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martes, 30 de junio de 2009

El Portador de la Luz


Últimamente me anda saliendo mucho en mis tiradas de tarot (las que me hago a mí misma, se sobreentiende) esta carta, el arcano número 9, El Ermitaño. Este Arcano Mayor suele estar representado como un anciano de larga barba blanca, que porta un báculo en una mano y un farol con una luz en la otra.

Normalmente, sus ropajes son marrones, simbolizando su conexión con la tierra, con lo material, pero también conservan el azul (en este caso, el doblez de su capa), representando su estrechísima conexión con el mundo espiritual.

Nunca me gustó excesivamente la carta de El Ermitaño: me parecía demasiado árida, fría. Sin embargo, son varias ya las personas que, en prácticas de meditación y visualización comunes, me han visto representada de esta forma. ¡Incluso en sueños!

¿Y por qué, me pregunto yo?

El Ermitaño del Tarot va hacia la izquierda, lo que simboliza que marcha poniendo su vista atrás en el pasado, en las verdades profundas y ocultas que quizá, quizá, subyacen en el incosciente (en el suyo, en el de otras personas, o quizás en el colectivo). En este caso, como en la foto, incluso parece que una serpiente (una cobra: apenas puedo dejar de pensar en la última meditación lunar que tuve, a propósito del próximo eclipse) le acompañara o le guiase. La serpiente, exceptuando las connotaciones típicas maléficas o benéficas, siempre suele tener que ver con algún tipo de proceso de renovación, de regeneración. De muerte y renacimiento. Por supuesto, también tiene que ver con la tierra, con el poder de la Kundalini, y con la fertilidad que aporta una conexión concreta y adecuada con las energías telúricas del plano más material.

El Ermitaño, como tal, en el tarot simboliza el conocimiento interior, o su búsqueda. Representa la soledad, la sabiduría y la prudencia. Su búsqueda hacia el pasado le ayuda a clarificar las cosas y a conocerse mejor. Muchos astrólogos relacionan esta carta con el planeta Saturno (que empieza a afectarme fuertemente al estelio planetario que es la figura más representativa de toda mi carta). El bastón o báculo de esta figura lo sitúa en la realidad del momento presente, a pesar de poner la vista en el pasado.

Bien orientada, esta carta señala a una persona comprometida con aprender lo que pasa dentro de él, a la búsqueda de la luz de la sabiduría más elevada, que se esconde (siempre, siempre) en el interior de nosotros mismos. Este Ermitaño del tarot llama a cierta introspección y soledad, para comprender qué está ocurriendo, cuáles son los resultados de nuestros actos (presentes y pasados), y marca el desarrollo de un plan de vida a largo plazo que necesitará de constancia, tenacidad y permanencia.

La vida interior activa de este sabio inclina hacia la ausencia de sexualidad. Podría hablar largo y tendido sobre ese tema, pero siento que ahora mismo no es el momento. La vida interior puede ser tan intensa, tan poderosa, que solicite de todas las reservas de energía vitales de un ser empeñado en cuestionarse, en comprender hasta sus últimas consecuencias, toda la verdad.

Algunos tarotistas muy esotéricos lo llaman El Maestro Interior, o la Voz de Dios. Es un arcano que marca una poderosa intuición interna, un diálogo activo con el Ser Superior de cada cual. Como pronóstico, esta carta puede marcar el tiempo de un profundo reciclaje personal. Aconseja salir de la circulación parcialmente durante ciertos momentos, los que sean necesarios para escucharnos a nosotros mismos.

El Ermitaño utiliza la lámpara para dar luz en su propia oscuridad. Su luz brilla también para los demás, pero no deliberadamente. Si otras vidas son iluminadas a su paso, es porque él ayudó del único modo que un ser humano puede ayudar a un semejante: siendo honesta y absolutamente él mismo.

¡Saludos!

lunes, 29 de junio de 2009

El asesino silencioso

Si es que ya se veía venir... Y porque la secretaria de la empresa se ha puesto firme, animada por no sé qué intuición profunda, porque me negaba a hacerme el reconocimiento médico general de todos los años (odio a los médicos). Que si no, ni me entero.

La tensión arterial. La tengo por las nubes. 15 con 9 de máxima. 98 de mínima. Una barbaridad para mi edad, según dicen...
Bueno. Mejor haberme enterado, la verdad. Voy a tener que invitar a algo a la secre, por insistirme. No me hago jamás reconocimientos médicos, ni nada que se le parezca. De no ser por ella, quién sabe lo que hubiera podido pasar.

Digo esto para que no seáis absurdos, como yo, y no os toméis la salud a la ligera. Soy fuerte, mucho, pero llevo largo tiempo librando una serie de batallas que me tienen medio.., acongojada ya. Quizá sea el momento de cambiar de vida, muy probablemente.

Y que salga el sol por Antequera... Mi padre se murió con 49 años de un ataque al corazón repentino, y no se pudo hacer absolutamente nada. Yo ni siquiera fumo ya... Pero al parecer, el estrés es el enemigo silencioso, como la médica me ha comentado hoy. Quería mandarme lexatine, un tranquilizante para atacar al problema de raíz. Paso. De momento voy a empezar con varias cosas, a saber:

- Valeriana en pastillas. Eso tiene que hacer algo por narices.

- Ajo en pastillas. Para aquello de la hipertensión.

- Nada de estimulantes. Ni cola, ni café, ni té, ni azúcar, ni chocolate, ni cacao. Nada de nada.

- Pasar de todo el personal. Me voy a hacer la sorda, palabra.

He de cuidar mi corazón. Creo que el pobre ha sufrido demasiado, en los últimos tiempos. Ahora me explico esos pinchazos, esas taquicardias, esa sensación de vértigo inminente, de perder el conocimiento. Así como la sensación de tener esa víscera apretada por un puño de acero. No, no: con el corazón no se juega.

He sufrido mucho.., demasiado con la cuadratura de Plutón a Plutón. He aprendido mucho, y he vivido muchas cosas que eran necesarias, pero...

Quizá ahora sea ya el momento de aflojar.

Si me echan a la calle en julio, ya que veo los dos eclipses que hay (Luna y Sol) y aquí, en esta puñetera empresa, las cosas cada vez están peor, quizá sea el momento para cambiar de vida. Es posible, aunque no lo tengo claro. No sólo ha sido la cuadratura del enano: también han sido largos años de aguantar cosas que no son de recibo, en este lugar.

Muy posiblemente, mi tarea aquí haya llegado a su fin. Me alegro.., porque estoy hasta las narices y.., ¿sabéis qué?
¡Pues que me encantaría dedicarme a esto de forma profesional! Ya estoy casi en condiciones de llevar a cabo hipnosis terapéuticas. Puedo hacer reiki a todos los niveles, manejo mejor la astrología (sobre todo la kármica y la relacional, aunque quisiera especializarme en la médica), controlo perfectamente el tarot.., y querría aprender algo sobre otros procedimientos terapéuticos, con minerales y, también quizá, con masajes o cuestiones por el estilo.

¡Ah! Nuevamente, quizá sea el momento de cambiar de estilo de vida. ¿Podría ser?

No lo sé, pero ocupar el 100% de mi tiempo a atender a los demás, para mí, siempre ha sido una motivación absolutamente deseable.
¡Ya veremos qué pasa!











viernes, 26 de junio de 2009

Saga de Astrea 30 (II)- fanfic Caballeros del Zodíaco

Ayer fue uno de los pocos días en que no pude escribir nada en el blog. Sencillamente, no podía: me sentía demasiado confusa. Es complicado estar siempre al pie del cañón. Ayer lo comenté, a la noche: me siento como el alcaide de una fortaleza repleta de mujeres y niños, asediada por multitud de enemigos, y no puedo, ¡NO PUEDO! rendir la plaza. Es una sensación curiosa.., y angustiosa a la vez.

Sé que todo se resolverá. Pero aún falta tiempo. ¡O quizá no tanto!

Os ofrezco la nueva entrega de Astrea, que ya sé que muchos de vosotros estáis esperando hoy, porque me lo habéis dicho... Extrañamente, encuentro que la mayoría de la gente me comenta a través del mail, en vez de escribir a los comentarios del blog. ¡Curioso! Os ofrezco la parte dos del capítulo 30, que lo escribí demasiado largo. Con el viejo Docko de Libra al frente, en la foto, presidiendo el sarao.

¡Buen finde a todas y a todos!

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"El verdadero practicante debe ser un soldado que combate incesantemente contra sus enemigos interiores".
Tenzin Gyatso, Dalai Lama XVI.

"- Las llamas de las Casas del Carnero y del Toro se han extinguido- comentó reflexivo Shion de Aries, mirando al reloj que brillaba débilmente en la oscuridad, ya tan sólo con 10 de sus 12 candelas encendidas- Incluso la de Géminis pronto se desvanecerá, sin duda alguna.

La risa ahogada del anciano Docko resonó débilmente.

- Quizá a tus valientes guerreros les espere una sorpresa en esa Casa III, Shion. Y luego, después, en la IV.., Casa de la Muerte, como está escrito en la tradición.., en ella, probablemente encuentren el camino de vuelta para su verdadero hogar. ¿No crees que puede ser así, mi viejo amigo? Aunque los muertos se pierdan y regresen a este mundo, no tienen a dónde ir.., excepto al mundo de la Muerte, como es lógico.
- ¿Te parece apropiado un comentario semejante, Docko?- Shion parecía muy tranquilo, pero su voz era dura, muy dura- Al fin y al cabo, todos vosotros os uniréis a esas huestes de cadáveres muy pronto.

El anciano no respondió.

- De todos los Caballeros que pelearon junto con Atenea en la Guerra Santa anterior, Docko, tan sólo nosotros dos sobrevivimos, ¿recuerdas? Pero esta batalla será más larga, e incluso más brutal.

Shion dio algunos pasos por delante del viejo, lentos y deliberados.

- Al parecer nadie sobrevivirá en esta ocasión; lo que parece seguro, por lo que sé, es que todos los Caballeros desaparecerán. No quedará ninguno para custodiar a la encarnación viviente de la Diosa Atenea. Y los primeros en morir serán los Caballeros Dorados, que defienden las 12 Casas.
- Estás completamente loco- respondió Docko de Libra-, pero si ésa es la voluntad de los dioses, entonces, ¡que así sea!

Un viento helado e infernal barrió el atrio clásico, de una belleza sobria y elegante, que adornaba con sus columnas estriadas la entrada de la Casa Primera… Aquellos dos seres, que se vigilaban intensamente pero apenas hacían ningún movimiento, parecían también dos estatuas antiguas que, por algún capricho del destino, hubieran vuelto inexplicablemente a la vida. Desde la noche de los tiempos, esas dos energías encarnadas se mantenían así, enfrentadas, unidas por un lazo indestructible, por un equilibrio siempre precario y siempre presente. Un eje diabólico para someter a dos colosos, para unir a dos amigos incondicionales, para enfrentar a dos enemigos irreconciliables: Docko y Shion.

El viejo de los Cinco Picos, que miraba a su oponente con expresión impenetrable, alzó de repente sus huesudas manos, como repletas de enmaderados sarmientos, y adoptó una posición de ataque:

- ¿Estás preparado?
- Listo, Docko- respondió el Espectro de Shion, sin mayores ceremonias.

Y la deflagración se produjo. Un choque de energía, de voluntades, de esencias en su estado más puro, primigenio, original. Tremenda confrontación, que alteró el curso mismo de las órbitas celestiales. La fuerza agresiva emitida por aquellos dos seres, que encarnaban los principios esenciales de las constelaciones a cuya emanación se remitían, colapsó frente a frente, de forma absolutamente brutal. Las estrellas, expectantes como joyas diamantinas en el cielo nocturno, se estremecieron. El estruendo fue ensordecedor, los relámpagos que brotaron en medio de aquel campo de batalla hubieran fundido el hierro si lo hubiesen tocado. Ambos mantuvieron su posición durante unos minutos, inmóviles, conteniendo a duras penas la fuerza inmensa del oponente, a la vez que lanzaban, apremiantes, su propia esencia poderosa y telúrica. Un auténtico duelo de titanes: la Batalla de los Mil Días, como ellos mismos la denominaban. Una pelea arquetípica, intensa, cargada del profundo significado que el cosmos entero sabía, y que sólo algunos mortales podían, someramente, llegar a comprender, aunque sólo fuera en superficie.

El Santuario entero tembló hasta sus cimientos cuando Shion, haciendo un esfuerzo, proyectó aún más su energía cósmica sobre el frágil anciano. Docko se desestabilizó y retrocedió. Su sombrero chino, que ocultaba la vejez y la fragilidad de su cráneo pelado, voló por los aires.

- La pelea ha terminado- rió entonces el Espectro, irguiéndose en todo el esplendor de su poderío magnífico.
- Qué dices…- Docko jadeaba, agotado por el esfuerzo. No podía darse por vencido sin más.
- Pensé que una guerra de Mil Días sería inevitable si peleábamos entre nosotros... Antes, nuestro poder era completamente idéntico, y hasta complementario. No había forma de saber quién era el más fuerte.., pero creo que el paso de 243 años ha determinado quién es el ganador ahora, mi viejo Docko.
- No me digas…- el Caballero de Libra sonrió con desprecio.

Y ambos volvieron a enfrentarse… Terremotos intensos sacudieron todo el recinto, y la luz que generaba su pelea, el resplandor inmenso que brotaba de la manifestación de aquellos poderes desatados, iluminó tanto la noche como las Doce Casas. Todos los que se encontraban cerca en aquellos momentos pudieron ver brotar llamas del suelo: auténticas emisiones de energía cósmica que, una y otra vez, producían una deflagración inconcebible. En un momento dado, Docko volvió a perder terreno, y salió despedido por los aires. Se levantó del suelo con una rapidez inusitada, teniendo en cuenta su avanzada edad.., pero era más que evidente que empezaba a parecer desbordado por la potentísima y brutal energía del Espectro de su oponente.
- Has envejecido demasiado mientras vigilabas el Sello con el que Atenea encerró a los 108 Espectros, Docko... Ya no tienes ni por asomo el mismo poder de antes. Yo, en cambio, aún soy joven, y se lo debo al dios Hades. Tengo un cuerpo invencible, ¡y la misma fuerza de antaño!- el organismo de Shion despedía una intensa luz violeta mientras hablaba en estos términos… Su energía vital ardía con una violencia dramática.

Docko volvió a ponerse en guardia. Shion, lanzando un largo y bronco grito para concentrar todo el poder de su ataque, le envió una andanada poderosa. El anciano aguantó unos segundos, pero la fuerza del Espectro no cedía: antes bien, era enviada hacia fuera, se exteriorizaba directamente sobre el corazón de su oponente, sin tregua, sin descanso alguno. Esta vez, el estallido fue algo más que brutal. Docko se elevó unos 10 metros sobre el suelo y cayó de bruces, estrellándose contra el pavimento. La deflagración había adquirido proporciones atómicas. El anciano quedó en silencio, sin moverse, boca abajo, mientras la luminosidad ocasionada por las violentas emisiones energéticas se esparcía por todo el Santuario, y acababa perdiéndose en la nada, en el olvido.., retornando al mismo Cosmos de donde provenía.

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Shiryu se detuvo un instante, desorientado… Su breve encuentro con Ikki y las duras palabras que habían cruzado no habían resultado suficientes, no obstante, para desestabilizar su ánimo, ya de por sí habitualmente firme y templado.... Pero le parecía extraño que nadie le saliera al paso para enfrentarle. Percibía muy bien peleas, enfrentamientos y dolor dentro de los límites del Santuario, en diferentes escenarios sin duda... Su ceguera, en definitiva, había incrementado exponencialmente su percepción extrasensorial.

- Noto una gran presencia maligna.., un poder enorme. Y también, en forma como de latidos en mis entrañas, la fuerza menguante de mi maestro, Docko. Está bastante cerca. Espero que se encuentre a salvo. Apenas me es posible captar la esencia de su frágil cosmos, casi totalmente aplastado por la energía vital de ese otro ser malévolo.

El viento agitó la larga y sedosa cabellera negra del Dragón. Un viento seco y frío, que se le antojó demasiado fúnebre.

- No hay tiempo que perder- se animó a sí mismo- Debo encontrar a Seiya. Ikki me dio una pista.., no sé si voluntaria, o involuntariamente. Temo que quizá Pegaso se haya encontrado con problemas.

Dio dos o tres saltos rapidísimos, cayendo varios metros más allá. El Dragón no veía, pero percibía el mundo con un perfecto sexto sentido interior, que le permitía combatir, valerse por sí mismo, captar las distancias y guiarse perfectamente. En aquel momento, cuando tomaba tierra por cuarta vez, percibió una presencia muy conocida con total claridad.

- ¡Seiya! ¡Seiya!- gritó a pleno pulmón.

Nadie le respondió.

- ¡Seiya!- volvió a exclamar, angustiado.

Efectivamente, muy cerca de allí yacía su amigo, el Caballero de Bronce de Pegaso, en tierra, al lado de la caja de bronce que portaba su armadura, y que aún no había tenido siquiera la oportunidad de abrir. Seiya movió una mano al oír su llamada, gimió, intentó doblar las rodillas y se desplomó de nuevo en el suelo. El Dragón acudió en su auxilio lo más rápido que pudo, mientras el compañero se daba la vuelta y quedaba de espaldas, mirando al cielo con los ojos muy abiertos.

- Ahhhhh.., ¿dónde estoy? Agh, ya veo: éste es el Coliseo donde gané la batalla por mi armadura. Re.., reconozco este lugar.
- ¡Seiya!- Shiryu se arrodilló a su lado, solícito- ¿Por qué estás aquí?

El Pegaso se incorporó, haciendo acopio de todas las fuerzas que le quedaban. Pareció aturdido.., pero enseguida la nube que cubría sus ojos castaños se desveló, y éstos se abrieron de par en par, como las pupilas claras de un niño.

- ¡Fue Mu! Ahora lo recuerdo… Él.., él les engañó. Me teletransportó aquí para salvarme la vida.
- ¿Qué?

Pegaso alzó la vista y miró a su amigo y compañero de hito en hito.

- Shiryu.., pero tú.., ¿cómo pudiste saber dónde estaba?

El Dragón bajó el rostro. No quería preocupar a Seiya ni demostrar su aflicción, pero era inevitable. Se tomó su tiempo antes de responder, mientras se levantaba del lado de Pegaso y se sacudía el polvo, como queriendo ganar tiempo:

- Ikki.., me lo dijo.
- ¿Ikki? Oh, ¡estupendo! ¡Eso es extraordinario! Con Ikki de nuestra parte, nuestras fuerzas se duplicarán- Seiya parecía resplandecer de dicha por la satisfacción que le producía el contar con el apoyo de un viejo amigo y aliado.

Shiryu guardó silencio.

- ¿Qué pasa? ¿Dónde está? ¿No habéis venido juntos?
- Ikki.., no se nos unirá- contestó por fin el Dragón, con la cabeza gacha.
- ¿Qué?
- Dijo que no tiene sentido que peleemos de nuevo, y pretendía hacerme regresar.
- ¿Qué dices?- Seiya pasó rápidamente de la risa a la cólera- ¡No puede ser que él piense así!

El Dragón no tenía ni el más mínimo interés en discutir o debatir aquello… Sabía muy bien lo que había oído de los propios labios del Fénix, y no le parecía oportuno derrochar más energías en pos de algo imposible. El Pegaso, confundido, apretaba los puños y movía la cabeza negativamente. No era capaz de asumir algo tan contradictorio para su escala de valores.

- ¿Recuerdas hace tiempo?- le preguntó Shiryu, con su voz cálida y suave, de matices conmovedores- El reloj de fuego también estaba encendido, como ahora; y como ahora igualmente, nosotros combatíamos por la misma causa en el mismo escenario, en este mismo lugar. Todos nosotros…

Seiya alzó la vista hacia arriba. Una inmensa estatua de la diosa Atenea dominaba, con su espectacular tamaño, las vistas del Santuario. Era monumental, prácticamente un coloso. Estaba forjada en adusto hierro, metal de guerreros y de luchadores; vestía un peplos griego, ajustado con un ceñidor bajo el busto. La mano izquierda de la estatua descansaba sobre el escudo de la diosa, la Égida, apoyado en el suelo.., aquel escudo sobre el que se había labrado el terrible perfil asesino de la Cabeza de la Medusa. En la mano derecha, sostenía en alto otra pequeña figura alada: Niké, la Victoria. Un recio peto de escamas de hierro cubría completamente el pecho de la estatua que, con su mirada serena, parecía desplegar toda su protección sobre aquel recinto sagrado. Los ojos, eternamente abiertos, puros, honestos, resaltaban más si cabe bajo la sombra nocturna que proporcionaba a sus facciones el espectacular casco de guerra de la diosa.

- Así es- Seiya pareció conmoverse profundamente. Aún no se levantaba del suelo: permanecía sentado, con la vista fija en el pavimento- Recuerdo que también peleábamos por la causa de Atenea entonces- el muchacho temblaba ligeramente, como si estuviera aterido. El viento era demasiado frío para haber estado mucho tiempo expuesto a su inclemencia, inconsciente.

Shiryu guardaba silencio. Era raro que él se manifestara de forma provocadora, hostil o excesivamente emocional. Consideraba que el carácter visceral de su amigo ya era suficiente como para animar cualquier situación que se presentara.

- ¡Ikki!- exclamó Seiya de repente, sin poder controlarse y apretando los puños- ¡Eres un cobarde! ¡Será mejor que nos olvidemos de él!- el Pegaso alzaba la voz cada vez más, dejándose llevar por la ira.
- Te equivocas- el Dragón le frenó en seco y a propósito- Si no se nos ha unido, no es porque tenga miedo. Ikki apenas conoce ese sentimiento. Seiya, tú mejor que nadie sabes que no es un cobarde.
- Shiryu, ¿de qué estás hablando? ¿No te das cuenta de que él trató de forzarte a abandonar el Santuario?
- ¿Y acaso Mu no lo intentó también contigo?- el Dragón sonreía abiertamente.
- ¡Pero…!
- Seiya: no debemos intentar sacar conclusiones ahora- Shiryu levantó ambas manos, un ademán conciliador- Probablemente, nos equivocaríamos. Ya averiguaremos lo que está ocurriendo más adelante.
- Ah, sí, sí, claro: ¡muy bien!- Pegaso imprimió a su voz un profundo matiz de sorna y desprecio no disimulado- ¡Estupendo! Sólo espero que estés en lo cierto.

El amigo rió breve y suavemente... Pero enseguida recuperó su acostumbrada gravedad: aquella gravedad firme y dulce que solía calmar siempre los ánimos en el momento preciso.

- No nos desviemos de nuestro propósito: hay que intentar llegar junto a Saori, y tenemos que prepararnos para enfrentarnos a nuestros enemigos.
- ¡Je! Todos esos traidores que escaparon de los Infiernos no son contrincantes para nosotros. Shiryu, ¡en marcha!- concluyó el muchacho, sonriente. Se había levantado rápidamente y puesto a la espalda la caja con su armadura, y ahora aparecía radiante, convencido, lleno de fe y de confianza.
- Mmmm- contestó el Dragón, por toda respuesta; pero le siguió, aunque más despacio.

Desde una colina cercana, una sombra penetraba en los misterios de la oscuridad con sus ojos preñados de fuego y sentimiento... Era Ikki, el Caballero del Fénix. Él amaba las sombras y la noche.., y además tenía buena vista, y también buen oído.

- Amistad…- masculló entre dientes- Bah…

La luna brilló un momento entre las terribles nubes de tormenta que se habían fraguado, como sudarios de fantasmas ignominiosos, en aquel cielo que ya no se movía. Sólo el viento: tan sólo el viento parecía tener vida, una vez más, y era capaz de desplazar aquellas nubes tanto como algunos retazos de polvo entre las columnas, las construcciones, los espacios abiertos del recinto sagrado... Ikki, abrigado por esa oscuridad que tanto adoraba, levantó la vista hacia la luna de plata. En ese momento se estremeció violentamente; emitió un gemido ahogado, y sus ojos reflejaron a la vez pánico y pesadumbre.

- ¡Shun! ¿También tú?"

miércoles, 24 de junio de 2009

Roma no paga a traidores

Hoy hago una paradita.., me detengo un instante a mirar atrás (lo cual dicen que es un buen ejercicio introspectivo). En los últimos tiempos, muchas cosas se han movido (y no en mi interior, el ámbito fundamental en el que yo trabajo), sino de puertas para afuera. Muchas revelaciones, y muchas traiciones. Muchas cosas alucinantes que nunca hubiera creído. Muchos cambios de color y de olor en el ambiente.

He aprendido muchas cosas… Lo más importante: a valorar mis necesidades y atenderlas, y a no tomar tan en serio a la gente. Sí: ya sé que suena mal. Pero es que yo ya le estaba haciendo demasiado caso a todo el mundo.

No voy a imponerle a nadie lo que pienso, desde luego.... Que cada cual siga su propio criterio, su propio camino espiritual, si es que lo encuentra, claro. Tendré que aprender a convivir con el hecho de que, ciertamente, muchas veces veo cosas de los demás (otras no, porque esto no es un dos más dos son cuatro, oigan) que son ciertas, y que podrían ayudarles en su caminar… Pero que, también en muchísimas ocasiones, la gente no quiere que se les ayude.

Que no. Que no me lo invento. He llegado a la conclusión de que la mayoría de la gente no quiere que se les ayude. Esto puede ser por miedo, por falta de coraje, por comodidad, por estupidez, por cerrazón, por vagancia.., por múltiples e incontables motivos. O la más importante: sencillamente, porque no les da la real gana.

He determinado no meterme en asuntos ajenos de forma altruista; ya veré si me meto, o no, de forma profesional. ¿Que usted opina que poniendo dos velas y haciendo tres o cuatro pases con incienso, se le van a solucionar todas sus movidas? Adelante. ¿Que cree que rezar en la Iglesia al santo de turno, se le van a abrir los mismos Cielos? Pues venga, no deje de hacerlo. ¿Que usted se considera en posesión de la verdad más absoluta, y no admite ni una sola idea, ni un solo criterio que provenga de estímulos externos porque es un intelectual o un racionalista? Perfecto.., siempre y cuando no me joda a mí, por supuesto.

… No acostumbro a andarme con remilgos, los que me conocen bien ya lo saben… La vaselina sólo la utilizo en la montaña, por aquello del viento que me corta los labios. Y nada más. Paso de andarle dorando la píldora a nadie. Si estoy en un lugar donde detecto que hay envidias, luchas de poder, cosas raras, manipulaciones, o que la gente se entretiene una y otra vez en contarse milongas los unos a los otros, empeñándose en no afrontar la realidad.., pues qué queréis que os diga. No suelo aguantar mucho. Indefectiblemente.

Nadie está en posesión de la verdad absoluta. Nadie, eso es cierto. Todos tenemos la nuestra.

Pero eso es muy distinto a empeñarse, una y otra vez, en instalarse concienzudamente en la mentira, en la falsedad y en el engaño. Eso es muy diferente.., o al menos, yo creo percibir una diferencia.

Es una pérdida de tiempo prestar atención a inquinas ajenas. Mayor todavía cuando uno tiene la facultad, bendita o maldita, de absorberlo todo como una esponja. No, señor. Váyanse al buen carajo, oigan. Que para contar cuentos, yo también soy una narradora de primera.

En algunos sitios por los que he transitado durante un tiempo, tan sólo aceptar las normas de la “tribu” (lo cual incluía la adoración al gurú o al reyezuelo de turno) garantizaban la permanencia pacífica entre los “elegidos”… Pero a mí es que no me interesan las sectas. Hay gente que necesita de dioses y gurús. Yo a los dioses les trabajo sólo como arquetipos. En cuanto a Dios, está en mi interior y en todas y cada una de las cosas de este universo. Por otro lado, el único gurú al que reconozco, soy yo misma.

¿Soberbia? Quizá. Pero si me dan a elegir, francamente: prefiero la arrogancia a la falsedad.

Hay mucho que estudiar, que aprender, que experimentar… Yo sigo concienzudamente, sin desviarme, mi propio camino (o eso intento). Si en el transcurso de la jornada, siento que tengo que liberarme, que dejar atrás algo que me supone un lastre, no lo dudo.

… Así debiéramos hacer todos… Así debiera ser…

“Au revoire”, majos/as… Que Roma no paga a traidores.

martes, 23 de junio de 2009

Caminando por el Alto Atlas III-2

¡Cómo mola esta foto! De nuevo gracias a Diego, uno de los integrantes de nuestra expedición.., ya que, de momento, servidora tiene ciertos problemas con las afotos.., y no sabe si va a tener que formatear el PC, o no XDDDD. Eso es un puesto típico de venta de postales, chocolatinas, bebidas, y velos beréberes en el Atlas. ¡Ahí fue donde yo me compré mi propio velo, que lo andaba persiguiendo ya! ;-)

Ayer me quedé en la narración a mitad de camino, recién descendidos de una pedrera infernal y tras atravesar aquel desfiladero estrecho y "leonino"... Al llegar a la aldea de Tissalday, me quedé flipada por varias cosas. La primera, que los niños beréberes se nos acercaban alucinados, poseídos por una mezcla extraña de admiración, curiosidad y asombro, en cantidades masivas. Por ello nuestro guía, Ibrahim, se tomó la molestia de hablar largo rato con ellos, para "contenerlos" y convencerlos de que nos dejaran tranquilos. No sabemos aún que historias les contaría...

También las casas suscitaron mi interés... Todo el valle que más tarde atravesamos estaba cuajadadito de pequeños poblados que, como aldeas medievales, se arracimaban trepando en imposibles y acrobáticas torsiones sobre los abismos... Las casas, que parecían de adobe, tenían los tejados planos que ya había visto en la Alpujarra granadina.., pero conservaban su color arcilloso, terroso, en vez estar encaladas. Hay que destacar que en muchos de estos tejados detectamos ingentes cantidades de antenas parabólicas y placas solares ¡Alucinante!

La comida en Tissalday, debajo de un nogal inmenso, en plena naturaleza, sin jaima, muy improvisada porque habíamos tardado más de la cuenta en el descenso, fue extraordinariamente bien recibida por nuestros estómagos hambrientos... Lo más gracioso de todo es que a servidora le dio un "apretón" ineludible en mitad del evento, y como unos doce o trece niños del pueblo se mantenían a una distancia aproximada de unos 7 metros sin moverse ni un ápice, pero no nos perdían ojo mientras reponíamos fuerzas, tuve que realizar una serie de extraordinarias y fantásticas "contorsiones" para poder aliviarme en medio de un trigal cercano. Hay que destacar la forma en la que estas gentes aprovechan el agua que llega de las montañas, estableciendo canalizaciones que, en forma de acequias, impiden inteligentementeque el agua de las copiosas nevadas invernales se pierda valle abajo. El cultivo en terrazas forma parte de estas efectivas técnicas ancestrales.

Bajando ya por el amplio valle hacia nuestro destino del día, Amsouzart, a tan sólo 1700 metros.., deteniéndonos en las acequias para meter la mano y hasta la cabeza.., disfrutando de un paisaje conmovedor, de pueblos con casas apretadas como piñas, casi de nacimiento... Algunos se quedan rezagados (yo soy lenta caminando, pero una vez que empiezo, es difícil que acabe en el agotamiento). Niños y mujeres se asoman desde las ventanas; algunos saludan alegremente con la mano: les correspondemos. En uno de los pueblos que jalonan la ruta, nos sale al paso un hombre que empieza a hablar con Ibrahim. Nos pide.., ¡Betadine! Trae a su mujer, vestida con las ropas típicas beréberes (para mi gusto, mucho más animadas y bonitas que las marroquíes), con el rostro adornado por tatuajes tribales azules, unos 4o y pico de años... Tiene una herida con muy mal aspecto en una mano, que se ha hecho con una piedra. Diego y algún otro tratan de ayudarla: está infectada, llena de pus; es un buen tajo, y está muy hinchado. Tratamos de explicarle al marido que debe lavarse esa herida con jabón.., que hay que vendar y mantener lejos de la suciedad, y que el Betadine hará el resto. Pero no sabemos si nos comprende bien. Lo que sí tenemos claro es que esa mujer, a las pocas horas, seguirá trabajando con la tierra en su huerto.

Me queda claro que la posición de la mujer marroquí, incluso la de la mujer beréber del Alto Atlas (que goza de mucha más libertad y consideración que la anterior), no tiene nada que ver con la mía... Nosotros aquí, teorizando sobre que el mundo de la futura Era de Acuario tiene que comprender y asimilar completamente la integración del principio masculino y femenino.., y las mujeres de Amsouzart arqueadas como gusanos, portando a la espalda enormes fardos de hierba verde recién cortada, presupongo que para la alimentación del ganado.., mientras los caballeros reposaban a la sombra, tomando té y departiendo. Lo que más angustia me dio es que, encima de ir cargadas así, poco más o menos que como nuestras mulas.., ¡se apartaban bajando la mirada, cuando yo pasaba! En el Alto Atlas, un o una occidental, tiene algo así como "derecho de paso preferente". ¿Que hay un arroyuelo y una forma fácil y otra difícil de cruzarlo? Pues nada: la mujer beréber te dejará a ti, seas hombre o mujer, el paso más fácil.., y ella se meterá de pies en el barro o donde sea. Yo ya no sabía ni dónde mirar, de la vergüenza que pasé.

... No hubo "conversación" más alucinante, más conmovedora para mí en todo el viaje, que la que mantuvimos con una señora (yo no sé ya de que edad, porque el trabajo duro envejece a toda esta gente prematuramente) con la que nos cruzamos precisamente en una estrechísima callejuela de Amsouzart... Claro: la mujer iba con su fardo de hierba.., tirando a la vez de una vaca minúscula (de una raza minúscula), no sé cuántas cabras u ovejas.., en fin, un cuadro. El caso es que nosotros nos apartamos, porque ya era por demás.., y casi nos caemos en un arroyuelos de los muchos que jalonan los pueblitos beréberes (asquerosos por otra parte, porque allí el ecologismo todavía no ha llegado, y muchas veces tiran los desperdicios y las basuras como antes se hacía en Europa, al curso de agua más cercano). La mujer, que debió quedarse alucinada por nuestro comportamiento, empezó a darnos las gracias a su manera, a mostrarnos su espalda encorvada por los años y el mucho peso y trabajo, y sonreía, sonreía, sonreía... No sé: me pareció un instante de ésos que dejan una marca para siempre en la vida...

Cuando llegamos a Amsouzart, todo cambió. Es el único pueblo beréber en el que tuvimos la oportunidad de pasar unas horas, empapándonos de su forma de vida, de sus gentes, de su cotidianeidad. Íbamos a pasar la noche bajo techo, en un "hotel" que nos presentaban como el mayor de las bondades, después de haber pasado dos noches al cielo raso, bajo las estrellas... Pero la historia del "hotel" de Amsouzart merece capítulo aparte. Mañana continuaré narrando nuestras aventuras y desventuras por estas apasionantes tierras norteafricanas.

¡Besotes!

lunes, 22 de junio de 2009

Caminando por el Alto Atlas III-1

Éste es un auténtico, genuino beréber subido encima de una piedra en el collado de Tizi n'Terhaline. Se llama Ibrahim y fue nuestro guía por el Atlas. ¡Vaya vistas! Con el permiso de Diego, uno de mis compañeros de ruta, que fue quien le sacó la foto, la reproduzco aquí. ¡Gracias, Diego, por tu estupendo documental!

Nuestro tercer día en el Atlas fue menos duro, mucho menos duro que el anterior.., y afortunadamente, porque cuando uno lleva a cabo largas travesías de montaña, sabe que, normalmente, el tercer día es como para echarse a llorar.., por las agujetas y el cansancio.

Aún así, servidora lo acusó en forma de una diarrea contumaz que ya no me abandonó, más que menos, en todo el viaje.., y que todavía "profeso". A este paso, me voy a quedar con un tipín "Operación Bikini", que ni una modelo, oigan XDDDD.

Subimos por un camino cómodo, perfectamente armado, como para transportar todo tipo de cargas a lomos de caballerías., y con una buena parte de la subida a la sombra, como procurábamos siempre... La diarrea, como digo, seguía cobrándose sus víctimas, y alguno que otro compañero debía separarse del grupo de vez en cuando. "Demasiado té", fue la opinión de muchos, entre risas. Al subir al collado de Tizi n'Terhaline, una apertura de vistas que nos dejó a todos boquiabiertos, con mar de nubes incluido, como se puede apreciar en la instantánea. Ibrahim tuvo mucha paciencia con la orgía de fotografías que sacamos allí, sobre todo, de la cara norte del "Deseado".., el propio Toubkal que habríamos de subir en unos días.., "si Dios quiere".

Un ratico largo para mandar mensajes de móvil a nuestros amados seres en la distancia, ya que es el único sitio en muchos kilómetros a la redonda con cobertura.., y a bajar brincando por un camino alucinante, con unas vistas de escándalo. "Nuestros" muleros iban cantando casi constantemente, y por Dios que tenían buenas voces, a tenor del eco que devolvían, centuplicado, los inmensos farallones de piedra desnuda. Aquellos muchachos de edad indefinida (no creo que ninguno de ellos supere los 30) llenaban de alegría y pasión por la vida aquellas inmensidades. Ibrahim, más serio en apariencia, era un cashondo mental, sin embargo. De tres veces que hablaba, dos y media era en broma o con doble sentido. Así que, cuando se ponía serio de verdad, casi daba miedo.

A propósito de nuestros amigos los muleros, tengo que decir que la noche anterior a esta jornada sufrimos un discreto "trauma", que ya no nos abandonó en toda nuestra visita al Atlas. Y es que uno de ellos (al que desde entonces apodamos "Colmillitos", porque el hombre tenía la dentadura harto prominente) nos "obsequió" con una visión de su potencial masculino en el pleno ardor y esplendor de los mejores años.., así, de refilón, paseándose tan ancho por delante de nuestra jaima al atardecer. La verdad, fue "demasiao pal'body" de todos nosotros, perdidos en aquellas latitudes y altitudes, tan lejos de casa, tal "impacto". Prefiero no repetir las bromas que hicimos desde aquello cada dos por tres a costa de "Colmillitos", jajaja.., pero es que no sabíamos a cuento de qué el buen hombre se había "inspirado" de "tamaña" forma: si por las dos voluptuosas féminas de la expedición (ay, que me meo, jojojo).., o más bien por los seis bigardos restantes que la componían. ¡Nunca se sabe! XDDDDDDD. ¡Menudo campo de nabos, juajuajua!

Volviendo a la ruta, el caso es que bajamos un considerable desnivel por un camino muy cómodo.., que paulatinamente se convirtió en una pedrera infame, infernal. Empecé a acusar el calor, pero sobre todo, el sol inclemente, brillante como el mismísimo Lucifer, y que me hacía bajar la cabeza y concentrarme en aquellos pedruscos como melones, llenos de polvo, que a través del cauce de un riachuelo acabaron por "incrustarnos" literalmente en uno de los desfiladeros más acojonantes que he recorrido en mi vida. Comentamos que, efectivamente, los últimos leones del Atlas deberían haberse refugiado aquí. Los encuentros con pastores, con gente de la tierra que se detenía a hablar amablemente con nuestro guía, eran escasos, pero amigables. Unas cuantas paradas bajo unas piedras, agotados por el calor, el polvo y la dureza del terreno, y de repente, como si la vida hubiera hecho acto de presencia en medio de la inmensidad de un desierto, ¡plof! Un río cristalino que surge de la tierra misma, que corre ladera abajo, que nos emociona con su promesa de frescor y de solaz. Y entonces, abriéndose maravillosamente el desfiladero, la primera de las aldeas beréberes, donde tuvimos que parar a comer, porque estábamos agotados: Tissalday.

Pero eso prefiero dejarlo para mañana... Mis impresiones de la jornada de este día, que fue creo yo, el más intenso dentro del Atlas marroquí, han de ser cuidadosamente descritas. Os dejo con el buen sabor de boca del desfiladero "leonino", de abruptas piedras que se precipitaban sobre nuestros pobres organismos dañados por el sol y la sed, como agujas inclementes; con ese río que surgió de repente del interior de la tierra, la montaña y la piedra, puro y caudaloso como no me podía imaginar yo que fuera a encontrármelo en aquellos lares; y la visión, a lo lejos, de la primera aldea beréber auténtica, escondida como un milagro en mitad del Atlas, y las caras de alucine de los críos pequeños (porque las montañas del Atlas están cuajadas de críos pequeños) cuando nos vieron llegar, agotados y cubiertos de polvo, desde lejos... Nunca en mi vida me he sentido más exploradora.., ni más extranjera, que en aquellos momentos.

¡Seguiré mañana!
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No quiero pasar sin dejar de señalar que el pasado domingo, día 21 de junio, o sea, ayer, fue el solsticio de verano aquí, en el hemisferio norte... En el sur se recibió, por cierto, la llegada del año nuevo solar. Antiguamente, los incas celebraban el Inti Raymi, precedido del avistamiento de la Cruz del Sur y de Llamañawi, "los Ojos de la Llama".., es decir, las estrellas Alfa y Beta de Centauro.
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Pa no irme muy lejos y aprovechando que menciono esos lares, tengo que reproducir aquí el enlace que me ha enviado Cástor Vs. Póllux sobre el tema de los últimos disturbios en el Perú. Al parecer, una amiga suya reside en Arequipa, y nos manda esta perla para que nos situemos correctamente. Advierto: la crudeza de algunas imágenes puede herir la sensibilidad.

http://www.distritodechingas.net-a.googlepages.com/masacreenbagua.htm

Acojonante. Prefiero no decir nada, que luego tóo se sabe. Cada uno/a que saque sus propias conclusiones. Además, no creo que los policías tengan tampoco la culpa. Debe ser la experiencia del Zoco de Marrakech, que me ha traumatizado y aún estoy procesando, porque ya no pienso como hace un mes. Al fin y al cabo, el del pantalón amarillo, con la camiseta cubriéndole el rostro, parece "talmente" norafricano.., salvando las distancias, eso sí.

¿Y qué es lo que dice el remitente del mensaje? Pues lo siguiente. Pasen y lean:

"Estimados amigos y amigas,

Tenemos que difundir estas imágenes de nuestros hermanos amazónicos asesinados por la codicia e insania de este gobierno aprista, son imágenes que no se van a ver en los medios de comunicación, por eso es importante difundirlo, para crear conciencia de la realidad que se está viviendo en estos momentos con nuestros hermanos nativos de la Amazonía y también nuestros policías, que han sido expuestos en contraposición, por estos inescrupulosos del gobierno y la clase política. La situación es crítica, mas aún con la campaña mediática que ha lanzado el gobierno para vender una imagen distorsionada de la realidad, siendo el propio gobierno, quien ha violado sistemáticamente acuerdos internacionales (revisen el convenio 169 de la OIT parte II Art. 13) para trasgredir los derechos reales de las comunidades nativas, sobre el concepto de territorio y territorialidad primando sus intereses privados (negociados y chanchullos como los petroaudios) para favorecer a grupos de poder que envenenan y destruyen nuestra Amazonía, con el pretexto de un “desarrollo” a través del “chorreo” que van a promover estas transnacionales".

... Si ya decía yo que era muy raro que los anuncios de Endesa, que siempre propugnan el "buen rollito", como dice el mismo Cástor Vs. Póllux, me produjeran tal urticaria generalizada... ¡Y eso que están tan bien hechos, tan editaditos, pensaditos para convencer al televidente! ¡Cuánto buen rollito me embarga por doquier, Vive Dios! ¡A ver si me va a acabar pasando como a "Colmillitos"!

En fin. Que ya estoy largando más de la cuenta, y no soy Alatriste... ¡Que me pierdo!

¡Buen comienzo de semana, con la luna nueva de hoy, día para estar muy presente y observar los detalles! Luna trígono Neptuno/Luna cuadratura Urano/Luna trígono Júpiter y Quirón/Luna oposición Plutón. ¡Menudas energías, che!

viernes, 19 de junio de 2009

Saga de Astrea 30- fanfic Caballeros del Zodíaco

No puedo entrar en el foro de astrología... Me he autoexiliado. Cada vez que intento poner un comentario, participar allí, se me saltan las lágrimas. Me resulta totalmente imposible.., de momento al menos.

"Vi", y le dije a una forera que lo desea mucho, que se iba a quedar embarazada en este mes.., y así fue... En cuanto vine de Marruecos nos dio la buena noticia... Pero días más tarde, abortaba. Y eso, no lo vi. O no supe comprenderlo, o no quise entenderlo.., quién sabe.

He estado a punto de enviarlo todo al buen carajo. Si lo que una "ve" o "sabe" o "siente" no sirve para nada, y acaso puede acabar haciendo daño a los demás, entonces, ¿de qué va todo esto? ¿Es una broma cruel de algún dios inclemente?

Pero esta mañana, mi amiga Ana me ha pedido ayuda. Y una
vez más, no he sabido (no he podido) negársela.
Lo mío ya no tiene remedio.

¿Estoy haciendo el primo? ¿Lo estoy haciendo bien? No lo sé. Cada día, sin excepción, me formulo a mí misma esta pregunta. ¿Y cuál es el precio?

Neptuno retrógrado en la Casa 5.., conjunto a Quirón retrógrado en la Casa 5.., conjunto a Júpiter retrógrado en la Casa 5...

Todo lo que tiene que ver con criaturas, estos días, me causa un dolor abismal, que se me instala como una garra en el costado derecho, o en el estómago, y me hace ver las estrellas.., del propio infierno.

... Y mañana, cursito de regresiones... ¿Habré de seguir soportando y asistiendo a asuntos dolorosos relacionados con niños, acaso?

Veremos... Estos temas me tocan ya demasiado. No sé bien qué me está ocurriendo, ni por qué. Quizá ha llegado el momento de averiguar algo.., o quizá no.

... No dejo de ver en mi cabeza el rostro de una niña que conozco... Hasta he soñado con ella hoy.

Seguiremos adelante.., como se pueda.

Tocando el caramillo como los antiguos dioses paganos.., o algo que se le parece mucho.
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Si he conseguido ver más que otros hombres, es porque he logrado auparme a hombros de gigantes”.
Isaac Newton.

Una larga serie de cuentas de madera se escurrió por entre los dedos largos y sensibles de aquel hombre sentado en el suelo… Sonaron de forma extraña al caer, como un eco muerto sobre las frías losas del pavimento. Las columnas repitieron aquel sonido durante muchos segundos. Shaka, el Caballero de Virgo, apenas abrió una rendija los párpados, y volvió a dejarlos caer. “Ya sé que venís”- se dijo a sí mismo-“Aquí estoy: esperándoos”.

“Un mala de sándalo: simplemente, un humilde rosario. 108 cuentas que representan las 108 debilidades humanas, los 108 errores que se deben evitar para acceder finalmente al Nirvana. Enfrentar el mal para poder ser purificado… El control y el poder sobre la oscuridad se obtienen tan sólo pagando un alto precio. Sé lo que se nos viene encima. Los 108 Espectros.., ése es el significado.

12 horas: tan sólo doce horas de margen para decidir el resultado de una batalla, y el destino de todo un mundo. 12 luces que se extinguen paulatinamente en un viejo reloj renacido. Docko.., cómo te siento, brillante y pleno, tan cerca...

Ya se combate; ya las contiendas antiguas han despertado; ya las ruedas del karma giran, trayéndonos de nuevo todo aquello que entonces no pudimos resolver. Y ella.., ella también está aquí. Regresa para hacer que todo vuelva a ponerse, nuevamente, en su sitio. Como al principio…

Me enfrentaré a mi propia injusticia y a mi debilidad. Me enfrentaré al espejo de mí mismo.

Estoy consciente. Soy Shaka. Y reconozco la Eternidad”.


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“¡Deprisa! Tengo que tener mucho cuidado. Los Espectros de Hades han conseguido adentrarse en el Santuario, y ahora sabemos sus intenciones: acabar con la vida de Atenea. Pero, ¿qué es eso?”.

Mu se detuvo en seco para tomar aire, afectado por la larga carrera cuesta arriba… Sentía perfectamente una presencia extraña en la Casa de Géminis, la Tercera Casa cuyas puertas él debía trasponer si quería alcanzar a sus enemigos, que le llevaban un poco de ventaja. El templo de Géminis había estado vacío, sin embargo, desde que aquel traidor, ahora renacido, fue enviado a las profundidades del oscuro infierno. ¿Quién lo ocupaba ahora entonces, llenándolo completamente con su energía, como si fuera su mismo dueño?

- ¡Es un aliado lo que percibo!- exclamó el lemuriano, estupefacto- Pero es imposible: no le reconozco. No es ninguno de los Caballeros de Oro. ¿De quién puede tratarse? ¿Quién, por los dioses, está protegiendo la Casa de Géminis?

Súbitamente, un fogonazo, una luz: una luminosidad violeta, brillante, en su mente, en su espíritu, en su cabeza.., justo delante de los ojos. Mu se dio la vuelta instintivamente, jadeando, con las pupilas dilatadas. Era demasiado claro para que se equivocara. Miró atrás, hacia su propio templo que se adivinaba allí, en la distancia. Aquella era la invocación, el mantra de Vajrapani: la personificación del poder de los Budas. Una petición de auxilio que puede convertirse en agresión mortal, cuando se convoca una acción por el bien de otros seres.

“Vuelvo a sentirte de nuevo, muy cerca.., sí, por supuesto: el vínculo es indestructible”-Mu bajaba la cabeza y el tronco excesivamente, como si estuviera a punto de embestir a alguien, pero no se movía-“¡Y estás luchando! Estás luchando nuevamente en nuestro terreno, a las puertas del Santuario. Pero, ¿por qué? ¿Por qué? ¿Qué buscas aquí?”.

Permaneció unos segundos con los ojos cerrados… Rastreaba, indagaba a través de las dimensiones que aproximan entre sí a todos los seres vivos, a todas las personas, a todas las cosas… Aquellos lugares donde el tiempo y el espacio no tienen ningún sentido. Pudo verla con claridad, de aquella forma…

- Alba.., ¡Alba!- exclamó en voz alta. Y ya no pronunció una sola palabra más.

Se volvió de repente como si le aguijonearan y, también súbitamente, probablemente poseído por una energía sin límites, volvió a echar a correr cuesta arriba. Como si la vida le fuera en ello. No quería, no podía perder el tiempo en ensoñaciones... La amatista había sido utilizada una vez.., seguramente, no sería la última. Pero eso, ahora, era el menor de sus problemas.

Porque delante, a tan sólo unos metros, la Casa de Géminis resplandecía de poder oculto.., y cuatro espíritus fuertes y resueltos a luchar se enfrentaban entre sí, cosa que Mu todavía no lograba explicarse. No sabía quién podía estar haciendo frente a los tres adversarios, los tres Espectros de sus antiguos amigos fallecidos, que le habían tomado la delantera en su carrera por la muerte (o la vida) de Atenea.

Mu no dudaba... Estaba, una vez más, listo para combatir a quien se le opusiera.
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“Perecerán a vuestras manos si franquean los límites”.

Milo, el Caballero de Oro de Escorpio, había decidido quedarse cerca de Saori, la encarnación mortal de Atenea en aquel tiempo y lugar, pero se encontraba inquieto, intranquilo… Ahora, percibía todas las cosas con muchísima claridad. Sabía que los Caballeros de Bronce vagaban por el Santuario, aunque no habían avanzado mucho aún. Había asistido, de una forma intuitiva por cierto, al tremendo choque de voluntades que se estaba produciendo en la Primera Casa, y sentía perfectamente la energía del inmenso cosmos del anciano Docko, el Caballero de Oro de Libra. Notaba la presencia esquiva, sutil y extraña de Ikki, el Caballero de Bronce del Fénix, que caminaba a solas por el Santuario, sin propósito definido. Tenía localizado a Shiryu, del Dragón: el invidente que avanzaba en círculos, costándole el llegar a ninguna parte. Había vislumbrado, estupefacto, el enfrentamiento entre Shaina, el Caballero de Plata de Ofiuco, y aquella renegada, “Espiga”, que inexplicablemente había regresado y parecía combatir en tierra de nadie. No pudo intervenir en el golpe de Mu que, con su “Extinción Estelar”, probablemente había enviado al joven Seiya, el Pegaso, al País de las Sombras… Y, estupefacto, supo que los Espectros de Hades acosaban el Santuario; que sus antiguos compañeros de tantas batallas, Saga, Camus y Shura, se habían pasado al bando contrario; supo de la muerte de Aldebarán, de Tauro, y le dolió en lo más profundo del alma... Y ahora, en la Tercera Casa, aquellos tres renegados volvían a enfrentarse con alguien.., alguien.., que sin embargo aún no conseguía identificar.

“Demasiada gente combatiendo en un espacio tan pequeño... Y sin embargo Shaka permanece aún en silencio, en la Sexta.., y eso casi me preocupa tanto como todo lo demás. Mu, haciendo honor a su naturaleza, no puede mantenerse al margen, y acude a la pelea en la Casa III: espero que no en busca de revancha. Docko se enfrentará a su antiguo rival y amigo, Shion, resucitado desde el Mundo de los Muertos, traidor a su causa y aliado del Rey del Inframundo; esos dos muchachos, Andrómeda y Cisne, desafían a la muerte violando la orden impuesta por la diosa. No debo moverme de aquí, mientras ella, Saori, permanece desprotegida. Se encuentra en un grave riesgo: vienen por ella. Estoy seguro. Pero, ¿quién es el que guarda la Casa Tercera? Ah.., Aioras.., ¿dónde te has metido? ¿Qué esperas para unirte, en esta Guerra Santa, al resto de tus compañeros? Necesitamos todas las fuerzas que seamos capaces de reunir ahora mismo…”.

“Perecerán a vuestras manos si franquean los límites”.

Milo reflexionaba. Ésas habían sido las palabras de Saori, pero él se cuestionaba tantas cosas… ¿Cómo había podido ella darles esa orden? Siempre fue protectora, amante de sus Caballeros, pero tenía especial predilección por aquellos muchachos valientes, Pegaso, Dragón, Cisne, Andrómeda… No podía creer que tuviera que hacer gala de todo su poder contra ellos, en caso de que por fin alcanzasen aquel recinto. No quería creerlo. ¡Ellos habían combatido tanto, habían sufrido tanto en el pasado! Pero ésas habían sido las órdenes de Atenea. Irrevocables y muy claras.

“Mataría sin remordimientos a “Espiga”, desde luego; pero no me gustaría tener que alzar mi brazo contra los otros muchachos”.

Suspiró, encogiéndose de hombros. Eran bastantes más los que habían penetrado en el Santuario, Espectros de Hades, Rey del Inframundo… Horribles sombras, ignominiosas voluntades sometidas a la esclavitud del Infierno, que les había devorado el alma hacía ya tiempo, y que ahora les escupía, como a ratas, a la superficie. Todos ellos con el mandato explícito de entregarle a Hades la propia cabeza de la diosa, servida en una bandeja. Eso era lo que sabía Milo.., no se equivocaba.

Avanzó hacia Saori que, sumida en sus propios pensamientos, no se movía. Con la vista fija en algún punto de la lejanía, la reencarnación de Atenea parecía meditar, como si no perteneciera del todo a este mundo. Su largísimo cabello, de color violáceo, se agitaba un poco a causa de la leve brisa nocturna, que una vez más, era la única cosa que aportaba al Santuario algo de vida. Porque el tiempo se había detenido verdaderamente al abrirse las bocas del Hades. Tan sólo el reloj de fuego azul, iluminado por el viejo Docko, marcaba el paso de las 12 horas.., únicamente 12, que tenían de margen para inclinar la balanza de la batalla por uno u otro bando.

- Atenea, ¿está todo en orden?
- Sí, Milo…- ella habló casi en un susurro- Gracias.
- Hace poco creí sentir la energía de alguien extraño, que penetraba en este recinto.
- De nuevo, gracias… Pero no hay motivos para preocuparse.
- Sin embargo, las fuerzas de Hades están por todos lados. Debemos mantenernos alerta, por si deciden atacar.
- Milo…- Saori pareció vacilar- El que nos visitó hace poco no es un adversario… Al contrario: es un fuerte aliado que vino para ayudarnos, y no quiero que hagas algo que pueda perjudicarme.

El Caballero de Escorpio la miró intensamente, como si quisiera atravesarla con sus pupilas aceradas. Se quedó callado unos segundos, valorando lo que acababa de oír.

- ¿Qué queréis decir? Pero, ¿quién es el dueño de esa energía?
- Él.., bueno.., él es…

De repente, Milo recibió una visión interior. Un rostro, una imagen muy clara y definida en su mente. Enviada por aquella muchacha, la reencarnación de una diosa celeste, a su propia conciencia. La cabeza del Caballero de Oro osciló apenas unos milímetros, como si estuviera algo mareado. Era increíble aquello, y no daba crédito. Había reconocido perfectamente las facciones que, telepáticamente, acababa de ver.

- No me lo puedo creer…- Milo mostró entonces una sonrisa torva, amenazadora y brutal en su rostro- Entonces, ¡quiere decir que ese hombre está vivo!
- Él es quién está protegiendo ahora mismo la Casa de Géminis- aclaró Saori.
- ¿¡Qué!?- Escorpio acentuó su peligrosa sonrisa, y achicó las pupilas. Nadie, en este Universo ni en ningún otro, hubiera sido capaz de adivinar lo que en ese momento pudiera estar sintiendo o pensando.

jueves, 18 de junio de 2009

Aguamarina: la protectora oceánica

Me detengo un poco en la narración de mis aventuras y desventuras pasadas por tierras marroquíes, para hablaros sobre el aguamarina, dentro del apartado dedicado a las piedras y minerales... Interesante tocar a esta piedra semipreciosa tan particular, ahora que Neptuno retrógrado, conjunto a Júpiter y a Quirón, también ambos retrógrados, están haciendo de las suyas por el Zodíaco.

El aguamarina es una variedad de berilo, prima hermana de la esmeralda, aunque alcanza menor precio en el mercado. Su nombre, latino, hace referencia a su color, generalmente azul verdoso, que recuerda al agua del mar. Las minas más importantes donde encontrarlas están actualmente en Brasil. Sin embargo, los ejemplares más cotizados proceden de los Urales, en Rusia.

Desde antiguo, las aguamarinas han estado asociadas al mar y los marinos, que las encontraban de gran valor como talismán contra los peligros de las aguas oceánicas. Los romanos creían que esta piedra había escapado del cofre de las Sirenas, las hijas de Neptuno, dios del mar. En todo caso, el aguamarina es símbolo de esperanza, está asociada a la diosa Venus, y como tal, fomenta el amor, la paz y la concordia.

Se dice que esta piedra actúa de forma especialmente eficaz sobre el chakra de la garganta, favoreciendo la comunicación y la expresión. Alivia la sinusitis, los dolores de dientes, de mandíbula y de nuca, y sobre todo, trata problemas glandulares y alergias, en especial los de tipo cutáneo. Los entendidos en gemoterapia la recomiendan para reforzar el campo electromagnético y atraer la buena suerte. Aporta felicidad y alegría a su portador.

En el ámbito espiritual, el aguamarina aporta calma, paz, claridad mental e inspiración creativa. Es útil para los estados melancólicos y depresivos. El aguamarina, por otro lado, combate eficazmente el estrés, alivia las dolencias de los riñones (donde se acumula gran parte del dolor emocional y del nerviosismo), y fortalece el sistema nervioso central, además del hígado.

Esta piedra suele obsequiarse como símbolo de fidelidad o amistad. Se la llama "la piedra de la clarividencia", porque promueve la actividad psíquica y fomenta las capacidades intuitivas innatas en el ser humano, invocando elevados estados de conciencia. Promueve la reflexión y la meditación, e induce a tener sueños relajados. Previene la retención excesiva de líquidos en el cuerpo, y mejora las funciones digestivas y de eliminación. Por otro lado, detiene el miedo, y ha sido catalogada como el mejor remedio para paliar la desconfianza, la falta de fe o la tibieza espiritual.

En definitiva, esta hermosa gema, del color de las aguas del mar, arroja luz sobre las incertidumbres más terribles que pesan sobre nosotros... Asociada específicamente al signo zodiacal de Piscis, correspondiente con los planetas astrológicos Luna y Mercurio, y afín a la plata, la consideran "nacida de la espuma del mar", como a su diosa protectora, Venus (o Afrodita).

¡Besotes!

miércoles, 17 de junio de 2009

Caminando por el Alto Atlas II

"Vale más caer entre las garras de los buitres que en las manos de los aduladores"
Antístenes.
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"Peazo" de bicho, ¿eh?

Si me hubieran preguntado, hubiera jurado que era un águila real: visto así, de lejos y planeando virtuosamente por los Atlas marroquíes...

Claro, que también pensé que podía ser una arpía.., aquellas hermosas mujeres aladas de la mitología griega, que en realidad eran genios maléficos armados de largas garras.

Pues no, señor: se trata de un quebrantahuesos joven, de menos de un año. Una especie de buitre que puede llegar a alcanzar los casi tres metros de envergadura alar. Ahora hablaré un poquito sobre él.., enseguidita ;-)
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"Cuaderno de bitácora: fecha estelar 2009. Éstos son los viajes de la nave espacial Enterprise..."

Ah, no, que me estoy confundiendo de aventura ¡XDDDD!

Segunda etapa del trekking marroquí por el Alto Atlas. Día 7 de junio de 2009.

Todos los días, salvo raras excepciones, nos levantábamos temprano, con la fresca. La idea era poder aprovechar las horas mejores del día, con menos temperatura, para caminar, y a partir de las 3 de la tarde, si habíamos cumplido objetivos, descansar ya el resto de la tarde, haciendo el vago. Como véis, no pinta tan mal la propuesta, ¿verdad? Aquel primer amanecer en medio del camino dimos buena cuenta de un desayuno que siempre, indefectiblemente, consistía en varios pedazos de pan moruno a repartir; un tazón de leche (en polvo); mermelada de higo y fresa; mantequilla; miel; quesitos en porciones; y nocilla y colacao, además de café soluble. Servidora llevaba ventaja porque, al no tener mochila grande que hacer (continuaba perdida), sólo tenía que ocuparme de las pocas cosas que debía llevar para la ruta del día, incluida el agua.., y acababa recogiendo el tenderete antes que el resto.

Habíamos hecho ya algunas gestiones, y nos dijeron que no nos preocupáramos con respecto al tema de la mochila. Le entregué mi pasaporte (luego me arrepentí, pero porque suelo ser muy desconfiada con esto) a uno de los muchachos de la organización del viaje, así como el recibo de haber puesto la denuncia de la pérdida mochilera en el aeropuerto de Marrakech.., y él me dijo que no me preocupara, que la mochila aparecería y que igual podrían subírmela algún día del trekking, si la encontraban. Yo no me lo creí, pero weno, aún así preferí poner aquel asunto en sus manos.

La aldea de Sidi Chamharouch está situada ya a 2326 metros en el camino de ascensión normal del Toubkal. Aquí se encuentra el morabito (el equivalente moruno a nuestros "santos") que protege, al parecer, a la tribu beréber Ait Mizane. Hay que destacar que los morabitos siempre se ligan a cursos de agua, y casi siempre están situados en lugares altos. En ellos se ofrece la posibilidad de ser enterrado junto al santo, por lo que casi siempre podemos hallar un pequeño cementerio en el entorno. Un árbol sagrado, al menos, preside igualmente el lugar, sobre el que se cuelgan dádivas y prendas relacionadas con la intimidad de los fieles que las depositan. La fiesta o ritual del santón homenajeado aquí se celebra una vez al año, y a él acuden fieles de lugares en ocasiones muy lejanos, en romería.

El fenómeno de los morabitos es típico de los países del Magreb, y probablemente esté relacionado con formas de culto religioso anteriores al Islam, así como con cultos semejantes en la orilla opuesta del Mediterráneo, dispensados a santos católicos. Teóricamente, según los preceptos islamistas, este tipo de cultos debería estar prohibido, y de hecho en los últimos años algunos morabitos importantes han sido víctimas del asedio y hasta de destrozos por parte de grupos religiosos radicales.

Nosotros sólo vimos un poblado curioso, diminuto, con construcciones arcaicas de madera que nos recordaron muchísimo a los famosos tinaos de Sierra Nevada (al otro lado del Estrecho). Los cascos de cristal de las botellas eran "reciclados" por los locales, que los acumulaban en sendas papeleras de obra a ambos lados del camino. Allí compramos agua para ese día (nos habían recomendado consumir sólo agua embotellada por aquello de la diarrea aunque, como poco después pudimos comprobar, aún no sabemos si ese particular tiene mucho sentido aquí). Es curioso de ver cómo los beréberes desvían el agua en sus puestecillos de madera por medio de canalizaciones minúsculas, que hacen que el líquido que venden esté siempre fresco, porque sobre él caen constantemente diminutos chorros, emulando pequeñas cascadas.

Una vez traspasada la piedra encalada bajo la cual se escondía la "mezquita" sagrada, enfilamos rumbo a nuestro objetivo del día: el collado de Tarharat. ¿El desnivel? Fino, fino: teníamos que superar unos 1800 metros hacia arriba, en una sola jornada. Bueno: he superado cosas peores, pero llevaba tiempo sin hacer monte, y todos (no sólo yo) estábamos más o menos desentrenados. El Tizi n'Tarharat se encuentra, pues, a 3.460 m, y a esa altura, por experiencia, ya puede afectarte la altitud. Y de hecho, lo hizo: fuimos varios los que acusamos de repente el dolor de cabeza, la mayor dificultad para respirar, los latidos en la base de la nuca y el cansancio. Sencillamente, nos estábamos aclimatando a la altura.

La subida comenzó por una pedrera infame donde había que dar saltos como una cabra para poder mantenerte en la vertical. Me enteré, con pena, de que no iba a poder ver a los fantásticos arruís, los carneros salvajes del Atlas, ya que vivían en otros montes de por allá. La subida fue realmente penosa, porque no estábamos fuertes todavía. Uno de mis compañeros ya traía la diarrea desde Madrid, y se quedaba el último siempre, aunque es uno de los tradicionales "machacas". Parábamos de vez en cuando en las pocas sombras que el camino proporcionaba, debajo de enormes rocas (aunque habíamos empezado a la sombra, poco a poco la luz del astro rey se abrió paso entre las angosturas del valle que trepábamos). Comíamos naranjas y frutos secos que Ibrahin llevaba en una bolsa.., y otros pocos que nosotros nos habíamos traído.

Tremenda sudada, pues, y algunas ráfagas de aire ya en lo alto del collado (¡por fin!), viendo una panorámica impresionante a ambos lados. Dejamos a nuestra derecha, sin subir (era una ascensión opcional) el pico Tichky, y prácticamente todos nos derrumbamos, medio tirados por el suelo, buscando aire lo más oxigenado posible para recuperarnos. Un rato de descanso, y el descenso mucho más cómodo hacia la majada de Azib Tifni. Es ésta una discreta agrupación de cabañas de piedra y madera, frecuentada por los pastores nómadas en el verano, cuando suben con sus rebaños a estas cañadas fértiles. Gracias a una ingeniosa roturación a base de minúsculas acequias, excavadas en el terreno y dispuestas como una red, se permite en esta zona el aprovechamiento del agua de los riachuelos de montaña, y se consiguen frescos pastos en pleno erial.

Muchas bromas en la cumbre del collado, cuando nos damos cuenta de que nuestras mulas y muleros (que iban por otro camino más cómodo) se han perdido y han bajado por otro valle.., teniendo que volver a subir y a bajar por el camino correcto. ¡Menuda gracia, si nos hubiera pasado a nosotros!

Me quedo la última (normalmente, soy la que cierro la marcha) y voy bajando con cuidado por una de esas pedreras de cantos móviles que tanta rabia me dan, cuando de repente veo su sombra. Es grande, y planea sobre nosotros. Miro pa'rriba, y no veo un carajo. Sigo bajando, concentrada en mis pasos para no torcerme un tobillo, y entonces ya lo localizo: inmenso, espectacular, amenazador. Gira en círculos en torno a los tres últimos del grupo.., y yo soy la última de los últimos. Agh. Lo miro, lo veo planear, lo estudio de cerca, y no sé qué es. Me parece algún tipo de águila, pero no lo identifico bien. Socorro. Mamá. Yo quiero volverme pa'España. El bicho da sendas pasadas cada vez más bajo, y yo continúo descendiendo la pedrera, mirando para el suelo. No puedo vigilarle a la vez y caminar, así que me quedo más retrasada aún, quieta y esperando a la "fiera", a ver qué pasa. Me gritan que no me detenga, que siga avanzando. Levanto los ojos sobre mi vertical, y ahí está: justo encima de mi cabeza, como a 5 ó 6 metros tan sólo, y entonces pliega los hombros como si se me fuera a echar encima. Pego un grito con toda mi alma "¡¡Me cago en la madre que te parió, puto bicho de los cojones!!".., o algo similar, que soy incapaz de reproducir ahora con precisión. El ave rapaz se eleva un poco, veo cómo me mira... Da otra pasada más arriba, y se aleja lentamente. Aún así, varias veces nos volvió a sobrevolar casi rasante, y acabé cogiendo una piedra con la mano, dispuesta a quitármelo de encima al más puro estilo "drea". Alguno comentó más tarde que él hubiera preferido el bastón de montaña, si se le hubiera echado encima XDDD.

Hasta que llegamos a España y pudimos consultarlo, no supimos qué demonios era aquel "depredador"... Luego me arrepentí de no haberle sacado una foto de cerca, pero en serio creí que me acechaba. Los más rápidos nos dieron la enhorabuena por haberlo tenido tan cerca, cuando llegamos a su altura. En aquel momento, sin embargo, yo casi sentí la necesidad de sacarles a todos los ojos, por graciosillos XDDD.

Acampamos por fin a las tres de la tarde, asfixiaditos de calor, pero ya con nuestra deliciosa jaima, que hacía las funciones de comedor y de habitación comunal para la siesta, desplegada. El ritual era similar en todas las ocasiones: descargarnos los lomos, quitarnos las botas polvorientas (al final del viaje, casi no sabíamos cuáles era de quién), tomarnos un té fuertemente especiado para fortalecernos, comer ensalada beréber con aceitunas.., y a dormir como gorrinos, todos juntos tirados en la tienda, roncando a pierna suelta. Por la tarde me acerqué con Merche (la otra chica de la "expedición") a las pozas de agua que se formaban gracias a los riachuelos que corrían dando saltos entre las peñas, para asearnos, lavarnos la cabeza, y todo lo que fuera posible. Desgraciadamente, yo había extraviado mi bañador junto con la mochila grande.., así que tuve que hacer auténticos contorsionismos para poder limpiarme de una forma más o menos decente.

¿Y por qué tanto cuidado, cuando una se ha bañado completamente en pelotas anteriormente en plena naturaleza, y sin ningún pudor? ¿Es que acaso estoy retrogradando mentalmente, como los planetas?

Pues no: es que el beréber, como ya os dije, se camufla que da gusto. Parece un camaleón, y es silencioso. Varios señores, aparecidos como de la nada, nos dieron las buenas tardes con sorna, según andábamos lavándonos los pies o algo mucho más peliagudo. ¡La Virgen, qué estrés de baño!

… Aunque peor fue lo de "Colmillitos".., qué duda cabe...

Pero eso, más bien, queda para mañana.., ¡que no voy a contaros todo de un tirón!

¡Besotes!

martes, 16 de junio de 2009

Caminando por el Alto Atlas I

La terminal T4 de Madrid es un auténtico coñazo. Por si viajáis y os toca arribar en ésa, aviso que vayáis, al menos, con dos horas de antelación. Nosotros, que creíamos que íbamos con tiempo, nos metimos en el avión casi de milagro. Qué estrés de pasillos, de controles, de pasaportes y de trenecitos que conectan andenes con vuelos y con instalaciones, por Dios... Creo que todavía me estoy recuperando de aquello más que del cansancio del propio viaje. ¡Las esperas y trámites en los aeropuertos son una angustia!

Desde el aire, esta zona de Marruecos parece similar a España, con sus mismos cultivos, pero bastante más árida... El viento aquí parece muy habitual, y levanta nubes de arena que colman el aire de una bruma casi perpetua. Al llegar al aeropuerto de Marrakech nos hacen una foto en los controles (qué risa). El funcionario de aduanas, extrañado por mi nombre de pila, me pregunta que si soy española, que de dónde eran mis padres, que dónde nací, que si sé francés... Aparentemente, no pueden concebir que nadie se llame Fátima más allá de sus fronteras.

La primera en la frente: me han perdido la mochila en el aeropuerto. Afortunadamente, y siguiendo indicaciones muy inteligentes, llevo las botas puestas, como en la peli. Eso me va a permitir andar, porque un trekking con botas nuevas (en caso de que pudiera encontrar dónde comprarlas) iba a ser muy jodido.., porque hasta que unas botas se "doman", las heridas en los pies están casi aseguradas. Decido no pensar, no quejarme, no retrasar más a mis compañeros. Las infraestructuras y los vehículos nos parecen relativamente modernos, a excepción de ese carro tirado por una mula que pasa a todo galope por delante de la gasolinera. Chilabas en moto nos observan y analizan con ojos curiosos. Nuestro conductor, ignorando una y otra vez nuestras negativas, se empeña en parar en una cooperativa de mujeres que extraen el famoso aceite de argán de los árboles. Como me he quedado sin el neceser de aseo, compro jabón y aceite puro(pensaba adquirirlos, ya os lo comenté anteriormente.., y pensé que así ganaba tiempo). Más tarde comprobé que era una especie de parada obligada en todos los desplazamientos turísticos :-)

En dirección a Imlil, todo cambia. Ya la carretera nos ofrece paisajes sugerentes: valles encajonados que cobijan caudalosos ríos (hogar de bellísimas garcetas blancas); puestos que venden de casi todo: dátiles, frutas, cacharros de barro, al pie mismo de la carretera; olivares semejantes a los nuestros, cultivos de altos palmerales; aldeas de barro que parecen nacimientos a tamaño real. El asfalto serpentea montaña arriba, cada vez más estrecho, cada vez más "perjudicado" por los hielos y las nieves de los duros inviernos del Alto Atlas. La conducción en Marruecos es algo más que temeraria, a nuestros ojos occidentales. Camiones llenos de hombres colgando como racimos suplen el papel del transporte público allá donde el autobús no se atreve a adentrarse. Las mujeres, pintorescamente cubiertas con velo, caminan por el arcén sin prisa. Viejos beréberes a lomos de burro hacen suya la tradicional frase en castellano que ellos repiten por doquier: "prisa mata, amigo". La prisa mata.

Imlil es una pintoresca aldea de montaña muy conocida en Marruecos, ya que de ella parten la mayoría de excursiones hacia el Parque Nacional del Toubkal, que era nuestro objetivo. La cumbre de este pico, el Jbel Toubkal (cuyo nombre significa, literalmente "el pico del que cree en la tierra") alcanza los 4167 metros de altura. Imlil debe su "desarrollo" precisamente a la actividad montañera que se desarrolla en la zona. En el pueblo termina la carretera asfaltada, y hay que empacar todo, después de una deliciosa comida a base de aceitunas, ensalada de tomate triturado con especias, y cordero. Alucinamos con las mulas (5 mulas con sus respectivos muleros para 8 personas que somos, ¡menuda caravana!); alucinamos con los puestecillos de Imlil camino de la ruta, en los que se vende de todo. Alucinamos con las ropas, con el habla de la zona, con los tipos ya genuinamente beréberes. Alucinamos, una vez más, con las carnicerías al aire libre, donde la carne pende de un gancho, cubierta de moscas, y las cabezas decapitadas de las cabras parecen un extraño tributo a algún dios ancestral (esto ya lo había visto yo en República Dominicana). Y finalmente, alucinamos con la gran cantidad de vegetación que espesa el fondo del valle, compuesta en su gran mayoría por nogales y otros árboles de espléndido porte. La temperatura es increíble: no creo que sobrepase los 24 grados a pleno sol.

Ibrahim fue nuestro guía: un especímen de los que ya quedan pocos en este mundo. Tengo que decir, en honor a la verdad, que casi acabó cabreándome (pero eso es más bien porque servidora tiene el carácter un poco fuerte, y muy pocas ganas de hacer lo que le dicen ni siquiera los que saben; tal cosa, por supuesto, es más bien un defecto mío que un problema de nuestro guía, y lo admito abiertamente delante de quien sea necesario). No puedo calcular su edad con certeza, pero pienso que rondaba los 40 años. En realidad este Ibrahim, aparte de ser en apariencia super conocido entre la comunidad montañera, es un guía excelente, y no tengo por qué negar la evidencia al respecto. Al principio debió hacerle gracia mi nombre (cómo no), y dio en llamarme por el apelativo de "Fátima Beréber".., aludiendo a que mi nombre era muy común allá en sus tierras (Fátima fue la hija única del Profeta Mahoma). Si queréis conocerle, está en una foto en este blog, sujetando a un niño en volandas. Es el de la izquierda, según se mira la foto :-). El otro, el de las gafas, es el jefazo de toda la organización (muy eficaz, por cierto).., el mandamás de las montañas; el que organiza todas estas excursiones y, aparentemente, el que gestiona cada uno de los movimientos de su gente por estos remotos lugares.

Subimos dos horas escasas por el camino hasta llegar al santuario de Sidi Chamharouch. Este enclave es una especie de "poblado santo" en medio de la montaña, bajo cuyos pies brotan las aguas de un caudaloso río, el Assif n Imlil. En esta zona fue hecha la fotografía de arriba: concretamente, en uno de los "bares" minúsculos del pueblo. El lugar consta de un pequeño grupo de casas, casi todas convertidas en tiendas de minerales o productos tradicionales. Pero de este santuario hablaré un poco más mañana. Nosotros, esa noche del sábado 6 de junio, acampamos junto al río, descubrimos un escorpión encima de una piedra, y disfrutamos por primera vez de las bondades de la acampada bereber: durmiendo en tiendas de campaña medio destrozadas de dos en dos, cenando y comiendo juntos los ocho en una jaima especialmente levantada cada día para nosotros, sin sillas, encima de estores y cojines. La cena era siempre igual: empezaba con una harira (sopa tradicional marroquí) que habitualmente estaba hecha a base de las sobras de la comida principal del día, más algún ingrediente adicional; las excelentes aceitunas y pan de la zona; y un plato fuerte a base de pasta o carne, verduras, lentejas, tomate, así como un fiambre asqueroso de cuya forma y color no quiero acordarme. Al ser Marruecos un país musulmán, desconocemos los ingredientes de dicho comistrajo. ¡Espero que no estuviera hecho con la carne de alguna mula, o cosa similar! XDDD

Fuera de coñas, y al margen de las limitaciones normales y lógicas en circustancias tan montañeras, las veladas a la luz del candil eran excelentes. Nos reíamos hasta reventar con los sucesos del día y las ocurrencias de todos mis compañeros. Ibrahim venía a hacernos una pequeña visita de cortesía cada noche, y hablábamos un rato de las rutas por la montaña, de lo que veíamos, de nuestros respectivos países, de nuestras diferentes constumbres. Al anochecer, se oían los rezos en voz alta de nuestros compañeros muleros, el cocinero, o el mismo Ibrahim, así como al amanecer, por regla general. Los musulmanes tienen por precepto que rezar cinco veces al día, pero nuestros acompañantes siempre eran bastante discretos, y nosotros procurábamos no molestarles en sus plegarias a Alá.

Mañana sigo contándoos nuestras andanzas por el Alto Atlas.
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Aprovecho este espacio, igualmente, para postear este comentario que ha aparecido hoy en el periódico madrileño 20 Minutos. ¿Os habéis enterado de lo que está pasando ahora mismo en la selva del Perú?:

"El peor de los grandes crímenes de Hitler fue hacer creer a los alemanes, derrotados en 1918 y arruinados por la crisis de 1929, que la culpa de sus males la tenía una minoría de su población, los judíos. Alan García ha señalado como culpable de los males de los peruanos, que él mismo ha agravado, a la minoría india que (osa decir con adjetivos ya comprobadamente homicidas) son ciudadanos de segunda y "como el perro del hortelano, ni come ni deja comer" de las tierras en las que viven. Este nefasto político sigue fomentando el genocidio que empezó hace 500 años, que agravaron en muchos sentidos los criollos tras la independencia, y que continúa hasta hoy con el neocolonialismo capitalista.

Urge denunciar y frenar, mientras estemos a tiempo, a Alan García, que se excusa tras razones de bien común que serían adecuadas para aplicar una política de exterminio de minorías, conflictos internacionales y destrucción catastrófica de la naturaleza en beneficio de unos cuantos".

Bueno, pues con mucha prudencia porque desconozco casi completamente el particular, y a mí sólo me gusta opinar sobre lo que sé a ciencia cierta, pero añado lo siguiente a este comentario publicado hoy, y firmado por un tal Diego Mas Mas: señor García (que no sé si tendremos algún antepasado en común porque ostentamos, aunque sea en segundas, el mismo apellido), le agradecería que no cite al insigne Lope de Vega para justificar sus propios genocidios, dado que los españoles ya somos acusados de unos cuantos, considero, como para añadir uno más a la lista. Y por cierto: esas tierras no sé si serán suyas, o de quién, pero apuesto a que la riqueza y la biodiversidad que cobijan pueden ser de interés para todo el resto de la Humanidad. ¿Me equivoco?

Los mismos perros, con diferentes collares... ¡Ya les vale!

¡Besotes!

lunes, 15 de junio de 2009

Caminando por el Alto Atlas

"Yo soy como las gentes que a mi tierra vinieron
Soy de la raza mora, vieja amiga del sol,
que todo lo ganaron y todo lo perdieron...
Tengo el alma de nardo del árabe español"

Manuel Machado.-
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Acabo de volver, como quien dice.., de aterrizar en España. Todavía estoy un poco más "pá allá" que "pá acá": absorta, como entre dos tierras; a medio camino mi espíritu entre mi país natal y el vecino marroquí. Como ya os comenté, he regresado de pasar 9 largos días en el Alto Atlas, en las montañas marroquíes y en Marrakech.

Bueno: yo no soy realmente como "las gentes que a mi tierra vinieron...", porque mi herencia genética, creo, es más bien castellana y del norte de España que del sur, al contrario que la del poeta andaluz Manuel Machado... Aunque no parecen opinar lo mismo los funcionarios de aduanas marroquíes, tanto por mi nombre como por mi aspecto. Bueno: ocho siglos, como digo yo, dan para mucho. Y en algo se tiene que notar la presencia de estas gentes en el territorio hispano durante tan, tan, tan largo tiempo.

Vengo medio alucinada... Nunca había pisado el continente africano: es mi primera vez. El Estrecho de Gibraltar es una división brutal entre dos mundos distintos, entre dos formas de ver la vida completamente opuestas. No sé si es que soy exagerada o qué, pero hasta me duele la cabeza de tamaño contraste. Voy a tardar días en volver a adaptarme. Es como si me hubieran abducido un par de extraterrestres y hubiera aterrizado en la misma Luna. Y me gusta esa comparación, porque efectivamente, el Zoco de Marrakech es lo más parecido al universo Star Wars que yo conozco.., concretamente, al planeta Tatooine (pa mí que el amigo George se inspiró en ese pandemonium que es la plaza Djemaa el Fna, sin lugar a dudas).

... A partir de ahora, cuando alguien me hable o eche mano de ese concepto tan traído y llevado (del que tanta gala hacen los racionalistas, por cierto), y que es la REALIDAD, preguntaré "pero de qué realidad en concreto me hablas, ¿de la de la Gran Vía madrileña, o por ejemplo, de la del zoco de Marrakech?"...

Os aseguro que estoy tan impactada, tan "flasheada" por este viaje, que he decidido escribir mis impresiones aquí, a lo largo de ocho capítulos (y con este nueve, ya que el último día de mi viaje, de vuelta a España, no merece la pena de mencionarse). De veras, este viaje ha sido histórico. No he recorrido el mundo ni mucho ni poco (algo más que mucha otra gente, pero tampoco demasiado). Sin embargo, esta inmersión en la cultura beréber ha resultado fantástica, demoledora, sorprendente, fascinante, reveladora.., y agotadora, porque físicamente estoy como si me hubiera hecho la Vuelta al Mundo en Ochenta Días con William Fog.

La foto de arriba muestra a una típica mujer marroquí del Alto Atlas. No está vestida al estilo beréber, que ya os iré desvelando. En serio: voy a ver cómo soy capaz de transmitir, al menos en parte, lo que he visto y he vivido.

¡Me alegro de estar de nuevo con vosotros!

viernes, 5 de junio de 2009

Saga de Astrea 29- fanfic Caballeros del Zodíaco

Me marcho 9 días a recorrer las montañas del Alto Atlas marroquí... Sí: ya sabéis cuánto me gusta moverme. Ahora estoy bien; me encuentro tranquila. Espero que estas vacaciones sean excelentes. Espero poder ver muchas cosas que hagan, como siempre, que mi mente y mi corazón se abran, cada vez más. Voy a un lugar donde la tierra es roja y las montañas son salvajes; donde cada gota de agua es un pedazo de oro que hay que saber aprovechar. Un sitio donde las estrellas brillan, libres de toda contaminación lumínica. Unas tierras que, en parte, llevan ecos de uno de los episodios más largos y trascendentales de la historia de mi raza: el país de los beréberes, o mejor, los Imazighen, los "Hombres Libres".
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En cuanto al episodio de hoy de Astrea, mucha gente me pregunta qué pasa por mi cabeza, por mi alma, por mis entrañas, cuando caigo en el abismo profundo: en el pozo sin fondo. Bueno: me inspiré en ese estado para escribir esto. ¿Quién no ha conocido alguna vez "la noche oscura del alma"? Todos nosotros, sin ninguna duda.
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Pronto volveré a estar con todas, con todos vosotros... Mientras tanto, poco a poco voy cambiando el "chip", sumergiéndome en ese estado inocente y a la vez, curioso, que es el preludio de cualquier viaje. Deberíamos no olvidar que pase lo que pase, la realidad siempre puede cambiarse. Con movernos levemente ya nos damos cuenta. La auténtica realidad es la que parte de nosotros mismos: de nuestro estado de ánimo, de nuestros pensamientos, de nuestras vivencias y experiencias.., se abre con la disposición de nuestra capacidad de amar, y nos desconecta del Todo cuando nos hallamos sumidos en la desesperación.

Besotes, amigos míos...

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El que ha resuelto vencer o morir rara vez es vencido: una desesperación tan noble difícilmente perece”.

Corneille

“Cuando no hay esperanza, nada se teme… Llega un momento en que el corazón ya no da más de sí. No se puede entregar ya más.

Una noche eterna: eso es. Así, mi alma no se encuentra extraña: el escenario de fuera concuerda perfectamente con el escenario de dentro.

No quisiera respirar, no quisiera sentir. No quiero vivir. No importa que me lo noten, o que no. Ah.., pero yo sé que es muy difícil que me vean por dentro. Sin hacer ningún esfuerzo, yo leo en sus almas.., pero ellos no en la mía. Nunca. No me ven.

No se dan cuenta de que llevo la muerte dentro.

No me importa que no amanezca. Ojalá no amaneciera de veras, nunca jamás. Al menos, habría algo eterno. La muerte es eterna. Es lo único que sé. Esta noche, este silencio… Este terrible silencio en que nos ha abandonado Dios”.

- Mira, Al…-susurró Hyoga, el Cisne, poniendo su mano derecha sobre el hombro de ella… Se sobresaltó un segundo, volviendo en sí de repente. Era muy fácil seguir caminando, moverse.., pero su espíritu, a menudo, no estaba allí. Se obligó a regresar, aunque eso le fastidió enormemente.
- ¿Te encuentras bien?- le preguntó Shun, extrañado. Sólo él.., tan sólo él podía atisbar algo en su interior. Bueno.., y alguien más. ¿Qué demonios importaba eso ya?
- Es cierto: en la Primera Casa- cortante como una cuchilla. “No te me aproximes, o no respondo. Apártate, déjame en paz”- Hay algo potente en la Casa de Aries.
- Me cuesta reconocer de quién se trata…- habló Shun, concentrándose, fijando la vista en la lejanía. No quería entrometerse en asuntos ajenos; aunque sentía mucho, hablaba poco, y apreciaba a Al lo suficiente como para respetar esos infinitos silencios que de repente la invadían.
- Dos.., son dos- apuntó Hyoga- Una confrontación de dos opuestos, sin duda alguna.
- ¿Qué hacemos?
- Podemos acercarnos, o dar un rodeo- se encogió de hombros Hyoga- Sea lo que sea, hemos de pasar necesariamente por allí, si queremos penetrar en el Santuario. No hay otra elección que ir traspasando las 12 Casas una a una.
- Entonces, vayamos- Shun no dudó. Su cadena no se movía: es decir, la agresión, el conflicto, fuera cual fuera, de momento no iba con ellos.

“Moverme, actuar. ¿Y para qué? Siempre acabo derribada en el suelo, obligada a levantarme una y otra vez. ¿Qué estamos defendiendo? ¿La opción de la paz, del amor, del equilibrio y de la vida? Pero qué vida, qué paz, qué equilibrio, qué amor.., no se acaba nunca esto. Estoy muy cansada: muy, muy cansada. Necesito un relevo. Necesito perderme en el olvido”.

- Claro, vayamos…- Alba suspiró, pero su rostro era impenetrable... Hyoga se puso el primero y avanzó decidido. Shun, de repente, soltó una exclamación ahogada.
- ¡El reloj!

Efectivamente: algo más lejos, en la oscuridad, podía percibirse como la alta silueta de la torre del reloj del Santuario había cobrado vida… La esfera del instrumento brillaba, iluminada por 11 oscilantes llamas azules. Hyoga puso cara de incredulidad.

- ¿Qué significa esto? ¡Alguien ha encendido los fuegos de las Casas una vez más!
- Signifique lo que signifique, una cosa es cierta: hay que darse prisa. Ese reloj es una cuenta atrás, y marca el tiempo estipulado para que algo en este mundo se derrumbe y desaparezca para siempre- opinó el Caballero de Andrómeda.

“Qué noche tan fría”- pensaba Al, ausente.

Se escuchó un fragor terrible desde la Primera Puerta. Hyoga y Shun se pusieron en guardia instintivamente. Luego, echaron a correr hacia allí.

Alba los miró y sintió que toda la fuerza se le iba… No los siguió a la carrera. Con la vista fija en la Primera Casa, que se adivinaba a lo lejos, pensó “Sólo un Caballero de Oro muy poderoso tiene potestad para encender esos fuegos. Y de los que quedan vivos, tan sólo se me ocurre uno: Docko de Libra. Por fin te hemos encontrado, viejo”. Acarició la gema de amatista de su báculo... Sentía tal debilidad, que caminaba casi como una anciana ella también.

No podía asistir a sus compañeros, ni a nadie, en aquel momento. Pensó que era como una traición.., pero simplemente, no podía. No podía acercarse ni un milímetro más a la Primera Casa. Sus pies no la obedecerían.

- Veo que para ti ningún castigo resulta suficiente… ¿Acaso necesitas más?

Eso la hizo reaccionar. Se volvió rápida, veloz como un rayo: un pequeño relámpago blanco, con la túnica tremolando en la suave brisa nocturna. Fruncido el ceño, dispuesta a enfrentar cualquier cosa que se moviese. No había miedo, no había ningún pensamiento, ningún sentimiento ya. Como una máquina entrenada para vencer o morir, se movió instintivamente, achicando la vista, a fin de ver mejor en la oscuridad.

- ¡Ah!- exclamó.
- Sí: yo otra vez, ¿me recuerdas? Como él no quería rematarte (en el fondo, siempre fue un sentimental), tuve que ser yo, Shaina, la que se metiera por medio para darte el golpe de gracia. Sin embargo, me temo que algo falló: de otro modo, no estarías aquí.

“Un velo de sangre en mis pupilas... No veo nada, nada más que su rostro, cubierto por una máscara. Nada más que a ella. No percibo su tamaño, ni su fuerza, ni calibro mis posibilidades. Me es imposible dominar esta cólera. Odio concentrado en mi corazón, hasta extremos alejados de la razón humana. ¡Es ella!, aquel ser despreciable. Me tiemblan las manos.., toda yo me convierto en un temblor violento: el terremoto interior de mi ánimo que precede a la explosión de toda mi ira. Estoy jadeando, jadeando con fuerza. Me preparo para matar”.

- ¿Nerviosa, Alba?- ríe Shaina. Ella es esbelta, pero fuerte. Shaina de Ofiuco: la legendaria guerrera, Caballero de Plata, como Al. Agresiva, soberbia. Alba miró sus manos, y recordó su ataque. “Cobarde”, pensó para sus adentros. No dijo una sola palabra. Sólo la miró, y si una mirada bastase para asesinar, su oponente habría caído ya fulminada.
- ¿Ahora necesitas un bastón para caminar?- se burló la guerrera, divertida. Alba la seguía constantemente con la mirada mientras ella la acosaba en derredor, como si quisiera percibir cuál era el punto más vulnerable de su anatomía. Apretaba fuerte el báculo de madera. De repente, Shaina atacó. Fue con un grito agudo, un chillido penetrante de vampiresa, de animal salvaje. Se abalanzó sobre ella con las manos por delante, convertidas en garras de acerada apariencia. La izquierda le alcanzó en un hombro, desgarrándoselo. Al aulló de dolor, pero rápidamente volteó su bastón, con un movimiento circular, potente y muy rápido. La alcanzó en el estómago, y la propia inercia de su movimiento hizo que Shaina perdiera el equilibrio.
- ¡Vaya!- comentó el Caballero de Ofiuco, sonriendo con desprecio- Veo que utilizas bien el palito para defenderte... Cuando eras Caballero aún no tenías que valerte de esas artimañas.

Al ignoró sus comentarios. Sentía arder la herida que le había abierto en el hombro, pero eso precipitó más aún su descarga de adrenalina.

Shaina volvió a la carga. Era rapidísima, veloz, inmisericorde... Atacaba a la cabeza, a los ojos.., y cuando Al se cubría con su bastón, percibía inmediatamente dónde se encontraba la guardia baja, y en toda ocasión lanzaba allí un golpe terrible. Sus garras, como los dientes de un caimán, no punzaban: desgarraban la carne allí donde hacían presa. Al perdía sangre por múltiples heridas que le empapaban la túnica blanca. Era muy complicado parar aquellos golpes tan sólo con un palo de madera. Ofiuco le tocó por fin en la mejilla.., Al percibió como un hilo de sangre brotaba de su pómulo cortado. Se limpió con el dorso de la mano, y entonces se dio cuenta de que Shaina no iba a dejarla así como así.

- No pasarás de aquí, querida…-masculló el Caballero de Plata entre dientes. La expresión muerta de su máscara plateada no permitía ver sus facciones: sólo así cubiertas podían combatir las mujeres en el Santuario de Atenea. Alba, que se enfrentó a esa ley, y a muchas otras cosas, sólo obtuvo a cambio dolor: el desprecio, el destierro, la humillación.
- Shaina: aparta- dijo entonces Alba, contundente. Empezaba a cansarse, y deseaba que aquello terminase, pero no era capaz de quitarse de encima al Ofiuco.

La guerrera saltó ágilmente desde una roca, por encima de su cabeza. Unos 4 metros de caída, con las aceradas uñas por delante... Rapidísima, a una velocidad que sólo el disparo de la cabeza de una víbora podía igualar en su mordida. No podía.., no se arriesgaba a seguir debilitándose: ya había perdido mucha sangre, y apenas había logrado tocar a aquella posesa un par de veces con un molinete más preciso.

Entonces lo “vio”. En su cabeza, en su interior, de una forma inexplicable… “Vio”, en un espacio de tiempo sin tiempo, dónde podría golpearla para hacerla caer. No había contornos, no había profundidad de campo en su visión; pero los minutos se alargaron siglos en su percepción, y supo claramente qué debía hacer. Alzó en una décima de segundo el bastón de madera hacia la guerrera... Su esternón, el esternón de su enemiga: toda su energía, todo el poder, toda la atención, todo el universo concentrado en ese punto, en el aquí y en el ahora, durante toda una eternidad.

“Porque yo no soy más que un átomo en la inmensidad.., ¡asistidme para defender lo que es preciso!”.

- ¡OM BENDSA PANI HUNG!- gritó Alba, y la amatista que llevaba en la punta de su cayado emitió de improviso una luz intensa, cegadora, terrible. Shaina cayó sobre ella, y durante unos segundos no se vio nada más que un estallido de luz increíble. Cuando esa luz se disipó, Al estaba de rodillas, apoyada en el bastón con las dos manos, y observaba a su oponente, que yacía unos metros más allá, jadeante y dolorida, con ojos de fuego.
- Veo.., veo que has vuelto para quedarte, ¿eh?- balbuceó el Caballero de Ofiuco, que sangraba profusamente por la boca, como si acusara algún tipo de hemorragia interna- Eso no es de Shaka, ¿verdad?

Al se alzó con cierta dificultad. Volvió a limpiarse su propia sangre de la mejilla y miró a su oponente, que se retorcía de dolor, con un gesto de ira y de desprecio absoluto. Se sentía vacía, como el que realmente ya nada tiene que perder.
- No, no es de Shaka: mi maestro, como tú misma, murió para mí cuando todos vosotros me condenasteis… Eso que has visto me lo enseñó Mu.., aunque él también esté ya muerto para mí".