higa de azabache en la cuna de los recién nacidos, para protegerles contra todo mal.

¡Saludos!